Multifacético como pocos, Marcelo Savignone está presentando su última creación «Vivo». Sobre su técnica en el escenario, sus trabajos y el teatro en si, habla Savignone con El Caleidoscopio.
Fotos: Nicolas Savine
– Marcelo, contame sobre “Vivo”
– Surge un poco de la necesidad de seguir investigando y profundizando la improvisación. Entonces las máscaras balinesas son un mecanismo espontáneo de improvisación. Por un lado, mi formación como actor, con uso de máscaras y lo referido a Lecoq y por otro lado paralelo, la improvisación (“Sucesos Argentinos”, “En sincro”), para mi fue un momento de decir “¿Cómo combino mi desarrollo como actor y como improvisador para llevarlo a un estadío poético mayor? Asi fue el desarrollo de este trabajo llamado “Vivo”
– ¿Cómo surge tu vínculo con las máscaras balinesas?
– Vino a un Festival en Argentina, el chileno Andres Perez Arraya, que había hecho cursos con la Moushkina, dio un seminario de máscaras balinesas y ahí fue la primera vez que me coloqué una máscara. Fue extraordinario lo que ocurrió, para mi, como actor. Después fue la investigación, e indagar un poco. Quién las usaba? Moushkin, Brooke, todos los grandes usando estas máscaras como dispositivo poético…y me fui a Bali a buscarlas. Ahí encontré un artesano que me talló las máscaras y bueno, hace poco un alumno mio francés, le pedí que me traiga más mascaras de allí, de este artesano que las hace para todos los lugares del mundo.
– ¿Cuándo fue el viaje?
– En el momento en que se cayó el país, en el 2001. Un momento particular pero tenía los pasajes en la mano, era ahorrarse unos mangos o invertirlos en tu formación.
– Es muy interesante el desarrollo a partir de la máscara…
– Si, si. Si bien cada máscara está bien entrenada, cada noche trato de percibir a quién le convendría entrar según como está el público. Lo importante para mi es el espacio de creación colectiva, sin caer en algo que no sea dirigido por mi. O sea, vamos a ir por un lado poético pero sin caer en el camino llano y efectista de un chiste. No es donde está parado mi trabajo. Y las consignas hacen que funcionen en mundos diferentes y digan cosas que no se, como muy locas. Pero hay un soporte poético en relación con el mundo poético de las máscaras en asociación con mi asociación con el mundo que me propone un espectador. Ahí aparece una triada y se arma algo novedoso.
– ¿Tienen nombre?
– Si, cada mascara tiene su nombre. Cada máscara tiene un desarrollo formal en si, una voz, una dinámica de movimiento, un tono en el cuerpo y también tiene su contra máscara, que es lo que más varía y no se ve, como un tinte más psicológico. Es lo que va a dar la noche. Para que una máscara funcione, debe estar la contra-máscara latente porque sino sería un trabajo muy plano y da pie a un teatro mal hecho, con la construcción de un personaje. Debe haber siempre una contra mascara, dejar ver un lado ambiguo. En esa ambigüedad, radica la poética. Es como una escultura, que a uno le da ganas de ver que hay del otro lado. La máscara tiene eso, la construcción de ese ser tiene que estar basada en esa ambigüedad.
– Vi un par de espectáculos tuyos y siempre tienen música. ¿Está incluída en tu formación?
– Me interesa mucho la música. En realidad, empecé como músico. Tenía una banda, con guitarra y todo pero después me empecé a dedicar a la percusión porque interactuaba más con el cuerpo y ya hacía acrobacia. De ahí pasé al cello y demás. La música ha sido… en ese momento no pude dedicarme más. Tuve que elegir un poco entre la música y la actuación. La música siempre es un elemento fundamental. Muchas veces pensé mis actuaciones como una danza en acción. Me interesa mucho el aporte musical asi como la posibilidad de los sentidos del espectador. Un momento en “Vivo”, hay un contraluz donde funciona todo y es casi auditivo, apareciendo como un despertar del sentido a partir de la música. Es algo extraordinario. Un punto mágico de generar atmósfera.
– Recordando el espectáculo, me imagino cerrando los ojos y construyendo imágenes…
– Hay algo de eso. El recurso por excelencia del teatro que es la alusión. Aparece la alusión y es para mi es muy importante ese momento. Si bien me interesa mucho el trabajo con la máscara, ese momento es una opinión artística sobre mi instrumento de actuación. Del poder dar todo lo que sea necesario para dar rienda suelta a la creación espontánea.
– Vos tuviste un poco de aquí y allá en la formación, que se aprecia en el show….
– Si, pero básicamente lo mío está basado en Lecoq, que abarca clown, el bufón, la tragedia. Estuve en Londres becado, estudiando la pedagogía y acá con Angeleri y Bartís. Siempre fui muy curioso e intento desarrollar lo mejor que puedo este arte. Tomé clases de dramaturgia con Kartún. Mi formación es eso, muy ecléctica y heterogénea, con un hilo conductor que es Lecoq. Hacia ahí, va todo lo que hago pero muy alimentado de lo que me interesa.
– ¿Y Hamlet?
– Está bárbaro, con la dirección de Manolo, muy diferente a lo que yo venía trabajando, o como haría yo Hamlet. Estoy también dirigiendo a los cómicos. Es un gran desafío. Está bueno esto. Personalmente tengo una tendencia más al humor pero haciendo mi personaje puedo manifestar otras inquietudes.
