Los “albergues transitorios” siempre llamaron la atención con un dejo de curiosidad y morbosidad. Jorge Eiro y Zoilo Garcés son los curadores de “Telos”, un proyecto que convocó a tres equipos creativos a realizar puestas artísticas en estos espacios. Todo en el marco del Festival Internacional de Buenos Aires (FIBA) que se extenderá del 18 al 27 de octubre. ECDL charló con ambos directores sobre esta propuesta inquietante que vuelve al barrio.
Fotos: Cecilia Inés Villarreal
-Jorge, Zoilo, primero que nada les quiero preguntar cómo surge la idea de hacer teatro en un telo.
Zoilo Garcés: Surgió de compartir tiempo, pensar en muchas cosas y en algún momento, pasamos por algún telo de acá, del barrio…porque fue por acá. Estoy pensando en Flores. Así fue que empezó a operar la idea. Fue como un hilo del que tiramos y empezó a crecer como idea como proyecto posible.
Jorge Eiro: Estábamos en la pandemia, en esos momentos donde tenes mucho tiempo libre. Ahí lo empezamos a pensar para después presentarlo en Mecenazgo. De hecho, en algún momento se nos ocurrió hacer algo con la comunidad coreana y su trabajo en la industria textil. Hacer todo un recorrido al respecto. Además, yo soy de Flores.
ZG: En mi caso vengo del palo del comercio exterior. En otra época, otra vida, trabajé mucho por esta zona que hay muchas importadoras. Por otro lado, el barrio también nos convocaba. Entonces a partir de ahí fue que empezamos a pensar estas cosas….
JE: Pensamos un recorrido por el pasaje de los coreanos y todo su polo gastronómico. Que pueda empezar por Avellaneda, con varias tramas y también pueda tocar un telo.
ZG: También nos convoca la posibilidad de trabajar con “site especific” ya que ambos venimos con esta experiencia. Entonces ahí fue como “bueno, intentemos hacerlo”. Veamos como podemos armarlo. Le presentamos el proyecto a Federico Irazabal para ver si le interesaba a la gente de FIBA para ayudarnos a producirlo. También era un desafío dar con un espacio así. El “site especific” tiene esa particularidad de hacer un acercamiento, que no es igual a ir a buscar una sala o hacer una intervención de espacio público. Por otro lado, había una cuestión presupuestaria porque el telo tiene una lógica mercantil, que escapa de las artes escénicas, donde trabajamos sin cobrar un mango. Acá es “Chicos, bueno, sabemos que hay precios costos y horarios completamente diferentes”.
-Me imagino. Sobre todo, los horarios.
JE: De hecho, nos dijeron que las funciones tenían que ser diurnas porque la gente coge a partir de las 6 de la tarde. Por eso, nos pidieron que las funciones sean desde las 11 hasta las 6 de la tarde. Después nos pasó que, cuando empezamos a indagar en la espacialidad y en lo que te podía dar un telo, fue llegar a la conclusión de “Che, te da las mismas cosas que te puedo hacer una sala de teatro”. O sea, te puede dar parlantitos por donde sale la música, hay iluminación. Digamos que es como una salita para poquitos espectadores. Se pueden crear climas en el telo con lo que me da en sí y se te arma. Entonces, el telo te puede dar teatralmente un montón de cosas.
ZG: Además, tiene la cuestión del turno que es como el horario de la función. En el teatro podes estar una hora, hora y media, dos o tres, pero también tiene como una duración concreta…
– El turno del telo es más largo que una función…
JE: Depende del polvo también cuanto puede durar esa aventura. Hasta podría ser microteato! (risas)
– El título es “Telos” que es muy concreto pero siempre lo pensaron así
JE: Hubo algunos nombres muy falopa…
ZG: Si…hasta hicimos una lista con nombres como si fuera un brainstorming. Uno era “Tus alas del cuerpo” que había quedado en el Top Five. Otro fue “El lugar del deseo”.
