Salto a la fama con la película “Mundo Grúa”, de Pablo Trapero y se consolidó como actor. Trabajó en más de veinticinco películas y en varias tiras de televisión. Ahora participa en dos films y en “El Viejo Criado” en teatro. Luis “Rulo” Magrani le cuenta a ECDL el periplo de una vida en la que la actuación estuvo latente pero tardó en salir a la superficie.
– Bueno, hará dos años atrás, con Hugo Alvarez –director de esta obra-, actuamos en una película protagonizada por Marilú Marini y Arturo Goetz. Era una película de triple producción: francesa, brasilera y argentina. El director, francés, el autor era brasilero y el elenco argentino. En ese elenco estaba Hugo Álvarez con quien pegamos muy buena onda. Quedó la amistad de hablarnos y comentarnos algo. Un día me llama y me dice “Tengo un personaje para vos para ‘El Viejo Criado’”. Hacía rato que no hacía teatro, por lo menos dos o tres años. Me interesó mucho la propuesta y sabiendo que venía de Hugo Alvarez, un tipo mayor –y yo dije “este tipo tiene que saber mucho”-, me jugué y me mandé. La verdad, no me equivoqué.
– ¿Quedaste contento con la obra?
– Si, quedé muy feliz. Mi personaje es un boxeador retirado, sesentón que, junto con Alsina –que es el poeta-, pasan su vida en un bar, un café. No quieren salir de ese café para no ver la realidad que -diría hasta hoy-, tenemos de un país que estuvo, está y estará en esas incertidumbres, que todos sabemos muy bien. Cada vez que Balmaceda se va, no quiere irse porque sabe lo que le espera el afuera. Entonces se pasan jugando partidos de truco, de los cuales jugamos trescientos mil partidos. Todo hasta que viene un personaje irreal que es Carlitos, que quiere ser como Gardel, e Ivonne, una prostituta francesa, que viene a buscar clientes a Buenos Aires. Así pasan situaciones y se va contando la historia argentina desde 1940 hasta 1978. Desde que Perón era coronel hasta el Mundial del 78. Es una literatura muy hermosa, escrita por Tito Cossa, uno de los grandes escritores de Argentina. Me gustan mucho las actuaciones que hay en la obra. La puesta es espectacular. Me gustaría que la vean porque está buena de verdad. Grabamos un CD con la obra y la verdad, me impresionó porque no es lo mismo verla de afuera que de adentro.
– ¿Para vos, es diferente preparar un personaje si es para teatro, cine o incluso, televisión?
– No es me es difícil. Se necesita tiempo. No lo podés armar en una semana. La incorporación del personaje a uno no viene así nomas. Es ir conviviendo con él. Incorporándolo porque este tipo vive dentro de uno, con la esencia de nuestra persona. Ver un poco más el personaje en la obra asi como también ver que no hace en la obra. Como vive, si tenía hermanos, etc, por más que en la obra no esté marcado esto. Es ir armando a la persona. Me lleva tiempo y te digo que nunca terminás de construirlo porque siempre hay algo más. Es «lo orgánico» que es lo más creible y lo más importante. Tengo esas cosas que tenemos los actores –que descubrí en Mundo Grúa-, que las emociones me conmueven en ese momento y me pasa “de verdad”. Aunque esté consciente que es una ficción, la siento igual. Es más, puedo estar adentro de este bar y decir “que hermoso césped que tenemos!” y empezar a sentir el olor del césped. Estas cosas nacen con vos y gracias a estos dones, nacen los talentos. Pero es muy importante tener un estudio que te sirva para perfeccionar estos dones. Hay técnicas que no están con vos sino que te las tiene que enseñar un buen maestro y aprenderlas.
– Recién mencionaste “Mundo Grúa”, ¿cómo recordás a la película?
