Es de esos actores que van cimentando su fama en trabajos realizados con absoluta seriedad. Esa versatilidad que no duda en cambiar de fisonomía si el personaje lo requiere. Con su ahora clásico “Escritor fracasado”, de Roberto Arlt reestrenándose en el Espacio Callejón, Diego Velázquez tiene varios proyectos para este 2020 que incluyen el estreno de “Entre hombres” y “Santa Evita” en televisión al tiempo que recuerda algunos momentos de su carrera como “Los siete locos” y “La larga noche de Francisco Sanctis”.
Fotos: Cecilia Inés Villarreal
-Diego, reestrenas “Escritor fracasado” en el Espacio Callejón tras la temporada en el Teatro Cervantes. Es tu primer unipersonal…
– Al principio, la idea del unipersonal no me gustaba. Cuando estaba haciendo “Los siete locos” en tele, encontré “Escritor fracasado”, el texto de Arlt. Lo leí y no lo podía creer. Tan actual…Era raro que nadie lo haya usado y que muy pocos lo conocían. Ahí fue que me dieron ganas de hacer algo con eso. Y si, me imaginé haciéndolo solo. Es un monólogo feroz que no tiene otro interlocutor más que el público. Por suerte, después apareció Marilú Marini que me pudo guiar en eso. Tiene mucha experiencia de estar sola en escena. Pensé que lo iba a padecer más pero es una de las obras que más disfruto hacer. Las funciones son muy diferentes según lo que se arme con el público. Para mí, es como tener sesenta compañeros nuevos por función.
-¿Siempre estuvo la idea de recibir al público cuando ingresa?
– Si. Desde el primer ensayo nos dimos cuenta que tenía que ser para “afuera”. No se sostenía la idea de una obra de un monólogo. Hicimos un trabajo especial al respecto. Lo amasamos mucho para que parezca más sencillo de lo que es. La idea era que se “escuche” y se “entienda”, no solo que la gente me vea hablar raro y florido. Queríamos que llegue ese lenguaje. Hay algo de la mirada al público… Veo cuando se aburren, se duermen, se emocionan o están atentos. Es un flash. Al principio me costaba pero aprendí a disfrutarlo. Está bueno.
-En esa presentación, antes de comenzar la obra, le hablás al público directamente para que apaguen los celulares, ¿llegó a sonar alguno?
– Si y no solo sonaba sino cada cosa…! Uso esas cosas en la obra para actualizar el “aquí y ahora”. No me puedo hacer el boludo si suena un teléfono. A veces, sucede en momentos de la obra en los que no conviene en que me exponga y lo dejo pasar. Es un borde muy finito porque hay que saber cuando hacerlo, porque te podes enviciar y esto no es un stand up.
– Se le pide al público que lo apague…¡y no lo hace!
– Y…mucho no se puede hacer. Me pasó de ver a uno que se olvidó , le suena el celular y se desespera pero también está el que le suena, lo mira y contesta. A ese me dan ganas de….pero bueno…Creo que tiene que ver con una cuestión de educación.
-En marzo, reestrenas con “Fantasmatic Invocación Stanislavsky”, donde compartís escenario con Paola Barrientos. Pasaron del Centro Cultural San Martín en su estreno al Portón de Sánchez, el año pasado y donde vuelven dentro de poco.
– Si. Más que nada porque son salas parecidas en tanto tienen profundidad y altura. Trabajamos algunas cosas con mayor detenimiento pero está muy bueno alargar la temporada después de haber comenzado todo en el Centro Cultural San Martín y continuar ahora. Nos gusta mucho hacerla. El trabajo con Ciro (Zorzoli, director de la puesta) permite que se enriquezcan las obras con sus adaptaciones. El trabajo que hace con el espacio suma.
-¿Cómo es seguir trabajando con Paola y Ciro después de tanto tiempo?
-Está buenísimo. Hace muchos años, Ciro nos llamó a mi y a Paola para trabajar en obras separadas. Mi primera obra con Ciro es “23344”, de Lautaro Vilo en el Rojas. Después hacemos el biodrama “El niño en cuestión”, que es la primera vez que trabajamos los tres juntos. Ahí nos convoca para formar parte de su cátedra en la EMAD. Paola y yo no teníamos la más puta idea de cómo se daba una clase pero su idea era la de armar un equipo. Nos enseñó a dar clases y estuvimos siete años. De ahí salió “Exhibición y desfile”, de todo lo que hablábamos y discutíamos durante las clases. Se armó el grupo y después vino “Estado de ira”. Está bueno que el trío se vuelva a juntar. No solo hay un montón de lenguaje ya construido sino que está la cosa de seguir cuestionándonos entre nosotros.
