Gustavo Sala: “Me gusta lo que critica y objeta”

Dueño de un humor corrosivo y guarro del que no se salva nadie, Gustavo Sala se ha transformado en un referente de la historieta argentina de los últimos años. Café de por medio, Sala habla de su visión del humor, sus límites, el rock y también del affaire de DJ Ghetto.

Nota realizada junto a Matías Recis

– Gustavo, ¿por qué historietista?

– Bueno, alguna vez dije que una de las causas para ser historietista es la absoluta falta de talento deportivo, lo cual hizo que nunca me interesara ni pudiera realizar o ejecutar alguna practica que requiera mover el cuerpo. Después, con la historieta, fue como casi todos los que terminamos en esto. Primero fuimos fans y lectores para después ser vos el que dibuja y publica. De pendejo, sentí una conexión particular con la historieta y sus revistas. Personajes como «Afanancio», cierta historieta villera retro argentina o incluso «Hijitus» o material español. Esto es lo que sería la historieta en mi vida pre-Fierro, antes del material adulto. Era una conexión que no sentía con otras cosas como el deporte. En la escuela, me sentía como un outsider en materia de gustos. No podía hablar con nadie de historietas. Con el tiempo, vas siendo coleccionista y fanático lector. Te das cuenta que, en algún momento de tu vida, vas a poder ser algo parecido a esto. Que puede llegar a ser tu trabajo, con los años y la suerte de tu lado.

– Cuales fueron las primeras historietas que leíste?

– Mucho material de Disney. También «Patoruzú» e «Isidoro». Todo el material franco-belga me gustaba. «Tin-Tin», «Asterix», «Lucky Luke», y los álbum de historietas europea que se conseguían con cierta facilidad, en los kioskos y librerías, en los primeros 80. Tal el caso del álbum de tapa blanca de «Asterix». Me acuerdo que todos los martes salía la Billiken y ahí venían historietas muy interesantes. Recuerdo la clásica UMI, que era la revista infantil que sacaba la Urraca, la versión de la «Humor» para niños. Era alucinante en su vuelo y tenía autores como Carlos Nine, haciendo cosas muy surrealistas para chicos. En el 85, conozco todo lo que después fue la historieta para adultos. Robert Crumb, Moebius, Manara, Solano Lopez. Cuando empieza a aparecer la «Fierro», era absolutamente desconocido ese material. Una tapa de Oscar Chichoni en los 80, rompía con todo lo que podía suponer que había en un kiosko. Lo que había adentro…era como una patada al cráneo asesina en cuanto a lo oscuro y lo deforme. Incluso, hasta cierto erotismo. Para uno que venía de «Patoruzú», pasar a las minas de «Manara», era como Charly García pero tirándose del piso 25.

– Después de nombrar a estos referentes, ¿por qué la historieta de rock?

– Fueron varias cosas. Primero porque me gusta leer sobre bandas y ver recitales. Así empecé a curtir este material. Después, se dio por diferentes motivos. Terminé colaborando con diferentes fanzines de heavy metal o de rock, haciendo tiras que tenían que ver con eso. Después aparece lo del NO. Se va Liniers y queda un hueco que termino ocupando hacia fines del 2005. Justamente el NO es un lugar ideal para hacer jodas sobre el mundillo de los periodistas, del rock, los recitales, la farándula, lo que sea. Después aparece la Rolling Stone y otros medios laterales. Me gusta y me siento cómodo en esta temática. Si tuviera que hacer el chiste político que hacen Daniel Paz y Rudy, estaría hasta las bolas porque es un registro que no conozco y no me sale…

-Igual, tu mirada tiene bastante de político y social…que va sondeando esa realidad….

– Si…sin proponértelo, te hacés de una cantidad de recursos. A veces me gusta que una tira sea, simplemente, el chiste pelotudo; otras veces, me interesa la idea, el estar sugiriendo algo. Por ahí, me encajeto con alguna cosa, como el tipo que en los recitales vende Coca -el Cocacolero-, un personaje lateral a la escena. El plomo o el patovica que, mientras todo el mundo está prendido fuego mirando a Calamaro en el Quilmes rock, tiene que impedir que la masa se venga. Me interesa saber que está pensando ese tipo, por qué esta ahí, qué le gusta. Empezar a preguntarse cosas acerca de lo que sucede en un recital, incluso en bambalinas. Varias de las ideas de las tiras se me ocurren mirando recitales, prestando atención y llevando el cuadernito. El otro día, cuando fue el Festipez, que tocaron Futbol y Pez, estaba con el cuadernito y me iba a anotar boludeces a la barra. Los músicos están tocando pero van tirando ideas e información, con cosas que van sucediendo permanentemente. Es como estar laburando sin proponértelo o ganando tiempo que se va a revelar en la tira.

