Mercedes Funes: Una mala de buen corazón

La tele la puso en el candelero con Luz, la jefa de ministros malísima de “Casi Ángeles” pero ahora, con “Te voy a matar, mamá”, de Eduardo Rovner, da rienda suelta a su versatilidad como actriz. Agradable y sincera, Mercedes Funes cuenta como fue la génesis de la obra y también de su vuelta a la televisión.

– ¿Cómo surge la posibilidad de hacer “Te voy a matar, mamá”?

-Me llamó Eduardo Rovner, el director, para hacer “Te voy a matar, mamá”. Ya nos conocíamos de cuando habíamos hecho “Illia”, con Arturo Bonin y pegamos muy buena onda. Me llamó un día para hacer este unipersonal y lo primero que le dije fue “No”. Estaba aterrada. Me pareció demasiado. El texto tiene un contenido muy grande y al leerlo parece más porque no tenés forma de procesarlo o de ver a alguien transitándolo. Me hice la tonta pero volvió a insistir –lo cual le agradezco- y ahí si, me animé. Empezamos a ensayar, muy de a poquito, con los miedos típicos, para superar que era mi primer unipersonal y más con estas características, donde no hay algo liviano ni anecdótico. Asi empezamos a ensayar. De a poquito, con los miedos típicos, para superar que era mi primer unipersonal. Era la primera vez que hago algo sola y más con estas características, donde no hay algo liviano ni anecdótico. Te tenés que zambullir de cabeza con las emociones, el cuerpo, la mente. No juzgar al texto ni al personaje, no tener dudas ni miedo.


– ¿Y meterte en el personaje en si?
– Fue un trabajo que hicimos de a poco. Charlamos mucho con Eduardo al respecto. Los primeros ensayos fueron en el living de su casa y era charlar sobre que nos parecía esta mujer y qué conclusiones sacábamos al respecto. Porqué decía lo que decía y de a poco le fuimos armando el mundo. Los porqués no están en el texto. Solo una mujer que dice. Para sostener un texto de semejante envergadura, con un nivel de angustia y de catarsis tan grande, tenés que tener un porqué muy fuerte detrás. Ella está al borde del abismo y existe la posibilidad que se lance.

– ¿Cuanto duró el proceso que me estás describiendo?
– Dos meses. Poco si se quiere pero muy intensos. No hacía otra cosa que leer la obra y charlar con Eduardo. Me aferré en lo personal a tratar de armarle este mundito y por ahí, hacía improvisaciones en mi casa donde yo hacía de la madre para tratar de entender como era la madre y como la veía. También hice de padre, para ver como era. Actué de la madre y del padre, que en el escenario no se ve pero lo hice para conocerla o de ella, en otros momentos de su vida. Creo que un actor no puede hacer algo del todo correcto sino conoce lo que hace. Vos tenés que conocer  asi como uno se conoce….por más que no del todo, conoces tus razones cuando andas por la vida. Tenés que comprender y abrazar a tu personaje por más que diga cosas que te parezcan ridículas o con las que no estes de acuerdo. Para eso, te tenés que poner en el cuerpo no solo en la hora de texto sino que además, fuesen fotos de retrospectiva que tenés que vivirlas. Tenés que saber como toma café, como duerme, que cosas le gustan, con que se asusta. Ese fue un trabajo muy interesante y también muy divertido.

– Tengo una laguna grande como el océano Atlántico pero ¿tiene nombre el personaje?
– Si y lo digo una sola vez.

– ¿Y la madre?
– No tiene nombre. Ella se llama Florencia, Flor y lo dice una sola vez. Tiene un sentido ya que no está en contacto con su identidad, con ella misma. Ella es “la hija”. No es Florencia y está desde un lugar de hija. La madre no es…ponele que se llame Norma, no puede verla de esa manera, como Norma sino como “la madre”. Esto habla un poco de cuando los hijos, exclusivamente, nos ponemos en lugar de “hijos” y los padres, en el rol de “padres” y no somos capaces de darnos cuenta que hay una persona. Eso es crecer y dejar de ser hijo. Colocar al padre en un lugar más real. Cuando sos chico, necesitás tenerlo arriba como si fuera un ídolo, en la adolescencia lo necesitás como tu peor enemigo. En definitiva, es como el ojo de Sauro, en El Señor de los Anillos, es una mirada especial. No es cualquier mirada, es la mirada del padre. Cuando crecés, me parece que, entre tantas cosas, te exorcizas de esa mirada y empezás a mirarte a través de tus propios ojos. Están quienes pueden, quienes no, los que lo hacen solos, los que lo hacen a través de terapia y está un personaje como Flor. Es un personaje que está en una obra, con un texto totalmente extremo, y lo que está manifestando, al decir “Te voy a matar, mamá” es que necesita matar a esa imagen maternal para verse ella misma como una mujer. Lo que realmente le duele es que no puede.

