Sofía Ungar. Viajar, filmar y vivir

En el marco de un viaje a Israel, Sofía Ungar decidió filmar todo lo que veía. La joven documentalista puso sobre el tapete sus raíces y los conflictos que atraviesan la política, la religión y su identidad. Pero hay mucho más detrás de «Shalom bombon», que es una de las propuestas para el último día del BAFICI. Nos encontramos con Sofía Ungar, pusimos «rec» al grabador y salió esto.

– Sofía, ¿cómo surge el documental? Ibas a hacer uno buscando novio, ¿no?
– Si. Lo de buscar novio surge de dos lugares. Primero, justo me acababa de separar y que me rompa el corazón un chico que había hecho el mismo viaje. Estaba muy triste. Por otro lado, está el rumor de que este tipo de viajes está organizado para que se formen parejas entre la gente de la cole. Esa idea me parecía muy linda y que daba para hacer una película. Un viaje a Israel, un montón de chicos judíos para que se conozcan y formen pareja…¡Me parecía increíble! Hay algo de verdad que estaba buscando pareja. Me interesaba esta idea de hacer un docu-ficción con este rumor. También había algo interno, de tener esa búsqueda de un compañero. Se juntaron las dos cosas.

-¿Cómo sentiste tu llegada a Israel?
– No fuimos directo a Tel Aviv porque estaba considerado «peligroso» y fuimos directamente al norte del país, a Tiberias. Las primeras doce horas era de desconocimiento absoluto. No solo de Israel sino que estábamos muy cansados. Fuimos al hotel y no hicimos mucho. Llegamos y era medio de noche. Había expectativa y también miedo a lo desconocido. Estar con gente que no conocías, con la que ibas a compartir mucho tiempo. Estaba tanteando. Es ahí cuando me hice muy amiga de Zoe y de Mari, en la primera noche. Estaba medio agobiada por la dinámica del grupo. Tenía veintiséis años y hacía seis que nadie me decía que tenía que hacer. Era rara toda esa dinámica…

-Hubo una expectativa que, me parece, se rompe rápidamente en algunos de los chicos, de encontrar un país determinado y se topan con uno más radicalizado, en medio de una guerra.
– Si. Eso pasó en la primera mitad del viaje. Los primeros cinco días tenían al grupo muy preocupado por el contexto y la situación política. A la mitad del viaje, dicen “no puedo entender esto” o “no puedo hacer nada”. Sienten impotencia y un poco que se entregan a la diversión. El punto de climax es esa reunión donde Zoe se pone a llorar, que ahí se genera tensión en el grupo porque hay gente que quería hablar del tema y otra, que no. El otro punto fuerte es la charla que da un hombre de Clarín. A partir de ahí es el quiebre y ya no se habla más. Este hombre, con una explicación tan elocuente, te daba vuelta todo en un segundo. También quería mostrar eso en la película, la forma en que se construye un discurso. Esa charla convenció a varios para que se queden tranquilos. Muchos que dijeron “Me dieron la explicación para que me quede tranquilo. Esto es así y está bien. Ahora puedo divertirme y relajarme”.

-Los que tenían ciertas visiones críticas, no se si dejaron de tenerlas pero ya no hablaron más.
– Dejaron de discutir más que nada. Cuando estas discutiendo con alguien y en un momento, sabes que no vas a llegar a ningún lado, pensas “me voy a bailar”. Hubo alguna crítica con respecto a esa “fiesta adolescente” pero quería mostrar eso. Es la vida misma que suceden cosas pero nos emborrachamos y salimos de fiesta. Eso ocurre acá también. Allá queda más evidenciado y es más impresionante por el contexto.

-¿Te quedó mucho material grabado que no se usó?
– No, no quedó mucho más de lo que se vio. También me preguntaron el porqué terminar en el desierto. Lo cierto es que el desierto y esa situación, fue un quiebre para mi. Después de ahí, creo que quedaron dos días más pero dejé de grabar. Entonces coincidió todo, el final de la grabación, mi experiencia y la peli. Fue una decisión y una imposibilidad mía de seguir grabando. A partir de eso, no podía estar presente con la cámara.

-Hay mucha poesía en ese final…
– Siempre intenté que la voz en off tuviese poesía. Al principio estaba mucho más presente pero a medida que fui editando y montando la peli, la fue depurando. Que la voz en off sea más poética y no tan explicativa. Una amiga me decía que el viaje era mi paso de la adolescencia a la adultez y que esa muerte de la que hablo en el final es de ese “yo adolescente”.

