La figura de Federico Moura siempre fue objeto de estudio y admiración. Por tal motivo, Damián Carcacha editó “Sin disfraz. Federico Moura: Entrevistas esenciales” (Vademecum), sobre la vida del legendario líder de Virus. Con su vigencia constante y la revalorización de su figura, Carcacha da cuenta de lo que fue hacer el libro y analiza la influencia que tuvo a través del tiempo. Todo, mientras aparecen Gustavo Cerati, Pil, V8, Sumo, los Redondos, la Dictadura y el periodismo en la charla.

-Damián, primeramente, felicitaciones por el libro.
-Muchas gracias. La verdad, me encantó como quedó todo.
-Antes que nada, ¿te quedó material afuera?
– Si. Al ser una editorial independiente, me plantearon dos o tres pautas. Por ejemplo, en la etapa B del libro, donde entran las entrevistas raras, quedaron 30 cuando había seleccionado 60. Cuanto más grande, más caro es el libro, pero menos valor de venta. Si vamos a los tiempos actuales, el libro pasó a extinguirse. La gente no compra y no lee libros. Hoy, tecnología mediante, prefieren googlear “Federico Moura” que leer un libro.
Soy de la vieja escuela y me gusta el formato físico, pero quedó mucho afuera. En la primera parte, que son las entrevistas a las personas que rodearon a Federico, tuvimos que comprimir muchas historias y otras las quitamos porque no sumaban a lo que estábamos haciendo. Queríamos hacer una síntesis y que sea de fácil lectura.
-El título del libro, “Sin disfraz”, es por la canción, pero puede tener una resignificación muy interesante con respecto a lo que era Federico como artista.
– Tomé el título, más allá de la canción en sí. Lo adopté porque, de alguna manera, intenté sacar a Federico del mote de artista, de mito y leyenda, fuera de lo que se transformó luego de su muerte. Era, de alguna manera, desnudarlo y humanizarlo. En la primera parte del libro, busco reflejar su camino, de cómo fue su proceso de convertirse en artista hasta llegar a sus 30 años y entrar a Virus. “Sin disfraz” es un poco eso. Él, al desnudo, humanizado totalmente, fuera de lo que fue con Virus. Una figura, quizás no tan reconocida al momento en que sucedió todo, pero sí, desde hace unos 15 años para acá. Pasaron 36 años que falleció y la gente resignificó su obra.
– Mostras varias aristas de Federico…
– Me encontré con que había mucha gente que habla en la primera parte del libro que lo trataron “antes” y no “durante” Virus. Entonces, no me hablaban del “cantante” ni del tipo que salía en la tapa de la revista Pelo sino de aquél con quien compartían una fiesta y jugaban al rugby. De repente, se encontraron que, a los 19 años, Federico mutó a otro mundo. Entre los 21 y los 22 años, se fue a vivir a la Capital Federal donde formó otra especie de mundo que estaba relacionado al arte. Las personas que compartieron la primaria, la secundaria, el rugby y después toda esa transformación en el arte, no lo veían como la figura en la que se convirtió.
– ¿Lo bajaste del poster para hacer el libro?
– En algún punto, es muy difícil sacarlo del poster porque, desde los cinco o seis años, era una especie de ícono para mí. Terminé el libro y me di cuenta que era un tipo que tenía sus debilidades y sus virtudes muy marcadas. Lo que sí sabía es que era muy reservado, muy celoso de su vida privada. Eso lo quise mantener y lo charlé con Velia Oliva, su mamá, que entendía mis puntos, y nunca me puso ni un pelo ni una coma.
– ¿Hubo algo que te sorprendió de lo que investigaste?
