Autores: Carlo Argento, Francisco Pesqueira y Ramiro Pettina. Con Francisco Pesqueira. Músico: Ramiro Pettina Multimedia: Nikolai Proaño Producción ejecutiva: Andrea Widerker Entrenadora vocal: Alejandra Cánepa Fotografía: Silvina Macri Supervisión técnica: José Poty Frías. Luces y dirección general: Carlo Argento.
Teatro Tabarís. Av Corrientes 831. Miércoles a domingos, 21.30 hs. Entrada libre y gratuita (se retiran con una hora de anticipación en la boletería del teatro).
¿Un homenaje al cine argentino a través de la música, en un teatro? Si, es posible. Y no solo eso sino que es tan destacable que tiene efectos colaterales absolutamente beneficiosos para todos.
En su rol de cantante/narrador, Francisco Pesqueira se pone al frente de un viaje mágico y no tan misterioso en tanto y en cuanto se tomarán diversas películas de nuestro rico y –a veces- denostado cine argentino. Será Pesqueira el capitán de una nave que viajará a través del tiempo con la música como premisa y la inestimable colaboración de los recuerdos y vivencias del público presente. Será en ese preciso instante de intersección entre lo que sale de la voz de Pesqueira -con la música de Pettina- y el recuerdo automático del espectador, donde la puesta logra un efecto bellamente desvastador.
En el marco de una puesta sencilla, donde solo se ve un piano y un sillón (¿una butaca de cine?), la multimedia hace su aparición desde un lugar que, si bien es importantísimo, no constituye la obra en si misma. Mientras aparecen las imágenes de grandes clásicos argentinos (desde “La Guerra Gaucha” hasta “Kamchatka”, pasando por “La tregua”, “La historia oficial” y “Los isleros”, entre tantas otras), la pantalla dialogará con Pesqueira y los precisos arreglos de Pettina en las teclas para crear una atmósfera de recuerdo, sin caer en esa nostalgia atravesada por la tristeza o “ese tiempo pasado” que no retornará. Por el contrario, el espectáculo apela a la sonrisa y la felicidad. Ese buen momento que se establece a partir de la conjunción mencionada anteriormente, de memoria y alegría.
Otro punto a favor de la puesta es el carácter lúdico que le brinda la narración del propio Pesqueira, matizando cada detalle con sus propios recuerdos de su Córdoba natal. Será ese tono ameno y divertido, con un gran respeto y conocimiento sobre lo que se está hablando, el que permita un diálogo con el público. Aquí no molestará el comentario sorprendido ante la aparición de una imagen determinada, ni el batir palmas o cantar alguna canción. Por el contrario, será ese instante mágico donde se logra la riqueza extrema de obra. Inclusive, con recuerdos al Club de Clan o películas como “La carpa del amor”, “La discoteca del amor” y otras, de similares características.
El amor que le pone todo el equipo a “Canción de cine” es palpable y genuino. Trasciende el corte arbitrario –como todo corte- de las películas elegidas para establecerse como una puesta para ver más de una vez y seguir emocionándose como siempre.
Las palabras de Pesqueira respecto a que “el cine le ganó a la muerte” son absolutamente ciertas. Las vivencias y las alegrías quedan en esos planos y expresiones, que se verán a través del tiempo por distintas generaciones. Serán los propios espectadores los que transmitan esos sentimientos a todo aquél que quiera oir al respecto. El cine como fenómeno vivo y trascendente. Único y repetible pero nunca finalizado. ¿Acaso no vemos películas más de una vez, conocemos los diálogos y nos seguimos emocionando como el primer día?
«Canción de cine” es una cita obligatoria para todos aquellos que aman la música y el cine, combinándose excelentemente en una sala de teatro. Todo para conformar una puesta imperdible y que, seguramente, despertará tanto el deseo de verla de nuevo asi como de volver a ver los clásicos argentinos del celuloide.