Oscar Panno es una persona sencilla. Lo llamamos para hacer la nota y accedió de inmediato. Fuimos a visitarlo y en medio de trebejos y tableros murales, el ex campeón mundial juvenil Copenhague 1955 (el primero de Argentina y Latinoamérica) nos recibe amablemente.
– ¿Por qué el ajedrez?
– Es una pregunta interesante. Soy de Villa Celina. De chico, veíamos construir la general Paz con la máquina de los dientes. Esos cargadores antiguos…O sea que ya se da cuenta la parte semi-rural de la Capital Federal. Mi padre, cuando tenía seis años, trajo una serie de juegos de mesa como el dominó, el ajedrez, para que nos entretuviésemos con mi hermano y no salgamos tanto a la calle. Más que nada los días de lluvia. Entonces, por la curiosidad natural de los chicos, descubrimos en una revista unos artículos de Roberto Grau, el gran padre del ajedrez nacional. Tenía una sección que se llamaba “Entre las torres”, tal como es la posición inicial en el tablero. Alli daba consejos técnicos, partidas, ejemplos, todo muy interesante. Ahí aprendí la nomenclatura para después leer los libros y todo…
– El sistema descriptivo, no?
– Siempre. Aquí en Argentina siempre se uso el sistema descriptivo porque la mayoría de la bibliografía está en ese sistema. Ahora las cosas nuevas salen en algebraico porque en Europa se usa el algebraico y es el sistema oficial para anotar las partidas. Asi que, practicábamos con partidas entre nosotros y con mis tíos (tenía un tío marino que jugaba muy bien). Pudimos ir formándonos hasta que, por casualidad, a los doce años, me hice socio de River para hacer natación porque tenía la columna desviada. Asi fue que me encontré con una sección muy bien organizada de ajedrez. Tenía mesas, relojes, tableros. Había chicos jugando y aprendí ahí. De ahí en adelante, me quedé siempre en River. Eso sucedió en el año 48. Después terminé siendo profesor. Inclusive River me terminó ayudando cuando fuimos al Mundial juvenil. Julio Bolbochán era el profesor de aquí. Era mi profesor. Nos preparamos aquí para el Mundial, fuimos y salió todo bien. Por eso, a River le debemos mucho. Y ahora tratamos de devolverselo asi como a la sociedad en general.
– ¿Cómo fue su preparación para el Mundial Juvenil?
– En general, uno se prepara como puede. Con Julio todos los fines de semana y feriados y en la semana yo estudiaba por mi cuenta y después le volcaba las inquietudes. Preparabamos líneas y todo. Él fue de una gran ayuda alla mismo con las partidas suspendidas que ahora ya no hay. Preparación de aperturas, análisis de finales en las suspendidas.
– ¿Cuanto le debe Ud a Julio Bolbochán respecto al estilo ajedrecistico?
– Creo que el estilo es difícil de modificar. El estilo sale de la personalidad de cada uno. Puede haber una influencia pero el que tuvo más influencia, pero en todo el ajedrez nacional, fue Miguel Najdorf. Que es un derivado de Roberto Grau, que participó en la Olimpiada de Ajedrez de 1939. Najdorf, al igual que muchos maestros extranjeros, se quedaron aquí por el estallido de la Segunda Guerra Mundial. Pelikan, el equipo alemán completo menos Engels que se fue a San Pablo. Eran Eliskases, Michel, Engels, Becker y Reinhardt.
– Najdorf contaba la anécdota de que su maestro Tartakower vino con el equipo polaco y lo agarró la guerra…
– Tartakower trato de volverse porque estaba interesado en el tema de la guerra. Fue asistente de De Gaulle, creo que como traductor. Najdorf averiguó que los nazis habían invadido Polonia y mataron a toda la familia. Es por eso que se quedó acá.
– Ud es ingeniero. ¿Cómo fue desarrollar la carrera de ingeniero por un lado y de ajedrecista por el otro?
– Fue muy difícil, muy difícil. Estudiar ingeniería es “pesado” y ser ajedrecista aca, en nuestro medio, tampoco es fácil. Pero en otro medio, no se si ambas carreras hubieran sido compatibles. Aca hay que sustraerle horas a todo: al descanso, a la diversión para poder llegar a buen puerto. Igualmente tuvo sus consecuencias ya que la carrera de ingeniería la hice en ocho años con un interregno de la “colimba” por lo que me perdí un año y medio. Pude terminar la carrera básicamente porque aca no hay ajedrez profesional. No hubo ni hay ajedrez profesional. Digo no puedo decir que me dedico unicamente al ajedrez, juego torneo, gano premios, enseño..No, eso no. Entonces había que terminar la carrera. La terminé y listo. Después dije “haremos ajedrez cuando se pueda”. Esperaba mis vacaciones para irme de viaje a Europa, un viaje por año. Ese tipo de cosas…
– Una gira…
– Alguna gira que hacia que me quede un mes afuera…Hoy en dia, uno se tiene que ir afuera y quedarse porque aca no hay medios, no hay torneos importantes, no hay sponsors, salvo excepciones. España está llena de chicos argentinos muy valiosos como Daniel Cámpora o Alejandro Hoffmann. García Palermo, que volvió, también estuvo muchos años por allá. Barbero estuvo por Suiza y Hungría. Falleció Barbero…Hay jugadores de menos envergadura, que no son grandes maestros, que se han ido a probar suerte y viven del ajedrez. Juegan torneos, enseñan y hacen su pasar, cosa que aca no lo pueden hacer.
