Leopoldo Federico: “El tiempo me enseñó que el virtuosismo no es todo”.

El tango, como todos los géneros de la música, tiene sus “héroes”. Por su virtuosismo, su personalidad y su carisma. Quizá sea el último gran bandoneonista de “la” generación que hizo que el tango sea lo que es: la música de Buenos Aires y la identidad argentina en el mundo (sacando a Diego Maradona). Virtuosismo, Piazzolla y tango electrónico son puntos que toca Leopoldo Federico

– ¿Cómo empezó su relación con la música? ¿Su acercamiento con el bandoneón?
– Tenía doce años y fue por un tío mío, tanguero de ley. Vivíamos juntos, en esas casas tipo chorizo, donde en un comedor vivía mi abuelo, en otro, otro y él también vivía en esa casa. Era su sobrino preferido porque él era hincha de Racing y me empezó a llevar a la cancha cuando tenía ocho años. No se como pero empezó a hablarme del tango. Era hincha de Pedro Maffia. El tango que compuso Piazzolla “Pedro y Pedro” era por Pedro Mafia y por Pedro Laurenz. Sin darme cuenta, empecé a estudiar bandoneón y solfeo con un maestro de barrio que era amigo de mi padre. Te cuento que en mi casa no tuve nunca ningún problema cuando dije que quería estudiar bandoneón.

– Lo motivaron…
– Si! Mi papá hasta se sentía medio orgulloso porque el mismo tocaba el bandoneón. Bueno, mi maestro de barrio me enseño solfeo y hubo un momento que me dijo de comprar un bandoneón para estudiar el teclado y todo eso…Mi tío era ingeniero pero en realidad era más músico que ingeniero. Empecé a estudiar las escalas y el teclado y él vio que pasaba el tiempo y notaba lo que yo no me daba cuenta. No podía tocar lo que tocaba la gente que él iba a ver pero veía que iba por un mal camino. Me dijo que tendría que cambiar por un maestro más profesional. Cerca de casa estaba Felix Lipesker, que me tomó como su alumno y discípulo.

– El haber estado en varias agrupaciones, ¿le hizo variar su forma de tocar?
– Para mi, eso fue una escuela de estilos, de formas, que no todo el mundo tuvo la suerte que tuve yo. Con decirte que fui a tocar con orquestas de las que me hacía hincha. Empecé con una orquesta de media categoría en un cabaret, el Tabaris, ya como profesional, cobrando un sueldo. Pase por la orquesta de Juan Carlos Cobian, cuando recien había llegado de Estados Unidos. Me incorporó a su orquesta porque un primo mío cantaba en esa orquesta. A partir de ahí, empecé con este tío mío a tomarle el gusto a las cosas que eran lindas del tango. Con él aprendí a distinguir los estilos y a darme cuenta de los músicos que estaban tocando. Después empecé a trabajar con Osmar Maderna y de ahí para allá, no tuve límites. El resto es historia conocida. Nunca en mi vida pensé que iba a llegar a ser director de mi propia orquesta. Y llego ese momento cuando uno menos se los espera. Me conformaba con ser un buen bandoneonista que tocara en una orquesta e hiciera las cosas como un profesional. Eso me llevo a la orquesta con la que estoy desde hace más de cincuenta años.

– Usted tocó con Piazzolla. ¿Como recuerda el hecho de que mucha gente dice que lo que hacía Piazzolla “no era tango”?
– Es cierto. Todavía hoy hay quien lo discute. Pero hay una camada de tangueros de mi edad que, si bien yo también defiendo la raíz tanguera (no me quiero apartar, lo siento asi) pero una cosa es la raíz tanguera hecha con calidad, con buen gusto y se toque lindo y otra cosa es hacerlo con el sentido comercial. Un “changa changa” para explotarlo comercialmente como pudo haber ocurrido en aquella época. Piazzolla fue para nosotros el descubrimiento, sobre todo para los bandoneonistas. Cuando apareció con su orquesta acompañando a Florentino, íbamos a escucharlo en el lugar que tocase de la calle Corrientes. Descubrimos en él un talento inigualable. Tuve el honor de tocar en su orquesta que después disolvió para irse a Italia o a Paris a estudiar con Nadia Boulanger. Siempre tuve una gran amistad con él. Ese tango “Pedro y Pedro” del que te hablé antes, me lo mandó desde Paris. Quería que lo grabara yo. Y bueno…es como que la vida me ubicó en distintas orquestas ya que toqué hasta con Carlos Di Santi que no tiene nada que ver con Piazzolla ni con Maderna ni con nadie. Hasta toqué con Alfredo Gobbi. Lo que me pareció, lo hice y llegué a tocar con las orquestas que me gustaban con locura. Desde el año 44 en que empecé a trabajar en ese cabaret, Tabaris, que vivo de la música y el bandoneón. ¿Qué más le puedo pedir a la vida? Todavía sigo haciendo algunas cosas porque los músicos me impulsan a que no deje. La orquesta aparece no con continuidad pero cada vez que hacemos algo, los medios se ocupan de darle gran difusión. Pareciera que la orquesta está trabajando a full y no es así. Pueden pasar dos o tres meses en que no nos hablamos. Nos llamamos por teléfono pero no hay una actuación hasta una fecha determinada. Y la hacemos porque sabemos que estamos todos firmes.