-Sos de ir mucho a los shows. ¿Cómo haces para soportar los cliches de los cuales te vas a reir después?

– Es medio jodido. Lo que uno espera, cuando uno ve una película, un recital, una historieta, es ser sorprendido, que no sea tan evidente el camino y se adivine rápidamente donde termina todo. Me parecen muy respetable las bandas como Pez que dicen que van a terminar con dos temas, este y este…y chau. La gente se va contenta, que no van a volver a los quince minutos. Se agotó el chiste del último tema, «el bis», que se va, vuelve y toda la pantomima que se hace. Hay algo cómplice que la gente se suma y lo festeja. La banda debe tener un nivel de demagogia leve. En un punto, pasas de ser simpático a un chupa orto del público. Sos muy complaciente.

Otro personaje frecuente es aquél que sube al escenario y quiere manotearle el micrófono al cantante para ser partícipe y que lo festeje el público. Ves una buena onda en la banda, con buen clima y sube un drogado a agarrar el micrófono. Es simpático e insoportable al mismo tiempo. Ahí pienso ¿qué pensará el cantante? ¿Lo saco y quedo como un mala onda? ¿O lo dejo que haga la joda y se vaya tranquilo…?

-Pero esto es incentivado por los mismos músicos en varios géneros como el rock chabón. No hay diferencia entre el que está arriba y el de abajo….

–  Eso siempre se debate,. “El aguante” y el sentido de pertenencia. Me causa gracia como según las épocas, hay un músico al cual “pegarle”. Hace diez años, había que pegarle a Leo García para ser considerado un verdadero rockero o un chabón “del palo”. Estaba bien visto eso. «¿Cómo te va a gustar Leo García?» Si te llegaba a gustar era un sacrilegio. Te convertías en un asesino serial o un careta. Ahí hay otro término, “careta”. Un término ambiguo que se lo utiliza como insulto. Una vez estaba en el icónico boliche de Mar del Plata, «La muela plateada», que era el lugar de la escena rockera under, en la calle Alem. Un día estaba cantando Resistencia Suburbana y el cantante, que tiene esa cosa muy frontal y de arengador, hizo un chiste sobre el Bahiano porque era “un careta”. O sea, el que fumaba marihuana estaba bien y el que no fumaba era un “careta”. Era, “sos un reventado o un careta”.

– Este tipo de preguntas se las hacemos a los músicos, si el rock no se volvió conservador…

– ¡Seguro! Si sos “del palo”, tenés que bardear a Cerati, cuando la división entre Redondos y Soda es completamente arbitraria. Si uno lo analizara mínimamente, se daría cuenta que hay diferencias musicales –como en todo- pero no a nivel conceptual. Fueron músicos que hicieron canciones y música con universos muy personales y letras con imágenes y poesía. No son tan diferentes las propuestas para que los fans estén enfrentados.

Otro sacrilegio es que si te gusta una banda, no te puede gustar la otra. Es una tontería. Se instaló y quedó como algo establecido. El cantito es muy ridículo. Lo podrías festejar como algo folklórico pero la densidad de las palabras, del mensaje colectivo es muy fuerte. “El que no salta” es tal cosa y que se muera este para que viva otro. Si vas a ver a Luca, que se muera Cerati; si vas a ver a Cerati que se muera Luca. ¿Siempre se tiene que morir o saltar alguien para no ser otra cosa? Eso me rompe muchísimo las bolas. Quiero ir a ver al músico y lo que hace arriba del escenario. No me interesa nada más. Si quiero, aplaudo y si no, no. Nadie debería hacer nada por el simple hecho que lo dice el público.

– ¿Cuales son los límites del humor?

– No lo se. Es una pregunta que tiene un montón de respuestas como cada uno pueda responder. Para mi, el límite que se me ocurre primero, es tu propio talento. Hago una cosa y hago lo que me sale. A veces, hay coincidencia y sale lo que quise, como lo que quise. La gran mayoría de las veces sale hasta donde me de el cuero. Lo que se me ocurrió, o lo apagado/iluminado que estaba. Otro límite es el que te permite el medio en el que estas. El material que hago en Pagina 12 o Barcelona, no lo podría hacer en La Nación o en la contratapa de Clarín. Ahí hay medios en los que tenés que meterte en una especie de pauta preestablecida…y yo estoy mal acostumbrado porque siempre hice lo que quise. Si tuviese que hacer el chiste político de la coyuntura de los sojeros contra Cristina, más de observación, me costaría un huevo. Quedaría mal y no sabría como resolverlo.

