Se inicia el Festival LATE en Tres de Febrero

Este domingo 15 de septiembre, comienza la segunda edición del Festival LATE, de teatro independiente en el conurbano. El LATE se extenderá del 15 al 22 de septiembre en distintos espacios de la localidad de Tres de Febrero. Es un festival que conjuga obras de la escena independiente y alternativa, y convoca a artistas reconocidos del Gran Buenos Aires y de CABA que proponen diversidad de poéticas y lenguajes.
La programación la pueden ver a la derecha de la pantalla
El Festival es impulsado por el Cine Teatro Helios, ubicado en Ciudad Jardín, Palomar. Además, contará con un circuito de sedes ubicadas en diferentes puntos del partido:
-Biblioteca Popular: Boulevard Finca 6579, Ciudad Jardín Palomar.
-Club A.F.A.L.P.: Alas argentinas 650, Ciudad Jardín Palomar.
-Baldío Teatro: Boulevard Finca 6577, Ciudad Jardín Palomar.
-Asociación Cultural Arte y Vida: Remedios de Escalada de San Martin 6750, Martín Coronado.
-Cine Teatro Paramount: 3 de Febrero 2561, Caseros.
Las sedes del LATE Nómade son:
-Complejo Cultural Plaza: Int. Alberto M. Campos 2089, San Martín.
-Cine Teatro York: Juan Bautista Alberdi 895, Olivos.
La entrada general es de $150. Estudiantes, jubilados y docentes: $120.
Abono por 5 obras: $600. Doble Programa: $200.
Se pueden comprar en Planeanet y en la boletería del Cine Teatro Helios. Boulevard San Martin 3076, de lunes a sábados de 11 a 13 y de 16 a 20.30hs.
Los días de cada función se venderán entradas en su respectiva sede desde hora antes del comienzo. Reservas en Alternativa Teatral.
En lo que a nivel artístico se refiere, ECDL se puso en contacto con la actriz y docente Valeria Castro que será parte del festival, para que cuente su experiencia en el mismo así como su opinión de la escena teatral de Buenos Aires.
Valeria Castro tiene mucho por decir
-Valeria, ¿qué es el Festival LATE?
– Fui público de la primera edición del LATE y en ésta, fuimos seleccionados para el LATE nómade con “Auch”, una versión MUY libre de El Enfermo Imaginario de Moliere, obra que versioné y dirijo. Creo que es un Festival súper bien curado y programado. Percibo mucha alegría y pasión asi como cierta obsesión y meticulosidad. Es un ciclo que está problematizado y hecho “con cariño” al mismo tiempo. Se piensa en qué propuestas traer y la forma en que dialogan con los espacios y el público. Hay un interés por el cruce y el encuentro que puede darse. Se propone una experiencia nutritiva. Me interesa ese cruce de fronteras que tiene el LATE con espectáculos de calidad, pero de muy diferente factura, producción y poética. Es un cocoliche bien tramado que posibilita que vecinos de la zona puedan ver tanto un espectáculo ya consagrado que viene de la ciudad (al que, tal vez, no irían) como una obra de teatro comunitario generada en su propio barrio (a la que tal vez tampoco irían de no ser por el festival)… No hay exitismo… Se abre y democratiza el acceso al teatro. También es un aliciente para los alumnos de las escuelas de teatro de la zona; La Pedro Escudero y dos profesorados uno en Morón y otro en Hurlingham.
También algún porteño tendrá una hermosa experiencia si se toma el tren, cambia de aire y ve alguna de las propuestas descentrarse siempre es interesante. Pienso en espacios que se ocupan, se comparten y se llenan de experiencias, de emociones. Me parece esperanzador y de locos que, en el contexto actual, se apueste a esto. Es creer o reventar y se elige creer…
– Vas a presentar AUCH, una versión de “El enfermo imaginario” de Moliere, no?
– Estamos tan felices de ser parte… como LATE nómade iremos un poco más tarde que los otros espectáculos, algo así como el epílogo en el York.
“Auch” es una obra que nos está dando muchas satisfacciones. Versionar Moliere y poder traer la Commedia Del Arte a una posible versión 2019 y local es una experiencia alucinante. Decidimos hacerlo sin respeto, sin solemnidad. Buscamos entender por qué sigue funcionando y hacerlo funcionar. Nos quedamos con el disparate llevado al paroxismo, con el artificio, con la sátira social y con los procedimientos de la actuación.
Corté las situaciones, las escenas a su mínima expresión y luego trabajamos los sociolectos, que son muy musicales. Buscamos los arquetipos acá bien cerquita. Leer Moliere es tremendo. Venís notando todos los anacronismos y de golpe “fa” esa escena que podría darse tal cual tal cual como en 1873 con carcajada garantizada. Los nuevos ricos, las apariencias, los advenedizos, el ingenio… los grandes temores… ¿Cuáles son las invariantes? ¿Hasta dónde se puede “banquinear” con el humor? Tratamos de expandir al máximo esa posibilidad.
«Auch», una muy personal visión de Moliere, por Valeria Castro

