Dramaturgia y dirección: Federico Aguilar. Con Guillermo Aragones, María Cecilia Mariño, Gonzalo Cenizo, Ignacio Nazareno Ciminari, Julieta Koop, Guadalupe Lanusse, Chúmeyá Lanusse Aguilar. Bailarines: Marcio Barceló y Leandro Dumon. Voz en Off: Ñata Aguilar. Diseño de vestuario, de objetos, escenografía y utilería: Emilia Martínez Dómina. Diseño de luces: Florencia Carboni. Diseño sonoro: Pedro Donnerstag. Realización de escenografia: Antonela Fucenecco y Emilia Martínez Dómina. Realización de máscaras: Daniela Fernandez Blanco. Realización de video: Federico Aguilar, Chúmeyá Lanusse Aguilar. Técnico de grabación: Juan Pablo Martínez. Intervención de imagen: Carolina Silva. Intervención Sonora: Pedro Donnerstag y Lucía Fernandez De Caleya. Dibujos: Sofía Ugarte. Asistencia técnica: Cecilia Blasco. Asistencia de dirección: Carolina Silva y Carolina Zumarán. Producción: Carolina Silva.
Espacio Cultural Urbano. Acevedo 460. Viernes, 23 hs.
Pero a no preocuparse, querido lector que la travesía tendrá sus paradas y su propia velocidad y hoja de ruta. Inclusive, cuenta con un alter ego del autor que será protagonista de la puesta de su vida. Como no podía ser de otra manera, el recorrido contará con guías que llevarán al público a vivir diversas situaciones.
Algún teórico podrá decir que estamos en en una puesta que podría denominarse performática. Podrá ser pero tiene muchas aristas para descubrir y sorprenderse, extensible a lugares insospechados. Desde la construcción de la memoria colectiva a partir de la mirada de un niño y su crecimiento, con sus bemoles, hasta la forma en que la guerra atraviesa la vida de las personas. Por tal motivo, el movimiento constante del público entre los hechos que se suceden de los cuales participa. Podrá jugar una partida de ajedrez con al autor o viajar a través del tiempo para ver como participó su abuelo en la Guerra del Paraguay.
La puesta tiene casi el recorrido de un museo de vivencias personales, donde la gente ingresa como si fuera una especie de “Being John Malkovich” pero que descansa en una teatralidad de múltiples recursos. La utilización del espacio responde a lo requerido por la puesta. Mini escenarios como si fueran piezas de exposición con vida propia al tiempo que el público camina en su mezcla de curiosidad y fascinación. Todo, mientras los diversos acontecimientos se desarrollan. Inclusive habrá lugar para el debate y la charla a partir de ideas y puntos nodales determinados. La educación y la crianza y su influencia en la identidad del individuo asi como la guerra y sus consecuencias o la conformación de la memoria, giraran en diálogos y hechos donde la cuarta pared es hecha añicos en pos de establecer una continuidad en la relación “face to face” entre los actores y el público. Inclusive el público llegará a ser juez y parte de castigos a quienes osen romper las reglas de la urbanidad moderna, que rigen a nuestras sociedades.
La resignificación de los hechos a través del tiempo y la utilización precisa de la multimedia permitirán la construcción de sentido que llevará la puesta un paso más adelante. Mientras se suceden los hechos, las imágenes de Adolf Hitler, Barack Obama, Benjamin Netanyahu y Yasser Arafat, entre otros, con sus respectivas voces, conformaran un espiral de ideas fuertes, que pone sobre el tapete situaciones actuales y dramáticas.
El texto pergeñado por Federico Aguilar es excelente con una puesta imaginativa y rica en sus intenciones. Veloz y dinámica, no cae en el vértigo sino que, por el contrario, es atrapante e inclusiva para con un espectador que participa constantemente de la misma.
No apta para espectadores que buscan un teatro que les de todo “procesado para su propio consumo” o críticos/periodistas/directores que usan un reloj de arena, “Casus Belli” es una gratísima sorpresa para un viernes a la noche, disfrutable incluso en más de una ocasión.