-¿Vos lo viviste asi?
– Si, definitivamente si. Este viaje va a ser una bisagra en mi vida. Me cambió una forma de relacionarme con el conflicto. Antes tenía una visión muy inocente y pasiva, no solo de este conflicto sino de todos en general. Estando ahí y pasando por eso, aprendí que no sirve la queja o compartir la noticia por Facebook. Hay que construir pero desde otro lugar. Me abrió los ojos en ese sentido. No es que voy a ir a Palestina a cambiar el mundo pero me sirvió para cambiar mi relación con el contexto social y político  que estamos viviendo, incluso acá.

-¿Cambió tu relación con la cole?
– No. No sé si la gente de Bría (N de R: entidad encargada de organizar los viajes) vio la película pero no me hablaron todavía. Todos mis compañeros saben que hice esto y muchos la vieron. Hice una proyección privada para ellos y, en general, les gustó mucho. De Bría no sé. No tuve alguna comunicación oficial. Vino mucha gente de la cole y les gustó. Inclusive vino una chica que vivió en Palestina y también le gustó. La idea era hacer una película que no fuera ni pro-Israel o pro-Palestina sino que abriese preguntas. En general, dentro de la cole, tuvo una buena repercusión. Tengo contacto con gente de la cole que es crítica de un gobierno derechista como el de Israel y piensan el “dos estados para dos pueblos”.

-¿Tenes ganas de volver a Israel?
– Si. Estoy super agradecida por el viaje pero no siento haber conocido el país. Teníamos la sensación de no haber visto gente “real”. Nunca hablamos con gente que no fuera un guía o una persona a disposición del viaje y del grupo. En ese sentido, me gustaría volver a Israel y tener una experiencia más real. También ir a Palestina.

-¿Seguís en contacto con gente del grupo?
– Si. Con Zoe y con Mar me hice muy amiga. Durante estos dos años que estuve haciendo la película, fue muy importante que ellas me apoyaran. Me sentía muy sola. Había gente del grupo que no sabía lo que estaba haciendo y no les gustaba tanto. Después, vieron la peli y les gustó. Me dijeron que tenían miedo de lo que estaba haciendo, que tuvieron “prejuicios pero ahora que la vimos, nos gusta”. Zoe y Mar confiaron en mi ciegamente y cuando tenía dudas, me apoyaron muchísimo.

-¿Tuviste algún problema con la gente de seguridad por el hecho de estar filmando?
– No, salvo con un soldado que se ve en la película. Él tenía el uniforme del ejército y empezó a dar como una entrevista. Se metió él en eso. Vio que estaba filmando lo que contaba y después me pidió que no lo muestre. Lo entendí y lo mostré de la forma en que se ve en el documental.

-Si por esta puerta entrase la Sofía que estaba antes de iniciar el viaje, ¿qué le dirías?
– Le diría que filme más porque va a hacer algo que está bueno. Después me pasó el tener una pesadilla en la que volvía al desierto y tenía que filmar porque me habían faltado planos. De hecho, cuando la presenté para el Bafici, tenía solo una copia en un disco externo, que se rompió. Era la única copia que tenía. Durante tres semanas no sabía si se iba a recuperar. La peli no estaba terminada. O sea, se perdía eso y no había película. Estuve mal durante un tiempo y dije “si se pierde, vuelvo a Israel y hago otra película diferente”. Quizás hubiera estado mejor filmar un poco más pero por algo se hizo lo que se hizo de la manera en que se hizo.

-¿Cuales son tus próximos planes para filmar?
– Hice esta película mientras estaba haciendo otra, que era un proyecto documental con Andrés Di Tella. Me había anotado ahí porque tenía otro proyecto sobre mi familia. En el medio, cuando estaba haciendo este proyecto, salió el viaje. Eso estuvo buenísimo que sucediera porque me cuesta mucho acercarme a mi familia. Es sobre mi viejo y un secreto familiar que hay, del que no me puede hablar. Me entero al respecto, a los 12 años por mi cuenta porque mi viejo nunca me lo pudo decir. Le cuesta mucho hablar de eso. De hecho, vengo trabajando con esto desde el 2014 y aún sigo cambiando el abordaje. Mi viejo vino al estreno de “Shalom bombon”. Está super orgulloso y le gustó la peli. Me parece que estuvo buenísimo y es una puerta más para entrarle. Creo que antes no entendía bien lo que estaba haciendo. No se imaginaba nada. Ahora que vio la película, siento que me gané su confianza y va a ser otra la forma de aproximación tanto a él como al tema.
Por otra parte, con esta peli, fui a un work in progress en Cuba. Estuve filmando y tengo material para hacer un corto sobre la Revolución, el feminismo y yo como mujer en Cuba, en relación con algunas cosas turbias que pasaron.  

«Shalom, bombón». Domingo 24 de abril. El Cultural San Martín 1. A las 22 hs

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