– Por una mujer. Nunca pude terminar de decidir si gracias a ella o culpa de ella. De alguna manera veo esa historia tan alejada ya. Todo este año me estuve haciendo la misma pregunta: ¿Cómo surgió Beirut? Y tuve tantas respuestas…Algunas, de hecho, se contradecían entre sí. Hoy, particularmente, creo que quise escribir algo que me ayudara a entender mi propio concepto del amor. Finalmente no lo logré, pero el resultado fue una obra de teatro. Supongo que con eso es suficiente.
– ¿Cuanto tiempo te llevó concebir la obra?
– El texto lo terminé en dos semanas, o menos. Fue la obra que escribí de manera más fluida. Generalmente puedo estar horas frente a un diálogo, buscando las palabras indicadas en el orden adecuado. No es algo tanto desde el pensamiento; es más que nada, una sensación. Una frase es la indicada cuando me genera lo que quiero que genere en el lector. Después ensayamos cuatro meses y estrenamos. El resto es historia.
– ¿Hubo muchas modificaciones en el proceso de escritura?
– Hubo demasiadas modificaciones en todos los procesos. Especialmente en el de ensayos. Es mucho más fácil «escribir» cuando los personajes dejan de estar dentro de tu mente, y se paran frente a vos. En ese momento hay que estar abierto a escuchar a esos personajes. Ahí es cuando la historia supera los límites de la cabeza del dramaturgo.
A los actores los elegimos con Martín Crespo, de manera muy poco protocolar. No hubo casting. De hecho, no había trabajado nunca con la mayoría de ellos. Hicimos una suerte de entrevista, con cada uno de manera individual, pero tampoco tenía mucho sentido. Mi técnica era fumar mucha marihuana antes de que vengan, y así estar muy receptivo a cada gesto que hicieran, cada palabra que dijeran y de qué manera. Mientras hablaban y Martín les comentaba sobre el proyecto, los miraba de manera extraña, hasta que algo me hacía dar cuenta que esa persona tenía que ser ese personaje. A una de las actrices le hicimos una pregunta, «¿Si pudieras tener un súperpoder cuál sería?»…ya ni recuerdo qué respuesta nos dio, pero fue luego de su respuesta que pensé «Sí, es ella».
Estoy muy feliz por los actores que forman este grupo, tanto del lado artístico como humano.
Llegué a un punto donde me preocupa mucho la integridad física de cada uno de ellos.
– En «Beirut Boulevard» fuiste actor, dramaturgo pero con dirección compartida. Esto último se dio por el tema de tener «otra mirada» o una «mirada externa» que sería complicada al estar actuando?
-Exacto. La decisión de actuar y dirigir, más allá de que no hay arrepentimiento, fue una muy mala decisión. Pero me divierte tomar malas decisiones. Afortunadamente estaba Martín Crespo a mi lado, para compartir la sensación. Con él nos conocemos hace muchos años y hay muchos puntos de vista que tenemos en común. Por momentos, se hizo sencillo y se disfrutaba un montón, pero en otros era todo caos y padecimiento. Tal vez estoy exagerando, pero recuerdo estar tirado en el piso de la casa de Martín diciéndole «No doy más. Quiero dormir». Él además de haber sido otra mirada muy especial, fue una espalda en la cual apoyarme cuando estaba cansado.
– ¿Cual fue el personaje que más te costó plasmar?
– Seguramente fue Toni, el personaje que interpreto. Dentro de la obra, es lo más similar a un álter ego. Desde el texto, Toni tiene demasiadas cosas mías. Formas de hablar, de actuar. Y no estaba logrando entender de qué manera plasmarlo. Me irritaba cada vez que en la «vida real» utilizaba expresiones que podría haber dicho Toni. Hasta que una persona me dijo que lea de nuevo la obra, y viera a Toni como otro ser humano. Como otra persona, con otros pensamientos. Ahora suena bastante lógico enfrentar al personaje de esa manera, pero cuando estás metido tan adentro de la historia cuesta mucho ver las cosas desde afuera, sobre todo cuando tenés personajes que te están diciendo frases que escuchaste muchas veces de parte de alguien en la «vida real». Algunas noches me quedaba hasta la madrugada jugando a ser Toni solo en casa. Y le elegía sus gustos…Nunca me agradó la música que escucha Toni. Tiene un gusto de mierda.
– «Beirut Boulevard» sale del cliché del «estoy mal y me deprimo» y del «teatro que hace obras de teatro sobre el teatro». ¿Por qué crees que se da esa repetición dentro del off?
