Sensibilidad y barbarie
Dramaturgia y dirección: Nayla Pose. Texto: Emmanuelle Cardon, Florencia Halbide, Germán Leza, Paola Lusardi, Federico Manzioni, Loló Muñoz, Julián Ponce Campos, Nayla Pose, Nahuel Saa, Mariano Saba, Lucia Szlak y Marian Vieyra. Actuación: Emmanuelle Cardon, Florencia Halbide, Germán Leza, Paola Lusardi, Federico Manzioni, Loló Muñoz, Julián Ponce Campos, Nahuel Saa, Lucia Szlak, Marian Vieyra. Diseño gráfico: Lucia Szlak.
El Brío – Espacio De Investigación Teatral. Av Alvarez Thomas 1582. Sábado, 22 hs.
Encarar un riesgo siempre tiene un costo a pagar. Pero como dice un viejo refrán, “nadie sale del agua sin mojarse”. Algo así ocurre con “La Bestia Invisible”. El reducto donde se realiza la puesta contiene –literalmente hablando- a un espacio de baile en el que “Blue Monday”, el clásico de New Order impone su ritmo. El clima de jolgorio y danza es la zanahoria que atrae al espectador ya sea por la empatía o el rechazo frente a lo que escucha.
Detrás de la ventana vidriada, diez seres tomarán el micrófono por asalto para poner fin a la música y ser ellos mismos los que dicten el ritmo de la puesta. Pero, ¿será una puesta en sí? ¿Acaso importa? A titulo personal, diría que no por el devenir de los hechos.
Diez historias diferentes que navegaran entre el pasado y el presente, el recuerdo y la reivindicación, la lucha y el dolor. El clima creado a partir de la iluminación y el diseño sonoro es atrapante. Tres jóvenes inmortalizan a sus abuelos en épocas de conflictos y masacres con relatos conmovedores. Mientras una nieta recuerda a un héroe de la resistencia francesa contra los nazis, la otra guarda en su libro las vivencias de la huida de los pogroms del zar. La emoción es de esas que empiezan a sentirse en el estómago y en el corazón. El tercer nieto recuerda la puja de su abuelo español en tierras argentinas con un paisano suyo, y lo que implica cantar La Internacional, con una calesita como escenografía del relato. Ahí, a más de un espectador, se le ve moviendo los labios.
Confesiones íntimas y exorcismos de variada índole corren el velo de mirar dentro del propio ser. Cada historia tendrá su propia vida, más allá de cierta irregularidad en algunos textos que, en ocasiones, bajan la sutil intensidad obtenida…para retomarla a la brevedad. Más aún cuando hay niños que transitan las calles en medio de una guerra.
Pero no todos los relatos tienen ese tipo de relación. Las voces cambian y se transforman. Una chica se descubre como lagartija sin percibir el momento kafkiano del cambio.
El ambiente cambia al igual que las sensaciones pero sin movernos de la silla. El clima de fantasmagórico ensueño se mezcla con los recuerdos, la melancolía y la sorpresa. Cada diálogo buscará en los espectadores su otra mitad para llevar adelante una construcción de sentido profunda. Siempre con el hombre en el centro de la escena y más con las transformaciones que sufre en los relatos. Más de uno se preguntará si esa bestia del título no será pariente cercano de la idea de “Hombre, lobo del hombre” y sus diversas aplicaciones, Hobbes incluido.
Dicen que la música tranquiliza a las fieras. Algo de eso debe haber en el final. Tranquiliza pero no aquieta. Por el contrario, es la calma que antecede a la tormenta interna que habrá movilizado a más de un espectador. La charla inmediata tras la finalización de la obra es prácticamente obligada por todo lo que ha planteado. Inclusive si no ha gustado. Pero….¡qué linda es la experiencia teatral cuando te provoca algo para iniciar el diálogo! Con textos intrigantes y conmovedores, “La bestia invisible” se muestra frente al público con las ideas claras y llevando adelante la idea del Brío, “Espacio De Investigación Teatral”