– Ese es nombre de telo…(risas)
ZG: Si! Es cierto! Después, empezamos a tachar nombres y llegamos a una lista cerrada pero nada nos terminaba de convencer. “Está flojo”, “le falta fuerza”, “está débil” o “no cuenta lo que queremos armar”. Ahí dijimos “bueno, que se llame Telos” que, al fin y al cabo, es el nombre que le damos acá en la ciudad y en el interior, a estos espacios. El nombre era muy claro y quedó.
– ¿Cómo están compuestos los elencos?
ZG: En la obra de Juanse Rausch, “La fantasía”, son dos, Milva Leonardi y Mariano Saborido; en “Papitos”, de Felicitas Kamien, son Chen Serna, Abian Vainstein y para finalizar en “Hacer olas, rodar piedras” de Celia, Andrés y Federice Moreno Vieyra son tres, que son ellos mismos en tanto creadores e intérpretes.
Volver al barrio
– ¿Cómo llegaron al telo?
JE: Fue por Fernanda Cava, que trabaja en el FIBA o en el ministerio. Ella nos hizo la onda con “Obsession”, tras una reunión que habíamos tenido. Vinimos y conocimos a la dueña, que es astróloga y artista plástica. Las pinturas que están arriba de las camas y en los pasillos, son de ella.
ZG: Ella, su esposo y unos socios son los que administran. Habían entrado a trabajar más en la parte administrativa. Fue la que dijo que “había que ponerle una onda y lavarle la cara”. Sacó todas las imágenes que había y puso todos los cuadros que son de ella. Esto nos permitió charlar y hacerle entender a alguien que, quizás viene de un palo comercial, que queríamos hacer una obra de teatro dentro de su telo. Sabíamos que habría que limar asperezas respecto a como se iba a llevar adelante todo. Que queríamos hacer nosotros ahí y cómo volver virtuoso este espacio.
-Se aplaude que se traiga una propuesta creativa a un barrio. Más con un recorrido que, en este caso, no peca de “snob” como ya ha pasado….
JE: Estábamos en la presentación del festival y escuchaba el acento que le ponía al proyecto Federico nombrándolo particularmente haciendo una mención aparte algo del proyecto. Me parece – y no quiero sonar justamente snob- que está bueno el poder arriesgar. Personalmente, me interesan los lugares comunes y populares. El telo como espacio popular donde está, como bien decía Zoilo, el amor, el deseo, lo clandestino. Son lugares de encuentro. En ese sentido, la propuesta es por demás atractiva. Vas hablando con gente y te dicen “Uy, yo no voy a hacerlo desde los 18 años”. Ya de por sí hay un gancho. “Me dan ganas” también por morbo.
ZG: La semana pasada fuimos con gente del FIBA por el tema de cómo organizar la entrada, la salida y las sillas, y pasaba esto de la reflexión sobre el telo. Qué días y cuando íbamos. Además, fue algo que conversamos mucho respecto a la zona en está ubicado. Investigamos y fui a uno que está por el Konex, que tiene luces de neón, etc. Es como Las Vegas en el Abasto. Bueno, busquemos algo que esté más acá. Ver qué posibilidades escénicas nos brinda un lugar que no tiene esa fastuosidad y te permite entrar en otro tipo de relato. Contar algo, no sé si un poco más roto o menos pretencioso, pero si creemos que hay mucha más riqueza.
– Es algo más marginal…
JE: Totalmente.
Girls and boys.
– ¿Cuantas personas entran por función?
JE: Vamos a estar un poco jugados porque son cuartos, un poco pequeños para una función. Es un telo de barrio –lo cual era la idea- a diferencia de uno de Barrio Norte, por ejemplo. Como mucho, entrarán quince personas. Es bien de barrio.
ZG: También dependerá de la obra. Será entre diez y quince. Cada habitación tiene un tamaño diferente y dependerá de lo que haya elegido la pareja de la obra, a nivel creativo.