Divina TV Führer
-El año pasado, habías filmado una serie que está por estrenarse…
-…en abril o mayo. Se llama “Entre hombres” y la filmamos para HBO. Es una miniserie de cuatro capítulos, que estuvimos grabando a lo largo de tres meses. Fue una especie de lujo con respecto a los tiempos que corren. Pensar que una película chica se hace en tres semanas… Al final, “Entre hombres” terminó, con mucho tiempo para cada cosa. Estuvo todo muy bueno y me da mucha intriga ver qué va a quedar. La miniserie está basada en un libro de Germán Maggiori que salió a fines de los ’90, principios del 2000. Tiene un clima delictivo en el que “la maldita policía” está presente. Son todos delincuentes, inclusive los mismos policías que, creo, son los peores. Es una novela muy cruda. Me sorprendió que HBO quisiera hacer eso. Además, no es que le bajaron el tono. Con hacerlo tal cual, bastaba y sobraba. (risas).
La filmación fue muy coral, de grupitos…de dúos diría. Por un lado están los policías que somos el Puma Goity y yo y del otro están Diego Cremonesi y Nicolás Furtado que son los chorros. También está Claudio Rissi. En realidad, con el Puma grabamos casi todo el tiempo, juntos y solos. Todos los personajes se encuentran al final. De ahí, mi curiosidad respecto a qué hicieron los otros.
-¿Cómo fue el laburo con El Puma Goity?
– Muy bien. Aquí está haciendo algo que no le había visto nunca. Los policías que hacemos son tremendos. Yo soy “El loco Almada” y él es “el monstruo Garmendia”. El mote de “monstruo” no tiene nada de simpático sino que es real. Es un desaforado, estallado todo el tiempo. En cambio, el mío es más contenido, comprimido. El trabajo fue de armar duplas. Ahí se potenció todo. Al ver lo que hace el otro, vas tomando decisiones.
-El que HBO o Netflix hagan estas nuevas series es un cambio de paradigma respecto a lo que se estaba acostumbrado a hacer, en relación a lo que hacían los canales de televisión.
– Primeramente agradezco que estén haciendo estas series ya que, en los canales de aire, no hay mucha producción. Cambió mucho todo en los últimos años. Inclusive lo que sale al aire, es mediante asociaciones de productoras. Es la que queda y mientras más se haga, mejor. Igual extraño el escuchar otras voces, otros colores como fue el intento que se realizó con la TVA, que fue muy vapuleada con el cambio de gobierno pero insisto en que ahí había un germen que estuvo muy bueno. Hubo series que estuvieron muy buenas y otras no…
-Como todo…
– Claro! Además, posibilitó que se filmara en el interior y que otra gente tuviera la chance de contar otra cosa porque sino, todo lo que se cuenta, son historias porteñas. Entonces, ahí había algo. Podía tener diez mil fallas pero había trabajo para un montón de gente, siempre con la posibilidad de perfeccionar en su quehacer, ya sea en los rubros técnicos como el ver a actores del interior. Para nosotros mismos no es lo mismo grabar una película o una serie cada dos años que estar trabajando más seguido. Es un ejercicio práctico. Hacer, probar, equivocarte, acertar. Eso lo extraño.
-¿Cómo recordás tu participación en “Argentina Tierra de Amor y Venganza?
– Fue muy fugaz. Eran doce capítulos pero grabé todo en tres días. Fue muy corto porque era todo en una misma locación y todo con Delfina Chaves. Es un talento. Se toma todo muy en serio pero sin solemnizar la tarea. El trabajo con Sebastián Pivotto el director estuvo muy bueno. Además, nunca había trabajado con él. Fui un poco a divertirme. Las escenas eran divertidas, para jugar. Pero fue eso.
-¿Te sorprendió el éxito de la tira?
– La verdad, no estaba tan al tanto. Había leído los primeros capítulos y estaba muy bien. Era un culebrón que tenía bien definidos los personajes pero no sé bien en qué derivó. Pero sí celebro el corrimiento del “naturalismo palermitano” que tanto se ve. Está bueno que haya otra cosa y que se tenga que actuar de otra manera, sino se vuelve todo muy aburrido.
