Corría el año 1969 y Sinatra estaba en un momento particular de su carrera. Este incluía un fugaz retiro que lo mantenía alejado de su habitat natural. Asi las cosas, se pone a disposición de un joven compositor llamado Ron Mc Kuen para grabar un disco especial en su carrera. Cambió su forma de ubicarse frente al micrófono e inclusive, su imagen frente al público. Si alguien quiso escuchar a un Frank Sinatra, lejos de su impronta de “amante victorioso”, este es el disco. Se llama “A Man Alone” (Un hombre solo), que es una especie de ensayo acerca de la soledad.
La crítica lo destrozó pero nosotros, desde esta humilde página web, reivindicamos este disco al considerarlo una gema oculta en su larga y prolífica discografía. Podríamos decir que es un “disco maldito” dentro de su carrera más allá de su excelencia. En “A man alone” el galán que siempre se salía con la suya, cae en los abismos más profundos de la tristeza. Los «blue eyes» del cantante y actor visibilizaban lo que era tener un corazón roto. Sus penas enmarcadas en un disco conceptual, que fue un fracaso comercial (a pesar de su enorme calidad) pero lo consolidó como intérprete.
Desde el primer tema -que da nombre al disco-, se aprecia el clima de melancolía de los treinta y cinco minutos de duración del álbum. Una orquesta suave y contundente antecede a La Voz y su descargo. “En mi, vas a ver a un hombre solo, atrapado por el habito de estar consigo mismo, que escucha a los árboles temblar. Que aprendió a llamar a su casa y aún sigue caminando bajo la lluvia, esperando que llegue nuevamente el amor”.
Uno de los aspectos más destacables es el recitado de Sinatra de algunos poemas que forman parte del álbum. Tal es el caso de “Empty” (“Vacio está el cielo antes de que el sol se despierte. Son los ojos de los animales encerrados en las jaulas. Los rostros de aquellas mujeres gimiendo después que les fuera arrancado todo”) donde se ubica como alguien que ha visto sufrir -y sufrido- todo. Esto es una ruptura respecto a la imagen de Frank que todo el mundo conocía.
Otro caso es “Promise to promise” (“Me pregunto porque la gente hace promesas que nunca va a cumplir (…) Si, el amor pero como todo lo demás. Nos movemos de dia en día y de promesa a promesa”). Una melodía de guitarra antecede el arreglo de cuerdas que le brinda emoción a un texto conmovedor. La voz de ídem está grabada bien adelante y nítida, con baladas interpretadas con sentimiento, sin caer en cursilería y sentimentalismos almibarados. El recitado es sentido en tanto crea un clima de melancolía extrema para después entrar en las canciones propiamente dichas.
El disco se grabó en dos días, entre el 19 y 21 de marzo de 1969. Fue editado por Reprise y contó con la producción de Sonny Burke. La interpretación de Sinatra y el buen gusto que hay en el arreglo de las canciones son superlativas. Es un disco 100% Sinatra aunque, en esta ocasión, rompió su jaula de cristal para reinventarse en un disco arriesgado y rupturista. Esto le amplió no solo su horizonte como cantante sino que mostró una cara desconocida para la gran mayoría. Aquí surge la pregunta si el público condiciona la carrera de un artista al exigirle “más de lo mismo” o si acompaña sus búsquedas estilisticas. Al año siguiente, sale “Watertown” con el cual se recupera de este “traspié” que fue la colaboración con Rob McKuen. Igualmente, mantiene el espíritu de “A Man Alone”.
Quizás “A Man Alone” este fuera de catálogo en CD o vinilo pero se lo puede escuchar completo en alguna plataforma. No duden en hacerlo. Si tienen algún amigo que se lo pueda prestar o lo ven en alguna disquería, aprovechen la oportunidada para comprarlo. Siempre se apreciará el poder bucear en la curiosidad estilística de grandes como Frank Sinatra. Más aún en aquellos momentos donde rompe con sus propias contrucciones para adentrarse en territorios desconocidos.
Hoy recordamos a “A Man Alone” pero aprovechamos la ocasión para recomendar “Watertown” y “Strangers in the night”, todos discos de una calidad insuperable. Ideales para disfrutar más de una vez, con la inolvidable voz del enorme Frank Sinatra.