En los últimos años, editó su alabada trilogía “Comunidad”, “Intimidad” y “Soledad” con orquesta típica, trío y solo con su bandoneón. Tanguero de alma, tocó con Osvaldo Pugliese, Astor Piazzolla, Luis A. Spinetta, Daniel Barenboim y Joan Manuel Serrat, Rodolfo Mederos opina sobre la actualidad del tango, el virtuosismo y el ser auténtico.
– Rodolfo ¿Cómo surge la trilogía última que editó? “Soledad” fue el último CD….
– Las trilogías, las tetralogías, o esas colecciones suelen ser…Me da la sensación de obra completa. Los trípticos. Como que a un artista no le alcanzaría con un solo lado. Necesitaría otros lados más, tres o cuatro caras. ¿Será por una necesidad espacial, por insaciabilidad? ¿Por qué no le conforma una obra y tiene que hacer tres o cuatro? Siempre pensé eso. Es más, cuando hacía la trilogía me preguntaba que me motivaba a hacerla (que en mi vida hice mas que tres) pero que tengan una relación directa. En realidad, la única respuesta que encontré -que te la voy a proveer ahora- es que siempre sentí, presentí que las tres instancias que intenté poner en la trilogía -el estado en comunidad, en intimidad y en soledad-, son aquellos que todo ser humano social frecuenta.
-Es una experiencia que todos vivimos y viviremos.
-Un día se me presentó muy clara la situación en un encuentro comunitario. Vi que la gente -sea un encuentro deportivo, político, lo que fuere- en comunidad, no es un conjunto indiscriminado de personas. Tienen un objetivo en común. La cola de un ómnibus no es una comunidad porque cada uno va a subir al mismo lugar pero tienen objetivos distintos. Cuando uno va a un encuentro deportivo, a alentar a su equipo favorito o un encuentro político, es lo mismo. Vas por esos motivos. Hay objetivos comunes. Es más, probablemente, mucha de esa gente ni se conozca.
– Pero están ahí..
– …con su objetivo común. Todos gritan “Gol”. Es difícil que puedan identificarse las voces, si es José o Pedro. Pero más tarde, con un grupo pequeño de amigos, dos o tres, sentados en un café tal vez, comentan ese encuentro, donde la sensación es más íntima y da lugar a la conversación. La primera situación era la euforia y el empujar hacia un objetivo. Era difícil reconocer voces individuales. No se si en una orquesta reconocería a un segundo violín. Pero en la intimidad, uno ya puede dialogar. Está la pregunta y respuesta, la complicidad. Hay mucho más aire entre medio de los diálogos y está la capacidad reflexiva. Más tarde, en soledad, recuerda todo esto. Esa es la analogía con el tango, en sus tres aspectos. La orquesta es eso, el trío es eso y tocar solo es eso. Bien podría representar estos tres estados frecuentes que todos tenemos.
– Con “Soledad” grabó solo usted, el interprete. ¿Cómo fue el proceso de grabación?
– Las grabaciones y las mezclas nunca se terminan, se abandonan. Tengo, al igual que otros colegas, el síndrome del perfeccionismo. Nunca parece acabarse satisfactoriamente la obra. Siempre puede mejorarse. Pugliese era asi más no Piazzolla. ¡Que curioso..! y los dos empiezan con P. Piazzolla, lo que escribía era lo que escribía. Al día siguiente ya ni se acordaba de lo que había escrito porque estaba en otra cosa. Pugliese, tres o cuatro días después de haber hecho un arreglo y haberlo grabado, volvía a retocarlo. Yo no soy ni lo uno ni lo otro. Una vez que hice una cosa, quedó pero hasta que llega el momento en que pueda ofrecerla al público o grabarla, pasa mucho tiempo de lijado fino….
– Pulido…
– Si….Hay muchas idas y vueltas, ajustando tuercas y viendo si el funcionamiento de esa máquina. En definitiva, la música es como una máquina. Funciona en el tiempo, como el mecanismo de un reloj. Cuando hay un ruido que no va bien, atrasa o adelanta, hay que hacer algo y el relojero debería resolver esto. No es solo la fabricación artística. Se que este término suena un poco ríspido pero es un proceso que mucha gente piensa que no existe. Cree que el músico está poseído por un espíritu o una entidad celeste que le provee de una energía, que hace que el lápiz se deslice por el pentagrama, lápiz, pincel o lo que uno haga.
– Pero esto es falso.