– En algunos géneros musicales, el virtuosismo hace que se deje de lado la parte “sentimental”…
– A mi me pasó eso de pibe que pensaba que el virtuosismo era todo. Cuanto más podía tocar, mejor iba a ser conceptuado y mi satisfacción era: “Puedo hacer esto”, “puedo hacer aquello”. No creía en la expresividad, en lo que es la expresión, en llegar al que está escuchando. No deslumbrarlo con técnica porque al final escuchas, escuchas y después de diez minutos, no querés mas.

– Se vuelve aburrido…
– Hablando de la música del tango, cuando escuchaba que alguien decía “Troilo toca dos notas y esas dos notas valen mas que las mil que puede tocar XX”, yo subestimaba esa manera de razonar. “¿Como puede ser esto?” y el tiempo me fue enseñando y aceptando que vale más cantar una frase (sin dejar de hacer de repente un recurso…

– Un fraseito…
– ….¡claro! No es cuestión de tocar redondas. Esa manera de decir…es cuando te atrapa para seguir escuchándolo. Mi orquesta…no sé si es un compendio de todo lo que toqué por ahí. No puedo pretender que digan que mi orquesta es de una personalidad increíble (que no lo es) pero sé que los músicos de la orquesta amamos la formación orquestal, de orquesta típica. No queremos que desaparezca la formación de orquesta típica, de diez o doce músicos por la necesidad económica o los problemas que hay para presentarse en algunos lugares con una orquesta. Esto hace que tengas que presentarte gratis o formar un trío o un cuarteto para rebuscártelas. Eso lo hice. Tuve cuartetos. Trabaje muchos años con Grela pero la orquesta la llevo dentro de mi corazón.

– Casi que hoy ya no hay orquestas, ¿por qué?
– Hay, hay…Lo que pasa es que ahora se acostumbra a decir orquesta a un conjunto de seis músicos. Hay tres guitarras, un cantor y ya te dicen “Orquesta”. ¿Qué tienen que ver tres guitarras? No entiendo como es. Si es una orquesta tienen que ser más de nueve por lo menos.

– ¿Cuesta mucho mantener una orquesta?.
– La gente me pregunta lo mismo que vos. “¿Como hago para mantener la orquesta?” Yo no hago absolutamente nada. Son ellos los que quieren que la orquesta no desaparezca. Cada uno de mis músicos tiene su trabajo con la música en otro lugar. En el Colon, en la Sinfónica Nacional, en la Juan de dios Filiberto, o tienen su conjunto pero la orquesta es un punto y aparte. Cuando me hablan para hacer algo en el Colón o en el Torcuato Tasso, hablamos con anticipación y Horacio Cabarcos, que es el nexo de todo, el contrabajista, habla con cada uno de los muchachos y les dice que para tal fecha hay un show. Nos comprometemos y dicen “Si, haganlo”. Se comprometen en sus agendas para ir con la orquesta, que siempre va con los “titulares”. Si alguna vez, uno de los titulares no puede venir porque está de gira o algo, el que viene a reemplazarlo fue músico de la orquesta. El que está en el banco viene a jugar en Primera, ¿viste? Eso me dio la posibilidad de seguir con la orquesta. Somos muy felices al encontrarnos arriba del escenario. Pueden pasar dos meses en que no nos hablemos pero cada vez que subimos a un escenario es como un reencuentro. La magia vuelve. Es como que todos estamos esperando ese reencuentro y la gente se da cuenta de eso. Esto no quiere decir que sea la mejor orquesta ni la única o algo parecido.