– ¿Cómo recuerda el Mundial?
– Fue todo un equipo en el cual se pudo imponer nuestra preparación. Para darle una idea de lo que era esto tengo una anécdota que es la siguiente. Hablábamos por teléfono con la embajada, recién habíamos terminado y me habla el presidente del Comité Olímpico y me dice que como premio al logro obtenido, tenía quince días todo pago, a donde quisiera ir, París o donde sea, para descansar y despejarme. Le dije “muchas gracias pero me quiero volver a mi casa”. Estaba cansado, no soportaba la comida y todas esas cosas. Era todo una gran obsesión porque cuando uno se toma algo muy en serio, hay un desgaste emocional muy grande. Lo que si me debía haber reservado un crédito al respecto. “Les agradezco pero no lo voy a usar ahora sino más adelante”. Me ha pasado otras veces después de fuertes competencias como Gotemburgo 55, bajaba kilos y por ende las defensas. Cuando terminaba el torneo, colapso físico. Mientras duraba el torneo, aguantaba pero después ya no.
– Si, exacto. Ahora vive aquí, en Argentina. Está un poco enfermo pero siempre ha sido un gran didácta. Es un placer estar con Larsen porque es una historia viva. Puede hablar durante horas de anécdotas, historias. Conoce mucho. Es un placer estar con él.
Intermedio: El maestro es claro en sus conceptos. Tal como su estilo ajedrecístico. No puedo dejar de recordar que, cuando era chico y era federado de Torre Blanca, las partidas de quien tengo enfrente mio –si bien era un estilo completamente diferente al mio- siempre eran material de consulta.
– Después del Mundial juvenil, ¿cómo siguió su carrera ajedrecística?
– A los tropezones porque estaba en sexto año del Otto Krausse. Imagínese, estuve un mes afuera. Me ayudaron a ponerme al día tanto los compañeros como los profesores. No hubo problemas con las faltas porque estaba reglamentado con la “licencia deportiva”. Termine bien el Otto Krausse pero empecé ingeniería, que es bastante dura. Primer año de ingenieria, en 1954, jugué en Mar del Plata el Sudamericano y después la Olimpiada en Ámsterdam. En el 55, Mar del Plata (aunque siempre agarraba las vacaciones) y el Interzonal de Gotemburgo, un torneo muy importante donde logré el título de Gran Maestro. Y asi sucesivamente. Después en el 56, estaba haciendo la colimba y vino la Olimpiada de Moscú más otro viaje por el Candidatura. En el 57, el Zonal en Río de Janeiro y demás pero en el 58 tuve que parar por razones que no vienen al caso por tres años, desde el 58 hasta el 61. Tenía atrasos en la facultad, finales sin dar. Tuve que limpiar todo eso. Fue una época de estudiante felíz ya que era un placer rendir un examen bien preparado, con los trabajos prácticos bien realizados. Antes llegaba pero ahí nomás. Cuando terminé, para marzo del 63, empecé a jugar de nuevo y le dimos para adelante pero ya con la profesión.
– ¿Hubo algo de lo que se haya arrepentido en su carrera ajedrecística?
– Arrepentimiento es una palabra muy amplia. Tuve algunos pero son anecdóticos. Me acuerdo de la última rueda del Campeonato Argentino de 1953 y yo ganaba el campeonato con solo empatar. Tenía que jugar contra Irigoras, un muchacho de Pergamino, buen jugador. Después de las primeras jugadas, le ofrezco el empate. Irigoras, presionado por mis perseguidores, me dijo que lo sentía mucho pero no. Bueno, está bien. Jugamos cinco horas, hacía un calor espantoso y al final de todo, cuando terminamos el control de las cuarenta jugadas, tenía peón de más, un final técnicamente ganado. Ahí él se acerca y me dice: “ahora podría aceptar tablas”. Nunca debí haber aceptado las tablas. Ahora la seguiría y buscaría ganarla técnicamente. Esta bien…estaban mis padres que habían soportado las cinco horas, empaté, gané el torneo solo. Muy lindo pero arrepentimiento en otro orden, no. Son cosas muy difíciles. Son decisiones que uno, para arrepentirse, tendría que tener una garantía de que habría otra cosa mucho mejor. Estudié ingeniería no para ejercer en Europa sino para trabajar aca. Después cuando vino Martínez de Hoz no podía haber ingeniería. No se trabajó más y no se podía comprar un ladrillo. Tuve que disolver lo que estaba haciendo y me dedique a la enseñanza del ajedrez. En realidad, el país termina traicionándolo a uno a través de la organización social y los problemas que hay. Debiste haberte ido, haberte quedado, haber hecho. Nunca se sabe.
