Cock (Teatro)

Dimes y diretes

   

De Mike Barlett. Versión y dirección: Daniel Veronese. Con Leonardo Sbaraglia, Eleonora Wexler, Diego Velázquez y Jorge D´Elia. Diseño de escenografía: Alberto Negrín. Diseño de luces: Marcelo Cuervo. Supervisión de vestuario: Laura Singh. Asistencia de dirección: Diego Curatella. Producción gráfica: Romina Juejati. Producción ejecutiva: Bárbara Rapoport. Productor asociado: Claudio Carrera, Tina Galindo, Federico González Compean y Sebastian Sánchez. Producción general: Sebastián Blutrach. Dirección de Producción: Romina Chepe. Supervisión técnica: Marcelo Cuervo.
Paseo La Plaza. Av Corrientes 1660. Domingo, Miércoles y Jueves,  21 hs; Viernes, 21.30 hs, y sábados, 20 y 22 hs.
Dudas, pocas certezas y muchas preguntas. En ocasiones, lo peor de una pregunta es aquello que vas a encontrar en su respuesta. En esta oportunidad, tenemos a Juan, un joven que tiene una pareja de su mismo sexo pero que termina enamorándose de una mujer. Juan se pregunta, inquiere, duda y no decide que camino tomar y a quién amar. Porque Juan refleja cierta conducta patológica de estos tiempos modernos de hacer un poquito de todo y ese “todo” es “hasta ahí”. 

Con construcciones identitarias endebles, el propio ser es el que sufre, todo en el marco de la denominada “educación”, el “deber ser” y la instaurada “culpa” de nuestra sociedad. Al respecto, Juan es el único que tiene nombre. El que carga con la responsabilidad de hacerse cargo de sus propias decisiones, a lo cual le tiene pavor. Hacerse cargo. Poner el foco en el deseo a partir de uno mismo. Es esa certeza la que perturba a los demás, más que a uno mismo, en tanto someter a crítica al statu quo en el que se vive y se construye su propia quintita.

El texto da cuenta de las diversas posiciones al respecto y como se van cayendo las ideas preestablecidas como el “respeto a la diferencia” y discursos políticamente correctos.
El quedarse únicamente con la historia de amor, sería una pena en tanto y en cuanto se pierde de ver un texto interesante pero que logra en las actuaciones, su plenitud. Diego Velázquez es la pareja de Juan, con momentos estupendos donde el humor y la ironía se mezclan en porciones iguales. Eleonora Wexler es “ella”, la que va por el hombre al que ama y exige un compromiso similar. Ambos son dos pilares para la puesta. Leonardo Sbaraglia es ese Juan dubitativo, casi una presa u objeto de deseo de los anteriores. Es el que no puede decidirse por la responsabilidad de la toma de la decisión en si. Sbaraglia refleja bien esa incertidumbre aunque se lo nota un poco tenso en ese corset. Por su parte, Jorge D’Elia muestra toda su sapiencia para componer a ese padre que acepta la homosexualidad de su hijo y no quiere que la relación de este con Juan se caiga.
Con una atmósfera lumínica y modernamente despojada y fría, esa impersonalidad se extiende a la persona de Juan que ve como el mundo a su alrededor se desmorona, esperando un gesto de él que será el de una magnanimidad truculenta que no lo satisface a él pero que permite seguir el juego. En general, lo que no se dice, lo que se da por sobreentendido es lo que más logra la afinidad con el espectador.
“Cock” plantea preguntas, abre el juego. Muestra y no juzga. Es más, posiblemente no tome posición al respecto y sea el espectador el que llene ese casillero.

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