Festival TABA 2018: Chile habla de su propia historia y Entre Rios, con un cuento atrapante

Continúa la sexta edición del Festival Temporada Alta de Buenos Aires (TABA) con propuestas que llaman la atención en cuanto a los planteos realizados. En este caso, con puestas llegadas de Chile, Argentina y México.


Para comenzar, retomamos a “Yo maté a Pinochet”, en el que Cristian Flores llama la atención desde una frase que describe un hecho por demás significativo. La creación de su Manolo, un ex combatiente revolucionario, va más allá de la frase que da título a la puesta. Es el comienzo de una disertación en la que todo lo acontecido desde 1997 hasta la fecha de su “muerte” ha sido mentira ya que él había hecho justicia. Todo lo demás, como una mentira para mantener el status quo. Tal como fue la muerte de Paul Mc Cartney y su reemplazo por William Campbell. Algo similar pero formato político y chileno.


Más allá de la fábula, el texto va y viene a través del tiempo para dar cuenta de lo ocurrido en Chile y la influencia del ex dictador en la vida política del país trasandino (que se extiende al día de hoy). Es una reflexión sentida sobre lo ocurrido, con un ojo puesto en el comportamiento de la sociedad.  

Flores crea todo un mundo de ensueño en su relato en el que jugará con la complicidad del público y sus propios conocimientos con la situación. Inclusive, la llevará a dialogar son otras similares o parecidas. Dota de humanidad y ternura a un Manolo de nobles intenciones, que da cuenta no solo de la tristeza de los hechos sino con un dejo de bronca por la soledad frente a la barbarie. Ese “No te metas” y “algo habrán hecho” tan argentino, tuvo su correlato en la sociedad chilena.

Al respecto, es muy elocuente esa reunión con sus compañeros tras el paso del tiempo. La resignificación de ese encuentro y como cada uno fue viviendo la dictadura es algo palpable en las decisiones tomadas. Esa nostalgia por lo que no pudo ser y la necesidad de darle algún tipo de sentido y valor a una lucha que podrá ser evaluada de maneras diversas.


Si no pudo verla en el TABA, no se preocupe. Al final de la crónica, podrá ver que tiene dos funciones más en otros dos espacios. Le pido que vaya a verla, no solo por la obra en sí sino para conocer algunas salas que respiran teatro y lo realizan con seriedad.


En cambio, desde Paraná, Entre Rios, Argentina, llegó “El Cruce”, del grupo Teatro del Bardo, una puesta atrapante de principio a fín. La sorpresa invade cuando se ve el escenario vacío. Casi, algunas luces, un balde y algunos elementos que parecen ser instrumentos musicales. La curiosidad empieza a mirar con atención lo que ocurrirá en cincuenta minutos de acción continua. A partir del cuento homónimo del escritor misionero Sebastián Berkoski y relatos de Horacio Quiroga, se relata las peripecias de los hermanos Berger, Francis y Paulo que deben escapar de su pueblo por haber agredido a una persona de mucho poder, en el mismo.


Más allá de la importancia y calidad de los textos, la puesta se asienta sobre lo desarrollado por Juan Kohner, Toño López, Andrés Main, los tres actores que llevan adelante esta magnífica propuesta. Pero no se quedan solo con la actuación sino que despliegan una gran variedad de recursos. Distintos sonidos guturales para crear una selva que espera con sus garras abiertas, canciones con instrumentos de extraña fisonomía y coreografías que se mezclan con acrobacias circenses. La ciudad se une con la selva, los animales con los humanos. Todos para crear un nuevo mundo narrativo para una puesta que tiene todo. La iluminación es fundamental para crear los distintos climas y espacios en los que se desarrolla la acción.


Divertida y cautivante tanto para grandes como para chicos, “El cruce” fue un gratísimo momento del TABA.


Para el final, dejamos algo que nos quedó en el tintero como “Ese recuerdo ya nadie te lo puede quitar” de la compañía mexicana Vaca 35 Teatro en Grupo y el director Damián Cervantes. Habíamos visto la muy destacable ““Lo único que necesita una gran actriz, es una gran obra y las ganas de triunfar” por lo que queríamos ver más de la misma compañía. Ahora nos topamos con una puesta donde la excusa es una reunión de actores para hacer una puesta de Chejov. Aquí, la palabra “excusa” es clave. A partir de esta reunión empezarán a salir a flote todas las miserias que puede tener un grupo humano. Usar a Chejov para hablar de lo aburrido que está uno pero ¿entonces por qué lo haces? Como se diría en futbol, nadie “pone la pelota contra el piso” para ver que pasa, sino que se sigue adelante a puro vértigo.


Los cuerpos enfrente de todo. Desde ese lugar, la risa del comienzo dará paso a la sorpresa e inclusive a un rostro de mayor tensión con el paso de los minutos. Será ahí donde hay que dar una reflexión más profunda más que aquello que se ve de movida, al primer golpe de vista. La violencia en su punto exacto que refleja aquello que no se quiere ver. Muestra lo que no se quiere ver, que forma parte de los comportamientos de gran cantidad de grupos para mantener el “orden” del mismo. ¿Será necesaria tanta visceralidad en escena? Desde aquí, apoyaremos la misma porque va más allá de la misma. Es inquirirle al público respecto a la misma en sus grupos de pertenencia e inclusive su rol en el mismo. Por este motivo, dividirá agua entre los presentes de manera muy tajante.  

Después, la sociedad pedirá otra cosa (o no). Todo sigue adelante. Como si nada. Aunque se haga daño. Total, mañana hay que seguir pasando letra y la vida continúa.   


Yo maté a Pinochet


Dramaturgia y actuación: Cristian Flores Rebolledo. Dirección: Alfredo Basaure Espinoza – Cristian Flores Rebolledo. Diseño integral: Ricardo Romero Pérez. Universo sonoro: Juan Manuel Herrera. Diseño gráfico: Alejandro Délano Águila. Duración: 65 minutos


Viernes 9 de febrero. Oeste Teatro. Del Barco Centenera 143, “A”. A las 21 hs.

Sábado 10 de febrero. Habitar Gómez. Valentín Gómez 3155. A las 21 hs.


El Cruce.


Con Juan Kohner, Toño López y Andrés Main. Dirección: Gabriela Trevisani. Dramaturgista: Valeria Folini. Luthierías y objetos: Jani Toscano. Asistencia coreográfica: Juancho Capurro. Diseño de luces: Teatro del Bardo. Vestuario: Laly Mainardi. Fotografía: Felipe Toscano. Diseño gráfico: Eva Cabrera. Duración: 50 minutos


Ese recuerdo ya nadie te lo puede quitar


Creación colectiva: Vaca 35 Teatro en Grupo. Dirección: Damián Cervantes. Producción ejecutiva: Sergio Ecatl. Producción: Vaca 35 Teatro en Grupo. Con Mari Carmen Ruiz, Damián Cervantes, Gabriela Ambriz, Diana Magallón, José Rafael Flóres, Héctor Hugo de la Peña. Duración: 60 minutos.

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