Laura Azcurra: “Actuar es riesgo constante”

Con el reciente reestreno de “Noche de reyes”, la obra de Shakespeare en la que debuta como cantante, Laura Azcurra deja impresiones muy interesantes sobre el oficio del actor, recuerda su paso por “Pura Quimica” y lo que es “Lobo”, la tira de Pol-ka en la que participa.

-Laura, repones “Noche de reyes”. ¿Qué diferencias hay con respecto al año pasado?

-Mirá, la verdad nunca me tocó reponer una obra tan hermosa y en la que hemos trabajado tanto. Es la primera vez que piezas fundamentales del elenco van a ser cambiadas por otros actores. Esta es una obra muy linda, de mis obras favoritas de Shakespeare. Es una comedia blanca con un texto muy bien adaptado. A pesar de la síntesis, -si fuera como está escrito originalmente, serían tres horas y medio mínimo, con dos cortes y todo-, está muy bien contado el cuento. Un musical con canciones de los años 50 y una banda de músicos deliciosa con arreglos espectaculares. Esto permite que la obra –que venía con una puesta muy independiente- termine siendo una producción importante. Somos muchos actores y la escenografía es compleja. Estoy muy contenta. Me encanta hacerla ahora y el año pasado. Además, me dio la posibilidad de incursionar en la comedia musical.

– ¿Cómo es la Laura Azcurra cantante?

– Uhhh, la Laura Azcurra cantante sufre mucho! (risas). Si, porque todo esto es nuevo. El hecho de plantarse arriba del escenario y largar la voz es algo nuevo para mi pero me gusta. Es un desafío. Ser parte de este proyecto implicó aceptar el reto de buscar nuevas facetas mías en lo artístico. Como digo siempre, no me considero una tremenda cantante como si lo son mis compañeros, que han tenido años de formación, lo cual se nota en el escenario con sus voces impresionantes. Además, ¡son muy talentosos! Yo estoy ahí, estudiando mucho y cuando me toca cantar la canción le pido ayuda a todos los astros que me acompañen. Es esa sensación…que necesito sentirla….

-De tirarse al vacío, ¿no? Esa adrenalina de quien se tira y no sabe si hay red…lo cual va a depender de uno.

– Exactamente. Necesito sentir la sensación del desafío. Que estoy buscando cosas nuevas y que estoy en dificultades sino, siento que el laburo del actor se empieza a transformar en algo muy autómata y repetitivo. Empiezan a aparecer los lugares comunes y los caballitos de batalla. Me parece que hay que ir un poco más allá. En mi caso, necesito sentir que voy más allá. Que la propuesta en la que estoy inmersa me de pánico, alegría, miedo, terror y lo que sea, porque es parte de la dificultad. Los actores estamos entrenados para poder atravesar esas sensaciones y si nos va mal, nos va mal. No deja de ser un juego también.

-Además,  estuviste con una versión de “Señorita Julia”, con el flamenco, con «Postparto», con Daniel Campomenosi improvisando. Siempre estas buscando algo….

-Los actores, en general, usamos el teatro como un laboratorio. Ese es el espacio. Tenemos que estar siempre activos, entrenados, tomando clases o lo que sea para cuando llegue la situación de la “acción”. Eso generalmente sucede en el cine y también en la televisión aunque allí sería otro tiempo y otro el entrenamiento. La televisión requiere de mucha concentración, de mucho “aquí y ahora”. El desafío es permanente. Si hoy no tuviste un buen día y las escenas que grabaste salieron más o menos, mañana tenés revancha. Eso es lo que me divierte de la tele pero el teatro es el espacio donde está el actor buscando con el director, el autor y los compañeros…Es un laburo en equipo, el cual más me gusta y en el que me desarrollé.

-Recién dijiste que “Noche de reyes” empezó como algo más independiente. ¿Cómo fue ese paso hacia El Cubo?

– Se fue dando en la medida en que todos comprendimos que el proyecto necesitaba de gran responsabilidad y compromiso. Es un grupo importante de actores y bailarines, con mucha gente sumándose. Ahí hubo un compromiso por parte de todos. No es fácil hacer Shakespeare ni trabajar con tanta gente; menos si la producción va a cooperativa. Todos, de alguna manera, sentimos esto y decidimos seguir adelante. Ponemos lo mejor de nosotros, nuestro tiempo y amor y energía para lograr que “Noche de reyes” tenga un cuento muy bien contado. La gente sale contenta que es lo que me interesa. El teatro es para movilizar al público y para que, en esa hora y media, se teletransporte a una situación que sentís viva aunque sabés que no está. Todo ese intercambio de energías con el actor proyectando y el público recibiendo, es apasionante. Es como un hecho íntimo.

