Teresa está liebre (Teatro)

Universos paralelos 

Dramaturgia: Jimena González y Florencia Naftulewicz. Con Florencia Naftulewicz y Fernanda Rodríguez. Diseño de escenografía: Teresa Esta Liebre. Diseño de luces: Leandro Crocco. Diseño de sonido y diseño gráfico: Mariano Asseff. Realización de escenografía: Mariano Asseff, Jair Bellante y Jacqui Ferreira. Fotografía: Agostina Gladiali. Asistencia general: Luca Capobianco. Dirección: Pilar Boyle y Sharon Luscher.

Camarín de las musas. Mario Bravo 960. Jueves 21 hs.


Teresa está allí, en el medio de su casa. Pasa los días reviviendo su relación con Conejo, una amiga que ha partido hacia otros rumbos. ¿Pero es así el relato de los hechos?

La construcción del mundo de Teresa es un complejo entramado como si fuera un rompecabezas en el que realidad y ficción, pasado y presente, se conjugan dejando un resquicio para que se toquen, pero siempre manteniendo la tensión de los polos opuestos. La esquizofrenia con la que convive Teresa será parte fundamental de esos universos que transita en su vida cotidiana. Su deseo en busca de un refugio frente a los momentos aciagos de su vida, ausencias de por medio y lugares donde ha vivido situaciones que la memoria prefiere olvidar por el dolor causado. Aquellos seres que no están pero han dejado una marca indeleble en una joven que recuerda lo ocurrido con la añoranza de lo bueno y el dolor de la conclusión irremediable de la historia.
Hete aquí donde se tensan esos polos mencionados entre un padre que se marchó antes de lo deseado y una madre que ocupó un rol de autoridad a través de la obediencia por medio de la jerarquía y no con el amor como estandarte. O la bondad de Conejo frente a la normativa imperante en el cuerpo y alma de un psiquiatra, dentro de la institución acorde para tal investidura.
En algún pasaje, pareciera que Teresa se transforma en esa Alicia del País de las Maravillas para emprender la búsqueda de su amiga Conejo pero también muta en esa liebre que toma té (y lo convida) al tiempo pide por esa libertad a la que hace mención desde el título de la obra.

El tratamiento de la enfermedad está tomado con la seriedad que amerita pero construyendo una historia de sensible y tierna que se mezcla con el deseo de tener un mundo propio donde todo estuviese en su lugar. Como dice una vieja canción, es el profundo pedido de “Quiero despertarme en un mundo agradable/quiero darme libertad”. Más aún cuando denota esa necesidad de comunicación que va más allá del propio ser al tiempo que, retomando la canción mencionada y el espacio del escenario donde ocurre todo, señalaría “ésta es mi casa donde quiero estar/calmar mi sed, viajar en paz”.

Una escenografía precisa se ocupa de los mínimos detalles en el espacio donde se desarrollan los acontecimientos. La construcción de esa casa/hogar como extensión de la propia Teresa es un logro. El ritmo es sostenido pero requiere en algún momento, de una pausa sin que esto implique una caída del mismo. Ésta caída se produce -aunque sea un momento no muy prolongado-, para volver a retomar su cauce, amén que, probablemente, le sobren algunos minutos de duración a la obra. Florencia Naftulewicz es la encargada de llevar adelante a esa Teresa tan querible a partir de su ductilidad en la composición del personaje. La presencia de Fernanda Rodríguez le brinda no solo un “aire” a la puesta sino que la lleva a una dimensión aún más onírica, con esos universos en pugna, superponiéndose entre si.

“Teresa está liebre” es de esas puestas que se centran en un tema difícil como nudo, con un trato serio y acorde al requerido.

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