Llega a Buenos Aires una de las puestas teatrales de culto en España. Simple y sencilla, “La historia del señor Sommer” es un hermoso cuento de Patrick Süskind, que se corporiza en la persona del gran actor español Pep Tosar, con quien charlamos largo y tendido.
– Lo estrené al Sommer, allá por el 93, 94, con 33 años. Después de algunos años de experiencia, de trabajar con compañías y demás, deseaba conocer la experiencia del trabajo en solitario. Entonces, sin prisa pero sin pausa, anduve buscando en ese tiempo un texto que fuera adecuado para mi. El azar, digamos, puso en mis manos este textito de Süskind, a quién ya conocía de su obra “El perfume”. Nuestra puesta en escena, la trasposición del guión, en el espectáculo, es un showman en un café literario, al que acude todas las noches para contar historias de cualquier tipo y un recuerdo musical al principio del espectáculo, lo lleva a contar la historia de este viejo místerioso que transitaba esos días por su infancia.
– Se ha vuelto de culto por decirlo de alguna manera.
– Si, creo que si. No está bien que lo diga yo pero es asi. Cuando repongo el espectáculo en España, hay gente que ya lo ha visto más de una vez. Es notable porque el público ya anticipa la situación y todo! Es como una especie de espectáculo de culto y no se porqué ha sido así. Creo que hay algo en el texto muy identificable para todo tipo de público. El personaje rememora en el presente una experiencia vital por la que todos hemos pasado, más allá de nuestra condición. Los pobres, los ricos, todos….que es el abandono definitivo de la edad juvenil. El traspaso a la adultez.
– ¿Cómo influyó en vos el paso de los años para la forma en que hacés la obra?
– La respuesta corta es que el espectáculo es exactamente el mismo de la primera vez que lo hice. Creo que, ahora que lo preguntas, también es una de las razones por las cuales lo sigo haciendo. Quiero decir, a lo largo de los años, por motivos físicos digamos, el único que no es el mismo soy yo. Tengo una energía distinta a la que tenía a los 33 años y el espectáculo reclama la misma energía. Intenté recalificar la energía pero hacia otro lugar más abordable pero es imposible. Le toco algo y como que deja de funcionar. El espectáculo está construido sobre las bases que se hicieron en su momento. También puede estar relacionado en que Señor Summer fue el primer encuentro entre el director y yo. Luego vinieron una serie de largos años de trabajo en común. Los supuestos aciertos del espectáculo están en la comunión de estas dos energías, que se juntaron de manera muy fácil. El espectáculo sigue siendo el mismo. Parte de la ropa es la misma. Sigo llevando los mismos tirantes y la misma corbata. El pantalón y la camisa, no….jajajajaja.
– El año pasado, en la sala que dirijo en Barcelona, tuve la ocasión de programar un espectáculo de aquí, “Pedir demasiado” del director Guillermo Ghio. Él dirigió con una compañía catalana y lo estrenaron acá hace un par de años y después lo presentaron en Barcelona. Ahí es cuando lo conozco a Guillermo. Ellos hacían su espectáculo y yo hacía el Sommer. Guillermo lo vio, le gustó y me dijo de traerlo aquí. Arreglamos un par de fechas en el Belisario por lo que todo es culpa suya!
– ¿Qué expectativas tenés?
– Bueno, no voy a poder hacer nada con el espectáculo que no haya hecho toda la vida. La dificultad es la misma. Descansar durante todo el día para tener la mayor energía para la noche. Mi expectativa es poder llegarle a un público al que conozco solo de oído, no por experiencia. Espero estar a la altura de las circunstancias. El teatro argentino que conozco tiene el listón muy alto. Confío en el espectáculo, sin ser este realizado desde el género comercial, conjuga la ironía y la ternura de Süskind, desde la literatura de forma magistral. Lo disfrutan tanto los grandes como los chicos. Hacerlo en castellano es un estímulo añadido. Esto me obliga a estudiar lo cual me encanta. Mi expectativa es estar a la altura de la circunstancias.
– ¿Cómo es el minuto siguiente de bajar de escena?
– Es algo que no tiene nada que ver a cuando tu trabajas en una compañía o en alguna obra en la que compartes la responsabilidad. El minuto siguiente es un instante que está fuera de mi control. Necesito después estar diez o quince minutos solo, en el camarin, para bajar el globo que tengo en la cabeza. Son 95 minutos sin parar, de explosión física y psíquica. Para mi es comprobar una y otra vez, que es imposible hacer este espectáculo con el piloto automático. O recorres cada segundo del espectáculo como si fuera la primera vez o no lo haces. Es absolutamente agotador. El cerebro necesita un tiempo de aterrizaje porque la carrera es muy veloz durante estos 95 minutos. Pero bueno, es la única obra que hice por tantísimo tiempo. La sensación es que es como el mar. Hay que respetarle mucho para que no te juegue una mala jugada pero si no, es muy placentero. Disfruto mucho cada vez que lo hago pero cada representación me recuerda que no le tengo que perder el respeto.
– Si por la puerta del Belisario, entrase el Pep que recién iba a estrenar el espectáculo, qué le dirías?
– Ahora, ¿con la experiencia que tengo? Uh….lo felicitaría por la cantidad de buenos momentos que le esperan. Le diría “ojala estuviera en tu lugar”
– La última, ahora si, por qué actor?
– Mi abuelo era era el segundo de cinco hermanos. Los dos mayores tenían una especie de compañía de teatro. Esto era en el año 1900, con la que vinieron a Buenos Aires. Tres hermanos trabajaban de verdad y los otros dos tenían el teatro, jajajajaja. Mi abuelo volvió a Mallorca y los otros quedaron aquí. Recuerdo cuando era chico y lo veía a mi abuelo recitar trozos de las obras que hizo aquí. Me impresionaba mucho por su voz y su presencia. Un actor de carácter. Imaginate lo que era para mi, despertarme y verlo al lado mío ensayando lo suyo. También recuerdo mucho mi primera experiencia como público a los 11 años, en un pueblo pequeño. Se apagaron las luces y aparecieron personas en el escenario contando varias historias conocidas. Creo que hay algo determinante en estas experiencias. El hecho es que soy un actor que, con el tiempo, desde que estrené el Sommer, me dedico, en el 80%, de trabajar en mis propios proyectos. Soy un actor vocacional, que le gusta el trabajo. Me encanta situarme en una nueva situación, en un nuevo espectáculo, situarme en el Punto Cero. Ese punto en donde no sabes qué día tenés que estrenar ni en qué forma. Ese desafío, ese susto, ese abismo, sigue estimulándome y es una forma de pasar a la eternidad.
La Historia del Señor Sommer. Teatro Belisario. Av Corrientes 1624. Viernes y sábado, 21 hs y domingos, 20 hs.