– Si, que él viniendo de una familia muy cómoda en el sentido de “mamá, papá y seis hijos”, de repente, terminó la secundaria y se fue a Europa en barco con seis amigos. Fue detrás de la aventura. Pasó de la habitación de su casa a estar varado en una carretera 17 horas con no sé cuántos grados bajo cero haciendo dedo. Cuando llegaron a Europa, se desparramaron. Uno se fue para Lisboa y los otros, para Ámsterdam. Todos querían recorrer el mundo, pero Federico fue más allá. Absorbió toda la información que había, en especial de Londres. Se encuentra con Keith Moon, el baterista de The Who, y lo invita a un ensayo abierto de la banda. De repente, el chico que estaba en su casa, rompió el cascarón y, de alguna manera, salió a comerse el mundo.

Para que exista un mañana
– Hay una veta política en la vida de Federico que tiene que ver con su hermano Jorge y su militancia.
– Federico, en los primeros 70, cuando termina el secundario, se alista en el siloísmo, en la ciudad de La Plata con su amigo Fernando Bustillo. Incluso, en esas charlas, participaba un tal Carlos Solari. Todavía no cantaba…Estamos hablando año 72, 73. El siloísmo era una especie de filosofía, no un grupo armado que iba “en contra de” o con un ideal de armas tomar. Federico era un tipo al que le importaba mucho la política. En esa época, conoce a Roberto Jacoby, sociólogo y letrista de Virus, que tenía una cabeza importante. Era muy político, un analista de lo social muy grande. Muchas canciones de “Recrudece” o de “Wadu wadu”, tenían esa bajada de línea porque –convengamos- todavía estaba la dictadura, aunque no ese Proceso de Reorganización Nacional que hubo de 1976 al 81.
En relación con el tema de su hermano, siempre fue muy cauto y muy reservado, sobre todo cuando pasó a ser una figura pública. Cuando salió el “Nunca más”, apareció el nombre de Jorge Moura en la lista de la CONADEP. Hubo una periodista que le preguntó a Federico al respecto. “Es mi hermano” respondió Federico y cerraba el tema al toque. No quería que, lo que pasó en su familia, se lo tome como una estrategia de mercado. Esto se mantuvo a lo largo del tiempo.
– El tema “Ellos nos han separado” habla al respecto y, paradójicamente, no es de los más conocidos de la banda.
– No es la única canción que le hicieron a Jorge, pero esa es muy clara. “Parece ser un mal general” que puede ser algo global como un general del ejército. Tiene esa doble lectura y es bastante explícita en lo que dice. “Hermano, quiero apretarte la mano”. Después, hay cosas de otro vuelo poético. En “Amor descartable” está el “Encontrarte en algún lugar, aunque sea muy tarde. Tantos odios para curar. Tanto amor descartable”. Hay un montón de partes que lo sé por Julio Moura pero la letra de “Ellos nos han separado” es esa marca. Estaba aflorando lo que pasó, pero los cuerpos no aparecían. Había que enfrentarse con eso. Federico, con esa canción, lo refleja muy bien.
– ¿Cómo lo ves hoy a Federico en relación con nuestro contexto, hoy Argentina 2024?
– Federico tomó una dimensión relacionada al sobreponerse a lo que sos, sin ser juzgado. Hoy está todo mucho más aceptado. Es más común ver a Adrián Dargelos o Ale Sergi vestidos de Transformers o con pieles y las uñas pintadas. Cuando apareció Federico, no existía el cantante solista, sin instrumento. Entonces, él, Miguel Abuelo y más adelante, Luca, eran una revolución. Ponerte una remera rayada o un pantalón de color significaba tener una personalidad muy fuerte. Un amigo de él me decía que no le daba importancia a su condición sexual. Una cosa es que te critiquen por lo que haces y otra, por lo que sos. Hoy Federico tiene esta revalorización porque lo hizo en un momento en donde era muy difícil todo. Inclusive con el tema de su enfermedad.
– Es cierto.