-Hiciste chistes sobre Juan Carlos Blumberg. Tomar un personaje y jugar con la cuestión política, lo pintoresco y social para después volcarlo en la música…

– También se da en quienes hacemos cosas para medios que los chistes e historietas sobrevivan a la propia publicación dentro de diez años. Que no quede pegado al chiste y que pueda funcionar por si sola. Que haya algo que aparezca mencionado pero que en el fondo sea otro.

-Igualmente, vas filtrando lo que te parece que puede ir y lo que no. En tu primer libro, hay una especie de bonus track…

– Otro límite son los huevos que vos tengas o como lo puedas defender. Hay cosas con las que se complica hacer chistes. Con Cromañon, ponele, para hacer algo “incorrecto” obvio, para que quede bien, tenés que tener una estructura y solidez de pensamiento para argumentar. Por ahí, no me sale. Podría hacerme el loco con un chiste sobre Cerati, que está en estado vegetativo pero sería una boludez. No sería gracioso y quedaría mal. No son límites sino decisiones. Revista bien hija de puta como Barcelona, cuando murió Spinetta, no hizo nada al respecto. El chiste fue que hicieron algo respetuoso con la lágrima del primer disco de Almendra. A mas de uno habrá sorprendido porque pensaron “que van a hacer ahora”. Pero no daba. Aún en el medio más incorrecto que hay en Argentina, no daba. Hay muchas respuestas en una.

– ¿Crees que hay cierta pacatería en un público que se la da de progre y no lo es?

– Mirá, creo que, hablando con colegas sobre lo que pasa aca y en Europa, a medida que pasan los años, la gente se asusta más por cosas cada vez más estúpidas. El público, las instituciones, los medios, se ofenden y escandalizan por chistes que son pequeñas ideas que, a alguien se le ocurrió y las publicó. No me dejo de sorprender con esto. Por mi experiencia, los que más se ofendieron y saltaron indignados, fueron los que menos uno podría suponer. Gente del palo, humoristas, músicos, que pensás que saben en qué lugar estas parado. La gente más derechosa, que uno podría pensar que se puede enojar, no le importa y se caga de risa porque, directamente, no le importa. Por ejemplo, estuve firmando en la Feria del Libro y viene uno que me dice “Te imaginaba re drogón y hecho mierda”. Esa cosa de literalizar y creer que uno es un asesino de gallinas y violador de monjas por el hecho de que dibujas ciertas cosas. Es bastante inocente pensar esto pero  me parece divertido.

– ¿Como quedó lo de DJ Ghetto? Me he peleado con gente por defenderte y yo soy de la cole!

– Se armó una bola megagrotesca a nivel nacional en la que yo fui el primer espantado. Si hubiera imaginado el 10% del bardo que se armó, ponía otra tira y listo. Me tuve que comer cientos de amenazas y denuncias. Fue algo violentísimo. Estuve super paranoico. No quería salir de mi casa. Fue todo muy loco. Tuve amenazas particulares y personales. “Nazi hijo de puta, te vamos a hacer mierda”. Estaba acostumbrado a que alguien se ofenda por un chiste sobre Charly García pero una cosa así, con temas de muerte. “Ojala que se muera tu familia asi ves lo que significa”. Después se fue diluyendo todo. Tuve la mala suerte que fue en enero y como no había una puta noticia para sacar. Eso se amplificó y tuvo un terrible rebote. Eso, sumado a que estaba en Pagina 12, fueron varias cosas en el momento y en el medio menos indicado posible.

-Además, cayó en enero, con el tema de los subtes y demás. ¿Si hubieses sabido esto, sacabas la tira?

– No, digo…a veces pienso desde cierta inocencia. Un chiste como el clásico recurso de dar vuelta el apellido. Puede ser uno más oscuro y otros más pavote. Armas tu trabajo con la suma de un montón de cosas. Están buenos los libros recopilatorios porque empezas a juzgar o a tener un panorama. Una suma de materiales, qué sube y baja. Lo de DJ Ghetto era un chiste menor, una boludez, que podría ser más o menos simpática. Sabía que me estaba metiendo con algo medio incorrecto. De última, el diario me lo podría haber rebotado y mandaba otra tira.

-Y no te lo rebotaron.

