Milagros Almeida “Siento que, cuando actúo, también estoy cantando”

Desde febrero, hay una gema en el Espacio Callejón que brilla con luz propia. Es “Fragmentos Mansfield”, el unipersonal que lleva adelante Milagros Almeida en el que no solo plasma la vida y la pasión de la talentosa y desconocida Katherine Mansfield sino que actúa, baila y canta. Un trabajo magnífico que la misma Almeida se encarga de analizar para ECDL al tiempo que se refiere a lo que implica hacer un unipersonal, la coyuntura teatral y el futuro disco solista.

Fotos: Cecilia Inés Villarreal.

– Milagros, se dio un lindo suceso con “Fragmentos Mansfield”.

– Siento que se dieron una combinación de cosas. El teatro en sí -como el Callejón- tiene mucho que ver así como haber estrenado en febrero, cuando no había casi nada en cartel. Dije “no va a haber nada”, “todo el mundo está de vacaciones”. Además, resultó porque no había mucho para ver el día lunes. Es más fácil que los periodistas o que la gente vaya porque no hay otra cosa de teatro. En febrero, todavía no empezaron las clases o los cursos que uno toma.  Se dio para mí esa combinación de cosas y junto con el material que es fantástico

– ¿Cómo llegaste a Katherine Mansfield?

-Mirá, hace más de diez años hice un curso con Roman Podolsky sobre “Diarios íntimos”. Había que elegir y trabajar uno, a modo de monólogo. Todos elegían el de Frida Kahlo o el de Ana Frank y mi hermana (N de R: la actriz Victoria Almeida) me dice “Tengo este. ‘Katherine Mansfield. Diarios’. Fijate”. No es casualidad que a mi hermana se lo da Elena Tritek, que es nuestra maestra y directora. Siempre digo que es mi maestra de vida. A todo esto, muy poca gente conoce a Katherine Mansfield.

-Es muy cierto

-Trabajo su diario en el curso y quedó ahí pero a mi, Katherine Mansfield me quedó “acá”. Me decía que, algún día, iba a hacer algo con ese material.  Paralelamente, soy asistente de Helena Tritek y trabajo en sus clases. Un día, viene a entrenar Miguel Wahren que había sido alumno y discípulo de Augusto Fernándes. Viene a unas tres clases ya que estaba con muchas cosas. Ahí fue cuando nos conocimos. Traía la idea de hacer un unipersonal sobre Katherine Manfield con alguien que cante. El primer día que nos conocemos, me dice “¿sabes que estoy buscando una actriz que cante para hacer un unipersonal sobre Katherine Mansfield?”. Creo que no me animé al principio y le dije “a mi me gustaría…”. Él estaba gestando eso por su lado. Su versión es que cuando me vio, dijo “es ella”. Me lo esbozó y yo caí. (risas)

– ¿Cómo fue hacer la dramaturgia ya que terminó siendo a seis manos?

-Terminamos siendo tres ya que Miguel incorpora a Sergio Catallani, que no lo conocía, para que sea su asistente. Empecemos a trabajar “de mesa” porque había mucho material para elegir, tanto desde lo poético como de sus diarios. Este proceso llevó casi un año. Fue lo más largo, aún más que los ensayos. Llevar lo poético a lo teatral…no todo funciona de la misma manera. Es otra cosa. Puede ser hermoso leerlo pero es medio rebuscado. Katherine tiene unos textos divinos y nos costaba ponernos de acuerdo. Decíamos que la obra iba a durar tres horas porque queríamos poner todo.

-¿Qué te dice la gente cuando termina la obra?

– Lo que más recibo es sorpresa, como que nadie esperaba lo que vio. Esto, más allá de esta puesta tan imponente, extraña u original. ¡Digo esto porque no la vi -motivo obvio- sino por lo que me cuentan! (risas). También se genera mucha curiosidad alrededor de la autora y eso me encanta. Que me digan que quiere saber más sobre ella, quién es, qué le pasó. El “me interesó”, “me gustó”, “me llegaron mucho sus poemas” o como habla de su hermanito y su niñez. Un poco esperábamos que el público salga con ganas de conocerla, que se quiera empapar y más siendo alguien que no es conocido popularmente. No es que vas a ver sobre algo de Alfonsina, más allá que es argentina, o de Virginia Woolf. Katherine Mansfield es una joya por descubrir…realmente.