-Si. La fabricación del arte es un profundo, laborioso y fatigoso proceso de reflexión, de cálculos de peso, de fuerza, de direcciones y de tomas de medida. Es una ingeniería. Dicho así parece muy frío, ¿no? Pareciera que ¿donde está lo artístico? Acá está lo maravilloso: la construcción -que depende de lo racional, lo consciente, lo reflexivo-, debería estar permanentemente impregnado por la impronta, que la gente llama “inspiración”. Son gramos. Para que vos seas lo que sos, hizo falta un espermatozoide y un óvulo. Nada más. Dos mitades.
– Recién utilizó el término “frialdad” y por otro lado, “artístico”. Siempre se habla del virtuosismo ligado a la frialdad…
– Hay que ver que entendemos por “virtuosismo”. Sería una exacerbación de la virtud. Pareciera que la virtud nunca estaría mal. Todo lo virtuoso, cuanto más, mejor, ¿no? Sin embargo, hay una cierta sospecha de que demasiada virtud debe estar denotando una carencia de algo. Lo virtuoso siempre lo ponemos en las cuestiones acrobáticas. Decimos que un músico es virtuoso porque toca rápido y no se equivoca. No porque es sagaz en su fraseo o es astuto en su dinámica sino porque toca rápido. Ponemos la virtud en lo en lo deportivo, lo acrobático. Da la sensación -y la psicología lo podría explicar mejor que yo-, que ese virtuosismo al que nos estamos refiriendo, sería una manera de disimular aquello que no está. Para mí, ahí reside la virtud. El tocar rápido no es una virtud sino una cualidad. No se es mejor por tocar rápido.
– Los jóvenes músicos aman tocar millones de notas. A los guitarristas les encanta tocar solos larguisimos…
– Si pero cuando se equilibra la testosterona ya eso va pasando…(risas). Te decía que, generalmente, frente a la carencia o el vacío de ese mundo sensible, creativo, cómplice, uno pone otras cosas, de manera inconsciente. En general, pasa esto. Así como una mujer muestra sus grandes senos porque carece de otra cosa. Pero deberíamos redefinir lo que es el virtuosismo. Las virtudes de un músico deberían ser la capacidad para sensibilizar. Empujar al que oye a un mundo diferente y no que asuste con la cantidad de notas.
– Usted tocó en diferentes formaciones a lo largo de su carrera. ¿Eso le modificó su forma de tocar?
– No es la formación en si lo que modifique las conductas ni porque tuve primero una flauta y después dos ukeleles. La forma de tocar y ser de uno se va conformando a través del tiempo y porque, a lo largo de la vida, a uno le van pasando cosas. Aparecen odios, amores, expectativas, frustraciones, conquistas, derrotas. Todo lo que hace a la emocionalidad. Va cambiando, viviendo y es lo que hace que uno vaya cambiando en un sentido de ir encontrando, tal vez, lo definitivo. Si es que hay algo definitivo en el arte. Creo que acabo de caer en mi misma trampa. No hay nada definitivo en el arte pero digamos, en todo caso, uno buscaría una “dirección postal”. Algo que de cierta certidumbre. Soy esto, hago esto.
– Imagino, no sería tocar lo mismo al lado de Pugliese que con Piazzolla.
– Ni con Spinetta ni con Barenboim, ni con Serrat. ¡Seguro! En algún punto es distinto aunque uno siempre es el mismo. Ahí hay algo del Dr Jeckyll y Mr Hyde. Una esencia que se mantiene y una adecuación a la circunstancias o a la música que hace que uno adquiera formas diferentes. Es una especie de travestismo permanente. Cuando uno va a tocar tal música, uno es el mismo pero aparenta ser otra cosa. Pero en mi propia música, ya puedo ser distinto, según el caso. Hay un transformismo permanente. ¿Será eso tal vez, lo maravilloso, lo que decíamos antes que no hay nada definido? Porque nadie podría decir “yo toco asi” porque uno es tantas cosas al tocar.
– Pero cuando dice “asi soy yo”, ¿no se está limitando?
– Es lo que digo.
– Si pero muchos músicos lo toman como “autenticidad”….
– Aca entramos en una zona muy compleja y rica. Cuando me pongo asi, mirando hacia la nada o el todo, es porque empiezo a sentir un cierto placer. Ahi entramos en zonas de la antropología, la psicología, la sociología, de la especulación pura. ¿Qué es lo autentico? Autos que viene de “auto”, de «yo». «Yo soy». «Yo soy el que soy». Lo autentico significa…no voy a definir esto. No tengo la capacidad para hacerlo ni soy tan arrogante para esto pero puedo darte mi opinión. Sin duda, las cosas son lo que son porque no son otra cosa. Este mate es este mate porque no es una cacerola. Cuando uno decide tocar una música de determinada manera, decide también para definir “eso”.