– Cuando Florencia dice “vos me pusiste en este lugar”, es una situación que para cualquier chico/a de veintipico y treinta y pico es genial. Le compran un departamento para que se vaya a vivir sola! Ella se ubica en una especie de exilio forzado!
– Si. Más sabiendo las verdaderas razones del porque pero tiene que ver en un punto, que también está en la obra del padre que quiere que el hijo camine y realmente el hijo se independice y del padre que “basta ya” de estar sosteniéndolo y le compra un depto para que se vaya directamente. La finalidad es la misma y la intención es diferente. Hay muchos vinculos que el padre sostiene y después es “ya no te banco” que es diferente al “quiero que vueles porque te lo mereces”. También están los que “no quiero que vueles porque te necesito para yo tener un sentido”. Claro porque acá estamos hablando desde la hija de cómo le conviene seguir siendo hija para no hacerse cargo de su propia feminidad y adultez pero también están los padres, que necesitan seguir siendo padres para no hacerse cargo de su adultez. Como necesitamos tener roles con otro que también nos complementa y nos de un sentido. Yo trabajo de padre, de hijo, de hermano y me olvido de mi. Muchos hacemos eso y terminan los vínculos, en casos extremos, muy enfermizos que no te permiten tener la libertad de desarrollarte libremente como persona. Estas cosas están en el texto. Sin ser tan explicito pero están. La obra es absolutamente simbólica y cada mueble tiene su significado. Cada texto que digo, por más ridiculo que sea, tiene un trasfondo muy profundo. Lo que más me gusta del trabajo que hicimos con Eduardo es que no hay una sola palabra puesta para adornarlo. Esto es absolutamente hermoso porque, como actriz, a pesar de ser un texto complejo, es fácil porque es como pisar sobre tierra firme. Se porque digo lo que digo y siento cada momento de la obra. Es imposible perderme, distraerme o desconectarme porque se perfectamente que le pasa a esta mujer.

 Intermedio: Son las 19 hs de una noche fresca. Un cortado viene muy bien para matizar la charla con Mercedes, que llega al bar, muy puntual. Charlamos de la obra y lo rico que fue la composición de un personaje por demás enigmático. Mercedes habla con naturalidad. Es sincera y dice lo que piensa. No escapa a ningún tema para charlar. Medita antes de decir algo y se ríe con frescura con las respuestas que van surgiendo.

– Tuviste una popularidad importante que te dio la televisión. ¿Cómo fue salir de la tele para meterte en la obra?
– Es diferente pero no tanto. Hice teatro bastante pero lo que más se recuerda es la televisión. Aunque no lo creas, me siento más expuesta en el teatro que en la tele porque tengo que realmente exponer mi alma, mis herramientas de actriz (las que gusten y las que no, mis virtudes y mis defectos). Me expongo entera con el vértigo que al espectador le guste o no y soportar eso. En televisión, no le veo la cara del que recibe lo que hago y segundo, si bien también expongo mi alma ya que trabajo desde un lugar absolutamente verdadero, el vértigo es menor. Primero porque, en esta obra, estoy sola y a la única a la que van a mirar, es a mi. Cuando estás en un elenco, sos parte de un equipo. Me gusta y me siento más cómoda trabajando en equipo. De hecho, es lo que más me está costando aprender. Igual lo hago bien, no lo padezco sino que lo disfruto pero la primera vez que hice la obra, en un momento determinado, cuando levanto el arma, mientras decía el texto pensé “Estas sola!”. Y dije “Que miedo!” y a su vez, tenía que seguir hablando, porque no tenía un compañero al cual hacerle un guiño, que me tenga la pelota y “bancame”. No es un partido de futbol sino un partido de tenis. Es otra la presión. La televisión es más expuesta popularmente y el teatro es más expuesto, intimamente. Creo que el vértigo está más ahí.

– ¿Estas preparando algo de tele?
– Si, voy a comenzar a filmar una nueva tira de Telefe.

– ¿Se puede decir algo?
– Lo tengo prohibido! Jajaja. Es la nueva tira de Facundo Arana pero bueno…

– Otra mala, ¿no?
– Si…

– Te gusta igual….
– No se si me gusta pero es para lo que me llaman….jajajajajjajaa. Igual me divierte mucho. Lo bueno es que mis compañeros, y también voy a trabajar con gente con la que ya había trabajado anteriormente y con la que tengo mucho afecto.

