El 2024 tuvo una buena cantidad de estrenos, con sendas actuaciones a destacar. Como suele ocurrir, unipersonales de muy buena calidad y duplas de actrices que han sido importantes en el desarrollo de puestas que han sobresalido en el año. Todo, en el marco de una oferta que tuvo una buena cantidad de propuestas que están «bien» y no salen de esa «corrección».
El año comenzó con “La malinche”, una mujer que vivió muchas vidas, con todo lo que esto implica, desde un lugar de pertenencia e identidad hasta el destierro y la esclavitud. La libertad y su búsqueda real –no la banalización del término, cortesía del vacío constante de contenido por parte del contexto actual-, en la existencia de Malinalli de Paynala, una joven nahua de clase alta, desde de su nacimiento. La actuación de Ana Yovino es un “in crescendo” constante. Es redundante (y por demás, justo) recordar lo gran actriz que es pero aquí, lleva adelante un personaje de fuerte demanda física y concentración extrema. Maia Mónaco pone su excelente voz a disposición de varios personajes que van desde la Huesera hasta la madre de Malinalli, entre otros.

En “Fragmentos Mainsfeld”, la narración se transforma en una gira trágica y misteriosa acerca de la vida de la escritora Katherine Mansfield. Mejor dicho, de su pasión y de aquellas cosas que le quedaron en el tintero ya que no las pudo llevar a cabo como las deseaba -o no la dejaron-. De ahí que sea tan rico el planteo en general. Milagros Almeida brilla con una actuación impecable, de numerosos matices en los que se da el gusto de cantar en inglés y en alemán. La construcción minuciosa del personaje impacta de diferente manera. La emoción y sensibilidad en algunos casos mientras que otros quedan absortos frente a la cantidad de recursos que lleva adelante. Sin lugar a dudas, de lo mejor del año.
Hubo actuaciones que se destacaron dentro de elencos en que «un todo que supera a la suma de las partes”. Tal es el caso de Anabella Basigalupo en “Los bienes visibles”. La pareja de hermanos que conformó con Patricio Aramburu es de sensible visceralidad. Ambos son parte de las creaciones de Juan Pablo Gómez, pero siempre buscando diferentes matices en sus performances. En esa puesta que fue divisoria de aguas que fue “Ese E-bow americano”, se destaca Vanesa Maja, que es la dueña de la casa vandalizada, personaje que interpreta con absoluta maestría y solidez.
Entre los clásicos que volvieron a las tablas, destacamos a la vigencia de “Piaf” y una Elena Roger insuperable asi como a Malena Solda y su “Yoli”, una composición excelente, a partir de la tensión que vive su personaje, en «Made in Lanus«.

Hubo duplas que conformaron puestas de calidad extrema, tal como la excelente “Esas que no”, ya destacada como una de las mejores puestas del año. Otros dúos fueron los de Malena Laurent y Sol Zaragozi en “La bicha”, Fiorella Cominetti y Eliana Murgia, en “Liquidación total!” y Alejandra Oteiza y Greta Guthauser en “Simplemente me acuerdo”. Hubo quienes, dentro de un elenco más numeroso, sostenían el relato con prestancia y presencia. Tal es el caso de Iride Mockert y Dolores Ocampo en “Pelomuerta”, Natalia Santiago y Celeste Gerez en “Clase póstuma”, Yanina Gruden y Patricia Etchegoyen en «La gran ilusión» o Natalia Imbrosciano y Juja Alberti en esa gema llamada “Katy con K”.
Para finalizar, destacaremos dos unipersonales que contaron con actuaciones para destacar. Uno fue “Ambiente y medio” en el que la pluma de Lucas Lagré tiene en Julieta Koop el cuerpo y alma de la misma. Koop es un Emilia que está sola y necesita verbalizar las vicisitudes que atraviesa en su vida. Perteneciente a una clase social determinada (al menos, eso esboza), su trabajo es el manejo de las redes sociales de la empresa de su padre que es criticada por su poco cuidado de la naturaleza y la negación del cambio climático. El sarcasmo y la parodia que maneja Koop impacta aún más que la visceralidad. Sus gestos y silencios, son exactos. Más aún cuando va pasando el tiempo y el/la espectador/a dice «esto me suena de algún lado…»

En segundo término, tenemos el caso de “Clandestina”, texto de Natalia Villamil que lleva a cabo una excelente Belén Blanco. Actriz multifacética y talentosa, sabe ponerse en la piel de personajes tan complejos como diferentes entre sí. En esta oportunidad, su interpretación inquieta, interpela y emociona al espectador. Lo atraviesa con una potencia arrolladora muy habitada internamente que impacta desde la primera línea de texto. Dueña de un sinfín de recursos gestuales y vocales, logra ir desde el grito más desgarrador hasta la voz más suave en segundos. Además, la cantidad de matices que maneja, muestra la complejidad de una mujer sometida que busca ser escuchada.
Párrafo aparte para Guadalupe Otheguy que realiza la música en “Clandestina” y “Los bienes visibles”, siendo parte fundamental de ambas puestas.
¿Queda algo más para analizar…? Veremos.
Excelente y muy actual la obra Ambiente y medio.
Muy acertada interpretación de Julieta Koop,con un guión hecho a la medida de ella