-Es cierto pero…
-La mente humana necesita, para poder comprender el universo, de los límites. Si no hubiese un límite, que algo funciona de tal manera y hace tal cosa (un cuchillo está para cortar), no podría captar esto y el mundo sería incomprensible. Volviendo a los que dicen “soy lo que soy”, sospechamos que se está limitando. Soy esto porque no soy aquello. En alguna medida, no está mal. Beethoven es Beethoven porque no es otra música. Sin embargo, vos y yo sospechamos que, en ese “soy esto”, hay una autolimitación pero no a la que me estoy refiriendo sino ligada al empobrecimiento.
– Llegado el caso, si.
– También sospecho eso. Cuando uno dice “soy esto” puede significar que “soy esto”. Se me vienen miles de palabras, quizás de una manera un tanto ingenua, infantil. Estaría diciendo que “me gustaría expandirme y como no puedo, me siento orgulloso de esto y listo». La gente suele decir frente a una música que escucha, si hay un músico delante, “Maestro, yo de música no se nada, ¡eh! Escucho y nada más”. Parece que ese “no se nada” fuera su credencial. Quizás, diría frente a un pintor, que no pinta. Es honesto. El que no ha profundizado nada, solo se queda con una sensación pero ¿es un empobrecimiento? Si uno se adentrase en el tema, ¿no tendría mayor posibilidad de disfrute y dominio? Si. Entonces, efectivamente, concluimos que el que dice “yo soy asi”, en algún punto, es porque no se brindó la posibilidad de ser un poco más.
– Entiendo la idea pero también imagino que cuando usted tocó con Spinetta o Barenboim, hubo gente que le habrá dicho “que hace usted tocando con él si es tanguero”
– Si y aún hoy me sigue pasando.
– ¿Cómo lo vive usted esto?
– Creo que es una limitación de la otra gente. “Yo no entiendo nada de música”. Es parapetarse en la limitación y esgrimirla, más que con pudor, casi con orgullo.
– Pero desde ese lado, podrían decir que la experimentación le quita la esencia a la música. O el deseo de expandir los límites de la música…
– Lo que le quita esencia a la música es aquella que uno tiene. A ver, la música no tiene esencia o deja de tenerla porque este escrita en Fa mayor, Re menor o sea un rock, una balada, un coral o un tango. O esté escrita en Ámsterdam o Berazategui. La música es lo que es. El responsable de que esa música mantenga una esencia es el músico, que es un ser humano que vive o ha vivido. Yo soy tanguero y lo voy a seguir siendo aunque escriba en la Luna porque mi vida ha sido así. Me he nutrido así y mantengo ideológicamente esa cultura. Hay otras personas más frágiles que podrían escribir un vals vienés y a los dos meses, una jota aragonesa.
-Se ve mucho eso últimamente…
-Esto pasa con los músicos que viven en un lugar y quieren tocar la música de otro. Los jazzeros que quieren tocar como los estadounidenses. Las regiones son la olla, donde se cocinan las cosas. Una chacarera no es para Neuquén. Las regiones son lo que son y si uno se alimenta de eso, la esencia está garantizada. Si uno tomó de muchos biberones, uno no sabe si es un exiliado permanente. Ahí no importa si es experimental o no. La experimentación no va a poner en riesgo que la música pierda su esencia sino la historia del mismo músico. Si hay algo claro es que lo que no se modifica, está muerto. La música y el arte en general, debería buscar nuevas formas de expresión.
Intermedio: Llegué cinco minutos antes de lo acordado y Rodolfo me lo hace notar. Para responder, pone los brazos atrás de la nuca y mira a la nada. Pide que le aclare alguna pregunta tanteando para ver a donde voy. Busca las palabras exactas que reflejen su pensamiento. Tira frases que pintan su avasallante personalidad. El diálogo es muy rico y entretenido.
– Muchas veces hablo con músicos amigos y decimos que, en un momento, a Piazzolla le decían que no hacía tango, que los Beatles no hacían rock y que Miles no hacía jazz. Pero si los Beatles se hubiesen quedado en el “yeah yeah yeah” no hubiesen trascendido. Lo mismo para Miles o para Astor.
– Seguro.
– Eso siempre me hizo ruido. Volviendo con la autenticidad, si se mantenía tal cual, no se hubiese podido abrir un abanico tan grande de música
– ¿Y como encajás lo de la autenticidad?