– Mi teoría es que todo empieza desde el momento en el que la gente tiene miedo de decir que algo no está bueno. Como si fuera un tema tabú no defender a alguien por el nombre o la carrera que tiene. Como si fuera una falta de respeto. Yo no lo veo así. Para mí ser objetivo y tener mi propio análisis sobre el arte me lleva a escuchar más mi punto de vista. Si como ser humano sos un «cliché» hay muchas posibilidades de que lo que escribas sea un «cliché».
También está el deseo de uno de auto ponerse frente a un desafío. Cuando escribo, me gusta desafiarme. De hecho una de las razones por las cuales escribí Beirut, fue porque alguien me dijo que yo nunca iba a poder escribir una historia de amor. Lo mismo pasó hace poco. Un amigo y colega me dijo «Parece que vos no podés escribir sobre sexo» y terminé escribiendo una nueva obra… «Semen en los ojitos» se llama.
– ¿Vas a volver a trabajar con Alejo Beccar, tu padre, después de «Yo maté a Papá Noel»? ¿Cómo recordas aquella experiencia?
– Quiero volver a trabajar con él. Quiero dirigirlo. Quiero escucharlo decir palabras que escribí yo. Y sí, es un tema de ego, pero al mismo tiempo él fue mi primer maestro, la persona que me guió en un comienzo. Me encantaría que viviera de cerca lo que hice con toda las herramientas que me dio. Además Alejo Beccar es un gran actor, y me encantaría escribirle un personaje que le arruine la cabeza.
La experiencia de «Yo maté a Papá Noel» nos unió muchísimo en lo laboral y en lo personal. Creo a partir de esa obra comencé a ser extremadamente sincero con él.Quise que me conociera de verdad. Aprendí mucho de él como director en el proceso de ensayos, sobre todo en cómo explotar cada momento de una obra. Ver más allá de lo escrito. Aunque tengo que admitir que me era difícil dejar el orgullo de lado, cuando cambiaba una palabra del texto, me arruinaba el día. El orgullo, el maldito y estúpido orgullo.
– Contame de «Tiernas criaturas».
– Uhhhh. «Tiernas criaturas» es un universo que me encanta. Es la obra que caga a trompadas a todo el resto de las obras que escribí. Después de escribirla, se la mandé a Sebastián Sánchez Amunátegui, un productor y director de teatro de México, que conocí en el primer MICA. Él me llamó esa misma tarde por teléfono y me dijo que la quería dirigir y estrenarla ese mismo año allá. Y lo hizo. Tres o cuatro meses después de ese llamado, la estrenó. Y nunca fui a verla, pero sí la vi por Skype. Era increíble! Una sala para veintidós personas que estaban dentro del Foro Shakespeare, con un escenario que tenía una ventana que daba a la calle. En la misma semana del estreno en México, me llegó un mail diciendo que el guión había sido finalista del Premio Tirso de Molina de España. Ahi creamos una compañía de teatro con él. Se llama «El niño maldito y la señora tatuada».
El año que viene vamos a dirigir «Tiernas Criaturas» con Sebastián en Buenos Aires. El estreno va a ser en Septiembre, en el Teatro del Abasto.
– Si tenes que llenar un formulario donde dice «profesión», ¿qué pones? ¿Actor, director o dramaturgo?
-A veces pongo «actor», otras «director», y en algunas «dramaturgo». Depende de que tan amigado esté con cada una de las profesiones en el momento de llenar el formulario. La mayoría de las veces pongo «dramaturgo». Soy consciente de que es en lo que estoy más preparado para defenderme, lo cual es curioso porque fue para lo que menos me preparé en la vida.
– ¿Qué hubiera sido Gonzalo Senestrari si no era actor?
– No lo sé. Pero hubiera sido un peligro, porque me hubiera aburrido mucho, y cuando me aburro hago estupideces conmigo y con el resto de las personas.
– ¿Planes tenes para el 2014?
– Ahora estoy con la pre producción de «Semen en los ojitos» para intentar estrenarla en el primer semestre del año. Ademas preparando la versión argentina de «Tiernas criaturas» con Sebastián. También con él estamos armando una miniserie de ocho capítulos basada en la obra. En marzo, reestrenaremos “Beirut Boulevard”. También quiero terminar de corregir una novela que escribí llamada «Chester Bloom», que está basada en un blog que tenía hace un tiempo asi como conseguir la manera de publicarla.