– Vos sabés que sos uno de los pocos actores que hace unipersonal…
– Me lo dijiste y sabés que tenés razón. No lo había reflexionado al respecto. El unipersonal parte como una necesidad, un deseo y también una posibilidad. Es decir, es muy difícil instalar disciplina cuando no hay mucho dinero para bancar a los grupos. El unipersonal es la forma de ensayar diariamente y profundizar un año de trabajo. Se me ha generado esa posibilidad a partir de un impedimento. Igual me gusta trabajar en grupo como en “Hamlet” o “La cocina”. El unipersonal me permite encontrarme conmigo mismo.
– Si te pregunto por “Suerte”…
– “Suerte” es un trabajo extraordinario para mi. Allí baso todo mi trabajo de creación. Es un quiebre para mi con su consolidación. Cada tanto quiero volver a hacerla. Ahora estoy ideando un trabajo que podría ser la continuación de “Suerte”. Se va llamar “Mierda” y ya tiene sala y todo. Ya está en mi cabeza y ahora está empezando a estar en mi cuerpo.
– Teniendo en cuenta lo que representó “Suerte”, ¿salir de ese espectáculo fue difícil?
– Y…llegué a un límite con el lenguaje. Con este lenguaje, llegué hasta acá. Después debo empezar a proponer otra cosa. “Vivo” surge un poco como una necesidad de proponerme otra cosa pero pertenece al ámbito de la creación espontánea; en cambio, “Suerte” tiene más que ver con la dramaturgia. Es como mi otro camino. Entonces, “Mierda” es el paso siguiente a eso, con una dramaturgia establecida de repetición y tratar de mantenerla dinámica.
– Las tres obras serían como tres hermanos, no?
– Si, hay algo de eso. También está “En sincro”. Voy escuchando lo que voy haciendo y voy mejorándolo. No tengo mucha especulación de que vende sino que hay una cuestión del deseo de hacer. Me doy cuenta que haciendo, me siento bien y puedo comunicarme y decir cosas. A partir de esto, voy planificando el hacer o dirigir alumnos. Ahora tengo dos obras de gente que estudia conmigo, y voy a dirigir algo del IUNA. Es la dinámica del hacer frente a la espera de que te llamen. Me gusta que me llamen pero no puedo esperar.
– Me quedé con lo que dijiste de tu formación musical. Tanto “En sincro” como “Vivo” y también un poco “Suerte”, tienen como una atmósfera de recital..con la música y eso…
– Si, me interesa mucho la atmósfera del rock y su convocatoria, que no le pasa al teatro. O que le pasó en algún momento, como De la Guarda o en los 80 con el Clu del Claun. Tuvo movidas rock pero no en este momento y yo vengo de ese lugar, que siempre está presente.
– ¿Por que crees que no ocurre esto?
– Me cuesta ver un poco donde está ubicado el teatro. Creo que está en un momento de cambio pero que todavía no se ve el cambio. Creo que es mundial esto y el artista no deja de reflejar lo que ocurre, más allá de querer –o no- contar lo que pasa. Siempre se está contando lo que pasa y lo que trasciende. Me parece que estamos en una etapa de cambios. Fijate si cambian las cosas que estamos en otoño y hay 25 grados. Hay algo de eso y también hay un sin sentido muy abrumador.
– ¿El teatro no se está mordiendo la cola….?
– Puede ser. En cambio en la plástica o la danza investigan más. Se rompen más las reglas. Al teatro le cuesta más romper las reglas y esto lo digo en el buen sentido. La ruptura por la ruptura en si…no tiene mucho sentido. El cubismo de Picasso llega como una consecuencia de haber comprendido muchas cosas. La danza lo tuvo en su momento pero le está faltando eso al teatro. La conciencia de querer.
– Si por acá entrase el pequeño Marcelo que recién empezaba, ¿qué le dirías?
– No se…me cuesta…Le diría que hay que laburar. Que hay que trabajar y mucho. Es maravilloso dedicarse a lo que uno quiere, saludablemente con sus cosas, controlando sus ansiedades. Por otra parte, creo que las cosas suceden cuando tienen que suceder. El trabajo hace que sucedan en su justa medida. No tanto en lo intelectual o la ambición de uno sino que sucede. Lo que pasa ahora conmigo, tiene que pasar. Quizás lo quería hace 7 años pero no estaba preparado para hacer lo que hago ahora.
-Los tiempos de los hombres….
– Uno va entendiendo que las necesidades, del éxito, de quererlo todo ya, no son de esa forma sino construyendo tu trabajo paso a paso y que tu escalón será el 10, algunos tendrán la suerte de que sea el 20 u otros llegarán a la terraza. Esto es un consejo que me doy a mi mismo todo el tiempo por la necesidad del éxito y la inmediatez. Uno pierde registro del presente y de construirlo y ser lo mejor que uno puede en esto. Y esto abarca el ser buena persona.
– Hablabas del éxito y la inmediatez, algo que, generalmente, se lo liga a la televisión…
– Hay algo de eso también, como si la televisión te acreditase como actor. Más allá de lo que hagas, te subís a un taxi y te dicen “vos hacés tal cosa”. Eso me pasó un poco cuando hice tiras y después, como todo esto es tan efímero, te subís al mismo taxi y cuando te preguntan, decís “soy actor, hago teatro”…
– ¿“Trabajás?”
– Claro! Aparece esa cuestión. También uno va entendiendo que…nada. Los que acompañan ese camino tienen un lazo más fuerte que el lazo efímero de la TV. Ojo, bienvenido sea este si te da, en mi caso, viene más gente a ver mi teatro. Si me quita la posibilidad de hacer teatro o dejar de dar las clases, declino algunos ofrecimientos para hacer tele.
«Vivo». Centro Cultural Konex. Sarmiento 3131. Viernes, 23 hs