Es un artista inquieto y curioso. No para. El ya legendario baterista editó hace poco “Nunca es demasiado” libro con el que cierra una trilogía de historias de rock y memorias personales, cuyos anteriores títulos “¿Que es un long play?” (2015) y “Mientras otros duermen” (2017) son de lectura perenne. Pero Fernando Samalea tiene mucho más por hacer. A punto de presentarse con Sebastián Volco, el Sexteto Irreal, Michelle Bliman y Benjamin Biolay, abrió su casa para una charla que abarcó no solo sus nuevos proyectos sino también al trap, las nuevas músicas así como apellidos ilustres como los de García, Spinetta, Cerati y más.
Fotos: Cecilia Villarreal
-Fernando, ¿cuánto tiempo te llevo hacer “Nunca es demasiado”?
– Venía encadenado con el otro.
-¿Los ibas haciendo simultáneamente?
– No. De alguna forma tenía la parte cronológica ordenada. Mi modus operandi es escribir de principio a fin, tal como hago los discos, del primer tema al último para después ir ahondando en cada uno de los puntos. Ir poniendo la lupa al macro y buscarle la medida de la información a cada una de las partes. Tenía ordenado el cronológico de lo que es el tercer libro, al 2017 pero no lo propio del texto. Lo único que me tomé el atrevimiento fue el ordenar algunas cosas. En otras, para que no queden tantos saltos, las iba estirando un poquito por la diferencia de meses. Igualmente, todo es cronológico. Desde el primer libro, siempre estuvo la idea que se relate en tiempo “presente”. Cuando hablas de alguien, no adelantas nada que haya sucedido con esa persona en el futuro para lograr que la sorpresa le llegue al lector de la misma manera que me pueda sorprender a mí.
-¿Te sorprendió la repercusión del libro?
-Es lindo y emotivo, porque es una vida loca que podía haber sucedido como no. Hay algo misterioso que nos toca a todos… Me encanta cuando algún chico o chica de los monoblocks de Saavedra –de donde soy- se pongan a escribir y tengan ese contacto de la niñez. De alguna forma, me escriben desde el pasado. Eso también es emocionante porque da cuenta de la suerte que tuve en el tiempo para ir hilvanando lo que me iba pasando. Deseos que eran estos, básicamente.
-Logras, a través de tu pluma de estilo tan depurado, ese mix de proximidad con grandes como Charly García y Gustavo Cerati como cabezas salientes, pero siempre con un margen de respeto.
-Hay algo muy mitológico y mágico en esas personas. Se pueden develar ciertas picardías al respecto. Lo hablé con Benito y con Lisa, los hijos de Gustavo. Me parecía importante hablarlo con ellos. Era dar una visión de estas personas desde un lado más humano. También, por otro lado, hay algo en ellos que… Charly entra, estemos en Paris o Nueva York y tiene un magnetismo especial que va mas allá de la popularidad o que las personas lo hayan conocido a través de su música. Eso es algo misterioso. Es la energía de la gente que tenemos todos. Algo particular que emanamos. Entonces, de alguna forma, en el caso de Charly, Spinetta y otros tantos músicos que tuve la suerte de conocer -primero como público- hay algo que se mantiene inalterable en mi. Mi vida no cambió mucho, en la forma de sentir, con todo lo que pasó. Ahora tengo la suerte de poder vivir en un lugar tranquilo para dedicarme, a desarrollar mi ocio creativo pensando que, si no hubiera tenido la fortuna de la “música profesional” (muy entrecomillas) no podría hacerlo de esa manera. Es una bendición pero no cambió mucho…Sigo escuchando discos y emocionándome con las tapas, yendo a los lugares de las películas que me gustan. El mundo me sigue pareciendo muy fascinante y tentador en un montón de cosas. No solo la música, las lecturas…
-…el cine…
– ¡Por supuesto! Entonces hay algo que me pone siempre en un estado de curiosidad permanente con el mundo. Cuando digo esto, no me refiero a una banalidad. Por otro lado, sin dármelas de nada, me interesan muy poco las redes sociales y las opiniones multitudinarias respecto a los temas. Aquello que considero más trascendentes, me interesa mucho pero desde un lugar muy personal y de sensibilidad, para poderlas compartir con amigos y amigas. Pero el mundo es algo tan vasto, que vale la pena estar siempre atentos.
