“Fragmentos De Oscuridad. Los Caprichosos Objetos del Destino”. (Teatro)

 
Desde el mismo momento en que se produce la convocatoria en el punto de encuentro, en una esquina que se junta con uno de los bordes del Parque Avellaneda, se inicia el mágico ritual del teatro. El mismo parque se transforma en el escenario. Algunos de los personajes de la puesta serán quienes integren a los espectadores al verde naturaleza que será la escenografía de la nueva creación del gran Héctor Alvarellos.
 
Aves que guían y un guía que conduce a tres ciegos a través de un bosque. Como si fuera una cebolla de mil capas, se desarrolla una historia que va más allá de ese planteo inicial. Cuando estos tres seres se internan en el parque, pareciera que el mismo Charly García hubiese musicalizado ese momento. “Estamos ciegos de ver/Cansados de tanto andar/Estamos hartos de huir/En la ciudad” para describir a “los sobrevivientes” al tiempo que diversos objetos manipulados por estos tres seres, forman parte de una dramaturgia poética no exenta de vínculos por demás reconocibles. Estos van desde la sociedad en todos sus aspectos (el capitalismo, las relaciones humanas) hasta las vivencias personales de cada uno de los presentes. Será en ese punto en el que cada acción salta desde el escenario para dialogar con la sensibilidad personal de los espectadores. Cada palabra impactará de manera diferente. Es más, podrá tocar alguna fibra íntima logrando aquello que solo logra el teatro en tanto la relación de proximidad que es la ceremonia del teatro.
 
La sucesión de hechos que viven los tres protagonistas como seres que “transitan y habitan” como pueden al son de “Nunca tendremos raíz/Nunca tendremos hogar/Y sin embargo, ya vés/Somos de acá”. El miedo a lo desconocido  y a ese porvenir –que está por venir- al que se enfrentan ofreciendo solo su corazón. Pero lo importante es que, cada palabra emitida por todos los personajes, da cuenta de diversas formas de plantarse frente a las contingencias de la vida. Las argumentaciones irán de lo absurdo a la precisión de una fórmula pero siempre en un plano simbólico perfectamente entendible para el corazón y la neurona atenta. Deja de lado el regodeo de imágenes complejas que sirven únicamente para el ego de su creador para establecer un diálogo enriquecedor entre todos los presentes de dicha ceremonia teatral.
 
Cada uno de los tres protagonistas, viven juntos al tiempo que separados lo cual termina siendo una perfecta metáfora de la sociedad, tan aplicable al contexto prepandémico como al vivido por el confinamiento, cortesía del Covid-19. En ese paso adelante, se manifiesta lo simbólico de la ceguera en la vida de las personas tanto respecto a la imposibilidad de ver, lo visto y que ha quedado en el recuerdo u olvido o aquello que se presenta pero que no puede aprehenderse, siendo ésta la mejor medicina para que el tiempo pase pero sin vivir (y disfrutar) la propia vida. Ya lo decía, de alguna forma, John Lennon con su “Living is easy with eyes closed, misunderstanding all you see”.
 
Los espectadores miran con asombro y atención cada uno de los hechos que se suceden. En un punto, es una vuelta en el tiempo en que el contrato de lectura implica el deslumbrarse frente a lo visto. Desde el viejo guía hasta esa figura de blanca presencia pasando por los tres ciegos y los animales que formarán parte de la puesta. Las actuaciones son precisas y acertadas, plasmando la seriedad y sensibilidad de su trabajo. La iluminación también será importante para que se consolide la idea que “el todo es más que la suma de las partes”.
 
Inspirada en “Los ciegos” de Maurice Maeterlinck, “Fragmentos De Oscuridad. Los Caprichosos Objetos del Destino” certifica la creatividad y vigencia de Héctor Alvarellos en el particular y único mundo del teatro callejero.