Decano del periodismo deportivo, logró una popularidad que lo sorprende. Pasional como pocos, Horacio Pagani combina el saber periodístico con la impronta de un tipo de barrio, con códigos. En el encuentro con EDCL, habla de Riquelme, el boxeo, el futbol que le gusta a la gente, la popularidad y el ser periodista.
-Horacio, ¿por qué periodista y por qué de deportes concretamente?
– Terminé el colegio secundario y, según el criterio de mis viejos, iba a ser contador público. Me recibí de perito mercantil y empecé a estudiar en la Universidad de Ciencias Económicas, hasta que me tocó el servicio militar. En esa época, se ingresaba a los veinte años. Ahi me di cuenta que no me gustaba la carrera y que estaba vegetando en la Universidad. No sabía que hacer. No era que tenía una vocación encendida de ser periodista. Me gustaba mucho el deporte y llevaba anotaciones de los juegos olímpicos y ese tipo de cosas. Le conté a un amigo que no quería saber más nada con Ciencias Económicas al tiempo que ya estaba trabajando en un banco (había empezado a los 17 años). Mi amigo me dice “¿por qué no estudias periodismo deportivo?”. En ese tiempo no existía una carrera.
-¿No?
– Para nada. Entonces, me fui al Círculo de Periodistas Deportivos. Hicimos una gestión ya que había empezado las clases y comencé a estudiar ahí. Lo hacía por hobbie y tuve como profesor a Osvaldo Adrizzone en primer año. Adrizzone era un tipo al cual leía en El Gráfico y uno de mis referentes junto con Dante Panzeri. Un día, corrigió unas pruebas que habíamos hecho y me elogió algo que había escrito. Ese fue el click que me cambió la historia y dije “Voy a ser periodista deportivo”. Me fue bien porque al año siguiente, me dieron trabajo. No había terminado la escuela y empecé a trabajar en televisión, sin salir al aire, en Canal 13, en la transmisión de los partidos de la tercera división a la mañana. Después, un amigo del barrio me hizo una palanca para entrar en “Clarin”, donde estoy desde hace cuarenta y cuatro años.
– ¡Qué número, Horacio!
– Soy el periodista más antiguo de Clarín. Después trabajé simultáneamente con El Gráfico y después seguí en Clarin. Desde hace trece años, estoy en la radio, ahora en Mitre y desde hace siete, estoy en TyC Sports.
– ¿Usted se siente más cómodo como periodista de fútbol o de boxeo?
– Soy un tipo que, esencialmente, es periodista de fútbol. Me gusta mucho el boxeo y siempre iba al Luna Park. Se me dio una chance cuando estaba en El Gráfico, alla por el 70 y 71. No había especialista de boxeo. Se había ido Cherquis Bialo, -que después volvió- y me preguntaron si podía hacer una nota de boxeo. Me animé y ahí quedé enganchado. Después, lo hice en Clarín. Me gusta mucho escribir sobre boxeo, un deporte que tiene una connotación social tan grande y más fuerte que la del fútbol por el origen de los protagonistas. El fútbol me agrada más como actividad pero me interesa mucho las historias de los boxeadores.
-Además, el boxeo fue el deporte que más medallas olímpicas le dio a la Argentina…
– Y… ¿sabés algo? Viajé mucho más por el boxeo que por el fútbol.
– ¿Sergio «Maravilla» Martínez es el mejor boxeador de la Argentina en la actualidad?
– Si, no hay duda al respecto. Primero por lo que transmite como boxeador. Fíjate que tiene 37 años y tomó figuración pública después de los 33. Se fue de acá cuando era campeón argentino y no tenía mucha trascendencia. Estuvo en España ocho años con muy buenos entrenadores, como los Sarmiento –que son argentinos- que, finalmente, lograron meterlo en EE.UU. Había hecho una pelea en Las Vegas y perdió con Antonio Margarito en el 2000, por KOT7. Después de esa pelea, no perdió más salvo una muy discutida con Paul Williams, a quien noqueó en dos en la revancha, con una mano bárbara.