– Hace un tiempito en una nota con Eleonora Wexler, ella contaba que se divierte mucho haciendo de “mala”. Por qué?
– Las malas, de por si, ya tienen un pensamiento un poco más sofisticado, no? Por lo tanto, más divertido. Te obligan a hacer cosas que en la vida no harías. No vas por la vida tratando de envenenar a alguien o ver como la atropellas con el auto. Usás el sadismo desde un lugar de humor. Te permite jugar más, haciendo humor, clown por más realista que sea la tira. Es más entretenido y se que son los más agradecidos. Yo misma, como espectadora, sigo al héroe y me gusta pero estoy esperando que aparezca el malo, haciendo una diablura, metiendo la cola porque es lo que le da pimienta a la cosa.

– ¿Cómo te llevás con los medios?
– Con los medios siempre me llevé bien. Nunca tuve demasiado conflicto. No me considero una persona popular ni “de los medios”. No me meto en esos juegos ni juzgo a quien lo hace. Es una cuestión de personalidad. Soy un poco ermitaña en eso. Creo que cuando uno se muestra claramente y es uno el que pone las pautas, el medio te lo respeta. Nunca sentí en momentos de mayor exposición, si se quiere de mi vida personal, que quisieran pasar más allá de lo que yo habilité. No tuve la desgracia de encontrarme con nadie que pasara ese límite de respeto. Siempre fui una actriz que trabajó siempre, con personajes lindos; una trabajadora más que nunca estuvo “lejos” o con demasiado vértigo para mostrar salvo que quisiera vender espejitos de colores que no es mi caso. No tuve la desgracia de encontrarme con nadie que pasara ese límite de respeto.

– Te preguntaba por el debate que se inició con lo de Juana Viale con respecto a lo que se puede mostrar y que no. Imagino que debe ser muy extraño…
– Si, es muy extraño. Entrás en una situación tan rara como de salir a la calle y tener una guardia fotográfica. Es un poco invasivo pero ¿Qué se hace con eso? Se trata de lidiarla. Lo mejor que podés hacer es quedarte quieto porque todo pasa. Si lo confronto, genero más violencia por eso dejo que todo pase.

– Si por la puerta de este bar, entrase la Mercedes Funes que recién empezaba con su carrera, ¿qué le dirías? ¿Algún consejo o recomendación?
– Hummm, (piensa), le diría “no dejes de creer en vos, nunca, porque lo único que hacés es perder tiempo”. Le diría eso porque es una profesión en la que tenés que estar muy entero para seguir creyendo en vos ya que son más los NO que los SI. Entonces, por cada NO que te afecta, que te hace cuestionar lo que sos, si estás capacitado o no, lo único que hacés es perder tiempo. Creo que si no te dejás afectar por esa mirada ajena que te juzga permanentemente en este trabajo, si estás convencido de lo que hacés, avanzás más rápido. No hacia un resultado sino a tu crecimiento personal. Creo que, en algún momento, no crecí con la intensidad que debía porque no creía en mí. Conozco mis limitaciones y se lo que me falta pero me creo capaz de poder crecer. Aunque vengan y me digan que no. Acepto la mirada pero se que no es la única. El actor debe tener un legítimo amor propio que cuesta mucho en este medio en donde con la mayor liviandad del mundo y los argumentos más estúpidos te cierran la puerta y te dicen que no. Uno lo que tiene para vender es su propia humanidad. Tenés que estar muy en tus cabales para saber que esa no es la única mirada. Eso se adquiere con el crecimiento.

– ¿Y el ego?
– El ego es una palabra que está mal interpretada. Pareciera que tener ego es malo y no es asi. Ego es yo y si no te querés a vos mismo no podés ni siquiera empezar con algo. No podés permitir que los demás te quieran. No digo querer a otros sino que los demás te quieran. Ahora hay otro ego desmedido que es otro y es egoísmo, capricho e inseguridades puestas en función de “porque yo, porque yo”. Creo que hay que tener un buen ego y eso lo digo tanto por un actor, un cocinero o la señora que sale a hacer los mandados. Porque sino ¿como salís a la vida? ¿Pidiendo permiso? No…pero muchas veces salimos pidiendo permiso. Un actor no puede actuar pidiendo permiso. Ni a la obra, ni al personaje ni al público por miedo al escenario. Se tiene que plantar y faltarle el respeto a la obra, al escenario y al público. Se tiene que adueñar y para eso, debe creer en él. Ego. Está mal entendida la palabra “ego”, que no es lo mismo que divismo. Ego es amor y aceptación a uno y en base a eso, construir todo lo demás.

“Te voy a matar, mamá”. Ciudad Cultural Konex. Sarmiento 3131. Sábado, 21 hs; domingo, 19 hs.

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