-Ahora se viene “Santa Evita”.
– Exacto. En mayo empezamos a filmar la serie que está basada en la novela de Tomás Eloy Martínez. Evita va a ser interpretada por Natalia Oreiro. Después está Ernesto Alterio, que dará vida al coronel Moori Koenig, Darío Grandinetti como Juan Domingo Perón y Francesc Orellá, el actor catalán que hizo la serie “Merlí”, será el doctor Pedro Ara, encargado de embalsamar el cuerpo de Eva. En mi caso, voy a ser de “Tomás”, el periodista que narra. No puedo decir mucho más…. (risas)
¡Luz, cámara, acción!
-En el 2019, estrenaste “La misma sangre” con Oscar Martínez y Dolores Fonzi en cine.
– La habíamos filmado en agosto 2018 y se estrenó en marzo del 2019. Me dieron un guión que me gustaba. El director Miguel Kohan tiene una visión y un entusiasmo…una manera particular de ver el policial, que me gusta mucho. Hablamos sobre todo esto, el cine clásico y Patricia Highsmith. Ese intento suyo me daba ganas de acompañarlo. Estaba bueno lo que había que hacer y con quien, tanto como el intento y como quedó. Es una película que muta y requiere un tiempo de visión que es algo a lo que estamos cada vez menos acostumbrado a hacer. A los cuarenta minutos de una peli, tenes que parar todo porque estas formateado por el ritmo de las series. No es que miro todas las series pero hay algo que se corta y que se fue transformando.
-Es una pena.
– Si. Además no hay que perder el hábito de seguir mirando películas y darle su tiempo para que encuentre su propio ritmo. Caso contrario, uno entra en un standard y pretende que sea asi…Por eso, hay que ir a verlas al cine.
-“La larga noche de Francisco Sanctis” duraba sesenta, setenta minutos…
– Creo que tenía setenta y ocho.
-Debutó en el BAFICI. Le fue muy bien antes de que se arme todo el camino que hizo…
– Si. Estuvo buenísimo. Hizo un recorrido increíble. Fue un encuentro muy lindo con los directores Francisco Márquez y Andrea Testa. Son muy particulares y escapan a cualquier cliché de director de cine. Son muy abiertos pero a la vez, con seguridad en lo que hacen. Después vino todo lo que derivó. El quedar en Cannes, poder verla ahí, fue toda una experiencia. Fui a unos festivales, como el de San Francisco, y el público era gente que se había ido en la época de la dictadura. Fue un flash ver a estas personas viendo la película, emocionada, porque se veían reflejados en eso.
-¿Cómo fue hacer a ese Francisco Sanctis, tan particular?
– Fue medio quirúrgico porque casi no habla. No puede decir lo que le pasa al tiempo que va en un “in crescendo” constante. Fue muy de ida y vuelta con los directores. Lo armamos juntos. Ver que conviene, los niveles de tensión de la cara, como se graduaba todo el tema de la gestualidad. El usar bigote me ayudó mucho a hacer algo pesado. Fue mucho de hablar y probar. También cambié el peinado y el vestuario estuvo acorde. Todo un trabajo en conjunto. Trato de tener conciencia que, a diferencia del teatro, no pasa todo a través mío. Si en “Escritor” hay algo que no hago, nadie lo va a venir a hacer. En el cine, uno es un elemento más dentro de una construcción, de un relato que no depende de uno.
-Es la diferencia entre el cine y el teatro…
-Claro! Si hay algo que el guión está diciendo, que el sonido –que es super importante- ya está trabajando o tengo iluminada la mitad de la cara, no hay mucho más que pueda hacer. No hay necesidad que haga más sino trabajar con lo que ya tengo para hacer aparecer lo que los directores quieren que aparezca. Es eso. No tenes que actuar todo y no todo es tu responsabilidad.
Ser actor y sus particularidades
-¿Cómo viviste tu paso de actor de teatro a una dinámica como la de la televisión?
-Para mi, no hubo un switch en particular. Tiene que ver con el material que te toca en ese ámbito. Hay un mito o verdades mentirosas que se repiten sin cesar que en el cine o en la tele hay que “actuar chiquito” y en el teatro, de una forma más “grande”. Pero no es lo mismo hacer en cine “La ciénaga” que “Esperando la carroza”. En teatro, no es lo mismo estar en la sala Martín Coronado del San Martín que en una sala de teatro independiente que tenes a la gente a dos pasos. Obviamente que hay un trabajo en particular que tiene que ver con la presencia del público. En los rodajes, no estás solo. Están los técnicos, que son tus compañeros. No hay una situación de la que tenes que abstraer para poder trabajar sino que tenes que trabajar a partir de esa situación.