-Es un boxeador especial…
– No tuvo gran figuración internacional en su momento. Es un tipo raro que aprendió todo de grande. Se entrena muchísimo. Es una máquina y es muy despierto. Dice cosas coherentes y no habla al pedo. Cumple todo arriba del ring. Hace un laburo de desgaste con el rival como lo hizo en las últimas dos peleas que ganó en el round once. Es un nuevo fenómeno para analizar. Tiene 37 años y pareciera que tiene rollo corto pero es una sorpresa para todos.
-Después de Maravilla, ¿a quién consideraría destacable del boxeo argentino? ¿A Lucas Matthysse, a Maidana?
– El más sobresaliente de los últimos años era Narváez por la cantidad de veces que defendió el título y su categoría pero no le salió bien la experiencia de ir a pelear a EE.UU en una categoría que no le era conveniente. Perdió una pelea mal frente a Nonito Donaire. Estuve en esa pelea y no estuvo bueno lo que pasó. Esto le cerró la puerta en EE.UU. Matthysse es noqueador bárbaro que, cuando tuvo la chance de una pelea por el título mundial con Erik Morales, se engripó diez díaz antes y se canceló. Iba a ser su gran oportunidad y ahora tiene que volver a hacer su recorrido, con un par de peleas más. Es un fuerte noqueador.
– ¿Y Maidana?
– Para mi, ya llegó a su techo. No está bien orientado desde el rincón. Cambió muchos entrenadores y cuando un boxeador se transforma en el jefe de su equipo, no es bueno. El boxeador tiene que tener gente que lo someta al entrenamiento y a los rigores del boxeo. En la última pelea se vio que no estaba bien preparado. Perdió con Devon Alexander, un rival muy difícil. Subió de categoría, equivocadamente, no tanto por plata sino porque les cuesta dar el peso. No se cuidan y Maidana está pagando ese precio. Igual le fue bien. Dice que vuelve a su categoría pero creo que le va a costar más. Una vez que se fue tres kilos para arriba les va a costar bajarlos. Creo que llegó al techo.
– ¿Cual fue el mejor boxeador que vio?
– En vivo, el mejor que vi fue Sugar Ray Leonard y de los argentinos, Gustavo Ballas. Técnicamente, era como Nicolino en defensa pero además pegaba. Tenía todo el andamiaje de Paco Bermudez pero pegaba en ataque. Eso es lo más difícil del boxeo ser técnico y ofensivo. Los grandes boxeadores técnicos siempre fueron contragolpeadores, porque trabajan sobre los errores del rival. Lo difícil es ser técnico y tener habilidad para ser ofensivo. Asi era Gustavo como también lo era Chacon que, lamentablemente, nunca pudo dominar su peso. Ese es el problema mayor de los boxeadores. Naturalmente, se tiene un peso y en su vida de boxeador, otro muy diferente.
– Es una diferencia importante…
– La adaptación al peso de boxeador tiene que ser algo cómodo. Cuando cambias de categoría y te vas a una más alta, estás dando ventaja de velocidad y potencia. Fue lo que pasó con Chacón, otro boxeador que pegaba en ataque. Después tenemos a los monstruos como el guapo Galindez o el extraordinario Carlos Monzón. Nicolino era otra imagen del boxeo. Son íconos pero en cuanto facultades técnicas, los que te acabo de decir.
-Retomando el fútbol, ¿cuando descubrió usted a Riquelme?
– El tema se fue agrandando y eso que empezó como una broma, cuando él jugaba en Boca y después se fue al Barcelona, que no le daban chances. Pensábamos que Riquelme se rebelaba y no quería jugar en la posición que le daba Van Gaal. Decía yo «¡qué bárbaros estos tipos que se creen los dueños de este futbol cuando este –por Riquelme- entendía el juego!». A medida que lo fui viendo, me metí y me empecé a enojar cuando empezamos las discusiones. Ahí me dije que la iba a sostener la postura, con convicción y con argumentos. Me asombra muchísimo, que los colegas periodistas no se den cuenta en la diferencia sideral que hay en la interpretación del juego entre Riquelme y los otros. Esto es indiscutible. Como el juego del periodismo es tan rápido y espontáneo, pareciera que tuviera que rendir cuentas todos los domingos porque se sabe que puede rendir más. Los tipos que hacen los puntajes, siempre lo tiran para abajo porque se cree que puede dar más. Después podrá jugar mejor o peor, bien o mal, depende de cada partido y cada circunstancia. Entonces me tomé esto como una especie de obsesión a lo cual defiendo con capa y espada, siempre con argumentos.