– ¿Cómo fue el trabajo con la música? Además, haces algunas coreo…¿Siempre estuvo planeado de esa manera o fue surgiendo a medida que lo iban llevando?

– Miguel siempre tuvo esta idea en tanto es músico y compositor.  Le había puesto música a varios de sus poemas. Compuso canciones para varios poemas de Katherine. Quería que haya poemas cantados. De hecho, hay dos. Después hicimos recortes y laburamos mucho. Además, ella en sus orígenes, empezó a estudiar música…

– Violoncello…

-¡Si! A los 14 años. Ella se va a Londres a estudiar música y después deriva en la escritura. Entonces nos parecía que la música estaba presente en ella y en la obra, que era lo que había traído Miguel. Con respecto a la coreografía, Miguel me lo dijo: “vas a bailar”. Le preguntaba “¿Es necesario?” (risas). Siempre lo tuvo en la cabeza. Después, cuando encontró el texto de la tormenta, dijo “acá tiene que haber algo físico”. Me mostró vídeos de Pina Bausch por lo que estuvimos viendo por ahí. Llamamos a la coreografa Ana Gurbanov y, justo en esa parte de la tormenta, nos dijo que no tocaría nada. Ana asistió y coordinó. Después, hizo la coreografía de “los árboles” y ayudó mucho con lo físico. Miguel siempre tuvo en la cabeza que yo tenía que bailar, que había que mostrar algo físico.

– ¿Puede ser que tenga un guiño feminista la obra? Esto, linkeando todo con el contexto actual.

– Ella me parece re feminista, y de vanguardia. Acordate que vive en los años ’20 y se declaró abiertamente bisexual. Se bancó todo eso. Además, en sus obras tiene muchos personajes femeninos que denuncian esto. Luchó contra el prejuicio de la burguesía y llevó adelante lo que quiso hacer. Sí, es re feminista. Se fue muy chica de su casa. Después, volvió a Nueva Zelandia con 18 años, y se fue a buscar su destino.

Hiperactividad teatral

-El año pasado también hiciste “Fausto en valle Oliva”. ¿cómo fue la experiencia?

– Muy bien. Justamente, el 2023 estuve a pleno con obras. Hice, además de “Fausto” en el Teatro del Pueblo, “La vaca atada” en el 25 de Mayo,  “Caravana real” en el Patio de actores, una obra más de teatro físico en la que también compuse la música. También microteatro….

– ¿Cómo fue tener tres obras al mismo tiempo?

– Lo más complicado es combinar los horarios, después se ve (risas). Llego al ensayo de tal obra y estoy ahí. Por ahí, la edad me trajo poder de concentración. Cuando tenía 20, estaba en clase de canto pero después tenía que ir a algo y ya estaba pensando en lo que venía. Quizás, la madurez me trajo al presente. El concentrarse y estar en el «aquí y ahora». Estoy en este ensayo y no me importa más que esto. Cuando salgo, ahí digo “A ver, ¿qué tengo ahora? Ah, tengo que ir a….”. Con el paso de los años, aprendí a poder estar en. No solo ir de un ensayo a otro sino también de una función a otra.

– Allá lejos y hace tiempo, Barbra Streisand se definía como “la actriz que canta”. Al respecto, ¿Milagros Almeida es así o es una “cantante que actúa”?

– Me siento las dos cosas, una actriz y una cantante. Trabajo mucho como cantante. Igualmente, no lo separo. Para mí, está unido y es parte del instrumento. Mi actriz tiene una voz y esa voz canta de una manera o de otra, pero siento que el instrumento es uno. Cuando me preguntan si me gusta más cantar o actuar, no lo puedo discernir porque está todo muy ligado. Siento que, cuando actúo, también estoy cantando. Siento la música en el cuerpo. De hecho, Helena mi maestra, me dice “Mili, vos sos musical”.

– ¡Qué buena definición!

– Si…como que tengo la música incorporada. Creo que es todo parte de uno.

– Antes había como una idea (o un prejuicio) de que, en los musicales, los actores no terminan de cantar del todo bien y los que cantan, les falta un poco de actuación.

– Eso ha cambiado por suerte. No soy mucho de ese rubro ya que hice muy poco musical. Creo que los jóvenes se preparan mucho ahora ya que está más instalado. Hay más lugares para ir a estudiar. También pasa por la curiosidad de cada uno, ¿no? De qué estudiar. Helena siempre apunta a que un actor tiene que formarse, sobre todo, en su cabeza. Desde hacer yoga hasta ir a una clase de baile o leer de todo. Tener las herramientas para poder interpretar un rey o un mendigo. No hay que quedarse con lo que sabe sino investigar. Profundizar en el instrumento es lo más importante.