-Además, está la cámara…
-…también está la cuestión de que depende de la manera en que trabajes y con quien. Hubo películas en las que estuve muy cerca de los directores, de charlar y probar cosas con ellos así como de ir, hacer y listo. Tiene que ver con las dinámicas grupales que se armen en cada uno de los ámbitos. Soy de prestarle mucha atención al grupo humano que se forma. Es importante encontrarse con gente con la que puedas dialogar y te meta en bretes, para que se genere algún tipo de movimiento.
-Parece que en tele se hace mucho con “piloto automático”.
– No sé. Por suerte, los trabajos que hice fueron muy eclécticos. No hubo diferencia con obras de teatro o películas. La experiencia de “Los siete locos” fue increíble en todos los sentidos. El material, los compañeros de elenco, la dirección. Inclusive cuando hice “Farsantes” –mi primera vez en tele- fue un tete a tete con Julio Chavez. Fue muy vertiginoso. Más aún haciéndolo con alguien que sabe mucho. Para mi, fue el ir a aprender. Después, hice algunas series y ahora sale “Entre hombres” de HBO donde filmé cuatro capítulos en tres meses. También en teatro hay mucho “piloto automático”. Va más allá de los formatos. Tiene que ver con quienes lo hacen o qué están haciendo más que con el ámbito.
-¿El arte tiene que ser negocio?.
– No se si pueden convivir. Desde el momento en que hay términos como “teatro comercial” o “cine comercial”, hummm. Si tiene una pretensión comercial es que el diablo metió la cola. Ojo, no está mal pero en mayor o menor medida está atravesado por la necesidad de ganar dinero. El elenco que armas, los temas que tocas…Es lo que “el público quiere”, “lo que el público paga”. Pero el público masivo no es el único que existe. Hay cosas que tienen una enorme cantidad de gente y me pueden interesar…o no. No todo tiene que ser masivo ni que lo vea todo el mundo. Lo que sí estaría bueno es que el público tenga un desarrollo que le permita tener herramientas para apreciar esas otras cosas.
Lo mismo pasa con las obras de teatro. Con “Los corderos” fuimos a muchos lugares del interior de gira. Pueblos pequeños donde la gente agradecía enormemente el ver otra cosa respecto a lo que se suele ver. Si solo llevan teatro comercial, solo se ve un tipo de teatro cuando hay muchos más. Ese, no es todo el teatro asi como el que a mi me gusta, tampoco lo es. Obvio que respeto eso pero hay que darle a la gente que tenga la chance de tener todo a la mano, por más que no lo vea ahora. Es la posibilidad de acceder al mismo. Obviamente que “Los siete locos” no tuvieron la misma visibilidad que “Farsantes” pero me encuentro con gente que me habla de “Los siete locos” con un amor…! Esa persona eligió ver eso, en ese momento. Pero si eso no existía, no lo hubiese visto.
Un Diego introspectivo
-¿“Los siete locos” es tu momento bisagra en tele?
– Si. Fue un proyecto soñado…sin haberlo soñado. “Sanctis” podría serlo en cine…pero hay muchos momentos. Cada proyecto hace que el recorrido se vaya transformando. Se revalorice y cambie el sentido de lo que viene después. No tengo una cosa de cada una pero si hubo algunas que tuvieron más o menos rebote. Hubo obras como una que hicimos con Paola, en el 2004, que estuvimos ensayando dos años. Se llamaba “Teo con Julia”. Fue de un aprendizaje enorme para los dos y la vio muy poca gente. Por eso, los parámetros y los valores de las cosas, difieren.
-Si no eras actor, ¿a qué te hubieras dedicado?
– Creo que al diseño gráfico. Me hubiera metido por ahí. Me gusta mucho el diseño de afiches, posters. No sé que hubiera hecho…Que no tenga nada que ver con lo que hago, no creo. Cuando vivía en Mar del Plata, me interesaba la dirección de cine pero no lo sé.
-¿Habrá un Diego Velázquez director o dramaturgo?
