Wake up woman (Teatro)


Cruda y necesaria

Dramaturgia y Dirección: Jorge Acebo. Con Natalia Pascale y Sebastián García. Diseño de iluminación: Paula Fraga. Operador técnico: Hernán Felipe. Vestuario: Magalí Romero. Escenografía: Ayelén Betti. Filmación de videos: Federico Perez Gelardi. Fotografías: Federico Perez Gelardi, Brenda Taubin y Florencia De Giovanni Pacini. Edición de videos: Hernán Felipe. Trailer: Brenda Taubin y Florencia De Giovanni Pacini. Diseño gráfico: Angie Figueroa.

Puentes Amarillos Club de arte. Libertad 1230. Sábados, 21 hs.

Suele criticarse al teatro el ser autorreferencial respecto a su mundo de artistas frustrados, egos desbordados de purpurina y reconocimiento o familias disfuncionales, olvidándose que viven una sociedad que va más allá de sus narices.

Jorge Acebo va en otra dirección. En “Wake up, woman”, su última creación, pone el dedo en la llaga en lo referido con la violencia de género. Con un texto fuerte, da cuenta de la relación entre Natalia y Federico y la forma en que la misma se va degenerando hacia un callejón sin salida en lo que a maltrato se refiere.

La puesta comienza con la utilización de imágenes en la que se muestra a la pareja desde el momento en que se conocen. En ese preciso instante, se establece un vínculo casi de complicidad con el espectador porque es una situación muy conocida por la que todos/as hemos pasado alguna vez. O sea, no se puede hacer la gambeta corta de “esto no lo conozco”, “no lo viví”, “no sé de qué se trata”.

Será la pantalla de video la que enmarcará los distintos devenires de la relación de Natalia y Federico. La utilización mínima de elementos en la conformación de la escenografía le brinda un marco de austeridad y realismo. Unos cubos y los objetos que salen de dos valijas que serían las utilizadas en el viaje de luna de miel –porque Natalia y Federico se casan, no es que solo conviven. Hacen todas las “de la ley”- construirán el universo de una pareja feliz para todo el mundo, de esas que da gusto ver en la calle.

El trabajo de la dramaturgia es contundente en tanto las palabras que se utilizan para construir sentido. Ahí es donde vuelve a establecerse el nexo anteriormente mencionado con el público, a menos que se apele a la indiferencia. Es en ese preciso lugar donde la puesta interpela al espectador porque Natalia y Federico pueden ser cualquier amigo/a, conocido/a o familiar y las palabras caerán como mazazos. Al respecto, es muy destacable la construcción del personaje de Federico porque establece empatía desde su lugar pero sin dar cuenta del demonio interno. La crianza machista y los “valores” que se transmiten de generación en generación bajo el título de “educación” son fuertes al respecto. El “deber ser” en relación con el rol del hombre y la mujer en la pareja y la asimetría en la misma. Porque Federico hizo todo lo que tenía que hacer. Se enamoró, se casó y quiere seguir una vida “normal” que implica “familia e hijos”, solamente bajo sus condiciones y a su modo. La mujer es ubicada como objeto al cual se lo posee.

Los diálogos que atraviesan las situaciones que viven la pareja protagónica son profundos y permiten una seria reflexión sobre lo acontecido. Las múltiples relaciones que se pueden realizar son las que permiten que la puesta sea completada por el propio espectador logrando un efecto personal e intransferible. Cada palabra, cada frase establece una relación instantánea con vivencias y entornos que, al día de la fecha, no son indiferentes a nadie. El constante pedido de perdón por lo acontecido y las culpas puestas donde no corresponden dan cuenta de la sensatez y altura con que es tratado el tema, sin caer en el golpe de efecto.

El trabajo físico y psicológico asi como la ardua faena de nadar en las tinieblas de una situación límite requiere de actores de fuste y comprobada sapiencia. Natalia Pascale y Sebastián García realizan una tarea excelente con personajes duros y con numerosas aristas. No caen en el cliché ni en el golpe bajo sino que buscan dar cuenta de una realidad espeluznante en relación con la violencia de género.

A partir de un título que es una mezcla de pedido y deseo, Jorge Acebo concibió una puesta fuerte, de visión y debate obligatorio, en un marco social en el que es preciso decir “No a la violencia de género”. Porque, retomando lo que dijo Brecht, “El que no sabe es un tonto. El que sabe y calla es un criminal”.

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