Creadora de uno de los unipersonales más bellos y poéticos de los últimos años, como lo fue “La Plaza del Diamante”, Fernanda Perez Bodriá vuelve con “La Oveja Abandonada”. La actriz le cuenta al Caleidoscopio, como viene esta oveja y el futuro de La Plaza del Diamante.
– ¿Cómo surge la posibilidad de hacer «La Oveja Abandonada»?
La oveja nace a partir del imaginario inagotable de Agustín Rittano, que la escribió y dirigió inspirado en el clima, el mundo de Tirisarao, su pueblo natal, y nos fue llamando a todos para hacerla. Con él y con Fernanda Bercovich nos conocimos hace mucho en el taller de Pompeyo Audivert. Y, salvo una obra que ensayamos unos meses en aquel tiempo, esta es la primera vez que trabajamos juntos. Están también Rodrigo Martinez, Alejandro Alvarez y Flor Blejer y todo el equipo técnico. Se armó un grupo increíble. Estoy muy contenta.
– Vos sos….
Mi personaje, Shirley, es una mujer que vive con sus hermanos y el abuelo en un pueblo minúsculo donde hace mucho calor. Tuvo un problema de chica en los huesos, le crecieron demasiado y de manera irregular. Mide casi dos metros. Tal vez por eso, no sale nunca de la casa y toda su vida está dentro de esos tapiales que el abuelo levantó para protegerla de las burlas de los vecinos. Es devota de la virgen y espera algún milagro que la ayude a defenderse de la muerte del abuelo y de la amenaza de su hermana, Majo, que quiere deshacerse de todo para irse a la ciudad.
– Fue difícil salir de un unipersonal tan consolidado como «La Plaza» para esta creación de más personas?
No, para nada. En realidad, es lo que siempre hice. Trabajar en equipo, actuar con otros, es lo más lindo que hay.
– Contame un poco de “La Plaza del Diamante”
– Estrené en el 2009 y ensayé todo el 2008. Mi idea era ensayar y estrenar en octubre lo cual no fue posible. Imposible! Entonces seguí y estrené en julio del 2009 en Templum. Ahí estuve hasta fin de año y reestrenamos en el Tadrón en la primera de marzo del 2010. Estuvimos hasta los primeros días de julio, inclusive. Ese fue el último mes.
– ¿Por qué elegiste el texto o cómo llega a vos?
– Ese año estuve bastante introspectiva y muy comunicada a escribir algo personal tipo diario. Una cosa autobiográfica. Ahí me dije de hacer algo con todo ese material pero después no me interesaba como personaje. Me gustó pero ahí quedó. Después, en la facultad, en un par de materias ya que estaba cursando en Letras, me dieron el libro. Lo leí y me encantó. Terminé de leerlo y me enganché mucho con su escritura y con el personaje. Ahí se reflotó mi vieja idea de lo que había escrito. Asi fue, me gustó el texto. Como está toda escrita en primera persona la novela, me pareció que estaba para un unipersonal. Además, enseguida se me apareció el tono, la energía del personaje. Me dieron muchas ganas. Después me vinieron todos los miedos. “Como hacerlo en teatro?”, cosas asi pero ganó el gusto por las ganas de hacerlo. Empecé a investigar ya que no conocía casi nada de esta autora y vi que había una versión teatral ya hecha, que también era un unipersonal. Ese año justo era el aniversario de la autora, o sea que cuadraba todo. Era como una señal, esas cosas estúpidas que una busca para justificar porqué va a hacer algunas cosas! Jajajajajajaajja. Pero la verdad me encantó la sutileza del texto.
– Sutileza fue LA palabra que manejamos los periodistas para con el texto ¿Cómo fue hacer a Natalia?
– Bueno, hay algo que en si, se me apareció como muy delicado y sutil y quería hacerla. Lo que me gustó y lo más importante de todo es que Natalia no padece. Le pasan un montón de cosas pero en ningún momento se victimiza. No hay mirada de padecimiento, “Uh, lo que me tocó vivir” sino que mantiene la sonrisa todo el tiempo, frente a los acontecimientos. Como si les pasase a otra persona esas cosas. Ella tiene como una especie de desconexión con su cuerpo. Hay algo que ella no se conoce. Tiene frases como “las cosas que me pasaban adentro me daban miedo como si no fuesen mías”. La sorpresa de ella ante…ella misma y ante todo. La mirada particular que tenía frente al mundo era algo sorprendente. Nunca caía en la obviedad. No era, por ejemplo, “se murió mi hijo, me suicido”. Siempre miraba todo desde otro lado y eso me impactó. Había una situación que tuve que recortar de un monólogo que es que cuando estaban en toque de queda, todas las luces de los farolitos eran azules. Ella va relatando que se escuchaban ruidos y del desastre que era todo, pero dice “todas las luces eran azules. Parecía el país de las hadas. Tan lindo…”. Esa mirada poética es muy particular y ojo, que no era tonta ni nada por el estilo. No es que no se da cuenta de nada. Entonces, enfocandome en esto, era un eje del que jamás se podía salir. Además, ella tenía una fortaleza importante. Ahí fue donde, actoralmente, una dice que hay para trabajar a partir de la contradicción de alguien muy débil, con el sometimiento al marido, a la marido, a la madre, al mandato social y que no se realiza como persona, y por otro lado, con una fuerza terrible porque atraviesa todo y ella sigue. Esa mirada particular del mundo le brinda esa fortaleza a través de un amor a la vida muy grande.
