La búsqueda de la identidad propia, las similitudes y las diferencias que conforman a cada individuo en un mundo lleno de otros, con las mismas particularidades, son puntos a tener en consideración dentro de la puesta.
“¡Somos todos iguales!” gritará este hombre al tiempo que alguno de los tantos personajes que crea López dirá “No” para llevar el texto a la reflexión pero sin perder la sonrisa.
El histrionismo de López será fundamental para sostener una puesta con una creación de sentido constante. El “nosotros” y “ellos” podrá ser resignificado de manera constante, más aún en tiempos donde las diferencias acarrean los más terribles conflictos por la falta de respeto a aquél que “no es como uno”. Un plomero desnudo puede llegar a ser tan diferente como aquél cuya particularidad será tan “destacable” como ser mencionado en el contexto de «iguales». Al respecto, será el concepto de “igualdad” el que será atravesado por la ironía y una risa no exenta de malicia, más aún si todos vamos a terminar en el mismo lugar. La galería de personajes pergeñada por López es increíble y va más allá de sus tonos de voz y en un par de “gafas”, sino en la forma en que cada uno de ellos es creado.
El texto es rico. Va y viene en situaciones que se condicen todo el tiempo, como la vida misma. Cada palabra tiene su porqué, en un patchwork de sentido constante y con un toque de inocencia que, a la postre, la hace perturbadoramente corrosiva.
La puesta oscila entre un humor que podrá ser inocente o corrosivo según el cristal con que se mire y una sorpresa constante a traves de la repetición de las situaciones y un ritmo acompasado en su desarrollo. Romper la cuarta pared o la creación de ese “no-lugar” desde donde se ubicará López para dar rienda su verba, serán provocadores para una platea que podrá aceptar todo como parte del juego o sentir que la puesta se extiende más de lo debido. Será en este punto donde estarán quienes tomen la propuesta de la dupla López-Pico tal como es o hagan hincapié en una extensión que vuelve sobre lo dicho, sin que sea necesaria una nueva «vuelta de tuerca» sobre lo acontecido sobre tablas.
No obstante, López lleva su búsqueda de nuevos lenguajes a través de un teatro como hecho provocador, donde la emoción, la paranoia y el miedo a lo desconocido se extiende a los miembros de sociedades tan liberales que se cierran para que sus libertades no puedan ser “molestadas”.
Con toques musicales en catalán y una fuerte presencia escénica, Sergi López fue el encargado de dar el puntapié inicial a la presente edición del Festival Temporada Alta en Timbre 4. Invita a la reflexión desde “Non solum”, una puesta que dividirá aguas siendo de aquellas que uno desea conversar con un “otro” (acompañante, pareja, o lo que sea) para manifestarle sus propias sensaciones en noventa minutos de teatro puro.