JE: Tenes “La fantasía”, una propuesta en pasillo, que es la de Juanse Rauch. Después está “Hacer olas, rodar piedras”, el trabajo de Celia Argüello Rena, Andrés Molina, Federice Moreno Vieyra será en la habitación 11 y “Papito”, el trabajo de Felicitas Kamien, será en la 10. En un momento, como director, tenía un hipótesis de algo como para hacer pero después fue el “tengo más ganas de ubicarnos en este lugar” y que no sea la primera edición de esto sino que haya varias. Ahí es cuando surge la idea de llamar a varias directoras o directores y que trabajen con estos temas.
– Si fuera música, sería una convocatoria a varios cantantes a que agarren a un músico. un compositor y lo hagan.
JE: Si. Hoy cantamos y otro lo hace en un estilo más jazz y otro, le mete una base electrónica.
ZG: Claro. Nosotros pensamos en darles algunas pautas de lo que nosotros también nos interesa que se cuente en un telo. La cuestión del deseo, la sexualidad, la sensualidad. Son cuerpos que van a coger a un lugar. O sea, van a desarrollar una actividad muy concreta. No queríamos perder ese eje. También está la libertad que le damos a cada creador/a para poder trabajar. Está buena la analogía. Va por ahí.
– ¿Qué público piensan que va a venir?
JE: Más allá del público que pudiese venir, nos interesaba poder tensionar lenguajes con la propuesta. Lo pensamos de esa manera, como alguien que haga ficción, un equipo que haga danza y otro que sea más un recorrido más musical. Ojalá venga todo el mundo. Creo que casi todo el mundo, coge y tiene morbo, así como curiosidad. Me encantaría que la propuesta pueda seguir más allá del festival. Seguramente, va a venir gente del palo por el marco del FIBA. También vendrán curiosos.
ZG: En los formularios de comunicación que hay que completar en el FIBA, uno de los puntos era a qué público está dirigida a tu propuesta. Entonces, “infantil” no, “adolescentes”, no. Después uno esperaba que hubiese “adultos” pero tampoco. Había categorías como “adultos jóvenes”, de 18 a 25, 25 a 35, de 35 a 50 y 50 en adelante. Entonces, ahí era “para todos” de alguna manera. Obviamente, dentro de un festival como el FIBA, hay una atención muy concreta de cierto público.
JE: Ojalá que se acerque gente y las obras circulen. Que los públicos sigan alimentando el imaginario porque a su vez las tres propuestas son, realmente muy diversas. Creo que la riqueza también va en lo que han podido construir los tres grupos de artistas.
– ¿Vendrán más hombres o mujeres?
JE: No sé por qué pero imagino mucho pendejerío. Un sub 30….
-Digno de un trabajo antropológico sobre públicos.
JE. Si! y que después de la obra digan “¿nos quedamos?”. Con la entrada, quizás se les haga un descuento.
Cambios de paradigmas
– ¿Creen que, a través del tiempo, se resignificó lo que es un telo? Más que nada porque no es lo mismo que en los 80 y 90 que ahora, luchas varias de por medio.
JE. Lo hablamos con la dueña del telo y ellos mismos tuvieron que hacer su propia adaptación. Hasta no hace mucho, no estaban permitidos los tríos. Ahora pueden entrar cuatro y por protocolo, te piden que no se pasen de habitación a habitación. En ese sentido este telo, al menos fue el que más indagamos, pudo hacerse cargo de la atomización de la sexualidad y también de los derechos. Fue como decir “Bueno che, todo el mundo quiere coger” y ya no importa la sexualidad
– Me acuerdo que era tabú el ir a coger a un telo. Ni hablar para personas del mismo sexo.
ZG: Había que buscar tanto que se te iban las ganas de coger.
JE: Se resignificó la palabra “telo” aunque no envejeció tanto como “albergue transitorio” o “amueblado”. También el “consolador”, ¿a quién “consuela”, no?
ZG: También cambió lo de la “clandestinidad”.