– Es que no la recuerdo, la vivo todavía porque al día de hoy me sigue hablando la gente de la película. Sigo siendo “El Rulo” de “Mundo Grúa”. Voy a algún lugar y me dicen “Ahí viene Rulo”. Tengo veinticuatro películas y no se cuantos programas de tele pero sigo siendo “Rulo”. A veces les digo que “¿Sabés que trabajé en ‘En Amor Arte’ y que fui el papá de Celeste Cid?” ¡No se acuerdan! (risas). Fijate que muchas veces, en las notas que le hacen a Trapero, que ahora sacó “Elefante Blanco”, le ponen “el director de Mundo Grúa”. ¡¡Y eso que hizo “Carancho”, “El Bonaerense”!! «Mundo grúa» nos ha dado tanto a Pablo como a mi grandes satisfacciones…! Gracias a esa película, estoy haciendo la nota con vos, sino estaría laburando en mi querido taller. Conocí partes del mundo y la Argentina. Los premios que recibimos…. Cada vez que hablo de “Mundo Grúa”, me pongo muy felíz. No me canso nunca de hablar de la película.
– Sabés que fue un hito del denominado “Nuevo Cine Argentino”, con Trapero, Bielinsky…
– También estaba “Pizza, birra y faso” y después vinieron “Nueve reinas”, “El mismo amor, la misma lluvia”. La década del 90 pegó muy fuerte en el cine independiente. Mucha gente se reconcilió con el cine argentino. A partir de estas películas, un poco que la gente volvió a ver a nuestro cine, que puede tener cosas buenas como cosas malas, como todo tipo de cine.
-Me ganaste de mano de mano con la pregunta. ¿Por qué se critica tanto al cine argentino?
– Si querés, te puedo decir mi parecer. En la Dictadura, no se permitió a los talentos que había, que hagan las películas que querían hacer. Simplemente se hacían esas películas comerciales que no decían nada y te hacían pasar un momento alegre. Nada más. A muchos les desagradó esto. Así se creó en la conciencia de la gente que el cine argentino es malo. Acá es donde discuto mucho porque en Argentina se hacen muy buenas películas así como te hacen malas. Lo que pasa es que, al verse todas, podes opinar todo el tiempo. Cuando haces una película en EE.UU, como distribuidor, no vas a comprar una película mala sino una que te sirva para hacer mejor tu negocio. Asi caen las mejores. Pero hay algo muy importante en nuestro cine. La idiosincrasia que se ve, no la plasman otras películas. Siento lo que pasa. Obvio que tiene que haber una buena dirección, una buena actuación y un buen libro. Un montón de cosas. Pero estoy convencido que no solo se hacen buenas películas sino que se compran películas y novelas argentinas. Se venden en todas partes del mundo. He estado en otros países y te puedo decir que la televisión es muy triste. No te voy a decir que nuestra televisión es la mejor pero tiene cosas buenas. Con el cine y el teatro pasa lo mismo. En la vidriera está todo.
Intermedio: Nos encontramos con Luis en el “Odeón” de Flores. Tipo de barrio, de trato campechano y simpático, hablamos con “Rulo” de todo lo que es cine y teatro, mientras apuramos un cortado que sirve para cortar el frío que hay en la calle. Luis trabajaba en un taller mecánico en San Justo al momento de hacer “Mundo Grúa” y nos cuenta como fue la experiencia de dejar el taller para dedicarse a la actuación.
-Siempre recuerdo escenas tuyas en “Mundo Grúa” como cuando te quedás reflexionando, en la grúa misma. ¿Cómo fue hacer el personaje?
– Está buena la pregunta porque en ese momento, era un actor no profesional. Me considero que era actor de nacimiento pero en esa película, descubrí que podía ser un actor profesional. Tenía mucho desconocimiento de lo que era armar un personaje. En la película, no lo armé pero tampoco actúe de mismo. Tenía que actuar de esta persona pero para lo que pasaba ahí. O sea, en mi vida subí a una grúa. Las veía en películas o cuando pasaba por alguna fábrica. Ahora tenía que subir a una grúa y manejarla. Nunca fui obrero de nada -siempre fui independiente-. Todo lo que hacía, era actuado, de la misma manera que un actor profesional. Cuando veo “Mundo grúa”, que puedo hacer esas cosas –hablar con una persona que no era mi mamá y sentirla como si fuera mi vieja-, decía “Pucha, hay algo en mi. Hay que investigar”. Cuando es el primer BAFICI, y gano el premio al Mejor Actor, con el premio en la mano, en el San Martín, me preguntaba a mi mismo “¿Y ahora que hago? ¿Sigo con el taller o me dedico a la actuación?”. El taller me gusta pero esto me encanta. Toda mi vida me gustó lo artístico. Y elegí lo que más me gusta. Lo que menos pensé fue que me iban a llamar. El primero que me llamó fue este muchacho, Marcelo Moresi, con quien hicimos un cortometraje llamado “Cartón pintado”. Justo cuando lo estoy haciendo, me llama Agresti para tener una participación en “Una noche con Sabrina Love”. Mientras estoy haciendo “Sabrina Love”, me dice de hacer una película en Chile. Todo eso, en tres o cuatro meses. En abril del 2000, me voy a una isla de Chile, para hacer un personaje de un sacerdote que era real. Era “La Fiebre del Loco”, con Emilio Bardi, el otro argentino del elenco, que era el protagonista de la película. Así me fue interesando. Trabajo en mi primera novela, “Los Buscas”, y me veía con actores con estudios. Me puse a estudiar teatro por cinco años donde fui aprendiendo las técnicas que no tenía. Así me fui formando pero hay algo también muy importante que es la experiencia vivida. Los pingos se ven en la cancha. Creo que crecí bastante con los trabajos realizados.