Sola en el escenario

– Es tu primer unipersonal, ¿no?

– Si. Tenía un miedo…. (risas). Es una gran responsabilidad. De hecho, extraño muchísimo estar en el camarín con compañeros de elenco, por ejemplo. Compartir el nervio o maquillarte mientras charlas. El unipersonal es de una soledad…¡Hay que bancarse estar solito en el camarín! Siempre hago una analogía con el fútbol porque estás en el vestuario con el equipo. Se alientan entre todos, salen a jugar y hay una ayuda general. Acá es como jugar al tenis. Estas solo con tu cabeza y no te salva nadie más que vos. Es una experiencia alucinante y difícil que todo actor debería pasar en algún momento.

-Tu unipersonal sigue en la línea de aquellos que hubo, hace no muchos años atrás, de gran calidad como “La mujer puerca” con Valeria Lois, los que hicieron Erica Rivas, Belén Blanco, Iride Mockert…

– Otro excelente fue “Para mi sos hermosa”. También mi hermana hizo uno, de clown, que era “La última vez que me tiré de un precipicio”….

– Si. Lo vi. Era muy lindo, en el Piccolino…Una cantidad enorme y de gran calidad. ¿Cómo te sentís vos al integrar esa línea de unipersonales femeninos de calidad?

– La verdad, no lo pensé. No me había dado cuenta. Empecé este proyecto tan tranquila en tanto que no esperaba que guste tanto a la gente. Se está dando de una manera hermosa que me sorprende. Sólo quería ir y ponerme en ese rol de “a ver qué pasa con esto de estar solo en un escenario” y transitarlo. El tener en la boca los textos de esta autora maravillosa. Se agradece tanto cuando llega una propuesta así… Todavía recuerdo el encuentro que tuvimos con Miguel. Podes llamarlo “casualidad”, “destino” o como quieras pero poder decir estos textos elevados es de una gran felicidad. Todo lo que está pasando es hermoso. Ojalá, pueda seguir haciendo este trabajo por mucho tiempo porque vale la pena dar a conocer a esta mujer. No sé, pasa algo en la gente que ve el espectáculo, que la toca de una manera muy linda.

-Cuando vi la obra, noté que se logró un clima propio de una ceremonia, con la gente atenta a todo. No sé si vos lo percibís desde el escenario.

– ¡Si! Además, es difícil por el hecho de que tengo mucha mirada a público. Eso no lo había transitado nunca. Es nuevo para mi. Por ejemplo, de repente mostrarles el espejo y exponer al espectador a que se vea. Me corro y veo las caras de la gente. Es como algo que esperaban. Correrlo al espectador de ese lugar cómodo de que estás mirando algo y ahora, te terminas viendo vos. Ponerlo en ese lugar es nuevo para mí.

-Esta obra podrá ser esa que muchos actores y actrices la meten en una valijita y la presentan en todos lados?

– ¡Me encantaría! ¡Ojalá! Igualmente, para ser un unipersonal, tiene un dispositivo escénico complejo. ¿Viste lo que es ese banco de madera? Ahí es donde se aprecia lo que se trabajó en la puesta.

– Belén Blanco tiene “Kinderbuch”, un unipersonal de gran calidad que lo lleva de gira y lo va presentando…

– ¡Me encantaría tenerlo de esa manera! Pasa con muchos unipersonales que se hacen una temporada, después otra y vuelven. Sobre todo, cuando el trabajo vale la pena. Pensar que esta mujer escribió todo esto en 1920 y era lo que le pasaba. Me siento muy identificada con su preocupación por morir sin antes dejar algo en este mundo.

-Un legado? La trascendencia?

– No. Ella, en un momento, dice “es duro hacer una buena muerte como Anton Chejov y León Tolstói”. Dejar la vida en esta tierra como la dejaron ellos, con sus obras. El poder irse en paz de que terminó su trabajo, que era lo que la motivaba a vivir. Ella está enferma desde muy joven y el motivo para seguir viviendo es escribir. Como artistas, nos pasa eso de “¿qué va a quedar de mi cuando no esté?”. Compongo canciones y digo “cuando no esté, ¿alguien las escuchará?” (risas).

Música por favor.

