Cine: “Blue Jasmine” de Woody Allen


Woody Allen volvió a hacerlo. Cuando muchos de sus más enconados fans le pedían (pedíamos) una película de calidad, se despachó con una de esas que dan que hablar. Porque desde la lejana “Match Point” –y quizás “Medianoche en Paris”-, el pequeño genio neoyorquino estaba en deuda. “Vicky, Cristina, Barcelona” prometió mucho pero dejó un gusto a poco (Estaban Penélope Cruz y Scarlett Johansson pero la que se comió la peli fue Rebecca Hall). Ahora vuelve a centrar la acción en un protagonista fuerte, en este caso, la genial Cate Blanchett, la mejor actuación de un personaje central de una película de Woody Allen desde hace rato largo (¿nos remontamos a “Match Point”…..o “Sweet and Lowdown”?)

En el caso de “Blue Jasmine”, Woody Allen cuenta una historia de esas que se van descubriendo de a poco, de manera atrapante, con personajes por demás interesantes. Ojo, lo de atrapante no está relacionado con lo que podría ser una película de suspenso pero capta la atención acerca de los planteos relacionados con la familia, el paso del tiempo y los valores humanos.

La historia gira en torno a Jasmine (o Jeannette), una mujer de cuarenta y cuatro años que debe dejar el lujo con el que vivía en Nueva York para mudarse a la casa de su hermana Ginger, en San Francisco, después del colapso de su matrimonio.

Jasmine habla. Cree que es el centro del universo y que todos deben bailar al compás del ritmo que ella propone. El gran inconveniente es que ella no entiende que no es la que pone la música. Y que nunca lo había sido. ¿O fue una mujer que miraba para otro lado cuando ocurría los “daños colaterales” que había que pagar para mantener su status? Ella amó a un hombre millonario pero todo se derrumbó. Ahora debe empezar de nuevo pero ¿tendrá las herramientas para hacerlo?

A partir de la construcción del personaje magistralmente interpretado por Cate Blanchett, comenzará un bombardeo constante de rispideces que implica la puesta en discusión de axiomas casi intocables en los lazos familiares. Sera Jasmine quien usará estos vínculos para su propio beneficio ante la caída en desgracia. La manipulación de la culpa y el “deber ser” que atraviesa a la familia llevado al paroxismo del egoísmo personal. Porque Jasmine necesita la ayuda de su hermana Ginger al mismo tiempo que la desprecia. 
Eso si, nunca una autocrítica. Jasmine está blindada al respecto porque eso sería poner en tela de juicio su propio “ser”. La “fortaleza” de Jasmine se asentará en la debilidad de su contraparte –Ginger-. Es  más, cuando Ginger se asienta en lo que desea, Jasmine debe/tiene que dar un paso al costado

La película va y viene a través del tiempo, desde el pasado de lujos al presente desolador. Son los flashbacks al pasado donde el esposo de Jasmine, Hal (muy buena actuación de Alec Baldwin) es fundamental y será la sombra –y la cruz- que tendrá/cargará a través del tiempo. Pero será ese “pasado” con el que Jasmine tendrá una relación ambigua. Reniega o lo oculta pero sus huellas son palpables. Más aún cuando conoce a Eddie, de quien se enamora o vuelve a ver a su hijo Danny. Justamente, en el diálogo que mantiene con el joven –que no quería saber absolutamente nada de su madre-, ella le pregunta “¿Dónde estuviste cuando yo te necesitaba?”. La frase, su connotación y las lecturas personales que podrá hacer cada espectador de acuerdo a su propia experiencia son de una contundencia sublime.

La actuación de Cate Blanchett es magnífica. Tiene todos los matices que se le puede pedir para un personaje complejo como es Jasmine el cual tiene su lado “querible”. La forma en que compone a esa mujer rota y la forma en que “siente” lo que le ocurre, es para el recuerdo. Las caras, los ojos, la expresividad que no cae en ningún momento en algún exceso. Una perla es cruzar la primera escena con la última (dar cuenta del detalle fundamental del vestuario) y prestar atención a la sublime capacidad de Blanchett para dar cuenta de dos momentos diferentes y con mucha agua corriendo bajo el puente.

Las otras dos columnas actorales son Sally Hawkins y Alec Baldwin. Hawkins ya había deslumbrado desde el histrionismo de la dulce y optimista Poppy de “Happy go-lucky” y la sutileza de la señorita Lucy, la maestra de Keira Knightley y Carey Mulligan, en “Never let me down”. Ahora es el “yang” de una Jasmine que es todo lo contrario a ella (“tiene mejores genes”, dice) pero que también es un espejo en el cual, a veces quiere reflejarse y en otras, no. En cambio, Baldwin demuestra que la calidad actoral le llegó de grande. Aquí da vida a Hal en una composición en la que da cuenta de las particularidades de su personaje pero sin hacerlo de manera burda o explícita. Pequeños datos van construyendo el perfil de un millonario corrupto.

“Blue Jasmine” es una gema que es menester disfrutarla en el cine. Apurese, estimado lector, para poder lograrlo. Porque los diálogos, los climas y Cate Blanchett merecen ser disfrutados en esas ceremonias tan hermosas y regocijantes que responden al nombre de “cine”. Tan simple y tan complejo como lo que implica esa palabra. Gracias Woody por volver por tus fueros con esta joya. Sinceramente, ya te estábamos extrañando.

Ficha técnica

Título original: Blue Jasmine. Con Cate Blanchett, Alec Baldwin, Sally Hawkins, Annie McNamara, Andrew Dice Clay, Michael Stuhlbarg, Bobby Cannavale, Louis C.K. y Peter Sarsgaard.  Guión y Dirección: Woody Allen. Fotografía: Javier Aguirresarobe. Edición: Alisa Lepselter. Distribuidora: Energía entusiasta. Duración: 98 minutos. Origen: Estados Unidos. Año: 2013. Idioma: Inglés.

Cines Premier, Arteplex Belgrano y Don Bosco (La Pampa)

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