-Mantenes esa esencia como músico “amateur” por más que hayas desarrollado una carrera por demás importante.
– Totalmente. Siempre es como la primera vez, sea que vayas a tocar en un bar, amigos o chicos muy jóvenes, que tienen la mitad de mi edad –o menos- o un estadio. Está la sensación de, no digo excitación pero sí de júbilo en el pecho. La posibilidad de vivir algo tan loco como tocar un instrumento. Que salga algo que no se ve y que, a la vez, la gente que está escuchando, tenga todo tipo de sensaciones. En el caso de tocar con músicos populares es asombroso. Ves lo que generan en la gente que es algo único e inigualable.
-¿Vas a presentar el libro?
-No. Nunca lo he hecho.
-¿Te lo exige la editorial?
– No. Soy muy vergonzoso para esas cosas. Me han ofrecido hablar en conferencias o reuniones literarias. Una mesa redonda o un escritorio con micrófono…Lo que sí hice fue una serie de charlas informales el año pasado. Me gustaba la idea de hacer algo gratuito, de ir a ciudades y pueblos de otras provincias, con chicos, en un bar. Es hermoso. Una linda manera de conectar con la gente que permite que los músicos podamos estar donde estamos. Suena trillado pero es indiscutible. Es la gente la que hace posible todo.
-Todos los libros tienen la misma extensión.
– Si. Un poco en broma quise hacerlos así: diez capítulos, un avance, un epílogo y los ocho capítulos más largos. Más o menos, un millón cien mil caracteres, con quinientas sesenta páginas, con treinta y dos páginas de fotos. Me gustaba que sea una trilogía y llegase a 2017. De alguna forma, si tengo la fortuna de seguir vivo, en algunos años, pueda seguir publicando….o no. Creo que la edad más acorde, al 2017, es la más adecuada para contar las peripecias del rock. Se puede seguir contando después pero creo que lo más importante de la juventud, sucedieron en esos momentos y quedaron plasmadas en un libro.
– Hay un signo de interrogación para el eventual cuarto libro.
– Por lo menos tiene que tener una década y no sé en qué me puede agarrar….con qué ganas, porque también tengo la idea de escribir ficción. También puede uno aburrirse de sí mismo al encarar y decir “Uh, otra vez lo mismo”. Pero hay algo también, por otro lado, que es lindo en que llegas en un punto de la vida, en que te sentís bien y la salud acompaña. Es un momento de vida ágil para predisponerse a que ocurran cosas buenas.
Nuevos y variados proyectos
-Este viernes 14 de febrero tocás con Sebastián Volco…
-Si. Dirige la Orquesta Metafísica y este viernes, tocamos en Hasta Trilce, en Boedo. Es un proyecto que me entusiasma mucho. Sebastián va a estar presentando su nuevo disco “Civilización Demonio”. Veremos como se organiza todo para el viernes. Estaremos tocando con Pat Coria en bajo y coros y Mariano Malamud en viola. Después, nos inventamos otro proyecto con Kabusacki y Matias Mango, donde Michelle Bliman también canta. Pudimos ir al Planetario con las visuales de Lisa. No se si volveremos al Planetario pero nos interesa volver a tocar. Me gusta mucho tener cuatro o cinco cosas en funcionamiento.
-Contame de tu proyecto con Michelle Bliman
– Es la chance de tocar generacionalmente con músicos más jóvenes, que rondan los 21 y 23 años. Es algo genial porque me permite, no solo tener el conocimiento de mis tiempos y de como hemos ido llegando los que empezamos en los 80, sino también los que están recién asomando y las nuevas tendencias. Me encanta ver los estudiosos que son. A través de Michelle conocí un circuito de músicos muy jóvenes de jazz. Ella tiene canciones neosoul, medio jazzero. Me encantó grabar “Intuición”, el primer disco de Michelle. Fue reencontrarme con Javier Malosetti y Hernán Jacinto. Algunos temas fueron producidos por Matías Mendez, que había tocado con Spinetta y con Dante. Me gusta eso, que sea un disco tan bien trabajado.
-Escuché el disco de Michelle y tiene un muy buen sonido. Además, tiene una voz excelente.