– Hablamos de telos y no faltará quien lo relacione con las películas de Olmedo y Porcel. “El telo y la tele”…. hablamos de estas cuestiones hasta graciosas inclusive…
JE: Ojalá! Mientras vaya la gente!
ZG: O también da lugar a una comedia de puertas.
JE: ¿Ves? Se puede retomar el tema desde distintos lugares. Me había quedado con lo de “la clandestinidad”. La trama ficcional de una de las tres obras que desarrollamos tiene algo de encuentro clandestino. Sigue siendo un lugar de trampa el telo. No lo digo para enaltecer la trampa o romantizar este la infidelidad, pero sigue siendo un lugar de encuentro. Es lo que decía antes de lo que nos había planteado la dueña que “después de las 6 de la tarde, no porque la gente viene a garchar con su compañerito/a de trabajo”. Desde ese lugar, hasta el imaginario ficcional también está bueno. Ese “Olmedo y Porcel” también lo tiene, con sus cosas que están buenas y otras que, definitivamente, no.
ZG: De hecho, nos hemos encontrado con trabajadoras sexuales, esperando que pase algún cliente…
JE: Chicos, ¡es Flores! (risas)
ZG: Me acuerdo que en uno de los trabajos que tuve, la recepcionista estaba con uno de los chicos del depósito. Arriba estaba la oficina y abajo, el depósito de telas. Se iban a un telo por Juan B. Justo y después nos contaban. Se armaba toda una historia alrededor de eso.
JE: Además, es una zona de boliches, con una estación de tren y ¡telos! Hasta en términos comerciales sería necesario. Vas a un boliche, pasó algo y ¡telo! Eso pasa con las grandes estaciones del tren. Acá se ve en la línea oeste.
Reflexión y teatro
-Recién hablaron de que planearon todo en momentos de pandemia. Al respecto, ésta trajo muchos cambios al teatro como los horarios más tempranos y en otros días. También un público que, pareciera, tiene menos concentración con las obras de más de una hora… ¿cómo ven estos cambios en el Teatro?
ZG: Me pasa asociar este post pandemia a una época nueva donde todo está más acotado. Hay algo del fenómeno de las series que se me se me arma. Es esto de que te da paja mirar una película de una hora y media porque tenés la serie en capítulos. Entonces, siento que hay algo de esa dinámica, donde todo es medio virtual y efímero. Esto hace que todo tenga que ser más fugaz. Hay una cuestión de dependencia del teléfono donde no puedes parar de querer chequear la nada misma que pasa dentro de tus redes sociales. Esta ansiedad genera este consumo más corto. En ese sentido me divierte cuando escucho a directores y directoras que proponen proyectos de una hora y media o dos horas. Lo hacen un poco para joder ese tipo de lógicas. “Che, tengo ganas de hacer una obra larga”.
– En detrimento de la lógica de la duración de un capítulo de una serie de Netflix
ZG: Claro! Hay algo de hacer más largo. Que dure y que diga “¡Qué se lo banquen!”. Siento que viene un poco por ese lado
JE: Siento que la pandemia quitó hábitos asi como ciertas tradiciones. Me di cuenta, con la experiencia del Rodney, que la gente está chupando, haciendo ruido mientras ve una obra. Pareciera que eso “la concentra”. Hoy no hay ganas de un cuerpo que esté sentado, se le bajen las luces y que el acontecimiento teatral esté a unos metros de distancia. Me pasa como director. Cuando fuimos a ver los ensayos de dos de las obras, dije “Ah, está Abian gritándole al otro y lo tengo acá a 30 o 40 centímetros”. O lo que sucede con la obra de Celia, Andrés y Federice que tiene todo “acá”. Hay algo de eso que me parece mucho más convocante que los grandes formatos. Lo experiencial cruzado con el acontecimiento teatral, pero no lo digo como “recorrido” sino que te involucran, con una necesidad de “tenerme más cerca” y agarrarme.