-Además, está la diferencia entre un enganche y lo que empezó a surgir en los 90, con el lanzador, como Verón o Beckham.
– Claro, son de distintas características. Lo que se ha producido en el fútbol es una dictadura de los entrenadores. Es tal el avance mediático de los entrenadores que se han creído ellos que son los inventores del fútbol. Como son ellos los fusibles de si un equipo pierde, se han transformado en esquemáticos encargados de dar ideas y los jugadores son obedientes cumplidores de órdenes porque les es más cómodo hacer lo que dice el entrenador y decir “la responsabilidad es del entrenador”. Entonces se han perdido las libertades. No hay jugadores que jueguen libremente, que sean “rebeldes”. Pero esto no es cuestión de Argentina sino de todo el mundo. Se ha perdido la espontaneidad, la libertad, la alegría del juego por los intereses. Por eso, un equipo como Barcelona rompe todos los esquemas porque tiene una serie de jugadores que vienen con una idea y hacen que reivindiquen el juego del fútbol.
– Me acuerdo en los 90, de casos como Redondo en el Madrid, Simeone en el Atletico, Batistuta en la Fiorentina o Caniggia mismo. Después del 2000, pareciera que no hay más capitanes argentinos….
– Desaparecieron de los clubes grandes. En los últimos años, salvo Lamela, no se fueron muchos jugadores argentinos que se hayan ido por precios desorbitantes y con repercusión al exterior. Hubo un parate en la aparición de los jugadores asi como es también una cuestión económica. Se llevan a todos los jugadores y cada vez, de menos edad. Se produjo un vaciamiento del fútbol argentino que se aprecia en el juego en tanto faltan jugadores de talento.
– ¿Cree que el acceso a internet y la fácil obtención de la información ha conspirado contra el desarrollo de los periodistas?
– Si, totalmente. Siempre digo que, internet, con todo lo que implica como progreso para la profesión periodística, que trae información completa de todo, ha conspirado un poco con una de las cuestiones fundamentales que es el afán de investigación. La creación de su propia identidad como periodistas a partir de la información. En internet parece que sale todo pero también salen cosas que están bien asi como cosas que están mal. Lo he visto y lo comprobé cuando daba charlas en escuelas de periodismo y veía a los pibes anquilosados porque la idea era que todo lo resuelve internet. Se busca en internet y aparece. Se ha perdido el ojo de tigre, el fuego sagrado que tenía el periodista. En ese sentido conspiró contra la calidad del periodista.
– Hoy en día, más que periodistas, ¿no hay hinchas que cuentan lo que ven?
– Estamos en una etapa donde los periodistas se identifican como simpatizantes de un equipo. Estoy en completo desacuerdo con esto. Por más que pareciera una cuestión hipócrita, el periodista no debe decir nunca de que club es hincha porque condiciona su opinión frente al receptor. Este la toma o la desprecia según lo que cree que es la intención del periodista. Hay que evitar, al menos, ese paso. Tengo muchos compañeros y colegas que dicen que lo moderno es decir de que club es y ser imparcial. Está bien. Se puede hacerlo pero en el momento en que decís de que cuadro sos simpatizante, condicionás tu opinión.
Intermedio: Nos encontramos con Horacio, en la pizzería El Talión, de Rosario y Av La Plata. Termina de almorzar con sus amigos y nos saluda con una sonrisa y un apretón de manos. Comienza una charla divertida y punzante, sin perder nunca el humor. Horacio responde con seriedad y buena onda, con su voz tan característica. Se presta para las fotos y dice ese “Uoop” tan personal cuando posa, al tiempo que rie con ganas. Simpático, entrador y querible, la gente lo mira y lo reconoce al instante.
– La discusión Menotti-Bilardo, ¿quedó en el tiempo?