-Salió para mi propia sorpresa. Debo decir que, en la Rolling Stone -que es del grupo La Nación-, que es más conservador, ha sacado cosas que, para mi propia sorpresa, pensé que me iban a rebotar por una cuestión publicitaria o algo de imagen. Tengo ese permiso que me termina sorprendiendo a mi mismo. Salió y al otro día, me explotó en la cara. Me decían que soy “trend topic” y no sabía de que carajo me estaba hablando.

-Una persona que conoce tu obra no le sorprendería DJ Ghetto. He leído cosas muy fuertes tuyas!

– Claro pero se empiezan a reabrir debates de cosas que uno supone ya están establecidas. Además, está claro que si un dibujante hace un dibujo o un novelista, una novela de un violador o corta viejos por la mitad con una sierra eléctrica, es el personaje el que lo hace. ¿Hay que salir a explicar cosa por cosa, que son casi infantiles? Desde mi lugar, critico como se dio vuelta el sentido de la historieta. Hacer una historieta con Hitler no significa que sea nazi. En mi trabajo, trato de reírme de la autoridad, el facho, el milico. Es tener una pequeña venganza en una tira, aunque sea ridícula, de todo eso.

– ¿Por ejemplo?

– Veo algo que me rompe las bolas en la calle y veo como lo saco. Un mozo que te trae una medialuna y te dice que es de hoy cuando es de la semana pasada. Pequeñas tonterías que capitalizo para que salgan en una tira. La situación te genera material sin proponértelo. Me cagó con la medialuna vieja pero voy a hacer un chiste para devolvérsela. Puntualmente, lo de la medialuna vieja y dura, terminó en una historieta en la Fierro. Un recital de rock es una fuente inagotable de situaciones y un universo con unas reglas muy particulares tal como es este bar. Imagínate con la gente yendo y viniendo, pasando por la vereda, Crónica en la tele, los tipos que hablan con los proveedores, cagándose a puteadas porque el jamón es viejo y le aumentaron la leche, el tipo que quiere pagar e irse pero el mozo no aparece. Todo el tiempo están sucediendo cosas que pueden generar ideas o situaciones.

– ¿Cómo fue la reacción de tus colegas con el tema de DJ Ghetto?

– Eso fue impresionante. Se armó, sobre todo generado por Diego Pares y Esteban Podetti –dos capos grosos- , que se pusieron las pilas de armar una especie de texto bancándome a mi y defendiendo el tema de la libertad. Era como llamar la atención sobre el llamar «antisemita» por haber hecho una tira mas o menos lograda. Era muy extremo y no se podía dejar pasar. Firmó Langer, Sasturain y fue alucinante. Después gente como Leo Masliah, Malosetti, Calamaro, me mandaron textos por Twitter bancándome. Eso te reconforta y está bueno. Nivela a los pelotudos como Fantino que dijo que me iba a cagar a trompadas. Fue muy gracioso y surrealista. ¿Que decís si Fantino dice que te quiere cagar a trompadas?

– ¡Que venga!

– ¡No! ¡Que no venga nunca! No hay forma de discutir. Son cosas nuevas para mi. Siempre me moví en una especie de borde donde están los humoristas clásicos y los más alternativos con una escena donde me muevo cómodo. Cuando se armó este quilombo nacional que ponías TN, 678, porque no había otro puto tema, era bastante deforme la situación.

Intermedio: Nos juntamos en un café de San Telmo. Con su forma de hablar directa y franca, dice lo que piensa. Recuerda y desmiente las acusaciones por el escandalo mediático de su historieta de DJ Ghetto en Página 12, por la cual se lo acusó de antisemita. Gustavo no pierde el humor y la gracia aunque se ve que lo afectó un poco lo ocurrido con DJ Ghetto. Buen tipo, con el que se puede hablar de cualquier tema, le digo a Gustavo, “Soy de la cole y te banqué”. Nos reímos de la pacatería generalizada y pedimos otra ronda de café.

-Se enojaron bastante los fans de Charly por algunas tiras que le dabas con un garrote. ¿Como tomaron los músicos las interpretaciones que vos haces de ellos?

– De algunos músicos que aparecieron en mis tiras, me enteré que hubo buena onda por medio de periodistas, allegados o gente que lo frecuenta, como el caso del propio Calamaro. Skay se cagó de risa con una tira que había hecho, en el NO. Creo que le hacen una entrevista del NO, y el tipo tiró buena onda. Desconozco si Spinetta, el Indio o Cerati, que son inspiradores para chistes o tiras, pudieron ver lo que hago. No se si el Indio Solari, que es una especie de dios inaccesible, los habrá visto. Son preguntas que me hago. Más que los músicos, es el público que no tiene humor.