Con «La Oveja Abandonada» |
-Ese apego a la vida es fantástico pero no es naif en absoluto
-Si, fue otro punto muy fuerte de la obra. Su esperanza y su deseo de vivir en el que trabajamos mucho para que no termine siendo tonta. Al contrario, es muy inteligente.
– Que comentarios recibiste al respecto por las periodistas? Más que nada por el costado femenino…
– Los periodistas hombres escribieron más al respecto. Las mujeres salían muy conmovidas de las funciones mientras que los hombres más sorprendidos en algún punto. Las mujeres salían apretadas. Es una situación muy especial. Mirá, cuando recibí el texto y la adaptación, se lo pasé a un par de amigas actrices y directoras y me decían “El texto es muy viejo”, o cosas asi. ¡No lo querían dirigir! Perfecto, si te quedás en la superficie, puede ser que te de esa impresión pero después tiene una riqueza terrible. No se si barroca pero tiene que ver con la traducción y el lenguaje utilizado. Un par me dijeron que es un poco viejo y que es difícil, como si se buscara un texto más liviano, pretendiendo un texto más contemporáneo cuando en realidad tiene una profundidad de clásico. El corset y el elástico de la pollera lo adapté porque quería que no hubiese distancia de tiempo. Que remita a la Guerra Civil Española. Noté las mujeres salían muy conmovidas. Meche Martínez fue una de las periodistas que más habló de la obra y Sonia Jaroslavsky hizo una nota muy linda para las 12, de Página 12.
– Además, me sorprende que porque con la transpolación de autores extranjeros a nuestra idiosincrasia, salvo honrosas excepciones como la tuya, todos hicieron agua.
– Si porque no tienen que ver con lo nuestro. En “La Plaza del Diamante” no es asi. Lo que pasa es que hay gente que busca como ser o buscar alguna obra que busque revelar algo por lo que somos nosotros, se busca con que texto puede pegarla. Como estar a la moda cuando si vas a actuar y lo que actuás no te va a decir nada ni te va a tocar, no tiene mucho sentido hacerlo. Al final, los resultados están. Si vas con la especulación en la búsqueda del material, estás medio frito de entrada. Vas por el mal camino. Creo que la consecuencia y el resultado del éxito tiene que ver un poco con lo autentico en la búsqueda del material y lo que quieras hacer. Por eso, me llamó un poco la atención esos comentarios.
-Las chicas amigas que te dijeron eso con respecto a la obra, ¿la vieron? ¿Qué te dijeron después que la vieron?
– No se y tampoco les pregunté. Decir “Me equivoqué” ninguna pero si “que bueno que estuvo” y nada más.
-¿Cómo era la devolución de la gente cuando terminaba la obra?
– Fue buenísimo y hubo de todo al respecto. Comentarios de todo tipo. Lo que más me impactaba es cuando se descubren cosas que una no había pensado. Por ejemplo, de que me dijeran que “guardaba los papelitos de los caramelos en la cartera porque es tan pobre…”. Detalles que se quedaba la gente pensando en situaciones o que ellos mismos estaban en la situación. Esos eran los más salientes. Rescataban esas cosas pero lo que más me decían era la positividad y el optimismo frente a todo lo que pasó, con un final en esa sintonía. La vida sigue. Cuando la gente viene diciendo “que buen final”, ahí te das cuenta que es un clásico ya que habla de la totalidad de la vida, el bien y el mal en su convivencia. Lo bueno de la vida.
– ¿Y la dirección de la obra?
– Todo un tema porque elegí el texto y tenía toda una visión de cómo hacerlo. O sea, iba a convocar a un director para que dirija algo que ya tenía craneado y que no iba a ser su elección. Hablé con un par y no pasó nada. Ahí apareció Diego Demarchi en un momento que no tenía esperanzas de nada y la verdad, fue bárbaro. “Leelo. Fijate lo que estoy preparando”. Ahí me dijo que le había gustado y que tenía mucha sutileza. Cuando dijo la palabra “sutil”, dije “ahí está” y empezó con “si dirigiera este texto, lo haría como una partitura. No haría grandes despliegues sino que lo pensaría en relación con lo musical”. Además, Diego estudió violín y la dirección tuvo una orientación desde lo musical. Ahí me quedé pensando. Antes previamente, había empezado a ensayar con otra persona que llevó la obra para otro lado. Iba en contra del material. Estaba con un director muy bueno pero con el miedo de que la obra sea un embole ya que tenía mucho texto. Pero bueno, es mucho texto y soy yo sola hablando. O sea, nos hacemos cargo de esto y vamos a fondo o si me querés poner todo el tiempo una voz en off con diez millones de acciones…
Fernanda en La Plaza del Diamante |
-Pero una cosa, la obra dura 60 mins. Cualquier obra del off tiene esa duración!
