Después de acontecido el Bicentenario con una organización por demás efectiva y eficiente, volvemos a la cotidianeidad de cuestiones que, porque se repitan, no dejan de llamar la atención. Con lo que es la sempiterna disputa entre el Gobierno-Clarin, es fácilmente apreciable que el primero salió airoso de una prueba más que difícil como fue el festejo de los doscientos años de la Patria. Por eso, TN repitió los festejos el pasado fín de semana. No obstante, quiero acentuar algo muy propio de nuestra gente que es la crítica por deporte. Por ejemplo, cuando se poncharon imágenes de la Presidenta bailando y salieron dardos envenados diciendo que era “cualquier cosa”, “que no tenía gracia”, “que era grasa” y de ahí, para arriba. Pero si eventualmente no hubiese bailado, la crítica vendría en envase de “¿ves que es una amarga?”, “¿quién se cree que es que no baila con la gente?” sin olvidar que hace un par de meses atrás, se decía que era “soberbia” y que “hablaba con un tono de maestra ciruela”.
Muchachos/as, ¿en qué quedamos?
O sea, cualquier cosa que se haga, está mal. Muchos de esos comentarios me hicieron acordar al famoso cuento de Bustos Domecq, “La Fiesta del Monstruo”, pero remixado al siglo XXI. Ahora con toda la gente viniendo a la 9 de Julio –en vez de “las patas en la fuente”- a apropiarse de una fiesta que (parece) no les pertenecía.
Recordemos que, hace no mucho tiempo, el senador de la Unión Civica Radical, Ernesto Sanz dijo que “la asignación por hijo se gasta en bingo y paco”, volviendo a un discurso de hace más de cincuenta años estigmatizando a un sector social. Pero, volviendo al tema de este artículo, si no se hacía nada, iba a ser de los primeros que solicitarían algo para los pobres que nunca reciben algo.
Inclusive, no hay que ir solamente a la esfera política para darse cuenta de esto sino en cualquier charla con amigos o conocidos.
Ahí es cuando, poniendo otro caso, la imagen de las Madres o Abuelas de Plaza de Mayo, pasó a ser de adalides de la libertad y los derechos humanos a ser unas “viejas hincha pelotas, amigas de los K”, a los ojos de la clase media bien pensante, “ilustrada” y “progresista”. Recordemos que todavía hay idiotas que piensan que no hubo desapariciones ni campos de concentración y que están todos en Europa o Cuba.
Siempre planteo, en el caso de las Madres y Abuelas, que siguen siendo un ejemplo de lucha en franca minoría frente a gran parte de la población que hizo poco y nada en la época de la Dictadura. Al que le cueste entender a lo que se alude, puede leer “Los Verdugos Voluntarios de Hitler” de Daniel Goldhagen, que describe algo similar pero en la Alemania de los años 40. Nunca está de más leer un libro para ilustrarse.
Esto viene debido a la gran cantidad de gente que, consultada sobre si tiene opinión política, debería decir “no se lo que están hablando pero yo me opongo” en vez de “apolítica”. Porque esta gente fue opositora a Alfonsín, a Menem, a De la Rua, a Duhalde y a los Kirchner. Y va tanto para gente de la tan mentada vanguardia iluminada de izquierda como a los chupasirios anti todo de la derecha.
Pasa el tiempo y continúa la misma tesitura de criticar al que hace (o intenta hacer) algo pero estaría bueno ver frente a la crítica, quien es el que levanta el «dedo acusador», desde que lugar lo hace y principalmente, que hizo él para abrir la bocota. En la gran mayoría de los casos, es aplicable lo que dijo el gran Groucho Marx, “es mejor quedarse callado y parecer idiota antes que abrir la boca y despejar toda duda”.
¡Bienvenidos al Caleidoscopio!