– Es lo que pasa y se da naturalmente. Benjamín Biolay la vio y le dijo de sumarse a su proyecto. Lo mismo ocurrió con lo que estamos planeando con Kabusacki y Mango. Al ser una persona tan ligada a la música desde un lugar tan genuino, se hace natural que se involucre en proyectos que me involucran.
-¿El proyecto con Kabusacki y Mango sería primo de aquél que hiciste con Fernando y con Tony Levin, bajo el título de “Al limiti del mondo”?
– Hay un plan para volver a tocar con él pero todavía no está 100% confirmado. Queremos hacer un show conjunto que sea para mostrar sus composiciones solistas. No tanto lo de “Stick man” sino más su obra solista. La idea es que Tony viaje solo y nosotros, ser su banda de apoyo, tanto con bandoneón como batería. Es algo que, creemos, se va a dar. Sería un subidón total pero él está con King Crimson y tiene una agenda terrible. Además, Kabu estuvo por Japón hace poco donde tocó casi todos los días.
-¿Tenes planeado hacer un nuevo disco solista?
– Ahí si te voy a decir que me aburrí un poco de mi mismo. Después de once discos, creo que ya dije todo lo que quería decir. Todos con conceptos distintos, algunos con cuentos. Cuando empecé con los libros, ocupó más mi tiempo y eclipsó esa parte aunque no descarto nada. Pero son cosas muy misteriosas. De repente, te baja la idea, un concepto y lo haces. No es que digo que voy a grabar un disco y después, ¿qué hago? En mi caso, es como si fuera el propio disco el que aparece.
-El otro día estaba escuchando “Primicia” y suena muy bien.
– Estoy muy contento de haberme dado ese gusto. Toqué un montón bajo mi nombre. Me di ese gusto además de tocar en Estados Unidos, Europa o Brasil. La verdad es que fue un tiempo muy lindo cuando tenía armado ese proyecto. Ahora siento que no tengo eso para decir por lo que no me representaría tanto. No tengo una ambición extrema para lograr determinadas cosas.
Un combo único e irrepetible
– Se viene la fecha del Sexteto Irreal…
– Si, el 20 de febrero en Niceto
-¿Será siempre ese misterio que atraviesa sus recitales?
– La verdad, es una gran incognita. Hicimos un disco “Jogging” en el 2010. Apenas lo terminamos, dijimos que estaría bueno hacer otro. Ha pasado una década ya de eso… No creo que al Sexteto Irreal se le pueda exigir más que un encuentro de amigos que hacen muchas otras cosas, que nos conocemos de la adolescencia y nos apreciamos mucho. Sabemos que, al mantener ese encuentro, podemos estar arriba de un escenario sin decir mucho y que las cosas fluyan por su cauce.
-Me da la impresión que, cuando se juntan, hay una especie de ceremonia con la gente.
– Suele pasar eso con muchos proyectos que, por suerte atraen a la gente. Es verdad que hay un núcleo de gente, no solamente ligado a la música, que se hace presente cuando tocamos. Por eso nos entusiasma lo de Niceto donde se puede dar algo que, inclusive, sería más bailable. En ese sentido, la posibilidad de los libros fue poder hacer esa especie de obra de teatro con todos los personajes de Buenos Aires. Contar las cuestiones de funcionamiento del Sexteto Irreal y las personas anexas a los grupos. Es una linda posibilidad, no solo para quienes se interesen ahora sino también para que chicas y chicos del futuro, que deseen conocer los códigos de la música que pude vivir. Hurgar un poco a través de los textos para establecer una manera de comunicación y, aunque suene un poco cursi, perpetuar la vida. Cada vez que lees el libro, eso vuelve a ser momento presente en la imaginación y sucede otra vez. Incluso con lo emotivo que tuvo el reconstruir diálogos con gente que ya no está.
-¿Cómo fue esa reconstrucción?
– Es muy loco eso. Es muy movilizador a la vez que es una manera de dejar testimonio de cosas que sucedieron. Intente que todo lo que pongo en mis libros sea lo más certero posible. Por eso describo todo tan meticulosamente. Los aparatos tecnológicos, los sonidos, los olores. Busco un tinte cinematográfico para que el lector pueda imaginar el momento, a su manera, siendo lo más veraz posible.