– Cuando a Astor le decían que no hacía tango, lo estaban limitando a un molde determinado. Si los Beatles se quedaban con el “yeah yeah yeah”, no hacían Sgt Pepper, ni Miles “Kind of Blue”. Y muchos enarbolan la bandera de la «autenticidad».
– Creo que está mal utilizado el término “autenticidad”. Lo autentico no es lo museológico.
– Esa es una gran definición.
– ¿Qué es lo auténtico? ¿La naftalina? Ahí tenés el título de la nota: lo auténtico es la naftalina (risas). Lo autentico es algo más complejo y sutil. No es lo repetitivo. En todo caso, es lo no-creativo, la esterilización del arte y el artista. Entramos acá en otra zona de pensamiento. Hablar de lo autentico es complicado y no sabemos bien que es.
– Volvemos a lo mismo….
– Si. Vos y yo sabemos que estaban equivocados y aún asi, había una autencidad pero ¿como lo demostramos? ¿De qué está hecho lo auténtico? A mi no me da el cuero para definir esto pero sabemos, sospechamos e intuimos que «lo auténtico» está hecho de esas realidades vividas que hacen que uno, frente a ese objeto, lo reconozca como de su propia naturaleza. Aún con aspectos cambiados. Lo ajeno, aunque se ponga la misma ropa de uno, sigue siendo ajeno.
– Si le pregunto sobre el tango electrónico…
– Podríamos hablar de otras cosas, ¿no?
– ¿El tango quedó para los turistas?
– Lamentablemente, si. Vos sos joven pero por lo que veo sos amante de la música y conocés mucho más de lo que un joven de tu edad conoce. Será por tu profesión o porque vos mismo buscaste….
– Igual tengo mis añitos. Tengo 36.
– Si pero es poco. Hoy en día, hasta los 40, se es joven. Pensá que el tango, para mi, empezó a declinar con el Club del Clan, en esa época, previa a la Dictadura. Ahí, empezó a decaer y después más, con Silvio Soldán y “Grandes Valores del Tango”…
– Lo veía cuando era chiquito…
– ….terribles cosas y era vergonzoso. En esos años, me daba vergüenza decir que era bandoneonísta y tanguero.
– Ahí caeríamos con lo museológico…
– Si…¿como llegamos aquí? ¡Ah! Por lo del tango para los turistas….Creo que esa época maravillosa, cuando el tango surgió como surgió, con sus espacios, músicos, cantantes, poetas, arregladores, público que bailaba, hoy es una mueca forzada. Los mercados se van vaciando y el tango llenó un lugar. En una época fue la música indoamericana (estaba en Paris y estaban todos con la quena y el gorro de paja), después fue la bossa nova y ahora le toca al tango. Cuando se desaprovisionan, toman de cualquier lado y ahora es el tango pero lo están tironeando, como si fuese un animal enlazado al que traen al presente a la fuerza. Pero este presente no lo ampara y lo castiga. El turismo consume eso. Muchos intentan subir y domarlo y hacen el tango electrónico. Le ponen luces, cascabeles. No es eso. No es aquél jinete que cabalgaba sobre las llanuras del tango.
– Cuando usted hablaba sobre esto, recuerdo cuando estuve en Europa y ví muchos LP de tango. Contaba que había visto el de Piazzolla con Mulligan y acá no había nada
– Si pero hablaba de tango como Troilo, Rivero, Rufino, Marino. Los que me dijiste, seguro iba a estar. Ojo, no me estoy poniendo en el “Piazzolla no hace tango”. El tango al que me refiero, es como el latín: una lengua muerta. Queda un piazzollismo pasteurizado y banalizado. Todos tocan “Libertango” mal, sin saber que es ni tener una historia atrás. Ponele “tango electrónico”, a pila, gas o kerosene. No importa. El asunto es qué sale de ahí y no sale nada gratificante, que vaya a ver o escuchar porque no me nutre. Hoy todos hacen su disco en el living de su casa. La tecnología ha llegado a tal cotidianeidad, que la magia se fue así como las exigencias. Las máquinas arreglan todo. Si pifias, te lo solucionan; si está desafinado, te lo afinan. Cualquiera que toque dos o tres notas hace «música». Discepolo diría “que falta de respeto”.
– Después vino una especie de imitación a la última etapa de Goyeneche.
– Cuando no cantaba.
– Si, hacía fraseos….
– Ni siquiera diría eso pero hacía algo que no debió hacer.
– ¿No se está agarrando el mito de Goyeneche?