– Se enferma en los 80 y si uno ve cómo se trató el SIDA del 82 al 89, es fortísimo lo que pasó toda la gente que lo tuvo. Creo que Federico falleció sin saber todo lo que nos estaba dejando. Esto mismo como vos decís, “sin disfraz”. Hoy, que alguien cante sobre una salida una noche gay, está aceptado. Aplaudimos a aquellos que puedan decir “soy esto”, “quiero ser aquello”, sin que lo estén juzgando. Nosotros somos de una generación que hemos empezado a cambiar al respecto. Quizás, los que estén más arriba les cueste entenderlo. Hoy, un chico de menos de 30 años, le importa nada con quién estés o te relaciones. Federico es esa bandera digamos, de libertad y que somos todos distintos.
Los 80 y el legado
– Hace un tiempo, estaba charlando con Pil, el cantante de Los Violadores, sobre si las tres V de los años 80, Violadores, Virus y V8, eran “bandas de culto”. Dijo Pil que “fueron cabezas de playa que terminaron siendo sacrificadas para abrir el camino a otras bandas”. ¿Coincidís?
– Si. Los Violadores empezaron a hacer punk acá cuando no existía. Virus hizo new wave cuando aquí no había llegado. Cambió su sonido y hace un disco más rock and roll como “Agujero interior” para después ir a los teclados con “Relax”. De V8, ni hablar con todo lo que hicieron. El reggae llega con el primer disco de Sumo. Absorbieron todo lo que vieron afuera y lo trajeron para acá. Pil y Stuka son muy cultos, al igual que Luca y que Federico que viajó por todos lados. Podrían haber hecho lo que se hacía acá, ese rock sinfónico contestatario con letras directas. Federico las hizo, pero más camufladas. Pil era recontra directo. No sabemos si cantaba bien o mal, pero agarraba el micrófono y te la clavaba en el ángulo por actitud. Fueron tipos que marcaron, como si fuera una bandera. Rompieron el hielo y quienes vinieron detrás, tenían el camino allanado.

– Muchos sostienen que los 80 se terminan con la muerte de Federico, Luca y Miguel.
– Creo que, musicalmente, se cierra esa etapa, esa década. Lo que pasa internamente en nuestro rock es el freno de mucha gente que empezó a rever sus conductas. Tras la dictadura, hubo una explosión de fiestas en el que esa alegría termina teniendo una consecuencia. Pasó con Federico, Luca y Miguel. Una vez lo escuché a Miguel Mateos haciendo un paralelo en esas tres muertes y decía “me di cuenta que había que frenar y parar la mano porque estábamos todos yendo por ese camino. Algunos más, otros menos”. Significó internamente para los artistas una especie de advertencia. Hoy, por ahí, tiene que ver con lo musical. Eran tres tipos que cantaban sin instrumentos, revolucionando un poco el rock. En ese 1987, a Charly le gritaban “puto” en Mendoza y se bajaba los pantalones. Era todo un quilombo.
– ¿Dargelos y Ale Sergi son los continuadores del legado de Federico?
– Miranda! tiene una impronta más tecno-pop, por llamarla de alguna manera. Muchos emparentan a Virus con esa vertiente pero para mí era más rock. Toda la New Wave del primer y segundo disco y la que hay en el tercero, tienen arreglos recontra rockeros. Era una banda de rock que después mutó al pop. En ese paralelo, sí lo emparento con Babasónicos porque si escuchas los primeros discos como “Trance zomba”, “Pasto”, “Dopadromo” o “Babasónica”, son discos rockeros. Tienen una impronta distinta a lo que se escucha de Babasónicos ahora. Llegan a “Miami” o “Jessico” y ahí parecen como “Relax” y “Locura”.
