Dramaturgia y letras de canciones: Andrés Binetti. Con Malala González, Horacio Barros, Ezequiel Glinberg, Marcos Horrisberger, Alejandra Martínez, Tomás Mejía, Santiago Monterrosa, Nicolas Munguia, Guillermo Pier, Camila Serra y Yesica Wejcman. Vestuario: Celina Barbieri y Guadalupe Sobral. Escenografía: Magali Acha. Iluminación: José Binetti. Música original: Gastón Abulafia y Mariano Pipkin. Fotografía: María Belén Cobas. Diseño gráfico: Florencia Cuello. Asistencia de dirección: María Cecilia Cabrera. Producción: María Cecilia Cabrera, Melina Guetmonovitch y Michelle Wejcman. Coreografía: Ariadna Faerstein. Dirección: Michelle Wejcman.
Reservas: 15-3175-1592/15-4401-6914. proyectogaragerock@gmail.com
Desde el momento en que uno entra en ese espacio, suena música. Es un bálsamo haber entrado a dicho recinto y que suene el gran David Bowie con “The next day”. Aquel que haya visto el video no podrá dejar de recordar a Gary Oldham y Marion Cotillard en una crítica a la Iglesia Católica.
Pero desde el instante en que se apagan las luces empezará una creación de sentido constante. El usual pedido de apagar los celulares quedará de lado ante la solicitud de mantenerlos encendidos durante el transcurso de la obra. Aquí ya hay un cambio importante donde todo tiene que ver con todo, pero vayamos por partes.
La puesta girará en torno a Los Monos, una banda que está en las postrimerías de realizar un importantísimo concierto que les podría llegar a cambiar la carrera. El espacio busca crear la atmósfera de ensayo de un grupo que pugna por salir del anonimato para dar el salto de calidad que –creen- merecer. Serán los diálogos entre los integrantes de la banda los que llamen a la reflexión y más aún, sus propios pensamientos que salen a la luz para el público presente más no para los protagonistas. Lo que expresan boca para afuera y lo que realmente desean llevar a cabo. ¿Tan lejos estamos de la realidad del rock actual? Cuando Laila se refiere a que los Redondos llevaban cierta cantidad de gente y las denomina “lucas” ¿habla de dinero en vez de gente que pone todo para ir a ver a sus ídolos?
De esta manera surgirán preguntas las cuales no tienen porqué tener respuesta. Inclusive, tampoco deberían ser de nuestro agrado en el caso que existan. ¿El rock dejó de ser hecho para cambiar al mundo para convertirse en una profesión como cualquier otra, pero con más cliches de por medio? ¿Quiénes son rockeros ahora, chicos con ganas de decir algo o niños/as “bien” que buscan melodías pegadizas para tener éxito y fama?
El humor tiene su espacio con momentos hilarantes como la aparición de la madre de uno de los músicos con su impronta de “mamá” pero con ideas que sorprenderán a más de uno.
La utilización de la tecnología permite la interrelación entre el show-ensayo de Los Monos y el público presente, al tiempo que esta situación se vuelve un dilema que atraviesa al rol del público en este tipo de eventos. Uno puede ir a ver a Paul Mc Cartney o los Rolling Stones (usaremos ejemplos de artistas consagrados y extranjeros para no herir susceptibilidades…) pero ¿va a verlo o está más interesado en sacar la foto de Paul o Mick y subirla al Facebook? ¿Se presta más atención a hacer hincapié en el “yo estuve ahí” que al propio hecho artístico? Esto se verá en la utilización de los celulares.
La conformación de los públicos y su relación con los artistas en tanto sus búsquedas y su rol dentro de la sociedad abren otro punto de discusión.
Los guiños están a la orden del día, sobre todo para los melómanos que pululan por la sala. Tal como el momento en que el bajista se pregunta “Que ganas de hacer una carrera solista pero ¿qué bajista tuvo éxito?” mientras empuña un bajo Hofner, instrumento insignia de –probablemente- el melodista más importante del rock de los últimos sesenta años, que saltó a la fama junto con sus tres compadres de Liverpool.
La puesta es dinámica y entretenida aunque quizás no sea tan redonda como “Proyecto Posadas”. Igualmente, la gran cantidad de interrogantes que abren para el debate es altamente interesante. Más aún cuando varios de ellos se podrían transpolar del ambiente de la música….al de teatro, al cual le falta salir de su ombliguismo para plantearse –por ejemplo- qué público busca y cual termina conformando, si desea abrirse a todo tipo de públicos o prefiere mantener su aura de “pureza creativa” aunque más de uno/a muera por ver su cara en la tapa de una revista.
Proyecto Garage” es divertida y corrosiva en porciones iguales que disfrutará todo tipo de espectadores. Al mismo tiempo, abre la discusión a puntos por demás interesantes a tratar con seriedad y argumentos válidos, no aptos para seres de extremada sensibilidad o seres de luz con pocas luminarias.