– No. Quedaron en el tiempo los nombres pero es, mas que nada, una cuestión filosófica entre quien defiende las formas estéticas del juego y los que creen que todo depende de la circunstancia del resultado. Esto es muy endeble porque no se puede defender una teoría a partir del resultado porque nadie es dueño del resultado. A mi me gusta ganar pero a quién no le gusta. De una falacia se hizo una construcción ideológica. No hay manera de comparar una cosa con la otra. Es insostenible. Había una corriente, que era la que pregonaba Menotti, que era una manera, una anti-manera mejor dicho. No tiene sustento ideológico sino que es lo contrario a aquello que si lo sostenía. A un tipo que solo dice “me interesa ganar” no hay discusión posible.
– ¿No discute al Boca de Falcioni?
– Teorica e ideológicamente, no me gusta como juega pero un equipo que saca doce puntos al segundo, sería muy audaz y muy sinvergüenza de decir algo al respecto. No lo elogio pero no lo discuto. Lo mismo me pasaba con Palermo. Nunca me gustó como jugador de fútbol. Era muy torpe técnicamente hablando pero hizo tantos goles -y al fútbol se juega con goles-, que me callo la boca con este tipo. Si hace todos los goles, hay que respetarlo. En el fútbol valen los goles. Uno podrá tener una posición ideológica firme y segura pero tiene que ser fiel a la realidad. Si pasa que Boca ganó como ganó el campeonato y los rivales son malísimos, estos forman parte del mismo campeonato que jugó Boca. Cuando los argumentos numéricos son tan contundentes, no podemos creer que somos los que inventamos la polvora. Me quedo quieto. No elogio a Boca pero no soy tan tonto de criticarlo diciendo no me gusta. Si un equipo gana por doce puntos un campeonato, hay que callarse la boca.
-Usted habla de Palermo y uno recuerda un tipo como Kluivert, con unas condiciones técnicas increíbles…pero con mucho menos gol.
– Y si, el goleador está para hacer goles. ¿Cómo los hace? Es problema de él. Si los hace, tenemos que someternos a la realidad de los hechos. Lo mismo pasó con Artime, un tipo bastante limitado técnicamente pero hizo una cantidad de goles impresionante porque siempre estaba ubicado en el lugar oportuno. Hay virtudes que uno no conoce.
– ¿Messi es el gran jugador argentino?
– Está en un momento de esplendor y está haciendo tres goles por partido. Además, cuenta con una habilidad fenomenal. A mi no me gusta el tema de las comparaciones históricas. El mejor que vi fue Maradona pero no hay comparación. Messi es un extraordinario y desequilibrante delantero. Tiene 24 años, capaz que en tres o cuatro años, adquiere el concepto global del juego que tenía Maradona y ahora tiene Riquelme. Ahí si sería un jugador inigualable. En concepto, Maradona jugaba en un equipo que no tenía el respaldo que tiene Messi, que juega en un equipo fenomenal, con jugadores que lo sostienen. Tiene un equipo que lo banca. Maradona era él el que sostenía al Napoli. Cuando se consigue esto, es por personalidad y liderazgo. A lo mejor, con el tiempo, Messi lo consigue pero por ahora, no.
-Es la gran crítica a Messi, su falta de liderazgo y temperamento….
-No, temperamento no. Tiene una cuestión que tiene que ver con la selección argentina. En el Barcelona está muy protegido por todos. Cada vez es más libre ahí porque se la dan el entrenador y sus compañeros. En la selección argentina, está haciendo su aprendizaje de selección pero bueno, hay que esperarlo un poquitito. Es un jugador extraordinario. La habilidad y la velocidad que tiene es increíble. Pero bueno, parece que no se puede discutir. Apenas decís un “pero” ya te dicen que estás en contra de Messi, como dicen los que trabajan conmigo en la tele. Quiero poner un límite en la cuestión, para explicar algo y ya me ponen como “enemigo de Messi”. Es mentira eso. Es un jugador extraordinario..es imposible estar en contra de él.
– ¿Cómo surge la chance de hacer los shows de stand up que hizo en el verano?
– Tiene que ver con que estoy en la televisión, que tiene una cosa más folklórica de lucimiento, ajeno a las cuestiones de conocimiento. Daniel Dátola, que trabajaba conmigo en el programa de Sofovich, le pareció que podía hacer estos monólogos. Fuimos, lo hicimos y me gustó hacerlo. Ojo, que esto no es ser actor, algo que no soy de ninguna manera. Nunca me comprometería con la figura del actor. Estos son monólogos iguales a los que se pueden hacer por televisión. Lo hice en el teatro y me gustó la experiencia aunque fue de verano.