– ¿Qué recuerda de cuando fue analista de Victor Korchnoi en Baguio?
– Recuerdo la gran confusión por la parte política, las conferencias de prensa y todas esas cosas. Korchnoi jugó muy bien pero estaba demasiado presionado. Él manejaba todo mientras que Karpov delegaba en su equipo. Yo estaba en contra de darle un carácter político al match pero fui como analista. No tomaba decisiones ni nada. Fue una proeza lo que hizo Korchnoi de empatar el match 5-5. Después la decisión de forzar con negras en la que resultó la última partida fue un error pero eso se supo después.
– Fue una Pirc si la memoria no me falla…
– Si, fue una Pirc pero él no había perdido ninguna Francesa y con la Ruy Lopez abierta había ganado la última. Pienso que si el aguantaba esa partida, a Karpov con negras se le había acotado mucho el repertorio. Hubiese sido interesante hacer tablas y ver que pasaba pero lamentablemente fue no asi.
– ¿Korchnoi no pensaba que Karpov tenía algún “antídoto” contra su Francesa y que por eso no la jugó?
– No había antídoto. Es cierto que la última Francesa que jugaron Karpov llegó a estar ganado pero se trabó en algún momento y Korchnoi salvó la partida. Puede ser que no le gustó esa experiencia y probó la Pirc. Aquí tenía una línea que los analistas ingleses Stean y Keene habían preparado para el match con Spassky en Belgrado y no lo pudieron meter. Entonces aprovecharon la situación y dijeron “este es el momento”. Yo no podía opinar porque no estuve en Belgrado y desconocía los detalles. No me gustó la idea y salió mal.
– ¿Como lo ve Ud al ajedrez argentino hoy por hoy?
– Hay dos vertientes para desarrollar: una es que tenemos valores muy importantes porque es un país muy ajedrecístico. Tenemos una base muy importante y está muy evolucionado en ese sentido. La mejor de Sudamerica e incluso comparable a algunos países europeos. Pero los chicos se tienen que ir afuera. Es lo que le decía al principio. Si un chico quiere una norma de maestro, aca es muy difícil de conseguir. Tiene que irse a países como España…y digo España por el tema del idioma. Hay una frustración socioeconómica, porque aca, al no haber una economía floreciente, no hay torneos, no hay sponsors, no hay nada. Antes había torneos como los Magistrales de Mar del Plata. Hoy, lo que hay, no sirve para nada. Salvo que aparezca un torneo gracias a la inspiración de una persona. Un profesional no puede estar esperando que venga alguien y haga un torneo y si no, “mal año” como dicen los santiagueños. ¿Conoce la anécdota? El santiagueño espera a que el algarrobo madure asi se forme el fruto, venga un viento y lo tire asi lo recoge. ¿Y si no sopla un viento? Y mal año, no hay cosecha. Me entiende?
El otro aspecto que mencioné está relacionado con la crisis económica es un tema más difícil de tocar porque no quiero herir susceptibilidades, pero nosotros hemos sostenido en nuestro medio que el ajedrez es la herramienta ideal para desarrollar la mente de los jóvenes. Utilizarlo como herramienta educativa. Daniel Filmus recogió esta idea. El Ministerio se decidió en esa dirección y su gestión le ha puesto mucho énfasis en este sentido. Paralelamente habiendo tanto interés de los chicos y demás, aparecen organizadores organizando torneos con un espíritu comercial, donde aparece la discriminación económica. Si pagás, jugás; si no pagás, no jugás. Esto se ha expandido de una manera apreciable y no es sano. Los del Comité de Aplicación no se quieren meter. Esto es dramático. Se está cometiendo un atropello atróz con el prestigio del ajedrez como herramienta educativa, sacándole plata a la gente. Diempre digo en los torneos oficiales y otros que no lo son tanto, que “no hay razones que justifiquen lo que se cobra ni Dios que lo perdone”. Las autoridades de aplicación son una manga de boludos. No hacen nada. Moréis sabe el problema…”pero la autonomía” y demás…Por qué no se van al cuerno? Sinceramente, no se en que va a terminar.
– ¿Cual fue su rival más difícil?
– Uyyyy, muchisimos. Rivales difíciles hay por todos lados. Najdorf decía “el rival más difícil soy yo mismo”. Jajajajaja. El día que el Viejo estaba bien, estaba inspirado, podía enfrentar a cualquier jugador del mundo y de la Historia. Y cuando no…perdía. Generalmente se habla de las mejores partidas. En mi caso, es frente a Boris Spassky en Gotemburgo. Más que nada porque ganó un premio de belleza y porque él terminó siendo campeón mundial. Justamente, va a haber una selección de partidas que va a salir en este libro biográfico que estan haciendo, asi queda algún testimonio para el futuro.
– ¿Cuando se presenta, que dice: ajedrecista o ingeniero?
– El ser ajedrecista no es un título sino una habilidad. Si usted juega al billar, ¿como se presentaría? ¿Como billarista? Si fuera a nivel mundial, podría ser…pero sino no. Soy ingeniero o directamente sin título.