-Hablando de “hecho íntimo”, ¿cómo fue la primera vez que leíste el texto de “Noche de reyes”?

– Ya lo conocía. Por eso, cuando lo leí, me di cuenta que estaba muy bien adaptado, lo cual es fundamental. Siempre que leo un texto, hago marcaciones, anotaciones, y aunque no lo vaya a hacer, me interesa juntarme con el director o el autor para darle una devolución de lo que me pasó. Me quedó como alumna de dramaturgia esa necesidad de “devolución” del otro. O sea, para salirnos del enrosque de la historia y los personajes, hay que darle una devolución –sea positiva o negativa- porque le sirve al otro. Hablé con el director y le dije que me encantaba. Que era un desafío armar esta obra en dos meses y Lady Olivia me parece amorosa.

-¡Es muy lindo personaje!

– ¡Si! Además, transita por varias emociones a lo largo de la obra. Desde la tristeza más profunda hasta el enamoramiento o éxtasis de la confusión y el final feliz. Me gusta eso que tiene como si fuera un matriarcado ante la muerte de los hombres de su familia. Se hace cargo de todo y va para adelante. Elige no juntarse con el hombre que supuestamente está predestinado para ella, que es el Duque Orsino. Me gustaba eso de que se plante y diga “No. Quiero vivir el luto de mi familia tranquila”. Shakespeare escribía estas obras y el tipo -digo yo- era como Lorca en tanto pueden entender, escribir y transmitir la esencia femenina. Son dramaturgos muy fuertes a los cuales admiro y que, al mismo tiempo, para abordarlos, hay que conocerlos, entenderlos y también faltarles un poco el respeto.

– ¿En qué sentido?

– Está esa cosa de que son como “intocables”. “¿Cómo vas a hacer esa versión de tal texto?”. Si, estás hablando de Shakespeare pero en su momento, era como cualquiera de nosotros escribiendo en la computadora en la vida moderna. Era un escritor que contaba historias, que era un ser sensible y estaba entre los actores pero, al mismo tiempo, era un observador de la realidad. Un cronista que escribía para el reino. De hecho, “Noche de reyes” la hizo para un rey que venía de invitado pero también hizo mucho teatro popular. Quitemos el peso de todos los años de trascendencia y sabiduría que tiene porque con toda esa solemnidad, nunca podríamos abordarlo. Ni a él, ni a Chejov. Ninguno de esos textos impresionantes y esos autores que son fuertísimos. Moliere, y que también marcaron el teatro.

-Me acuerdo cuando hiciste “Señorita Julia” de Strindberg, con otra “falta de respeto”…

-Una re-falta de respeto. ¡Ni hablar! La adaptación que había hecho Claudio transcurría en Buenos Aires y la ubicaba después de la Revolución Libertadora. Era una herejía total pero me gustó ese desafío, con versiones en las que hay gente que les gustó mucho y a otra les gustó nada. ¡Y bueno! Creo que estos dramaturgos son felices con eso también. “Señorita Julia” me gustó y fue una producción bastante independiente que hicimos con Carlos Kaspar y Maía Francia. Ibsen, Strindberg, todos estos nórdicos tienen una forma de contar y de hacer teatro muy diferente a la latina. Esa cosa de frialdad que no es tan asi… Como actriz, me resulta delicioso enroscarme en ese tipo de historias.

Intermedio: Laura llega puntual al Cubo para la nota. Con sus anteojos oscuros y celular en mano, saluda afectuosamente y nos vamos a hacer las fotos a la calle y en el bar del teatro. Tiene ganas de hablar sobre teatro y deja impresiones muy jugosas. Laura habla y gesticula al tiempo que deja en claro su punto de vista. Con la simpatía y dulzura de siempre, se aprecia la madurez alcanzada a través de una carrera rica y variada.

-¿Tenés más proyectos de teatro?

-Si, reponemos “Postparto” en abril-mayo, posiblemente en El Tinglado. Volveremos seguramente a nuestro horario convencional para madres de domingos a las 18 hs. Silvina no va a estar este año pero la va a reemplazar Celeste García Satur, una actriz hermosa que va a estar genial y seguimos con Onetto, que está con un proyecto en el Regina pero después volverá con nosotras en mayo. Es una obra muy linda “Postparto”, de mucho amor y contención. Hablamos de los temas profundos de la maternidad y de los cuales nadie, aparentemente cuenta o habla.

