Tom Petty es uno de los últimos baluartes del llamado rock norteamericano, con una discografía muy rica pero con un perfil muy bajo. Alguno lo recordará por haber formado parte de ese combo maravilloso llamado “Travelling Wilburys” junto a Bob Dylan, George Harrison, Roy Orbison y Jeff Lynne. Para todos aquellos curiosos que quieran conocer a un músico respetado entre sus pares, este disco es una muy buena oportunidad.
“Mojo” es un homenaje al blues sin que sea tal. Al respecto, es notoria la participación de Mike Campbell, con guitarras de muy buen gusto. Tom Petty no se siente incomodo haciendo un disco de blues que mantiene esa impronta propia que hace que uno diga “es un disco de Tom Petty”. El oído atento percibirá que es de primera toma. Crudo y honesto, con poca mezcla y regrabaciones posteriores. Ojo, esto no implica que sea desprolijo. Por el contrario, logra una frescura pocas veces vista en los últimos años con las guitarras sonando poderosas, en primer plano.
El disco abre con “Jefferson Jericho Blues” que tiene una reminiscencia a algunas versiones que se hicieron “Rollin’ and tumbling”, el clásico de Muddy Waters. En cambio, “First flash of freedom” es una típica balada de Petty pero bluseada, que podría haber entrado en “Full Moon fever” al igual que “The trip to pirate’s cove”. El ritmo sube con “Candy”, un boogie con algunos fraseítos propios del género al igual que la un tanto más rápida “High in the morning”.
En “No reason to cry” se gira más al country con un muy buen arreglo de slide y esa cadencia de guitarra tan famosa de Tom Petty, patentada con “Free fallin”. Con “I should have known it”, se vuelve al rock con una guitarra cargada por fuertes riffs y Petty gritando la letra con un poco de cámara en el mic. Escuchen el tema aqui, en el video oficial de difusión.
Hablar de un disco de Tom Petty es redundante. Se sabe de antemano qué se va a escuchar pero sin que esto implique repetición alguna. A lo que apuntamos es que tensa los límites de un estilo absolutamente propio sin perder su identidad. Es más, hasta podríamos decir que, practicamente, no tiene discos de baja inspiración. Desde su primer álbum hasta su fallecimiento, su carrera es una rockola inagotable, de muy buen gusto.
En el caso de “US 41”, se aprecia un blues rápido con la voz de Tom saliendo de las catacumbas y nuevamente el slide de Mike Campbell. En “Takin’ my time”, el blues clásico, de rítmo machante se hace presente mientras se repite varias veces el primer verso de “Mannish boy” de Muddy Waters. La gran sorpresa del disco es “Don’t pull me over” con una onda cercana al reagge mientras que “Let yourself go” mezcla la armónica blusera con aires cercanos al funk y al soul pero sin perder el sello Petty de la melodía.
El disco cierra con calidad, a todo rítmo con la cuasi épica “Something good coming” y la excelente “Good enough”, sus teclados oscuros y sus riffs más fuertes.
El excelente “Mojo” da cuenta del regreso de Tom Petty con los Heartbreakers. Nada mejor que hacer con un disco de calidad. Fresco, con muy buen sonido y mejor interpretación. Mantiene ese nivel que, a través de los años, lo consolidó como un artista serio, noble y coherente. Y es honor que ocupe un lugar de privilegio dentro del rock, por más que los grandes medios se empeñen en ningunearlo. Su talento supera todo.