Una voz parisina
-Vas a tocar con Benjamin Biolay…
– Si, en el teatro Astral en marzo. Es una fecha que me tiene super entusiasmado. Benjamin es un verdadero crack. Es muy famoso en Francia y, a la vez, una persona todoterreno. Él, lo mismo que Chiara Mastroianni a quien también traté un montón o esos músicos de jazz. Me abrió un panorama alucinante, que no me esperaba. Confió en mí, de la misma forma en que lo hizo Joaquín Sabina cuando me llevó a España. Esto es algo similar pero en Francia. Cada tanto, podemos hacer esas giras que son tan tentadoras de hacer.
-¿Con qué formación se va a presentar Benjamin acá?
– Va a ser el mismo quinteto con el que estuvimos tocando imprevistamente en Bebop. Va a estar Naty Cabrera en bajo, Gimena Alvarez Cela en teclados y Michelle Bliman en guitarra, saxo y voces. Benjamin toca piano y algo de guitarra. Va a cantar y tocar, un poco y un poco. Es un letrista muy ingenioso que tiene ese lenguaje mitad en broma y mitad en serio, pornográfico en el sentido de la herencia de Serge Gainsbourg. Esa cosa que va al límite en lo que es picardía respecto a las relaciones humanas. Allá tiene seguidores muy numerosos. No tiene problema en ir a ningún lado.
-Serge Gainsbourg podría ser como un Charly Garcia francés….
-Si, podría ser pero es tan difícil tomarlo a Charly en el sentido de la comparación porque lo veo tan argentino y tan él. Me cuesta tomar referencia pero en cuanto al espacio que ocupan, en la atención popular, hay algo similar y quedarán en la historia desde ese lugar. Lo de Charly va camino a ser, en muchos años, nombre de calles y avenidas, escuelas de música. Hay algo de él que está en el mismo lugar que otros íconos populares de Argentina. En otro nivel, Benjamin se perfila como algo similar a Yves Montand, Josephine Baker. Hay figuras que les llevó tiempo ser reconocidas. Quizás, en algunas décadas, se le brinde el lugar de importancia que le corresponde, en Europa.
-¿Se va a grabar el concierto?
– La verdad, no sé. No está ese plan por ahora. Hay un disco en el que grabé las baterías en el último viaje. Tuve la suerte de grabar en los dos discos anteriores y ahora, en el que está por salir a lo largo del año. Ya el hecho de vivirlo, tal como lo vivimos en Seattle con Kabusacki en Seatlle en los encuentros internacionales de Steve Ball del Guitar Craft o la vez que tocamos con Phil Manzanera o con Yoshitake Expe, es maravilloso. Tocar con ellos es de enriquecimiento total. Impensable en mi niñez de Saavedra cuando todo era ilusión porque algo sucediese. Nunca lo pensé como un lugar profesional sino una cuestión de la música y la fascinación por ese mundo.
Sobre amigos y épocas pasadas
-¿Qué opinión tenes de la salida del DVD en vivo del concierto de Monterrey de Gustavo Cerati? Hubo alguna queja por el sonido…
– Me gustó y, con respecto al sonido, es bueno. Es el sonido bicanal de la mezcla de concierto que nunca es exactamente lo que está saliendo para afuera. No se le podrá pedir la exigencia de una grabación para consola, que no fue pensada para un disco. En lo testimonial, tiene una carga única. Me encantó encontrarme con esta documento una década después. Una filmación tan energética y con él mismo…Que quede así, eternizado. Es un concierto que recuerdo que le había gustado mucho. Había quedado muy conforme al respecto. Fue el debut de la gira y que, lógicamente, por ser el primero, hay muchas cosas por cuidar técnicamente. A veces podría interpretarse como el show más mental, con menos fuego pero no lo fue en absoluto. Al ensayar mucho y tener que defender un repertorio tan hermoso como el de Gustavo, salíamos como gladiadores, a hacer todo lo mejor que se puede hacer y también disfrutarlo mucho, desde el desborde mismo de la embriaguez musical.
-Además la banda estaba muy aceitada en ese momento
– Por supuesto. Con todo lo de “Ahí vamos” y el bagaje de esa gira. Me pareció una muy buena idea que el público lo pueda disfrutar. Sobre todo los más jóvenes. Hay personas que tienen el estigma de mucha trascendencia generacional. El adolescente Charly sigue cautivando, como si hubiera algo que trasciende todo. Inclusive, la vida –lamentablemente- como en el caso de Gustavo, Spinetta y tantos artistas que ya no están.
