Boxeo: La Matrix está en orden.

Finalmente, llegó el día. Uno de reivindicación y también, de justicia, algo que, en el mundo del boxeo, está brillando por su ausencia.

En Australia, Vasyl Lomachenko reverdeció sus laureles en el mundo del boxeo al derrotar con holgura a George Kambosos Jr, un “One hit Wonder” del pugilismo duro que, de local, podría haber complicado al ucraniano. Fue un KOT en el undécimo round de una masterclass boxística que se inició desde el primer asalto. La excusa para esta demostración fue el título ligero de la FIB.

La velocidad de Loma fue una pesadilla para Kambosos. Entraba y salía constantemente, fintando y dando pasos laterales para obtener los mejores ángulos para descargar su artillería. La lupa se posa en el trabajo estratégico de Lomachenko. Su pié derecho en contraposición al izquierdo de Kambosos es fundamental en su movimiento para obtener los ángulos y acortar la distancia. Es tal la claridad que casi no hay pisotones. Una misión imposible cuando un diestro y un zurdo se encuentran en el ensogado.

La excelente transmisión de la Casaca Boxing Club lleva la emoción a todo el planeta. Kambosos, de mayor peso, tamaño y alcance, poco pudo hacer para mantener a raya al hiperactivo ucraniano que se estaba haciendo un festín con su movilidad. De a poco, el rostro del australiano se fue enrojeciendo. Un corte en su ceja derecha complicaba aún mas su desempeño. Con un intermedio en el sexto round, tal como si fuese una sinfonía, Lomachenko apuró las acciones, sin prisa pero sin pausa. Seguramente, Papá Anatoly debe haber hecho los ajustes pertinentes para que, esta vez si, la victoria no tenga lugar a dudas. Vasyl iba y golpeaba. Era la gota que horada la piedra sobre la humanidad de un Kambosos que solo su corazón de guerrero lo mantenía en pie. Ya era demasiado para él, compartir un cuadrilátero con un mago del pugilismo. El que saca manos a la velocidad del sonido, con precisión quirúrgica. Era el querido y hoy olvidado axioma de “pegar y evitar que te peguen” llevado al máximo nivel.

No obstante, a esta obra maestra le faltaba un final acorde. No se que pase lo mismo que contra Devin Haney en la que le robaron una victoria que fue tal para los ojos del mundo, salvo para los “sospechosos de siempre” que se esconden tras las tarjetas. Ayer no. Fue otro cantar. Resbalón sospechoso para Kambosos que se levanta y encara el ataque. Recibe un gancho en la zona hepática que lo manda a la lona. Su suerte está echada. Nuevamente se pone de pie el oceánico y el gancho ahora aterriza en la boca del estómago. Al tiempo que se derrumba como un edificio, vuela la toalla desde su rincón. Lomachenko lo había hecho. Boxeó, gustó y noqueó siendo visitante en una tierra complicada para llegar a los guarismos finales. La Máquina Ucraniana lo volvió a hacer: despertar felicidad en quienes gustan del boxeo de saco y corbata, donde no se escatima esfuerzo ni sangre.

Le levantan el brazo a Vasyl Lomachenko y tras el abrazo de rigor con su rival, rompe en llanto. Pero ahora, es de alegría, de puro regocijo por la tarea cumplida. Volvió Lomachenko. El boxeo está feliz.

Algunos detalles a considerar.

Pasaron cuatro años, ocho meses y diez días para que Lomachenko vuelva a ser campeón del mundo. Al respecto, no se puede dejar pasar lo que fue la pandemia que puso al mundo en pausa por casi dos años. En el boxeo, conspiró contra la continuidad de carreras realmente poderosas, tal como el caso del ucraniano.

Por otra parte, no deja de sorprender que, cada vez que Lomachenko llegó a las tarjetas en Las Vegas, terminó perdiendo de manera polémica. Esto se dio tanto con Teofimo López como con Devin Haney. El KO parece haber sido la única forma de irse victorioso de la denominada “ciudad del pecado” aunque se está acercando más que nada a la de la injusticia.

Justamente, un resultado adverso como el que sufrió contra Haney, es para desanimar a cualquiera. Lomachenko no fue la excepción. Casi se retira después de esta decepción según sus propias palabras y fue, gracias a su padre, el que siguió adelante. “Me enseñaba videos todos los días de cuando boxeaba. Me enviaba los ‘highlights’. Eso fue una gran motivación para no dejar boxeo. Sentí que quería que siguiera y fuera campeón nuevamente. Tenes que hacerlo de nuevo. Enfocarte de nuevo. Fue una decisión difícil pero amo a mi padre y a mi familia. Lo respeto. Me hizo de chico en el boxeo. El título es para él”.  

Recordemos que tanto Lomachenko como Oleksandr Usyk se pusieron a disposición del ejército de su país tras la invasión rusa a Ucrania.

Ahora, se abren nuevas expectativas para el gran esgrimista del ring. El que pega con maestría y velocidad. Inteligencia en la planificación y poesía en su ejecución. ¿Será Abdul Wahid (aka Gervonta Davis) su próximo rival? De momento, el boxeo está de fiesta por haber recuperado a uno de sus baluartes más importantes de los últimos años.

Gracias Vasyl Anatoliyovich Lomachenko por seguir en el boxeo, enalteciéndolo con arte en tus puños y establecer algo de justicia, término en vías de extinción en estos tiempos de negocios espurios, cinturones devaluados y figuras de Instagram.

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