– No sé. Hay cosas en las que me gusta meterme pero es porque siento que puedo aportar algo. La adaptación de “Escritor” la hice yo primero pero tiene que ver con que quiero actuarlo. No me imagino escribiendo algo y dándoselo a otro para que lo actúe.
-Si por la puerta de este bar entrase el Diego Velazquez que recién llegaba de Mar del Plata, qué le dirías?
– Uhhhh, no sé! Creo que las cosas que pasaron, fueron porque tenían que pasar de esa manera. Creo que me haría el boludo y no lo saludaría. ¡Lo miraría y no le diría quien soy! (risas).
“Escritor fracasado”. Espacio Callejón. Humahuaca 3759. Sábado, 20 hs
“Miedo”. Dumont 4040. Santos Dumont 4040. Viernes, 20.30 hs
Diego Velazquez en cuatro puntos
1-Libriano del primer decanato, Diego Velazquez nació el 25 de septiembre de 1975. Comienza sus estudios de actuación en su ciudad natal con Antonio Mónaco. Viaja a Buenos Aires para ingresar a la Escuela de Arte Dramático (EMAD) de la cual egresa en 2002, donde termina ejerciendo la docencia, junto con su amiga y colega Paola Barrientos, en la cátedra de Formación del Actor, de Ciro Zorzoli, por el lapso de seis años. Realizó estudios de Cine (I.D.A.C) y Artes Visuales (Escuela Superior de Artes Visuales Martín Malharro, Mar del Plata). Estudió danza con Ana Frenkel, Cristina Barnils, Eugenia Estevez, y Andrea Fernández.
2-Desarrolló una vasta y prolífica carrera en teatro, siendo considerado uno de los mejores actores de su generación. En la temporada 2009/10 protagonizó “Amerika” de Franz Kafka, en el Nationaltheater Mannheim, en Alemania, con dirección de Alejandro Tantanian, realizando la coreografía y el entrenamiento físico de los actores. Realiza el mismo trabajo en “Die Dreigroschenoper” (La opera de 3 centavos) de Kurt Weill y Bertolt Brecht. Participó en “Cock” (con Eleonora Wexler y Leo Sbaraglia), “Traición” (con Daniel Hendler y Paola Krum), “Los Corderos” (con María Onetto y Luis Ziembrowski), “La Terquedad” (de Rafael Spregelburd), “Las ideas” (con dirección de Alejandro Tantanian), y la excelente y de culto “Estado de Ira” (con Paola Barrientos y dirección de Ciro Zorzoli),
En el 2019, realizó el unipersonal “Escritor fracasado”, con dirección de Marilú Marini, basado en un texto de Roberto Arlt en el Teatro Cervantes y “Fantasmatic Invocación Stanislavsky” en el Centro Cultural San Martín y, actualmente, en el Portón de Sánchez.
3-Debuta en televisión en “Farsantes” (2013). Forma parte de las miniseries “La verdad” y “Los siete locos y los lanzallamas” (con Carlos Belloso, Pablo Cedrón, Belén Blanco, Leonor Manso, Pompeyo Audivert, Daniel Fanego, Julieta Zylberberg y Claudio Rissi), y de la tira “Argentina, tierra de amor y venganza”. Otros ciclos de los que formó parte fueron “Tiempos Compulsivos”, “Televisión X la inclusión”, “El hombre de tu vida” y “Mujeres Asesinas”. Participó en video clips para Los Piojos (“Pacifico”) y La Portuaria (“Aya”).
4-Comienza su carrera en cine como co-protagonista en el cortometraje “La última escena de esta pareja”. Participa en “Habi, la extranjera” de Maria Florencia Alvarez; “Lumpen” de Luis Ziembrowski; “El Niño Pez” de Lucia Puenzo; “Amorosa Soledad” de Victoria Galardi y Martín Carranza; “No fumar es un vicio como cualquier otro”, de Sergio Bizzio; “Súper”, de Gustavo Tarrío; “Cien Tragedias”, de Sergio Bizzio y Mariano Galperín; “Relatos Salvajes” de Damián Szifrón, “Kyptonita” de Nicanor Loreti; “La larga noche de Francisco Sanctis” de Francisco Márquez y Andrea Testa (obtuvo el premio de “Mejor Actor” en el BAFICI -Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente- 2016) y “La reina del miedo” de Valeria Bertuccelli. Este año, presentó “La misma sangre” de Miguel Kohan que protagonizó con Oscar Martínez y Dolores Fonzi.