-¿Tenes opinión sobre la vuelta de Soda Stereo?
– No estoy muy al tanto y tampoco me parece que deba opinar al respecto. No sé qué decir. Habrá críticas y gente que está a favor. No es algo que me involucre o me preocupe. La verdad, no sé.
-Estuviste en muchos proyectos musicales. Te quedó eso de haberte quedado con eso de “ojalá tal proyecto” hubiera tenido más éxito o reconocimiento?
– Soy de aceptar lo que pasó en cada momento. Cuando nos metemos en el terreno de las conjeturas, entramos en un mundo o matrix paralela –en los cuales nos volveríamos locos-, de pensar en tantos vericuetos de la música y las relaciones humanas. Nunca fui de quejarme porque, ante todo, respeto la decisión de la gente. Grabo un disco y si se vende poco, lo compra la gente que lo quiere escuchar.
-Clap siempre fue esa banda…
– Si, pero tuvo su chance con La Portuaria. Lo que sucedió fue que entre el 84 y 85, pasó de todo y para mi vida en particular, ni hablar. Habíamos empezado a tocar en el 84, con Clap y Fricción en paralelo a Soda con Gustavo. Ensayabamos en la calle Heredia. Después, Richard (Coleman) y yo empezamos a tocar con Calamaro en su disco “Vida cruel”. En el mismo 85, empezamos a ensayar con Charly mientras no se había grabado el disco de Clap. Había una proyección de giras internacionales y demás por lo cual había que tomar decisiones. Entre Clap, Fricción y la música de Charly, en mi caso, no había discusión. Era por una empatía músical. Siempre fue la música más elevada, desde mi niñez. O sea que la decisión correspondió a un deseo musical. Desde que descubrí a la Maquina y sus bandas solistas había algo particular. Mientras tocaba en Clap o Fricción en el 84, en el fondo era público de Charly con sus diferentes discos como “Piano Bar” o “Clics modernos”. Una de las cosas que más me siento orgulloso y agradecido es que, con la misma emoción, puedo poner esos discos y siento el mismo fanatismo. No he perdido la capacidad de asombro del fan. Estoy constantemente con ese estímulo. Si necesitas un poco de empuje, lees algo de John Lennon o los diarios de Ernesto Guevara por Sudamerica, antes de Cuba. Hay tantas personas que nos estimulan, tal como el caso de Patti Smith que estuvo hace poco por aquí. Tener ese estimulo tanto literario como musical, enseguida me apuntala. La biografía de Miles Davis y Keith Richards que es una maravilla. Esas cosas hacen más amenas a un mundo que es duro y cruel para la mayoría de la gente.
Íntimo e hiperactivo
-Si Fernando Samalea no era músico, ¿qué hubiera sido de su vida?
– Pintaba para futbolista o arquitecto ya que había hecho el colegio de construcciones. También dibujante ya que de niño dibujaba un montón. O un viajero loco, de esos que recorren y no hacen nada, viviendo de la observación.
-¿Haces yoga?
– Me gustaría y debería. El cuerpo me pareció un elemento de vida para usar. Nunca tuve un carácter sedentario pero tampoco soy nervioso, de moverme todo el tiempo. puedo mantenerme en un estado zen pero con el recuerdo de haber estado ligado con el deporte desde niño. Hice las inferiores de Platense lo cual me ayudó un montón hasta los quince años. También nadé mucho durante varios períodos. Encuentro al cuerpo como algo muy bueno de utilizar. El tocar la batería en esos conciertos era como una gimnasia completa. Era darle palazos a lo loco. Te pone en estado muy bueno y la vitalidad misma que nace desde el cuerpo, te hace pensar de otra manera. El yoga me parece genial. Hice alguna vez y lo puedo retomar.
-Si por la puerta de esta casa entrase el Fernando que estaba probándose en Platense, ¿qué le dirías?
– Uhhhh…jajajajajaja. Me acuerdo de esa prueba. Fue tremenda! No me considero apropiado para darle consejos a nadie. Lo único que le hubiese dicho sería algo relacionado algo con el fútbol. Nunca intentaría imponer una profesión a nadie. No soy de los que dicen “vos tenés que…!”. Cuando veo que la persona tiene interés, por supuesto. Lo mismo me pasa con los gustos musicales. Prefiero no darle el camino a los niños con cosas que pasaron hace mucho. No le regalaría un disco de Led Zeppelin, Génesis o Yes, por más que sean bandas que me gustan mucho. Pienso que cada generación debe tener la música de su época y, llegado el caso, se mezcle con los sonidos actuales.