-¿Y el taller?
-Sigue estando ahí, cerrado porque el tiempo no me da. Además, ahora me gusta dormir un poco más. Lo sigo teniendo porque me sigue gustando arreglarme el auto yo mismo o el auto de un amigo. Es más, no dejé de comprar herramientas. El taller me hacía muy felíz pero son dos cosas diferentes.
– ¿Crees que hay actores a los que les falta “calle”?
– No. Creo que un actor tiene que tener calle porque es donde se te brindan muchas herramientas. Es de donde sacas lo que no te da tu vida cotidiana. Observo mucho a la gente que camina, como se sienta. A ese señor que está ahí, con su bolso al costado, la gorrita. ¿Será un personaje que podré hacer? Un actor tiene que tener calle. Es una de las materias que tiene que tener aprobada. Con esto, no quiero decir que el que no tenga calle no pueda ser buen actor. Hay tipos que habrán leído muchas revistas, les habrán contado muchas historias y también tendrá sus cosas. Estoy convencido que un actor tiene que saber de todo pero no que haga de todo. Un actor tiene que hacer todos los personajes pero no creo que pueda hacer todos los personajes. Por ejemplo, mi dicción es muy difícil para que se me crea como médico pero eso no significa que no lo pueda hacer. Tendría que trabajar mucho. Lo del barrio, lo popular es muy difícil sacárselo. Hablamos de la esencia y ésta está impregnada de ese barrio. He mejorado mi dicción porque me costaba salir de lo que era San Justo. La forma del trato que hay en la Capital, es muy diferente. El estar mucho en CABA se va contagiando un poco pero sigo viviendo en San Justo y discutiendo con mis amigos como siempre. En el taller, todos los temas están ahí.
-Hace poco estrenaste dos pelis.
– Si, estaba haciendo “La Sublevación” cuando me llaman para hacer “Industria Argentina”, escrita y dirigida por Ricardo Díaz Iacoponi. Me convoca para hacer esta película y le digo que me pase el guión. Le aclaré que no estoy para elegir películas y me lo pasó. Cuando leí el guión, más que la película me interesó la plata. Mi personaje estaba lindo en lo que hacía. Era un laburante de fábrica pero no daba mucho crédito al guión. Filmamos y la pasé muy bien. Nos trataron de maravilla. Un equipo hermoso. Después me dice “Luis, vamos a pasar la película. Venite”. Cuando la vi, casi me desmayo. Impresionante. Hermosa. ¡Que diferente se ve la peli en el cine y que diferente te la imaginás al leer el guión! Una película que no deja de ser un documento nacional.
Anterior a “La Sublevación”, había hecho “Una cita, una fiesta y un gato negro”, con Julieta Cardinali y Leonora Balcarce. Tenía un personaje lindo. Era un constructor, maestro mayor de obra, donde laburaba con Luis Molinari, “La Maza”, el luchador. Él era mi empleado y lo llamábamos “Chiquito”. Era un papel muy cortito y pensaba que mi laburo no se iba a notar. La verdad, me sorprendí. Todos los personajes, salvo las protagonistas, son cortitos y me gustó mucho lo que hice. Es una comedia muy linda. Alejandro Pasquale es el autor y ahora nos hicimos amigos. Escribió un libro y quiere hacer una película conmigo. Veremos que pasa.