– La gente necesita mitos. Maradona, Perón, el Che, Piazzolla, Gardel. Generalmente hay que morirse primero. Tiene que haber horadado en la sensibilidad de la gente y luego morirse. Ahí ya sacaste número para ser mito. Si hacés la cola, en algún momento, te pasan a la categoría de mito.
– Me escribió una amiga de Paris, y me contó que Daniel Melingo tuvo mucho éxito allí…
– Cada uno hace lo que hace, lo que puede o lo que quiere. Lo que cree que hay que hacer. ¿Quién tiene la razón? ¿Quién puede arrogarse la autoridad para decir “eso está mal”? Igualmente, creo que son ejemplos de lo que decíamos hoy. La twisteada. Si me hablaras de Rufino, de Floreal Ruiz, te diría que son cantantes de tango. Hoy no hay cantantes de tango. O no hay en la cantidad que debería. Hay un buen cantante de tango: Ariel Ardit. Canta muy bien y probablemente haya otro por ahí. ¡Pero mirá lo que estoy diciendo! Antes había tres por barrio. De los cien barrios porteños, había trescientos. Pero hoy sacamos dos o tres…
– Y cuando graban, es otra historia.
– Esto corrobora lo que te digo, que el tango es como el latín. Es como un libro, que tiene toda la sabiduría pero que se cerró y está por ahí.
– Que está en la biblioteca….
– O en algún lugar. Es como el “Código Da Vinci”, está en algún lugar. El que quiera imbuirse de eso, ilustrarse, primero deberá saber que existe. Después investigar y descubrirlo y a continuación, decodificarlo y leerlo. No es la lengua cotidiana, que hoy sería la cumbia villera y eso. O el rock, Julio Iglesias…Antes, nada de eso existía. En todos los hogares, ricos, pobres o de clase media, se escuchaba tango. Alberto Castillo, Aníbal Troilo, Juan D’Arienzo. Todos, el abuelo, el papá y el nieto, escuchaban tango y se pasaba por todas las radios. ¿Hoy pasa eso?
– En absoluto.
– Entonces, el tango es una lengua muerta. Un joven, cuando viene a estudiar el bandoneón o música, acá o en las escuelas en las que estoy, lo único que conoce es Piazzolla y algún que otro honorable ejemplo. Se conoce todo de rock pero ¿cuantos tangos conocés? No puede hacer una lista que supere más de diez o quince tangos. La batalla está ganada y no por nosotros.
– El tango es una música exigente.
– Exacto. No es una música frívola para mover el esqueleto solamente como lo son otras músicas populares que son más catárticas, y letras, en la mayoría de los casos, intrascendentes. El tango no es así. Es un pequeño tratado filosófico de tres minutos. Para eso, primero hay que saber vivir. De todas maneras, cuando era joven, escuchaba todo eso. Si, probablemente no estaba preparado…El tango no es una música frívola y pasatista. Es un fenómeno muy profundo y serio, que requiere cierta preparación psíquica, de vivencias, de cúmulo de emociones. Pero si uno ha frecuentado eso desde siempre, el ingreso a ese mundo es sin fricciones. Si uno no ha estado próximo, hay que esperar que madure para que tu sensibilidad diga “¡mira vos lo que dice y habla este tango!”. El tango es selectivo. Si no estás capacitado, no te elige. Hay una cierta…
– ¿Derecho de admisión?
– ¡Cierto! Esto nunca lo había dicho en una nota. Produce cierta cosa pero es asi. No es de entrada libre y gratuita. ¡Otro título! ¡Armate un glosario…! (risas)
– Le hago la última. Si usted tuviese la chance de hablar con el joven Rodolfo Mederos, que recién empezaba a escuchar tangos. ¿Qué le diría?
– Vos sabés que la vez pasada se dio una charla con un amigo al respecto. La pregunta era ¿Qué hubiéramos hecho para ser mejores? Ese afán de perfeccionarse y mejorarse, no me hubiese mandado tal cagada, etc. Me quedé un rato pensando y dije no. Que todo lo que uno fue, con sus errores y aciertos, tuvieron que ser para que uno sea lo que es. Todo eso, con mis bajezas y grandezas, con mis vanidades y cosas ruines, es lo que tuvo que haber sido. Otra frase más al glosario. Lo que fue y sigue siendo. Sería inútil mirar atrás y decir “Ah, Rodolfito, en esto no tendrías que haberte equivocado”. Es que la vida está hecha de estas cosas. De esas sustancias que se revuelven en esa olla. Creo que no modificaría nada. Esa sería la respuesta.