-A los Redondos le das con un caño.

– No le doy con un caño sino que me rio de ciertas cosas. Soy muy fan de un montón de cosas de los Redondos, del Indio y de muchos músicos. Si te enojas por un chiste que se le hace a un músico, tenés que ser medio tarado. ¿Enojarte con un chiste por un músico? Si lo interpretas como campaña en contra, de hacerlo mierda, es perder el tiempo al pedo. Con Garcia, puntualmente, han salido cartas en la Rolling y me han mandado mails a mi, personales, de tipos muy fanáticos, pidiendo mi cabeza y preguntando “Cómo osas meterte con nuestro máximo patriarca histórico fundador de nuestro rock, ícono, poeta, bla bla,bla». Todas cosas que no discuto. Al día de hoy escucho «Clics Modernos» y es insuperable. Es indiscutible pero eso no implica que no se pueda hacer chistes.

-Siempre me dio la impresión que lo hacés desde el respeto o la admiración.

– O no, porque también puede inspirarte un tipo que te parece un tarado. También te da letra e ideas, lo “correcto” que son los medios acá con estas figuras. Tipos que no admiten discusión alguna. El otro día, Beto Casella decía “Me encanta este García! Como estás cantando…como nunca!” y Charly decía  “gagagaga”. ¡No está cantando como nunca!. Es mentira. Esa chupada de medias obsoleta y obscena es al pedo. La cosa de endiosarlo y tratarlo como “venga abuelo, siéntese”. Le hablan lento y pareciera que lo están bardeando. Obvio que no es el mismo de antes pero de ahí a decirle “es increíble que estes llegando a las notas altas que tenías en La Máquina de hacer pájaros”, es un chamuyo atroz. Obvio que el tipo no va a estar en la época del mega bardo de hace diez años, en que no podía cantar una canción completa, hacía tres temas y se iba. Tampoco es que ahora esté cantando como nunca. Es muy extremo todo y muy a favor, siempre.

– Tiene que venir el humor para poner en evidencia esas cosas…

– A veces, hacer humor te da ese permiso. De última no es uno el que habla sino los personajes. Entonces no se sabe bien si lo que dice el personaje es lo que vos pensas, si estas diciendo algo medio mezclado o si piensa el personaje lo mismo que vos o todo lo contrario. Está bueno que no quede claro y jugar con ese límite. Dejar un margen para que cada uno pueda interpretar y hacer una lectura propia o se le dispare hacia otra observación. Lo más interesante es cuando haces una tira y hablas de algo sin proponértelo. Aparecen ideas o lecturas que estaban y que vos no sabías que existían. Alguien vio algo que no viste, que mas allá del chiste. Hay otra lectura posible.

-El humor está poniendo los puntos sobre las íes, con respecto a lo que el periodismo no está haciendo….

– No se. Depende que periodismo. Me gusta leer criticas que objeten y discutan; que no sea todo tan obvio. Que una nota sobre Charly, Spinetta, Cerati o el Indio tenga que ser buena, como si fueran intocables. Calamaro no entra en esa tónica porque es más discutido. García y el Indio parecieran no tener nobleza o lazos puros para la prensa más clásica. El humor tiene que ver con los huevos con que se la banque determinado periodista. Tendrá miedo de alguna represalia de su propio público o medio, y disfrazar una crítica para que sea más favorable porque es amigo o lo que sea. Entran en juego un montón de cosas. No se si fuera crítico de rock y escribiese en una revista, que hago con un disco que es una cagada de una persona a la que quiero mucho. Es todo un tema. Yo hago chistes boludos en una revista. Si hago mierda a un amigo o un conocido, es un “chiste”. Con eso, me lavo las manos. Cualquier cosa, es un chiste.

-¿Te sentís “acompañado” por Peter Capusotto, con esto de tener otra mirada sobre el rock?

– Si, aunque Capusotto va más a los 70. A mi, los 70, el rock de las megabandas, musicalmente, no me conmueve mucho. No me interesa para nada Emerson, Lake & Palmer, Yes, Jetrho Tull, Deep Purple…Las megabandas y el rock sinfónico me aburre muchísimo. Rescato algo de King Crimson, más deformes, oscuras o retorcidas. Me gusta más lo de acá, que beben todo aquello que me aburre de allá. Tal es el caso de Spinetta. Todo es una discusión.

– ¿Cómo fue la vinculación con Leo Masliah?