-No se excluye al hombre…

– No, en absoluto. El hombre debe estar incluido por más que sea una mirada con lupa del postparto. Dentro de esa mirada, hay una posición tomada de como se lo ve, desde esa circunstancia tan particular. En la función, aclaramos que eso pasa y nos interesa verbalizarlo, algo inédito porque nadie habla de lo que no es “políticamente correcto». Dentro de la mente de una madre que acaba de parir pasan un montón de cosas. La llegada de un hijo es muy movilizadora. Es una aventura en la que aprendemos todos los días. No hay una forma de como ser padre. No se estudia tal como se hace para ser doctor. Es el día a día, la paciencia y la reflexión lo que hace que salgamos adelante en esta nueva tarea que nos propone la vida.

-Hablas de “nueva tarea”. ¿Como viste esa nueva tarea que fue el ser conductora de “Pura Química”?

– Espectacular. Fue una delicia de principio a fin a pesar que los dos primeros meses estuve bastante temerosa. No terminaba de encontrar la vuelta al programa pero no era yo sola sino todos los que estábamos ahí! (risas). Estábamos buscando por donde iba. Fue una prueba muy arriesgada que hizo ESPN, que buscaba abrir una brecha en el público que tiene. Deseaban incorporar como televidentes a adolescentes y adultos ya que el canal solo era para gente que veía deportes de elite. Me pareció muy inteligente lo que querían aunque no sabían como. Entonces, este experimento que fue “Pura química” salió bien porque eramos 100% genuinos.

-¡Se notaba eso!

-¡Qué bueno! Eso me daba mucha alegría. El poder estar en una señal de televisión tan importante, con un montón de cosas que se pueden hacer y otro tanto que no, con una bajada de línea ética y política. Esto me resguardaba de saber que no iba a terminar en una situación bizarra. Yo sé –de hecho, había rechazado otros proyectos de canales de televisión-, que tenían una situación parecida, de conducir y anfitrionar pero la propuesta estaba poco clara. Eso, hoy en día, con la vorágine del rating, del minuto a minuto y todo esto, un programa de deporte y arte puede terminar siendo de freaks y mediáticos.

-No olvidemos que el cable tiene otros tiempos y otra estructura…

-¡Claro! Entonces me tiré a la pileta en un canal de deportes que es un palo completamente desconocido para mi. Esto de quienes son los protagonistas, quien hizo tal gol, la Champions Trophy, y eso…Me tuve que empezar a impregnar de todo. Antes no era importante para mi quien metía un gol, por ejemplo. Fue todo un aprendizaje que estuvo genial y sobre todo, la adrenalina de hacer un programa en vivo. Después de eso, ¡sos indestructible! También digo que fue una suerte haber entrenado durante tantos años improvisación porque sino es muy difícil. Solita Silveyra me contó que necesitaba tener un guionista cuando fue conductora. Éste le tiraba las preguntas que le tenía que hacer a los chicos. También viene de una generación y una formación diferente.

-Es una diferencia importante….

– Yo me tiré a la pileta y lo hice porque me había estrolado cuatro años entrenando improvisación. Los actores tenemos que estar entrenando, estudiando y creando. Es parte de nuestro laburo. Así como un médico ve las nuevas tecnologías, un actor tiene que entrenarse permanentemente porque sino aparece un piloto automático que no tiene gracia para el que lo ejecuta ni para el que lo ve.

– Y le va en contra de su propia carrera llegado el caso…

– Si pero también veo colegas que están muy cómodos haciendo lo que hacen siempre. Tienen un nombre, mucho carisma y como son muy profesionales, siguen nadando en las mismas aguas pero bueno…Es tan versátil e interesante nuestra profesión que es una picardía el no animarse. ¿Por miedo a que? ¿Al qué dirán, a que no funcione?  ¡La vida hay que vivirla!

-Hace un par de años salió una generación de actores con una expresividad extremadamente natural…

-¡Claro! Confiaban en su intuición plenamente. Me parece bárbaro. También confío en mi intuición y por supuesto, el actor tiene que estar permeable y receptivo a las emociones y a los estados. La intuición…naturalmente el actor es intuitivo. Entendes como viene un texto, la escena, el vestuario y como te queda pero si eso no está acompañado con otro trabajo relacionado con la experiencia…Hay que vivenciar y correr el riesgo a equivocarte, enfrentar lugares chotos. Emociones y barreras de uno mismo, prejuicios y demás cosas que uno puede tener. Si voy a encarnar la vida de otra gente y otras historias, tengo que estar muy vacía y despojada de todo lo que me metieron en la cabeza. Hay que exorcizarlo. Eso también habla de una voluntad para tomar clases, para estar dentro de un grupo, enfrentar una cooperativa pero eso es lo que me hace crecer.