-Tal cual. Había mucho prejuicio, como si hubiera un parámetro de lo que hay que hacer, lo modernamente correcto y lo que conviene elegir. Entiendo que es difícil teatro en Buenos Aires, conseguir sala, que te vaya bien y tener éxito pero si en pos de eso, tenés tantos prejuicios… Lo que más buscaba era un director que tuviera una visión parecida a la mía y que también tuviera confianza, que esto era fundamental. Confianza absoluta en el laburo y en mi como actriz. Diego reunía esas condiciones y cuando vio el texto y me tiró sus impresiones, ahí dije “ya está”. Ahí arranqué con mucha confianza y en los ensayos, se vio lo que se podía hacer. Empezamos a tirar los textos y él estuvo muy tranquilo. “No te preocupes. Vos arrancá y te voy diciendo….”. Le dimos para adelante y una visión muy buena con respecto al material.
– ¿La escenografía?
– Una vez que estaban bastante adelantados los ensayos y sabíamos por donde venía la mano, tomamos algo muy minimalista pero para todo. En la actuación, en las canciones y también en la escenografía. Cuando no se necesitaba acción, no había acción y listo. Pensamos donde está esta mujer y tomamos el último momento de la obra, que ella está en la plaza, que no es la del Diamante, sino donde ella va a caminar para distraerse. La versión catalana ya venía planteada de esa manera, entonces tomamos eso. Ahí fue la idea de hacer una plaza. Fernando, el escenógrafo, pensó que, si vamos a estar en una sala donde todo va a estar muy cerca, tiene que ser lo más intimista y a su vez real, posible asi como con materiales nobles. Entonces buscamos un banco de plaza real y el piso que es tierra, hojas y arena. O sea, pusimos plaza dentro del teatro. Un micromundito que el que entra, está ahí. Fernando decía que en un espacio al aire libre, lo importante es el piso, no tanto las paredes ni nada. Y bueno, ahí está.
– Una de las fotos de prensa es que vos salis de una casa y después que estás dando de comer a las palomas. Cuando uno va a ver la obra, ya entró en ese mundo.
– Ese fue el concepto de todo. Había pensado que la foto de prensa debía ser el momento previo al que se ve en la sala, en el teatro. Otro momento de la vida pero que esté relacionado aunque no se vea en la obra. Fue construir el mundo de Natalia desde esas imágenes y que vos construyas a Natalia a partir de las mismas, con su vida propia. El personaje en si, tiene mucha vida propia, mucha vida interior y eso es muy rico. Ese mundo privado es increíble.
– ¿Te vas para Barcelona?
– Si! Nos invitaron para un festival en Barcelona. La directora del Festival vio en Internet que se estaba haciendo esta obra. Me mandó un mail con la convocatoria y le mandé el video de la obra. Y bueno, ahí estamos. La verdad es una satisfacción. Del momento en que elegiste el texto, producir la obra entera fue una experiencia terrible. El Festival de Barcelona sería en la primera semana de octubre pero ella quería que hagamos funciones en otras localidades o Festivales. La idea es ir en septiembre hasta octubre. Allá, ella va a programar todo con respecto a las fechas. Igual en Barcelona va a ser muy fuerte ir a la Plaza del Diamante original. Calculo que la idea es yirar con el texto por todos los lados que se pueda.
– Si por aquí entrase la Fernanda que recién empezó a leer el texto, qué le dirías?
– Seguí para adelante, jajajjajjajajajja
– ¿Alguna recomendación?
– No, solo que lo disfrute. Le daría consejo más desde la productora pero de la actuación, que de le para adelante. Desde la producción…si. Le diría que busque más algunas cosas.
– ¿Cómo es el minuto siguiente de bajar del escenario?
– Es agotador, como si hubieras jugado cinco partidos de futbol. Un cansancio y también…es como que te quedás un poquito vacía. Ahí es importante la devolución del público. Los aplausos, el cariño de la gente o si alguien te esperó a la salida. Como que te volvés insignificante y lo que más necesitás es contención a full, como un huérfano de mimo, un mendigo de amor. Quedás agotada y vacía por lo que necesitas comer algo, charlar y bajar.
“La Oveja Abandonada”. Teatro Anfitrión. Venezuela 3340. Sábado, 22.30 hs