– Si, fue bastante extraño. Es uno de los tantos tipos que debería llenar estadios y tener un reconocimiento mayor al que tiene. Hoy hablamos de Palo Pandolfo, Leo García, que son tipos que salen a caminar por la calle y no deberían poder caminar tranquilos. Son artistas de culto que tuvieron momento de explosión pero hace diez años. Con Masliah, cuando hice “Bife angosto 1” por De la Flor, fue muy impresionante. Como ícono del humor gráfico en Argentina, que Divinsky esté bancado por un catálogo que incluye a Quino, Fontanarrosa, Liniers, números grandes y pesados le preste atención a los autores nuevos, lo que pasa y que vaya a ver muestras, es genial.

-Lindo vínculo…!

– En su momento, me convoca como “autor nuevo” para correr un riesgo, como tantas veces hace. Cuando empezamos a armar el libro con las tiras de Pagina 12, me dice que estaría bueno contar con alguien para un prologo para apoyar el libro y eso. Tiré Leo Masliah como podría haber dicho Woody Allen, una figura lejana. Al mismo tiempo, es editado por De la Flor y quedó ahí. Divinsky me dice que Leo no es muy proclive a escribir cosas para otros o hacer prólogos pero vamos a hablar. Le armó una selección de las tiras y se las mandó. Le gustó mucho y accedió automáticamente. Fue muy groso eso. No cualquiera tiene un prologo de Leo Masliah. Después lo conocí personalmente, lo cual fue una situación muy rara. Era como conocer al Papa. Ahí me di cuenta que Leo no hace ningún personaje. Él es asi. No sabía si darle la mano, un beso, si lo estaba molestando, si tenía que hablar –más o menos-, si tenía que respirar. Hablé dos cosas y me fui porque odiaba molestarlo.

-¿Tus historietas no son muy “argentinas”, desde los estereotipos que se toman?

– Mirá, la tira que hago para Pagina, no la pienso en re-publicaciones en otros lados. Me interesa que la pueda entender mi vieja. Si hago un chiste sobre Lisandro Aristimuño o Gabo Ferro, que aún no conociéndolo, pueda funcionar igual. De última, que sea un cantautor. Que sobreviva al NO. Si hacés un promedio del lector del NO, haciendo un estereotipo muy alto, que tenga treinta años, sepa quien es Syd Barret y los Flaming Lips y tenga un disco de Joy Division. Son códigos que se puedan manejar con cierta comodidad pero que no sea exclusivo para ellos. No quiero que sea una tira especializada pero meto cosas que sé que en ese ámbito funciona y te la van a poder reconocer. Es argentina pero sin proponérmelo. Me interesa que sea natural. El prestar atención a la manera de hablar de un tipo en un café como en el que estamos ahora, en un recital o en la calle. No me va hacerla “neutral” porque se perdería el tema del acercamiento a las situaciones, que vive esa energía rockera, urbana o lo que fuera. Me pasó una vez que le mandé a un dibujante español un Bife Angosto 1, donde aparece el fanático ricotero que lo único que dice es “Aguante los Redondos” y el tipo me preguntó “Qué coño es ‘aguante los Redondos’?”. No sabía que eran los Redondos ni el aguante. Era una figura abstracta porque pensó que era “tócame las bolas”. Es como que a nosotros nos digan “hostias” y pensemos en el cura…o que vayan volando por ahí…

-Es cierto…

-No sabía y no estaba familiarizado con lo que es el público ricotero. Le sinteticé en un mail lo que era la cultura del aguante, lo que son los Redondos….me quedó medio largo el mail. Como hacés para contarle todo esto a un español? Ellos no tienen puta idea de quienes son los Redondos! Son muy argentinos. Hasta un uruguayo puede desconocer quienes son. El año pasado, me fui a Lima, la primera vez que salgo de Argentina y que me tomo un avión, hablando con otros dibujantes y amigos, no tenían idea de quienes son! Ellos conocían Soda, Los Pericos, Los Cadillacs

-Los Violadores….

-…si y después, hasta Vilma Palma. Después no mucho más. Los Enanitos Verdes pero tampoco no tienen idea quien es Spinetta. Me divertía el explicar todo eso. Un amigo me decía que le haga una lista de los grupos argentinos y le puse “Espiritango” de los Visitantes, Peligrosos Gorriones, Pez, Masacre, Babasonicos, los Siete Delfines, Artaud del Flaco y “Clics modernos”. Me pareció un pantallazo de épocas y géneros y no conocía nada. Fue muy impresionante toparse con esa situación.