Es un lujo dirigir a este elenco maravilloso Fede Gonzalez Bethencourt, Male Salatino, Maxi Chiprut, Mica Viviani son muy talentosos, y les agradezco que me den bola. Me encanta pulsar sobre el oficio del actor, y ésta es una obra donde los actores lo dan todo. Están de verdad exprimidos. Es una poética que exige un dominio muy grande. Los personajes “piensan” con el cuerpo. No hay mediación psicológica. Tienen que estar siempre en riesgo, en desequilibrio y a la vez ser sumamente precisos. Encima hacemos una “bobada”, un delirio donde todo está trabajado con un tempo muy exacto… con muchos planos a la vez pero con mucha limpieza. La obra no cae un segundo.

-¡Qué bueno!

– Además, “Auch!” no necesita un público con “competencia” teatral. La gente se va muy contenta. Hay un clima de fiesta popular, de endorfina en cada función. El teatro no tiene que dejar de ser una fiesta y esto es algo que nos pasó… Nos olvidamos de la celebración por momentos…Nos creímos que era en serio. En lo personal, soy muy del dramón, del querer “ser profunda” y “¿qué querrá decir?”. Pero esta obra nos corrió del propio prejuicio. Fue arrancar carcajadas, aplausos en el medio de la función y trabajar deseando lo imprevisto, sin red. Ahí es cuando aparecen cosas desopilantes. El disfrute es enorme. Nos cuesta a veces sentar a un colega o a un crítico porque es una obra “popu”. Eso es lo que creemos pide Moliere. Nuestra mayor ambición es pensar que si Moliere pudiera verla, le encantaría. Ojalá a los espectadores del LATE también.
Por otra parte, vamos a estar los domingos de octubre y noviembre en Espacio Sísmico (CABA).
– También vas a dar una charla en el marco del festival…
– Espero que la charla me encuentre con otras personas que también estén haciendo y que podamos revelar algunas de nuestras intuiciones y motores. Que no nos hagamos mucho los inteligentes y que se nos muevan algunas ideas. Salir con algunas preguntas, resonancias e impulsos nuevos. Ah, si! Algo más! Que quien vaya no sea tan espectador… que también pueda participar con su propia trama de lo que conversemos.
– De a poco, pareciera que van surgiendo ciclos de este tipo. ¿A qué se debe la aparición de los mismos?
-En épocas de crisis es crucial unirnos, crear lazos y poder concretar los proyectos. Nos van acorralando, pero tenemos un saber hacer y una capacidad de acción que es poderosas a pesar de las políticas restrictivas a los espacios, el desfinanciamiento y desgobierno de las áreas de arte y cultura no nos quedamos quietos. Hay buenas ideas, talento, capacidad y surgen movimientos autogestivos de muy diferente impronta. Creo que armar un colectivo es sostenerse con otros y creo que también es poder tomar decisiones estéticas, armar una lógica propia. Me parece vital.
-¿Qué diferencias ves entre la movida de teatro independiente en el Gran Buenos Aires y CABA?
-Quienes seremos los porteños… No conozco muchos porteños que no seamos migrantes, pero se arma algo bien fuerte alrededor de los espacios capitalinos y del “pertenecer”. Cuando estudiaba teatro en el oeste quería estrenar en Capital. Era como llegar a algún lado. Es una mirada provinciana que perdí cuando finalmente conocí más la movida de CABA. La ciudad tiene propuestas maravillosas, y otras que son intentos de parecerse a esas propuestas. Se mira mucho qué tiene el de al lado en el plato. La ciudad tiene esas propuestas muy buenas si, y también algo climático. Una demasía bastante seductora que en lo personal me encanta, pero también la ciudad… vota como vota y en lo teatral se arman algunas endogamias que no nos ayudan.
Me parece interesante las experiencias del conurbano (aquí incluyo al LATE) que no intentan reproducir la impronta porteña. Las experiencias del conurbano que no buscan el “derrame” entendiéndose por ser teatro emergente que llegará luego a “la capital”.  Estar en un margen, en un suburbio, libera un poco de ciertos cánones y poses, de “pertenecer”. La poética se ve impactada por el ambiente, dialoga.  Hay más tiempo y más espacios. No de manera temática, para hablar del suburbio. Pero si hay un cambio de aire en el mejor de los sentidos.
Son otros tiempos. Hay otras búsquedas y solidaridades…Además, yo soy del oeste. No iba a decir que “en el oeste está el agite”, pero bueno, ya lo dije. De verdad, más allá de las fronteras, la cantidad y la calidad de movida bonaerense es enorme.
Clarice Lispector, a través de la pluma de Deby Watchel