– Hay un cambio en el espectro musical…
– Para mí, una banda como Babasónicos tiene esa cosa de Virus de ser camaleónica. Federico usaba el pelo cortito al comienzo y, cuando los demás se lo dejaban corto, aparecía con el pelo largo. Cuando estaba con “Wadu Wadu”, Federico empezó a vestir de traje y de este, con esas camisas… Además, Dárselos tiene esa cosa teatral que tenía Federico. “Antes hice esto, ahora me visto y peino así”. Le destacó a Federico y a Virus el no seguir con la fórmula. Fue cambiar y mutar para otro lado porque “ahora quiero hacer esto”. En cambio, Miranda! es una banda más pop, con un sonido a partir de secuenciadores, samplers y teclados que en Virus pasó recién en el cuarto disco.
Resignificación y futuro
– Te pregunté cómo se lo ve a Federico en general, pero, ¿en La Plata?
-Hablaba con Roque Di Pietro, editor de Vademecum, el otro día, sobre una feria de editoriales independientes en La Plata. Nos reíamos porque es muy nombrado por el diario El Día. Siempre está muy presente, como referente. Pero Virus –y lo hablé con Julio Moura-, nunca tuvo el éxito que debió tener por ser “hijos de” la ciudad. Tocan en el Gran Rex y lo revientan pero después van a un teatro de menor capacidad a La Plata y quizás no lo llenan. Julio me dice que es porque quizás ellos hicieron muy poco periodo en la ciudad.
– ¿Si?
– Si. Para el primer disco, volaron todos para Capital. Como hicieron toda la carrera allá, “sos de La Plata pero no”. Federico es un tipo recordado, pero no de la forma artística que venimos hablando. Pero después se lo ve al chico de Peces Raros, una banda muy actual hablando de Federico Moura, lo cual me encantó. En La Plata, todos los 19 de noviembre se festeja el aniversario de la ciudad y tocan montones de bandas. Este año, una cantante llamada Carmen Sánchez Viamonte salió con la remera de Federico. La gente aplaudió y todo. Se me puso la piel de gallina pero hay algo que le falta. No es como Favaloro, ponele.
-¿Y el Indio…?
– Es popular de Ushuaia a La Quiaca. Además, es de Entre Rios, pero vivió en La Plata. Toda su niñez y juventud estuvo aquí y después se fue a vivir a la costa. Lo que pasa es que el Indio, Skay y la Negra Poli estuvieron en La Plata, con la Cofradía y quedó como algo mitológico, de cuento de hadas. Pero es tan popular que termina siendo de todos y también, de nadie.
– ¿Con Federico está eso de que puede pasar con Spinetta que se lo cita más de lo que se lo escucha?
– Para mí, sí. Hay gente que habla de Federico como una cosa tipo ancestral, más de un rezo pero no sé si conocen toda su discografía. No digo que lean un libro, pero sí el entender lo que significó Virus y contextualizarlo en esa época. “Wadu wadu” en el 81, con la dictadura, lo que significó “Relax” y “Locura”. O “Superficie de placer” que tiene letras que hablan de una especie de genocidio humano que terminó desembocando en el HIV. Van a pasar 50 años y vas a entender al HIV como sucedía en esa época a través de ese disco. Veo mucho fan nuevo que te arma una página, te pone fotos photoshopeadas y es San Federico. Quizás tiene que ver con una imagen…la imagen de Federico era fuertísima. Su carisma es atemporal. Sigue pasando el tiempo y sigue cautivando. No podes no mirarlo.
– ¿Podría ser un David Bowie argentino?
– Bueno, a partir de “Relax” en que cambia su imagen y pasa a tener como saco, quizás un poco más formal, con camisas y pequeños detalles como maquillarse el pelo. Eso es muy Bowie. Si uno agarra a Bowie y lo empieza a estudiar desde el 71-72 hasta el 2004, te encontrás con 12.000 Bowies pero del 77 al 85, es el que adopta Federico. Bowie era un tipo excéntrico. Salía con las pelucas ridículas que, si nosotros las usábamos, nos gritaban cosas y a él le quedaba genial. A Federico le pasaba lo mismo porque también era de romper con todo. En esa época, en la que todos iban de negro y el rockero andaba sin bañarse, salía Federico con su impronta y era tremendo. Hay fotos de Bowie y pareciera que están mimetizados.