– ¿Cómo lo ve al tango hoy? Quedo solo para turistas?
– Hablar de turismo-tango-Piazzolla es una mezcolanza tal que hace un tiempo era imposible. Tocar algo de Piazzolla para un turista era mala palabra. La misma empresa en la que tocabas (y mirá que toqué en el Viejo Almacén y Michelangelo), si tocabas cosas medio raras o modernas, ellos mismo te decían que al turista hay que tocarle “A media Luz”, La Comparsita, que son los tangos que conocen. Que no hagamos “pruebas“, que se yo…Ahora no debe haber lugar en Buenos Aires que no toque un tema de Piazzolla. En el mundo es así. En ese sentido se ha mejorado. Lo que no sea podido mejorar es la continuidad de las orquestas. En todos estos lugares de Buenos Aires, por lo general, son conjuntos reducidos pero con muy buenos músicos. Gente nueva, jóvenes que son verdaderos profesionales de la música. Son los que van a tener la responsabilidad de continuar con esto. Ya tengo ochenta y tres años y otros de mi generación tienen setenta y pico. En algún momento pienso largar, no muy pronto si Dios me da salud. Pero estamos como para decir “basta”. ¿Y quien la sigue con el tango? La gente joven tiene que tener la oportunidad de tocar. Afortunadamente y gracias al baile te digo, en el mundo, el tango es una atracción inesperada para todos nosotros que nació con Tango Argentino. Cuando Tango Argentino se fue de gira y después Tango Pasión con José Libertella y el Sexteto Mayor, ahí nace el boom del amor al tango y al baile. Tengo entendido que vienen turistas a buscar academias de baile de tango de salón: el tango-tango y no del tango acrobático. En ese sentido se ha avanzado mucho. Aceptan la musicalidad de gente nueva que escribe moderno. A veces pienso que se le va la mano porque escribir moderno y olvidarse de la raiz del tango (que te hable antes) no va. Es una opinión personal.

– Justamente, me ganó de mano porque le iba a preguntar sobre el tango electrónico.
– No me gusta. Se tendría que haber llamado de cualquier otra forma “electrónico”. Electrónico dejalo pero tango, no. Una cosa, si “Reponso” o “Sur” son tangos, como podes decir que es un tango un ritmo que tiene algunos fragmentos de instrumentos tangueros pero que no se definen con una melodía ni con nada. Vos escuchas un bandoneón que toca algún adornito para darle color de tango. No te discuto que comercialmente sea un gran negocio, que los pibes puedan ir a bailar y lo que menos piensen es que están bailando tango. Le preguntaría a cualquiera, de los tangos que tienen repertorio, cantámelo par ver la melodía. ¡No pueden! Es una cuestión de ritmo con pinceladas de sonido de tango.

– ¿El tango es tan elitista como fue el jazz?
– Con el tango si no hay un misterio, por ahí anda.

– ¿Piazzolla no fue al tango como Miles Davis al jazz?
– Mira, Piazzolla siempre va a estar flotando en charlas. Aun hoy hay quien lo discute como tanguero. Es una cuestión de gustos. No podes obligar a la gente que le guste lo que no acepta. Te pregunto y me pregunto, por el éxito del tango en Japón, como en el mundo, pero especialmente en Japón (que fui varias veces alla), ¿Qué tiene que ver la música japonesa con el tango para que sean tan fanáticos? No es todo Japón. De los ciento cincuenta millones de habitantes con el 1% que le guste, tenes un millón y medio de personas que llenan cuando vas a una gira, con cuatro mil personas un teatro. ¡Se vuelven locos! Hay peñas y que se yo…Yo tenia en la orquesta a un japonés tocando, Carlitos, que falleció en el 2006. Una perdida irreparable, un gran dolor de mi vida. Recuerdo que le preguntaba “¿qué carajo hay en la música del tango que tenga que ver con el coto? Explicamelo. Vos te viniste desde Japón para estudiar bandoneón”…y él me decía siempre “Es la magia del tango”. Como que no tiene explicación. Te puedo asegurar que los japoneses (lo hemos visto alla y hemos lloriqueado más de una vez en una peña) están pendientes de nuestra historia. Siempre digo que si tenemos que averiguar cosas nuestras que acá no se sabe, vamos a tener que ir a Japón a preguntarle a alguno.

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