– En tu experiencia como docente, ¿qué buscan los alumnos en el teatro?

– Cada persona llega a las clases con expectativas muy diferentes. Hay algunos prejuicios en común de quienes llegan a un taller. Las razones que esgrimen las personas es que suelen considerarse extrovertidos de más o de menos. Distinto es alguien que abraza una vocación. De todas maneras, puestos en acción, hay que arremangarse porque el teatro depende de que el alumno-actor “haga”. Tiene que producir, “entrar en juego” y exponerse. Eso mueve muchas fibras en lo personal y en el encuentro con otros y en lo colectivo.
Más que, lo que buscan los alumnos en un taller, me parece interesante lo que encuentran. Es difícil de poner en palabras. Si el docente tiene herramientas para cuidar al otro es un espacio maravilloso. Como profe, no puedo “enseñar” pero sígenerar las condiciones para que el otro aprenda. Proponerle algunos pretextos. Acompañarlo. Creo que todas las personas tendríamos que transitar alguna vez la música, la danza, el teatro, No como necesariamente como profesión, sino como derecho al goce estético, a resonar esas formas únicas de humanidad. El contacto con la emoción, la porosidad, el habitar el propio cuerpo, el registro del otro, el poder estar en una especie de tiempo presente, el producir junto a otros un tiempo -espacio ficcional, entre otras maravillas.
En clase se entrena teatro. Se habla y se propone ver teatro. No es de mi agrado hablar de los efectos secundarios, evangelizar o hacer terapia. El foco es el lenguaje en sí. Vinimos a hacer esa clase,  pero no soy ingenua. Por dentro sé que el teatro cambia vidas e incluso más, que salva vidas.
– ¿Cuál es tu opinión respecto a quienes no quieren “mezclar” el arte con la política?
¿Lo teatral es político?
-Cuando alguien se ataja y avisa que no quiere mezclar la política con algo, me prevengo porque quiere invisibilizar su propia idiología. Pararse en el lugar del sentido común o en las cosas como son. Me prevengo de quien dice no embarrarse.
Todos los actos de las personas son políticos. No me cabe duda. No me conmueve en lo personal, lo panfletario o la bajada de línea en el teatro. Creo que si problematizamos nuestras maneras de producir (quilombo!) y nuestro lenguaje somos más políticos que cuando hablamos de un tópico. Como espectadora, amo los dramas menores, peripecias sencillas atravesadas por la historia. Esos relatos donde está expresada una época con sus tensiones de poder pero donde no necesariamente se mencione lo macro.
Lorena Vega, sus hermanos y su historia familiar en «Imprenteros»

