“Posguerra” en el FIBA. Un loop constante.

El Centro Cultural Recoleta recibe a los/as curiosos/as e inquietos/as para apreciar la última creación de la coreógrafa tandilense Melisa Zulberti. “Posguerra”, tal es el nombre de la misma, viene con los pergaminos de haber sido seleccionada en la Bienal de Danza de Venecia.  

El escenario, en un comienzo, está solo ocupado en uno de sus márgenes por una mujer vestida de blanco, tratando de levantar una puerta que oculta otro cuerpo. De a poco, como si fuera una flor que se abre o una sinfonía que va hacia un “in crescendo” propio de su concepción.

Pero cuidado, cada uno de los presentes podrá llevar a distintos lugares lo visto sobre el escenario. Más aún cuando terminan uniéndose cuatro performers más conformando un quinteto de calidad extrema.

Cada movimiento dispara imágenes varias hacia un universo tan distópico como fácilmente reconocible, siempre y cuando se sortee las trampas de la literalidad. Esto va más allá. Ellas, vestidas de blanco como si fueran unos “stormtroopers” que avanzan entre los paneles plateados que conforman un espacio que se transformará en un campo de batalla. Igualmente, éste no será necesariamente a nivel físico –que lo es- pero lo transformará hacia otras latitudes. Las cámaras en sus cabezas iluminarán ese multiverso que salta a la platea.

La música será fundamental en la creación de sentido. Desde el estruendo sonoro e industrial que, pareciera esperar la entrada de “Firestarter” de Prodigy, pero no, mantiene su clima ominoso y tenso. Algunos de los presentes moverán la mano siguiendo el ritmo de la música mientras las imágenes de una pantalla dan cuenta del combate. El cuerpo como arena de la lucha armada en pos de su mente y alma.

Los francotiradores con puntería certera, se hacen un picnic frente a quienes viven en un estado de gracia, cercano a una inocencia tan exasperante como suicida. Siempre con las amenazas externas e internas, esperando para hacerse del mismo. Las primeras en cuanto pertenencia a una sociedad de requisitos imposibles y la segunda, por la crianza hipodérmica recibida con la que es, en ocasiones, imposible de llevar adelante/obedecer.

Las cámaras que filman de los presentes no molestan. Forman parte de la geografía mediática. Las preguntas ante lo visto surgen sin pedir permiso. El interrogante respecto a la felicidad es una utopía que queda de lado si no se lucha por la misma. “Cuando la verdad sea demasiado débil para defenderse, deberá pasar al ataque”. Quizás, por eso, será que estamos hoy en un callejón sin salida. En tiempos de ataques constantes que se parte del “yo creo”, “me parece” que baja cualquier debate a un nivel subterráneo, no es heroíco ni magnánimo el poner la otra mejilla. Aunque sea, busquemos la redención en la dignidad de la lucha.

La iluminación blanca, juega con la oscuridad. Lo simple no implica sencillez. Por el contrario, denota una sabiduría sensible de quien hace una creación de calidad a partir de lo necesario, sin excesos de ningún tipo. Un toque de luz rojiza será la que brinde el exacto contrapunto.

Los planos de lo acontecido, transmitido por cámaras personales, dan cuenta del presente y futuro de quienes las detentan. A veces, caminando con precaución entre paredes laberínticas que conducen a… ¿dónde? La música y la imagen son poderosas creadoras de sentido. La cereza del postre será el capital simbólico de los presentes. Allí, la implosión podrá ser aún más fuerte. Obviamente, si hay un deseo de poner la lupa al respecto. No sea cuestión de caer en la ironía lennoniana de “Living is easy with eyes closed, misuderstanding all you see”.

Corrosiva y poética, “Posguerra” toma por asalto a quien ose dejarse empapar por su propuesta. Va más allá de su título para convertirse en un loop constante en que, pareciera, los tiempos de paz son la excepción al estado de naturaleza en el que se (sobre) vive. Eso si, nunca hay que olvidar que el colectivo denominado “gente” es quien elige su propio destino. Lástima que, en su impunidad para el error, termine en un suicidio “sin querer, queriendo” del que no hay vuelta atrás.

Ficha técnica.

Concepción y dirección: Melisa Zulberti. Performers: Fernanda Brewer – Abril Ibaceta Urquiza – María Kuhmichel Apaz – Victoria Maurizi – Gabriela Nahir Azar. Composición de partitura sonora y música en vivo: Julián Tenembaum. Diseño audiovisual: Melisa Zulberti. Operador de video en vivo: Darwin Flores Goulart.Diseño de luces: Pedro Pampín. Diseño de vestuario: Sofía Romero. Diseño de sonido: Federico Lucas Lafuente Paez. Fotos: Flo Pasquali. Diseño de sistema de video: Luciano Simone. Dirección técnica: Christian Aguilera y Sergio Costessich. Coordinación de prensa: Marisol Cambre. Comunicación gráfica y visual: Carlos Martínez – Nicolás Sánchez. Distribución internacional: T4 – Maxime Seugé y Jonathan Zak. Coproducción: Biennale di Danza di Venezia y FIBA, Festival Internacional de Buenos Aires. Duración: 60 minutos

“Posguerra” en el FIBA. Jueves 24, viernes 25 y sábado 26 de octubre. Centro Cultural Recoleta (Sala Villa Villa). Junín 1930. A las 20.30 h.

Entradas: https://entradasba.buenosaires.gob.ar/landing/2790-posguerra?idEspectaculoCartel=2790&cHashValidacion=45d3daadfdb7ce673317e7e7f11fe4839aad837f

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Translate »
Scroll al inicio