-Me tocó gente de Mexico que me hablaron de “Los enanitos verdes” y acá, nada…

-…quedó como un grupo de los 80, mal! Eso es otra cosa muy injusta de como funcionan los medios aca. Virus quedó muy pegado a los 80. Por más que saquen diez discos excelentes y a la gente no le va interesar. Les va a chupar un huevo. Es una banda super asentada, con tributos de todo el mundo, reconocimiento de la prensa y demás, la gente quiere “Wadu Wadu”. Da bronca eso. Es como que no lo dejan crecer al músico. Hubo músicos como Fabiana y Miguel Cantilo que tuvieron que apelar al chiste de grandes éxitos de su carrera, con sus amigos para que los ayude.

– La gente quiere temas conocidos.

– Hablo también de un público no especializado. Me parece una injusticia –que es para analizar- lo maltratados que son tipos como Miguel Cantilo, Ricardo Soulé, Javier Martínez….que deberían estar todo el tiempo parados en la calle para perdirles autógrafos, como si fueran, no se, Neil Young en Estados Unidos. Acá, el sistema es muy perverso y los ubica como si fueran ancianos hippies y no es asi. Moris mismo….Hay muchos músicos que están olvidados…hasta Litto Nebbia aunque te puede hacer un teatro para cuatrocientos tipos. Además, tiene Melopea y es bastante mimado por Clarin y La Nación. Pero te tiro Pajarito Zaguri, ¿cuanta gente mete? Si te gusta una banda como Pez, que curte influencias de los 70, ¿cómo no vas a ir a ver al tipo que inventó todo? Capaz lo ves por ahí, tomándose un café y después el colectivo. A Javier Martinez lo podes ver comiendo un pancho. No hay una identidad establecida o un lugar copado para los músicos. Puede ser que lo mejor de su carrera haya quedado treinta años atrás pero siempre estará esa duda porque no se revisa la obra actual. Directamente se recorta lo que hace y si sacan un disco es en ediciones ultra independientes, por sellos sin estructura para circular.

– ¿Cómo es tu forma de trabajar? ¿Seguís con el lápiz y la tinta china?

– Soy un dibujante analógico “old school”. Lo mio es lo de toda la vida, venir a un café como este, anotar ideas, dar muchas vueltas con ideas que terminan guardadas, apuntes y bocetos, haciendo un dibujo en lápiz muy rápido para después pasarlo a la tinta. Tinta china y plumín. La tinta es la de un kiosko y la pluma es la escolar. No hay ningún secreto. El único paso por la computadora es la de scanear el laburo y después, el color, cuando sale a color. Es el dibujo tradicional. No hay gran genialidad o artilugio raro.

– ¿Tenés una primera parte del dibujo, tinta y lápiz y después vas al Paint?

-Estoy un poco harto con el color. Sería mucho más felíz haciendo todo mi trabajo en blanco y negro. Ya trabajo de que funcione visualmente, que se lea y tenga una legibilidad solo con el blanco y negro. Ponés en juego volúmenes de la línea y demás recursos gráficos, se pueda separar del fondo del personaje. Después tenés medios que tienen una tradición de laburo. Entrás a laburar a color y tenés que mantenerlo. La verdad es que a veces me siento incomodo. Ahora tengo que entregar el Bife Angosto dentro de un mes y estoy con un montón de material que tengo que repintar. Me rompe las bolas y todavía no miro el tema del escaneo. Sonará como un renegado pero es un paso obligatorio que es parte del trabajo.

– ¿En qué momento definiste tu “estilo”, si se puede definir de esa manera?

– No lo terminé de definir nunca. Si hay un estilo asi, (dudo que lo haya –y corre por tu cuenta-), ojala que lo haya. Yo no estoy seguro que sea tan asi. No lo definí nunca. Son cosas que salen de pedo. De la suma de acumular años de trabajo, empiezan a aparecer cosas que, sin proponértelas se empiezan a repetir que van para un lado –y que no te da que vaya para otro-, y un poco es por lo que más te gusta y lo que te sale. También está la comodidad. Esto me sirve, me funciona, y me quedo en este lugar, que para algunos será estilo, repetición, identidad, etc.

– ¿Te podés despegar de ese estilo? Tenés un humor muy propio.

