Flor Bobadilla Oliva: «Tanto el jazz como el folklore fueron músicas populares»

El pasado viernes, Flor Bobadilla Oliva presentó su espectáculo “Solita mi alma”, en el que su voz y su piano se encargaban de dar cuenta de su música. En un diálogo ameno, dio cuenta de su propuesta artística y abre la puerta a la creatividad. Una artista para tener en cuenta y no dejar pasar la oportunidad de verla en vivo.

– Vas a estar sola con tu piano. En algún momento, ¿pensaste en hacerlo con «banda»?
– Siempre me imaginé esta música con orquesta de cámara. Mi verdad de hoy es que estoy tocando sola porque voy desandando un camino ya hecho con formaciones para encontrarme en el juego y la responsabilidad solita mi alma. Hoy, la «soledad» me resulta un encuentro: me gusta, me divierte, me exige y propone en cada momento de estudio y en cada escenario algo nuevo, la sorpresa.

– ¿Tenes pensado editar un disco solista con todo el material?
– Sí, pero todavía no sé si será el repertorio completo. El hilado de «Solita Mi Alma» es una propuesta abierta que se da a partir de músicas varias y con la gente. Hay muchísimo material que fue construyendo un repertorio justo, y siguió su ruta de canción. Por eso, creo que no existe en mi la posibilidad de «grabar todo», sino lo mas significativo. Un trailer de lo que sucede en vivo, pero con el suficiente estímulo para recorrer los paisajes y viajes que propongo.

– En tu carrera musical, ¿te sentiste «solita mi alma»?
– De mil formas, pero para nada. Esta vez, paradójicamente al nombre, estoy mas acompañada que nunca: comencé a trabajar este proyecto -que deseo desde hace mucho tiempo- con Natalia Sordi, mi productora. A medida que las ideas aparecen, se suman profesionales para aportar sus conocimientos a cada caso particular. Es por eso que puedo darme el lugar de transcurrir un escenario, un concierto, un viaje solamente conmigo misma, confiando y apoyandome en mi equipo de trabajo.

– ¿Cómo es fusionar jazz y folklore? Parecen estilos antagónicos en un punto en relación con el estudio, la improvisación, etc.
– No sé como es. No soy una música muy técnica. Vuelvo constantemente a las personas que sí saben; para estudiar lo que necesito cuando se me aparece como algo que no me deja avanzar con una idea. Aprendo a estudiar lo que necesito y sobre todo, escucho. Esa es la base de mi estudio.
De cualquier manera tanto el jazz como el folklore fueron músicas populares. Lo que se haya hecho de elles en el camino es otra cosa. Digo el «embellecimiento intelectual» es algo que viene luego, pero la información profunda y real está en la raíz de esas músicas y no en otro lado, ni en su virtuosismo.

– Barbra Streisand se definia como una «actriz que canta». Es igual en tu caso? O sos cantante que actúa?
-Soy una artista nomás. Todo lo que vaya apareciendo en mi camino y pueda serme de opción que sume para cada vez decir menos palabras y estar mas cerca del que escucha, pues va a ser una herramienta. Trabajo para que eso suceda, para que la música que interprete sea una pregunta abierta para quien la este escuchando, que sea tan simple y se escuche tan sencillo que estimule.


– La mixtura de estilos, ¿es el sello, hoy en día, de los artistas?
– No sé. Admiro profundamente a quienes pueden ser auténticos sin mas ni menos.

– Teniendo en cuenta tu experiencia como coach de cantantes y actores, ¿se busca el crecimiento como artista o la fama?
– Creo que hay una idea de urgencia alrededor del arte que nos impide el proceso necesario para ser quienes somos y no un producto, con todo lo que eso significa. No es mi idea moralizar pero  hace bien preguntarse todo el tiempo cosas nuevas. ¿Qué es la fama? Supongo que tiene mala prensa por su idea romántica, de ese romanticismo aplastante, que es una cosa o la otra, que sabe y responde, que gusta a todo y es «correcto», que responde a todo. Una especie de computadora humana editada a tiempo real, una perfección ligada a standares mortíferos. Hoy, para mi la fama es algo que llega por añadidura a un largo trabajo. Digo Mercedes Sosa, Luis Alberto Spinetta, Gustavo Cerati, Lila Downs, Lhasa de Sela, Silvia Perez Cruz, Gustavo Pena, Martha Argerich, Bjork, Gustavo Santaolalla, Juana Molina y puedo seguir por lugares y estilos recónditos. De esas carreras, algunas siguen vigentes y otras nos dejaron un legado amoroso.
Cuando doy clases o coacheo -como le dicen ahora-, hay gente que está dispuesta a abrirse y comenzar a transitar su camino, gente a la que acompaño y con la que trabajamos muy hermosamente. También hay gente que deja de venir, o a la que le recomiendo alguien que pueda ayudarle con eso que desconozco o descreo. No se compra la respuesta; se construyen nuevas preguntas. Las clases son espacios de experimentación y creación, y los profes o coach con lo mínimo acompañamos el proceso creativo si es que eso se busca. De lo otro no sé.

– ¿Cuando sentiste que el arte era tu camino?
– Nunca hubo otra posibilidad, a pesar de haber hecho y probado otras cosas. La sensación de que eso que estaba haciendo era por ahora, o pasajero, para pagarme un taller y los gastos de vida hasta que suceda algo mayor. Siempre fue de a poquito. El tiempo es un factor totalmente ilusorio en nuestra realidad.

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