El colectivo denominado público
– ¿Crees que hay un público predispuesto para recibir buena información? Mas que nada, con su déficit en la capacidad de prestar atención, reducida a un capítulo de Netflix
-Este tema lo emparento con la ansiedad que tenemos todos. Hoy, la información se ha manejado de una manera en que “Todo tiene que ser ya”. Las bandas no sacan discos sino singles que deben empezar a cantar la estrofa a los 10 segundos y a los 35, que aparezca el estribillo porque sino el que escucha, se aburre. Esto es lamentable, pero nosotros somos de la época del vinilo, leer la letra y el arte de las tapas. De quienes veían el concepto del álbum y los detalles que venían con el librito o el sobre interno. O ver un recital entero.
– Hoy en día, ven un recital en You Tube y pasan tema tras tema al toque.
– En mi caso, no tengo Spotify y en You Tube voy con el “full álbum”. Hoy, con la información que hay, sacas el libro, se lo pasas a un chico y es como si abriese un mundo nuevo que desconocían. Una rareza. Googlean quien es Federico. Todo es virtual. Tres o cuatro datos de Federico, un par de fotos, un tema, un video cortito y ya está. Con esto se pierde la esencia de las cosas. Todo es virtual y se consigue todo por ahí. Si te llegas a olvidar el celular, no podes hacer mucho por todas las funciones que tienen.
-Aparte, hay una gran paradoja. Hay periodistas jóvenes que dicen “que linda la época de Virus, los Abuelos o los Redondos” – que encima no eran solamente un recital, sino que era un acontecimiento cultural. No lo consumen sino que se aburren porque son «largos»
-Ya lo dijiste. Es así. No lo consumen. Por ejemplo, a mi no me llega Spinetta pero lo escuché y tengo criterio al respecto. Puedo argumentar sobre esto pero hoy hay gente que no escucha, no lee y tampoco se informa. Uno podrá ser medio “obse” con esto pero uno investiga para tener los datos.
– ¿Hay periodismo o “fans que cuentan lo que ven”?
– Lo segundo obviamente, con información completamente resumida. Además, hay mucho ego. “Yo hice”, “a mi me parece” y terminan reduciendo una obra al concepto personal que puede tener un concepto muy cerrado, de fan. Por ejemplo, yo tengo canciones de Federico que son bagualas pero eso no implica que me guste el folklore. Es parte del archivo que tengo. No voy a escuchar folklore porque lo cante Federico. Prefiero tener criterio y no caer una futbolización. Tener otra lectura más amplia, no solo en el rock sino en la vida y no caer en esa cuestión de fan que es muy cerrada.
-Además se “ofenden”.
-¡Si!! Por eso, no me defino como “un fan de Federico” sino un “seguidor” de toda su obra. Me gusta más esa definición.
– Recién contaste lo de Federico haciendo folklore, ¿fue lo que hizo Leda Valladares con algunos músicos de rock?
– Si. Fue en el 88 que Leda hizo un disco doble que se llamó “Un grito en el cielo” en el que puso a cantar a músicos de Argentina. Participaron Pedro Aznar, Gustavo Cerati, Fito Paez y Fabiana Cantilo. Federico cantó con Daniel Sbarra, dos temas. Incluso se presentó el día anterior a que falleciera Federico y terminó cantando Sbarra con Raúl Carnota de invitado.
Recomendaciones y retromanía
– Si tuvieras que recomendarle a alguien un disco de Virus para que empiece a escuchar a la banda, ¿cuál decís?
– “Relax”.
-Me sorprendiste. Pensé que te ibas a ir con “Locura”.