– Si pero hay que tener cuidado. Ahí podríamos hacer un paralelo con los músicos. Hay casos como AC/DC o los Ramones, con tipos que están esperando que siempre hagan el mismo disco mientras hay otros que dicen “por suerte hacen el mismo disco”. O el chiste del Flaco que le dicen “tocá ‘Muchacha’! y después, cuando toca Muchacha, le gritan ‘tocate algo nuevo’!”. A mi me gusta tener cierta identidad, cierto registro en el que me sienta cómodo y tenga una coherencia, pero sin tratar de hacer siempre lo mismo e intentando experimentar cosas nuevas. Sino todo sería un embole, muy predecible y hacer siempre lo mismo pero cada vez peor, porque te adivinan el recurso. Los discos que más me gustan de muchas bandas son los que hicieron un golpe de timón como The Cult, con el disco de La Cabra, que es su disco más alternativo, es el que más me gusta. Tenía esa cosa hardrockera heroica, épica, de los indios y las estepas norteamericanas, que es medio dance, con mucha producción, y al fanático del rock, le va a parecer una cagada. Careta! De U2 el que más me gusta es “Achtung Baby”, al que siempre le encontrás secretitos y ambientes y al fanático de los 80, te va a decir que está lleno de ruiditos rompehuevos.

– ¿Se ha generado una nueva vertiente en la historieta argentina?

– Me siento parte de una escena que ha surgido desde el 2000 y pico para aca, con Liniers… No digo Langer porque él atraviesa varios años. Es como Neil Young o Bowie. Tenés un Langer en los 80, en los 90. Siempre es nuevo el hijo de puta. Siempre es innovador, negro, corrosivo, hijo de puta, provacador y no se agota. Hay décadas de Langer. Hay tipos que me dicen que les gusta lo que hago y que han sido influenciados por esto!, lo cual me parece muy loco y alucinante. Eso es también para tener cuidado –que me pasa como lector y fan de un montón de autores-, para no quedar pegado porque terminas haciendo lo que viste y peor. A veces, te gusta tanto algo y terminás volcándolo en un laburo, quedando super expuesto. Si uno afana, que lo haga con la mayor de las sutilezas que hoy con internet, salta todo. Para el pirata gráfico, es un poco complicado.

– ¿Cómo ves al rock, con lo que ha pasado con Gustavo, el Flaco y Charly?

– Creo que están coincidiendo el retiro o situaciones raras como desapariciones o discontinuidades de grandes bandas –se acabaron los Piojos, La Renga no tiene gran presencia ahora-, quedó un lugar para buenas bandas como Shaman, Nikita Nipone, con propuestas interesantes pero en un circuito alternativo y un ghetto radial de medios. Es imposible que hoy haya una banda como en su momento fue Seru Giran, Sumo, Los Redondos o Soda, de hecho, las grandes bandas que fueron cierre de un festival (Bersuit, Pelotas, Babasonicos), hoy no te lo cierran. Son bandas que quedaron, en un panorama general de bandas que “meten gente”. No hay una banda que les rompa el culo a todas. El Indio podría ser, a nivel convocatoria…No creo que nunca puede suceder por una cuestión de información y como está pautada la escena.

– El público también ha cambiado

– Si. Ponele que suene Tan Biónica. ¿Es una banda de rock? ¿Si? ¿No? No sé. Es como que las bandas, también de rock, están en una cornisa que pueden sonar en Radio Disney y no le llama la atención a nadie. Antes era muy difícil que coincidan Mega, Radio Disney y Rock & Pop. Hoy pasan todo lo mismo. Las bandas de rock se inclinan al pop, las del pop a la electrónica y las de electrónica al rock. Hay más y menos a la vez en todo.

-Antes, el rock no le gustaba a todos pero hoy es de consumo familiar.

– Eso hace que sea una zona neblinosa y extraña. Están esos fenómenos como Justin Bieber que viene, hace diez estadios y después, al año siguiente, se olvidaron todos!  Mucha gente en un lapso de tiempo muy breve. No se puede analizar la música actual con la cabeza de diez o veinte años atrás.

– ¿Te gusta la electrónica? Porque hiciste un par de historietas con DJ Deró…

– Si, me gusta la música electrónica que es copada. Hoy hablamos de los Siete Delfines que usaron la electrónica o bandas de Santos Inocentes, que era muy interesante. Una escena medio manchesteriana, dance, y quedó desdibujada. Es ridículo pensar de ponerse a un lugar de “me gustan los cantautores”, “me gusta la música pop”, etc. Es muy ridículo meterse hoy en día en ghettos. Lo más inteligente es escuchar y saber seleccionar porque te va a gustar lo que elijas sin que nadie te lo tenga que decir. Me parece una boludez es la electrónica chota…asi como el rock choto o el cantautor choto.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Translate »
Scroll al inicio