-Si por la puerta del bar Odeón, entrase el Luis Magrani que todavía no era el Rulo, que le dirías?
– “¡Que tarro tuviste, hermano! ¡Tanto culo tuviste!” (risas). Le diría que siga estudiando, que no se duerma en los laureles. Movete, no esperés que te venga todo servido como pasó con “Mundo Grúa”. Es más, casi me obligó Trapero pero en ese momento, pensaba en el taller. Si hago la película, ¿qué hago con el taller?. Hacer mucho teatro. A mi, el teatro me da ritmo, confianza, me hace jugador. Se empieza y se termina. La historia la tenés que contar en un saque mientras que en el cine la tenés que contar de a poquito. En televisión, igual. En cine contás la historia por planos, en televisión, por escenas y en teatro, aquí y ahora. ¿Te cuento una anécdota?
-¡Dale!
– Era la entrega de premios del BAFICI, en el San Martín. Era un domingo. Fiesta y todo. Al día siguiente, lunes, pensé en descansar con todo lo que había pasado. En eso me llama un amigo que me dice “Che, Rulo, se me quedó el auto…” y le dije “Traemelo”, con el premio en la mano. ¿Como iba a dejar a esta gente, que me dio de morfar siempre y que ahora me necesita? Eso me sirvió para decir “seguí laburando hasta que pueda vivir de esto”.
-Después de “Mundo Grúa”, te quedaste un año laburando en el taller.
– Si, si. Me salían películas pero la cosa fuerte salió con “En Amor Arte”, con Celeste Cid. Ahí viví el año entero en el canal. Celeste venía de Verano del 98 y Emanuel Ortega andaba muy bien. Estaba Mario Pasik, China Zorrilla, la Callejón, Silvia Baylé, el negrito Anglada….
-Un grande, que en paz descanse….
– Si. Nos habíamos hecho muy amigos. Un pibe de barrio, que se le notaba el cordobés. Te dabas cuenta que venía de una clase social baja. Era un actorazo y un gran compañero. Me contaba como lo cuidaba su abuelita, porque no lo crió la madre. Asi que fíjate, esas historias.
– ¿Como te llevás con el ego?
– Hay que pilotearla mucho porque el ego te lleva a creértela. Eso es lo peor que te pueda pasar. Se te hace un paredón. Fue una suerte que me di cuenta que había embocado la peli. También está el factor suerte. Cuando hablás de esto, no es algo que vos buscaste. Está. Entonces todo eso te lleva a no creértela. Que sos un tipo normal. Te dicen “que bien que actuas”. Osvaldo Miranda me dio el carnet de Actores y me acuerdo que me dice “Che, Luis, te felicito por el premio al Mejor Actor que ganaste. Pero si te sirve lo que te voy a decir, es que no te creas que sos el mejor actor”. En ese momento, no lo entendí; a los diez minutos, si. Fui premiado por “esta” película. Veremos para las próximas. El premio de Mundo Grúa, es lo mejor. Siempre va a seguir estando.
-¿Qué actores tuviste como referentes?
– Hay uno que me sigue emocionando –sé que es discutible esto- y es Luis Sandrini. Nunca dejo de verlo. Me movió la estantería siempre. Es algo muy groso. De los actores internacionales, Anthony Quinn. Me encantó “Zorba el griego”. Es todo muy personal. Por ejemplo, sé que es un grande pero a mi, el cine de Woody Allen no me llega. Es un gran director pero no es lo mio. Me aburre. Me gusta mucho Robert De Niro. Es palabra mayor. ¿Actrices? Norma Aleandro. Es increíble lo que hace. Darin me gusta mucho. Parece que nunca arma un personaje pero lo arma! El tipo te hace de abogado y le crees; te hace de médico y le crees. Es muy creíble. Me gusta mucho verlo. Las películas de Campanella me vuelven loco. Me gusta lo que cuenta, como lo cuenta. La forma en que filma. Me gustaron mucho “Luna de Avellaneda” y “El Secreto de sus Ojos”.
Actorazo Luis me gustaría conocerlo mundo grúa lejos la mejor película que ví ,