–Mirá vos! Te cuento, voy con “Relax” porque tiene frescura”. Con “Locura”, refinaron el trabajo de teclados. Es como que tuviese mucha más producción y refinado. “Relax” tiene la frescura del sonido nuevo. También con las canciones, no? Además, tiene canciones excelentes. Para mí, la canción “Amor descartable” más allá que es un hit, con algo muy trillado, es un temazo. Después, hay canciones que me parecen muy buenas como “Sentirse bien”. Es un disco muy fresco y muy “, para arriba”. Es más, para mi, “Relax” es el mejor disco de Virus.
–Siempre se destaca mucho a “Superficies de placer” aunque me parece que está atravesado por la situación de la banda.
-Bueno, me hago cargo que elijo “Relax” (risas) pero también hay mucha gente que va a elegir “Superficies de placer” porque conoce la historia. Que Federico ya sabía que se iba a morir, que lo cantó sabiendo de esto, por lo que tiene toda una connotación. Yo te hablo desde lo musical. Vos me decis que vino un tipo de afuera, un extranjero, y le paso “Relax”. A mí, por ejemplo, hay canciones de “Superficies de placer” que no me llegan.
Después, en lo que sería el contexto del rock argentino, el disco de Virus es “Wadu wadu” que, para mí, divide al rock argentino en un “antes y después”. A partir de “Wadu wadu”, aparece otra música. Es como la new wave. Había otras bandas como lo que estaba haciendo Miguel Cantilo con Punch pero al disco lo cortaron y lo vendieron entre ellos. La diferencia es que “Wadu wadu” pasó esa frontera.
– Además, nombras a Punch, que es casi una etapa maldita en la carrera de Miguel en la que venía con algo nuevo y no fue todo lo que se esperaba.
– Es cierto pero volviendo a “Superficies de placer”, me parece que pasa un poco esto que veníamos hablando de los fans. No sé si una canción como “Danza narcótica”, que tiene una letra buenísima, te mueve en un recital.
– “Dracula” es otra que tiene una letra bárbara…
-Claro! Tiene mucha onda…! Pero “Superficie” tiene el sonido de una banda que está recontra aceitada y que ya saben lo que quieren hacer y lo que no quieren hacer. Las dos cosas bien marcadas. Escuchas la banda y suena tremendo. La voz de Federico que se cantó todo, las guitarras de Julio, la batería de Mario… Pero bueno, no sé si ese es el Virus que más me gusta….Ese sonido de “Superficies de placer”.
– ¿Coincidis con Simon Reynolds y su idea de que la música vive en una “retromanía” constante?.
–Y si… Es como que siempre estamos yendo a los lugares anteriores. Yo tengo una banda y toqué con la remera de Sex Pistols. Vino un chico y estuvimos hablando mucho del despelote que armaron con dos discos. Seguimos hablando de los Beatles, de Jimi Hendrix. Hoy, la música que está fuertemente instalada en el mundo no nos representa. Tenemos que entender que hay un montón de gente que sí la representa y le gusta.
– También hay muchos que no están estamos hermanados con eso.
– Por eso, vamos a seguir hablando de la guitarra de Hendrix o los discos de los Beatles. Lennon murió hace 44 años y lo seguimos teniendo. Freddie Mercury sigue cantando mejor. Me hubiera encantado haber nacido en la década del 50 y haber vivido todo eso sin que nadie me lo cuente. El otro día, leía una nota a John Frusciante que destacaba cosas de gente de hace más de 50 años y el tipo está grabando hace más de 30, yendo y viniendo con los RHCP. Creo que siempre vamos a seguir escuchando música en modo “retro”.
– Más si tenes músicos como Jack White o Noel Gallagher que están todo el tiempo mirando para atrás.
– Si, si. Además, convengamos que, un poco ya está todo hecho. Podemos aspirar a que se reconvierta un poco la fórmula. Una buena guitarra, un buen guitarrista, si vos sos medio blusero, a Stevie Ray Vaughan. Vamos a andar siempre por los mismos lados. Buscas un cantante y hoy no tenes un Bowie, lamentablemente. Hay una frase de Virus que dice “eterno regresar hacia los 20”. Estamos en esa etapa

Próximos pasos
– ¿Cómo sigue el libro ahora? ¿Vas a seguir presentándolo en algún lado?