– El jueves, Actrices Argentinas realizó una conferencia de prensa por una nueva denuncia sobre acoso sexual y maltrato. Al respecto, ¿cómo viste la reacción del teatro frente a las corrientes feministas de los últimos años y las denuncias que hubo?  ¿Se produjo algún tipo de modificación en la conducta tanto de hombres como de mujeres?
– Creo que estamos atravesados por esta ola/ marea del feminismo. Es imposible no interpelarse. Incluso quien rechaza este movimiento está inmerso/a en esta revolución que es implacable. Está movidito y variopinto. En lo personal y como cuestionamiento no puedo parar de ver lo que me rodea a través del feminismo y la crítica a mis propios actos. Lo de los demás (pasados y presentes) se tamiza ahora de esta conciencia que busca la libertad propia y la del otro. Es una gran cosa y a la vez nos tiene muy alertas, en constante movimiento. Ninguna obra se lee igual que hace unos años. Ningún vínculo de poder pasa de largo como hasta hace algunos años. Ninguna humorada tiene el mismo valor. En el teatro donde los actores nos ponemos en juego, los cuerpos ya no son lo que eran si desnudamos las violencias de las que están atravesados. Todo está en tela de juicio y me parece que así, está bien. Es trabajoso, claro.  Veo compañeros varones laburándose caóticamente, con contradicciones, con duelo (porque así creo es cuando nos cuestionamos nuestros privilegios). Veo otras personas más en pose, que necesitan dar más definiciones hacia afuera o mostrarse, pero creo que también eso es proceso y que cada uno abaraja como puede. Si ahora te “haces” el feminista o entendés a medias igual ya estás adentro del debate.  Prefiero que estemos incómodos porque la comodidad patriarcal es muy cara. Nos cuesta la vida. Lo de Actrices Argentinas es enorme porque hay un rol que tiene que ver con la profesión y que se ejerce a fondo. Hay inteligencia del momento histórico y de la visibilidad. Nos veo a las colegas claras del autocuidado, del límite a las acciones y actitudes nocivas. Hay una mirada más franca y generosa con las otras compañeras. Es un momento donde estamos hablando mucho de nuestra intimidad, de como toda esta opresión se imprime en nuestras biografías. En nuestros cuerpos, es un campo de batalla complejo. Salimos a decir cosas y de golpe, nos dimos cuenta que somos todas testigos de todas las demás. Nosotras sabemos cómo es, que el abuso u otras violencias no son una “desgracia personal” sino parte de un sistema. Se cayó el manto de silencio que nos paralizaba y aislaba.
El segmento teatral es muy progre. No vas a encontrar fácilmente alguien que diga “y esa que se cree, que vaya a lavar los platos…” pero la desigualdad se cuece igual. Quiero ver la reivindicación feminista en los números del teatro. Quiero que todas las maravillosas mujeres que escriben y dirigen no peleen tanto por su lugar (Hablo de ellas porque el rol de actriz es imprescindible para los roles femeninos). Quisiera que desacralicemos a algunos maestros, algunos monstruos sagrados, que si bien pueden tener un aporte enorme… No sé, eso de las figuras me hace ruido… Me parece que es otorgar un poder excesivo. Hasta acá con los popes, los pater familiae, el rigor, el verticalismo, la vergüenza como motor de la enseñanza…Estaría bueno que ellos también se corran de sus lugares de privilegio. Si acaparás los espacios, alguien se queda afuera…

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