ZG: Es un desafío también para quien crea. Antes no tenías esa reflexión no porque nos interesa este tipo de vínculo, sino también implica hacer otra reflexión más, acerca de cómo armar esas lógicas de que le está afectando
– Al respecto ¿cómo ven al espectador de teatro? Le pedís que apague el celular y no lo hace.
JE: Personalmente, no me siento zarpado. Noto que pueda ser un elemento distractivo y tiene que ver con algo de esta crisis o angustia post pandémica de atención. Creo que es un problema más para las ciencias sociales o para los psicólogos. No quiero educar al espectador….aunque sé que es un garrón.
ZG: En mi caso, me molesta más como espectador, cuando tengo a alguien al lado con el teléfono prendido y la luz, que cuando estoy en escena. Me pongo nervioso y trato, sin decirlo, de marcarle la cancha al que está con el celular. Voy al teatro y al lado mio tengo una persona que está con el whatsapp que ilumina todo, cuando quiero ver la obra. Me pongo activamente para señalarle el “¿podes apagar el teléfono?”, “¿podes bajar el sonido?”
-Lo increíble es que le decís y se enoja…
ZG: Si….las caras de fastidio…
JE: …o “estas invadiendo mi privacidad”.
Ayer y hoy
-Las dos últimas. Si no eran dramaturgos, directores, artistas, ¿Qué hubiera sido de sus vidas?
ZG: Siempre tuve la fantasía de ser, que se disipó rápidamente, corresponsal de guerra. Me interesa mucho la migración. Soy Licenciado en Relaciones Internacionales y estudié mucho los procesos políticos y sociales desde la Edad Media hasta acá. Mi tesis de grado es sobre Migración Irregular. Incluso intenté algo cuando quise trabajar en ACNUR. Cuando me llamaron, ya tenía trabajo. Un poco siempre me arrepiento de no haber aceptado ese trabajo que es el Alto Comisionado de Naciones Unidas para Refugiados. Es algo que cuando escucho o tengo ese tema en radar, me atrae mucho. Otra opción era terminar trabajando en el campo del negocio familiar de mi pueblo. También era posible y ambas opciones estaban alejadas del teatro.
JE: Creo que una vuelta, mi padre -que Dios lo tenga en la gloria- me decía que “mucha cabeza, enferma y mucha mano, embrutece” por lo que hay que buscar como un equilibrio. Creo que carpintero hubiera estado bien.
-Varios me dijeron lo mismo, como Marcelo Subiotto.
JE: Si. Es algo que tiene que ver con las manos, lo artesanal.
-Si por la puerta de este telo, llegasen los Jorge y Zoilo de 17 años, qué les dirían? ¡Algún consejo alguna recomendación?
JE: Compren bitcoins (risas)
ZG: o estudiá programación.
JE: He viajado bastante pero podría haber viajado más. Le diría que no sea tan enamoradizo y que se permita viajar. Que no haga nido tan rápido.
ZG: Que salga del closet antes y que no se la pierda. Tampoco perdí tanto pero que iba a estar todo bien. Que no pierda tanto tiempo pensando. Tomaría lo que dijo tu viejo y me sacaría todos los prejuicios de antes.
Proyecto «Telos» en el FIBA
– “Hacer olas, rodar piedras”. Hotel Obsession. Lunes 21 de octubre, 10 am y 2 pm; martes 22 de octubre, 1 pm y 3.45 pm; miércoles 23 de octubre, 5.15 pm. Info: https://fiba.ar/proyecto/telos-hacer-olas-rodar-piedras/
– “La fantasía”. Hotel Obsession. Lunes 21 de octubre, 12 pm y 2.45 pm; martes 22 de octubre, 12 pm y 2.45 pm; miércoles 23 de octubre, 4.30 pm. Info: https://fiba.ar/proyecto/telos-la-fantasia/
– “Papito”. Hotel Obsession. Lunes 21 de octubre, 12.45 pm y 3.30 pm; martes 22 de octubre, 11 am y 2.15 pm; miércoles 23 de octubre, 6 pm . Info: https://fiba.ar/proyecto/telos-papito/