– ¿La va a continuar?
– No creo porque tengo poco tiempo. Era un gusto que me quería dar.
– ¿Descarta la actuación? Si alguien lo llama y le dice, “Horacio, hay un papelito para usted…
– Habría que ver el papelito. No soy actor y esto es bueno insistir. Si son esas sanatitas de televisión en la que uno hace cualquier cosa, veremos.
– ¿Qué siente cuando ve que tiene “fans”?
– Es gracioso. Una cosa es que tengas fama cuando sos un muchacho joven y otra es que te agarre de viejo, como a mi. Me produjo una gran sorpresa. Como la cosa es tan masiva… yo trabajo en un canal de cable pero repiten las escenas en todos lados. Los programas de hoy son una mayoría de repeticiones de otros programas, causando un efecto que me llama mucho la atención. No te voy a decir que me disgusta porque me llama la atención y no estoy acostumbrado. Hay gente que está acostumbrada de toda la vida pero a mi me agarró de grande. Fui al Madison Square Garden y mucha gente me conocía porque ven el programa en Nueva York por cable o cuando voy al interior o a Mar del Plata y no puedo caminar porque la gente se quiere sacar fotos.
– ¿Y cuando se ve en la televisión y lo ponen cuando se enoja….?
– Antes lo veía pero ya no lo veo más. Además, son todos iguales. Es fácil hacer un programa de televisión tomando de los otros, lo que estos hacen. Es como dice Chiche Gelblung y tiene razón. Hacen un programa sin ningún esfuerzo y sin ninguna inversión. Nada de plata y producción. Tomás lo que hacen los otros programas y hacés tu propio programa. Es facilísimo y barato. Está bien, brinda un plafón de popularidad pero medio que me cansó.
-Usted siempre habla de su fanatismo por el tango. Si le preguntase por cinco autores, ¿a cual eligiría?
– Discepolo, Cadicamo, Homero Expósito. Estoy más metido en la letra que en la música del tango. Me cuesta acertar las melodías por lo que me hice más fanático de la letra que de la melodía. Contursi, padre e hijo, Pascual y José María. Hay unos poetas fenomenales. Cádicamo hizo cientos de tema. Manzi, Cátulo Castillo. Además, cada uno tenía su estilo…
– Entonces no le pregunto por Piazzolla…
– Lo respeto mucho. A mi me gusta el tango tradicional pero no digo “eso no es tango” ni toda esa sanata. No me siento capacitado para juzgar la música. Me gusta Pugliese, el Gordo Troilo. Por eso, hice un disco de recitado de tangos. En lugar de cantar, como me doy cuenta que le chingo con la entonación, hice recitados. Me gusta mucho la letra de los tangos.
– ¿Donde se consigue su libro, “El fútbol que le gusta a la gente”?
– No se si está en las librerías. Tendría que hablar con el editor porque ellos lo sacan y lo ponen. Creo que está casi agotado por la cantidad de libros que habíamos tirado en su momento y en el semestre anterior. Imagino que en las librerías grandes está pero la verdad no estoy seguro. Si van a mandar de nuevo los remanentes.
-Si por la puerta de El Talión, entrase el Horacio Pagani que recién entraba a estudiar al Círculo, ¿qué le diría?
– Le diría que lo principal, para encarar esta profesión, es honestidad. Es una profesión con mucha tentación al quiebre. Ser honesto y que necesario e imperioso cultivarse y capacitarse. Ahora la inclusión de internet cambió todas las reglas pero capacitarse y tener la posibilidad de decir algo, con convicción y sostenerlo, sin ser necio. Tener convicción y ser honesto. En todo el periplo de mi carrera, en los últimos años, tuve más movimiento. Estuve muchos años siendo periodista de Clarin, sin ningún tipo de trascendencia pública, pero nunca cambié el concepto de lo que significa mi profesión y la manera de entenderla.
Estudio Futbol. TyC Sports. Lunes a viernes, 13 hs.