– El libro, cuando salió, lo presentamos en el Colegio Nacional, donde Federico hizo la secundaria. Ahí participaron sus amigos, su familia. Hicimos una exposición de fotos en uno de los Salones Continuos. Al otro año, lo presentamos en La Plata en “La Noche de las Librerías”, que estaban abiertas hasta las 12 de la noche. Lo hicimos en la Librería Rayuela. Ahora, estamos viendo que vamos a hacer porque tenemos ganas de presentarlo de nuevo. Quizás con el agregado que alguien toque. Esa es la idea porque el libro es como que se me fue de las manos en el buen sentido. Pasaron ya tres años y seguimos charlando del libro. La gente sigue descubriendo esta cosa de la humanización de Federico. Está muy bueno todo.
– Si te dan un formulario y te preguntan “profesión”, ¿qué pones?
– “Artista”, porque escribo, hago teatro, música. Me encanta el arte en general, que es lo que más me ligó a Federico que le gustaba mucho el arte. El cine, el diseño de ropa, la pintura. Trato de relacionarme con el arte en todas sus expresiones. Tengo una sensibilidad ultra y me llega mucho el arte al verlo, escucharlo y sentirlo.
– Si no fueras artista, ¿te imaginas haciendo otra cosa?
– Me es muy difícil imaginar la vida sin música. No entiendo a la gente que te dice que no le gusta o no le importa la música. Me imagino, quizás, siendo un “obse” con otra cosa. De chico, me gustaba mucho jugar al fútbol pero me hubiera gustado ser futbolista. Otra manera de ser un artista.
– Si por la puerta de tu departamento allá en Villa Gesell llegase el Damián de 18 años, ¿qué le dirías?
-Le diría que no confíe en alguna gente con la que se cruzó en el camino, pero también fueron quienes me ayudaron a ser quien soy hoy. No soy una persona de discutir. Tengo amigos de muy chico. Hubo gente con la que me he cruzado en el camino (vínculos de pareja), que me han dejado una experiencia y una buena enseñanza una buena enseñanza. También le diría que siga apostando por el camino del arte. Creo que este es el camino, la vía. Amo mucho mi vida. Me gusta la pregunta porque pienso que estoy viviendo el mejor momento que es ahora. Vengo de un año dificilísimo, pero siempre siento que es el mejor. “Siempre es hoy”, como dice Gustavo.
– Ahora si, la última, ya que lo nombramos a Gustavo Adrián. ¿Qué hubiera sido si no se encontraba con Federico, en su momento?
– El potencial que encontró Federico para el primer disco de Soda Stereo fue enorme. Creo que a Gustavo le faltaba, en ese momento, refinar toda esa explosión que era y Federico, para mí, le hizo un resumen. Le dijo “es por acá” en ese primer disco. Vos fijate que después aparece “Nada personal”, “Signos”, “Doble vida” y fue para arriba todo el tiempo. Hay artistas que, por ahí, tienen como un boom y después van bajando, desaparecen y por ahí después aparecen de nuevo.
– No fue el caso de Gustavo.
– En absoluto. Hay gente que te dice que lo mejor de su obra son los discos solistas –obviamente, para mi, no lo es-. Gustavo es un gran guitarrista, un compositor enorme, cantante terrible. Es un artista, de los más completo que hubo en Argentina. Lo fui a ver en vivo y no te desafinaba desafinado una nota en conciertos de más de dos horas. Por suertes, nos dejó muchos discos para seguir disfrutando de su arte.
“Sin disfraz”, de Damián Carcacha. Editorial Vademecum.
¡Qué hermosa entrevista y qué placer verlo a Federico, su estampa tan mística!