Avestruces y debates

Hace tiempo que viene exasperando la idea de que debatir o intercambiar ideas implica tener que agredir al otro o eventualmente, ser revanchista o vengativo.
Esta última semana se abrió la muestra “Homenaje al Pensamiento y al Compromiso Nacional”. Como ya habíamos dicho en este blog, muy pocos medios la cubrimos pero (siempre hay un pero) hace dos días el diario La Nación hizo una mención sobre la cual vamos a hablar. Obviamente que Clarin no hizo mención alguna a la muestra. Imagino que Catalina Dlugi estará buscando alguna noticia de Hollywood para emocionarse o escandalizarse o el Bebe Contepomi, algún curso rápido de inglés o de “escucha atenta de discos”.
Bajo el título de “Cómo es la muestra que organizaron los intelectuales kirchneristas”, La Nación On Line mostró lo que es la muestra por dentro a través de unos videos.
Lo que más me sorprendió fue la opinión de los participantes del foro de LNOL. “Que esta muestra sirve para sembrar el odio y la división entre los argentinos”. En honor a la verdad, este argumento me ha cansado sobremanera. Más aún en este caso porque estos bodoques que hablan de “la división” y “el odio”, se olvidan de lo que les ocurrió a gente como Scalabrini Ortíz o Jauretche, olvidados por medios como La Nación. Tampoco olvidemos que si el diario en si no quiere divisiones –ya que no le conviene que haya debate y ponga bajo la lupa su actuación en varios gobiernos dictatoriales-, ¿por qué titula diciendo “intelectuales K”. ¿Por qué un intelectual no puede tener una idea política? Esta pregunta la hago extensible a los deportistas, periodistas, actores, médicos o abogados. No recuerdo que a Susan Sarandon o a Sean Penn les digan “actores O” por su marcado apoyo a la candidatura presidencial de Barack Obama.  
Además, los que critican la muestra ¿la fueron a ver para emitir un juicio realmente valedero? ¿Leyeron los libros de Jauretche, por ejemplo, antes de opinar? No hubo un solo comentario en el que dijese “la muestra es buena o mala porque tal escritor, tal político, etc”. Todo el tiempo hablando de lo mismo. Y esto tiene que ver con algo muy destacable en gran parte de la población. O sea, que porque todos tenemos derecho a opinar, se puede decir cualquier cosa ya que estoy ejerciendo mi derecho. ¿Es por ahí por donde viene la mano? Sin olvidar que se denominan “democráticos” los que se enorgullecen de ser “anti K”. Contradicciones y más contradicciones….
Si La Nación y Clarin son tan democráticos y defensores de la libertad de prensa – ¿y del derecho a informarse también? Hummm-, ¿por qué no permiten que los trabajadores tengan su sindicato? ¿Por qué omiten toda información referida a los hijos de Ernestina de Noble? Es una pregunta que tiro por ahí…Nada más….
Por otra parte, el leitmotiv “si no te pasa a vos, en carne propia, es todo olvidable y perdonable porque sino “vivimos con odio” cansa y bastante.
Este slogan, repetido hasta el cansancio, termina siendo la piedra fundamental en contra de todo tipo de participación política o búsqueda de justicia en distintos ámbitos. Pero, eso si, la gente tiene derecho a decirlo y a expresarlo porque “estamos en democracia”. De más está decir que coincido con el derecho a decirlo, con lo que no coincido es con dicho pensamiento y la argumentación del mismo. No recordemos ni el Holocausto Judío, ni el genocidio armenio, ni la matanza de los pueblos originarios. Como la mayoría de este bendito país es católica, blanca e hija de los barcos, estos acontecimientos mencionados no le importarían a nadie porque son “minoría”. Lo ocurrido en la Dictadura, también le pasó a esos “otros” –que no es uno-, que estaban en “cosas raras”, “haciendo quilombo”. “Por algo será” lo que les pasó y “algo habrán hecho”. Tal como se ve, la ceguera y la mediocridad de amplios sectores de nuestra sociedad tiene a flor de piel el manual del “no te metás” para cualquier cosa. Eso si, quéjate todo lo quieras y no hagas nada al respecto. Quedate en casa mirando los culos y las peleas de Tinelli, el experimento de Gran Hermano, como un Homero Simpson del subdesarrollo.
 
Otro punto el cual me hace mucho ruido es cuando salen periodistas (que hoy en día son corporativos al 100%) a hablar. Quiero recordar algo que muy pocos recuerdan y muchos optan por omitir. En la tan nefasta época menemista, en la cual muchos de estos periodistas hablaban y criticaban de lo lindo (lo cual era absolutamente lógico y cierto) como Magdalena Ruiz Guiñazú o Pepe Eliaschev, nos olvidamos de algo. En ese período, se decretaron varias leyes que favorecían al establecimiento de los grandes holdings y monopolios, con la entrada de capitales extranjeros y demás. En criollo, sería asi, “hablen de todo lo que quieran que, total, el negocio de los de más arriba ya está arreglado”. Me acuerdo todavía de las persecuciones a Hernán López Echagüe y lo que fue el asesinato de José Luis Cabezas.
Hoy, cuando se pone en tela de juicio la conformación de dichos monopolios, estos “aprietan” a sus empleados –tal como en cualquier empresa- y estos, para mantener su fuente de trabajo, lo hacen. Es así de simple.
Me gustaría escuchar a Magdalena que hable de la injerencia de los Estados Unidos en las políticas de países soberanos, a Pepe Eliaschev pidiendo que no hace falta que se recuerde la Shoa –“porque es algo del pasado, que reaviva odios y que debemos perdonar para seguir adelante”, no?- o a Marcelo Bonelli reconociendo que un Premio Nobel como Paul Krugman le tapó la boca cuando lo pinchaba para decir que la Argentina andaba todo mal.
Toda esta crítica también la hago a quienes leen los diarios por “costumbre”. Porque en el poco probable caso de que hagan una autocrítica y se diesen cuenta que estuvieron leyendo noticias absolutamente manipuladas, llenas de omisiones y prejuicios, que la postre coincidieron con la educación y crianza que tuvieron, el golpe a la identidad de ese lector, construída a través de los años de lectura, se disolvería como “dos peces de hielo en un whisky on the rocks”. ¿Alguien va a correr ese riesgo? No, entonces, nos ponemos las anteojeras, nos narcotizamos con noticias acordes a lo que pienso y ¡se acabó la joda!
Por eso, hay que debatir. El debate es de ida y vuelta y enriquece tanto a aquellos que esbozan sus ideas con argumentaciones serias como quienes presencian ese intercambio. Rompamos con las ataduras que vienen de fábrica para poder crecer como sociedad.
¡Bienvenidos al Caleidoscopio!   

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Translate »
Scroll al inicio