-Como decía Luis Alberto, “Mañana es mejor”.
-Si. Podría verse de esa manera. Hay momentos que son, indudablemente, mágicos para la historia de la humanidad. Tal como fueron los artistas de Montparnasse, los beatniks de Nueva York en los años 50. O explosiones de creatividad que tienen que ver con algo extraño, tal como los 70 en Brasil con Caetano, Milton y Chico Buarque. Lo que pasó con Tom Jobim,Joao Gilberto, Elis Regina. Aquí con la revista Sur y los grandes escritores como Borges, Sábato, Pizarnik. Siento que hubo momentos álgidos. Mi generación tuvo la suerte de tener la dicotomía del “quien te gusta más, Charly o Spinetta”. Si uno lo analiza con el paso del tiempo, era un lujo tener que este “conflicto” y el verlos a ellos, con 28, 30 años, en su plenitud creativa, con conciertos inolvidables para mi y tantos jóvenes de entonces. Por eso, digo que es lindo que cada generación mantenga sus arquetipos. Hay cosas de ahora que me gustan mucho como la propia Billy Elish, el dúo Nowhere o el artista chileno Alex Andwanter, que grabó un disco maravilloso llamado “Rebelde”. Tiene otros dos discos más pero, en ese caso, hay referentes jóvenes o más treintañeros, que tienen un lenguaje más contemporáneo para compartir con los chicos.
-¿Y el trap?
– Lo acepto como otra forma de expresión que sucede. De la misma forma que ocurrió, algo bien callejero, en Nueva York con el primer rap de los 80. Que tenga ese tinte más márginal me encanta. La vida es muy generosa conmigo porque me permitió tocar en el Teatro Colón hace poco, con la orquesta Hypnofón, con la que acompañamos a las nuevas generaciones como Ca7riel y Paco Amoroso, proyectos como el de Candelaria Zamar o Marilina Bertoldi. Hasta esa generosidad cósmica agradezco que, ante la pregunta “queres ver lo que está sucediendo?”, me permite verlos. “¡Acá los tenes!”. O lo que fue el Mototour con Marina Fages. A través de la disquería Mercurio pude conocer un montón de bandas geniales. Por supuesto están quienes son más innovadores y quienes toman moldes que, a los vejetes como yo, les puede resultar muy parecido a otros. Hay de todo en las nuevas generaciones. Quizás en esta década del 20, se rompan los moldes y los sonidos tan tentadores de ahora, de algunos sintetizadores y baterías no lo sean y vengan otros nuevos.
-Es esa paradoja de “Me encantan los Beatles pero también estaría bueno que aparezca una banda que los supere”.
– Lógicamente. Pero es lo que hablábamos de las explosiones culturales mundiales. Tenías a los Beatles, a los Rolling Stones y tantos más en los 60. Es algo muy significativo. La humanidad brinda un montón de posiciones artísticas hermosas a lo largo del tiempo, que después quedan plasmados en libros. Tengo un montón de libros sobre la historia de la música que siempre voy hojeando. No por llevarlo al lado académico sino por verlo ordenado en palabras y poder darle un tiempo “presente” cada vez que uno los lee. Leer sobre Miles Davis, un músico que cambió todo y se reinventó tantas veces, enriqueciendo la música. Además, todos los que tocaron con él, fueron primeras figuras como solistas. Era como una academia. Algo similar pasó, salvando las distancias, lo que hizo Charly con gente como Paez o Calamaro. Charly siempre fue, no solo una fuente de enseñanza sino también de estímulo.
Fernando Samalea. “Nunca es demasiado” (Editorial Sudamericana).
Con Sebastián Volco (viernes 14 de febrero, Hasta Trilce. Maza 144. A las 21 hs)
Con el Sexteto Irreal (jueves 20 de febrero. Niceto Club. Niceto Vega 5510. A las 20.30 hs)
Con Benjamin Biolay. (lunes 30 de marzo. Teatro Astral. Av Corrientes 1639. A las 21 hs)