– ¿Y el ego?

– El ego de los actores es algo que noto….Digo, es un gran trabajo. Felizmente, en mi caso, mi ego quedó en un rincón después que nació Marco. Ahí hubo un reacomodamiento de orden y de valores. Insisto en que la maternidad, en la medida que trabajás estas nuevas sensaciones y aventuras, es altamente potencializadora. A un hombre lo cambia mucho pero a una mujer tiene un antes y un después, que se siente en lo cotidiano. Las boludeces y las pretensiones absurdas del ego se esfuman porque empiezan a aparecer otras prioridades verdaderamente fuertes y tienen que ver con mi hijo.

-¡Como si fuera poco!

-En otro momento, me podía comer la cabeza con tal o cual cosa. Hoy no me importa nada salvo que Marco, con sus cinco años, es todo un señor. Se desvanece el ego porque pasa a otro lugar. En general, los creadores tienen una situación particular con el ego, de mucho “amor-odio”. Quizás nuestra labor es expresar sensaciones y sentimientos y, para poder hacerlo, tenemos que estar muy conectados con nosotros mismos. Hay muchos pros y contras. Pero en la medida que este graduado y ecualizado, es positivo. Una cosa va llevando a la otra.

– ¿Cómo viene “Lobo”?

– Muy bien, con muchos actores muy buenos. Me daba miedo volver a la ficción…

-¿Si? ¿Por qué?

– Las dos primeras semanas estaba aterrada, con mucho miedo. También me va a pasar cuando salga al aire o aparezca “Pura química” y no me vea en ese equipo. Vivir el duelo de haberme tirado a la pileta en una situación nueva, que resultó genial y retirarme en una situación de éxito. Tuvo para mi toda una elaboración. Ya me venían llamando para hacer ficción y había dicho que no, pero al Chueco (Adrián Suar) no podía decirle que no. Fue quien dio la oportunidad y Pol-ka es como la casa de mis viejos. Conozco a todos y me conocen todos a mi.

-Son muchos años…

-¡Si! Me han enseñado muchísimo y soy muy agradecida de eso. El reencontrarme con compañeros de hace quince años, como los cámara, directores, para seguir creciendo juntos. La historia de «Lobo» es excelente. Está muy bien escrita y cuenta con actores de pura cepa. Eso también me atrajo. No fue fácil salir de la situación del vivo, de ser nosotros mismos, todo de manera muy despojada a contar una historia y volver a encontrarse con los actores (risas). Trabajo básicamente con Esteban Meloni, Mónica Galán y Vanesa González. Soy la hermana de Vanesa González, que es la protagonista. Es un todo lo opuesto a ella y es muy impune, lo cual me da mucha libertad para crear.

– ¿Sos una “mala”?

– No es mala, es ambiciosa. La va a llevar a lugares de mierda. Es un personaje que tiene muchos matices, lo cual me atrajo. Ya empezó a tomar forma y corporizarse y veo que los técnicos se rien con lo cual tengo un público que me da la pauta para decir “por ahí va la cosa”. Son ellos los primeros que lo ven y también aportan. Ese laburo en equipo está genial.

-La última, si por acá entrase la Laura Azcurra que recién se probaba sus ropitas para actuar, ¿qué le dirías?

– Dificil pregunta. Me encuentro con muchas Lauritas, nenas de seis o siete años que juegan y tienen una personalidad arrolladora, en donde se puede percibir el talento. Imagino que diría lo mismo que me dijo mi madre que, en su momento, me pareció medio horroroso, porque a los siete ya que quería actuar y me sentía profesional. Mi mamá me dijo “vas a tener que estudiar y mucho porque es un trabajo muy delicado. Tenes que saber muchas cosas y no se puede hacer asi como así”.

-¡Muy bueno!

-Es, de alguna manera, el consejo que doy. Seguí jugando, empezá a leer obras, cuentos y contá historias. Siempre que tenga que ver con una situación lúdica de su edad y si verdaderamente lo sentís del fondo de tus entrañas, dale para adelante. Buscá buenos maestros y empezá a explorar. El actor es muy frágil. Necesita una contención que lo mantenga y sostenga, que le dé las herramientas para que pueda llevar adelante el vaivén de emociones que implica su laburo, con sus momentos de alegría y de tristeza. Hay que estar preparado, con un laburo personal. Llamese terapia o lo que sea para que vos, como ser humano, puedas llevar la intensidad de la profesión que elegiste.

“Noche de Reyes”. Teatro El Cubo. Zelaya 3053. Sábados 21 hs.

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