-Estas canciones de las que me hablaste, ¿las tenes editadas?

– Si. En realidad, estoy grabando un disco.

-¿Si? ¡Contame!

– En realidad, hice “Surmenage” en 2014 que eran canciones mías y en “Caravana de real” metí algunos temas. Ahora estoy grabando, formalmente, el primer disco. En pandemia compuse todo un disco con una temática determinada que se llama “El tiempo”. Lo presenté al Fondo Nacional de las Artes como proyecto para grabar un álbum. Quería escribir sobre el tiempo y como nos afectaba su paso en tanto seres humanos. Todas las canciones tienen esa temática.

– ¿Qué estilo va a tener?

– Son canciones en francés y es variado…

– ¿Más ligado a la “chanson francaise”?

– Si, pero no tanto. Va a tener piano y acordeón, y otros temas más experimentales. Se va a llamar “Le temp”. Nunca tenemos tiempo para el tiempo. Pienso que, en un mes, lo termino pero estoy haciéndolo desde hace más de un año.

-La producción del disco, ¿se termina o se abandona?

– Se abandona. Totalmente porque si no, no se termina nunca.

– ¿Lo vas a sacar físico?

– No. Tampoco tendría donde pasarlo! (risas). Lo voy a subir a las redes como Spotify y todo eso.

La difícil actualidad.

– ¿Cómo ves la situación del teatro independiente?

– Difícil. Mirá, con esta obra pasó un caso medio excepcional porque hicimos funciones que, por suerte, estuvieron agotadas. Nos tocó un día de lluvia y que tuviéramos 40 personas de un espacio con una capacidad para 60, fue un buen número. El teatro independiente siempre es difícil ya hay que estar remando todo el tiempo. Por suerte, hay mucho apoyo, no solo de la comunidad sino del periodismo. Nos ayudan un montón. Igualmente, este año se viene muy complicado para todos los ámbitos pero el arte siempre resiste. Tengo la convicción que, en los peores momentos de crisis, es cuando más se crea. Cuando uno pone más el hombro y sale adelante. La gente también se pone a apoyar y a bancar. Son los momentos de creación pura, porque es lo que nos salva.

– ¿Te sorprende lo que está pasando con el INCAA, el INT y que hubo gente del arte que haya apoyado esto?

– No me sorprende en tanto fue lo que se anunció desde un principio, de cómo iba a ser. Si este hombre cumple con lo que está diciendo, es un final anunciado. Aún así, me sorprende que se esté llevando a cabo estas cosas.

– ¿Y los colegas?.

– …Y…estaremos ahí apoyándonos entre todos. Siento que hay una grieta que se está cerrando -o soy muy optimista- en cuanto a que esto ya no está gustando. Tengo amigos colegas que lo han apoyado, pero estas cosas son medio inaceptables. Si lo votó porque se confundió y se dio cuenta lo que está haciendo, lo veo positivo. Prefiero pensar bien. Soy mujer optimista. (risas)

Punto final

– Te doy un formulario y te pregunta “profesión”. ¿Qué pones?

– «Artista». Es, más que nada por lo que te contaba. Además, mi vida fue transitar por el arte. Estudié diez años en Bellas Artes y pasé por dibujo, pintura, escultura, fotografía, teatro, canto. Hasta hice marionetas. Aprendí de todo y me sirvió en mi camino en la vida y en el arte. Sin ir más lejos, en la obra, la muñequita que hay, la lo hice yo. Vas a mi casa y hay cuadros míos. Me formé en el arte. Hice un poco de todo y todo hace a mi persona artista.

– ¿Qué sentís cuando suena un celular en el medio de la función?

– Por suerte no me pasó en esta obra. ¡Toco madera! Siempre pido a los que dan sala que, por favor, avisen bien de los celulares. Puede pasar a un descuido de alguien, pero para el actor es como una puñalada en el momento. Te desconcentra, pero bueno, por suerte no me pasó.

– Si no eras actriz, ¿qué hubiera sido de tu vida?

– No, no me imagino ser otra cosa que no sea artista. No me puedo imaginar haciendo otra cosa que no sea relacionado al arte, ya sea, dibujando, pintando o lo que sea. Toda mi vida pasó por ahí.  

-Si por la puerta de este bar, entrase la Milagros de 16 años, ¿qué le dirías? ¿Una recomendación, un consejo?

– Le diría que confíe, que está todo bien. No me arrepiento de nada de mi camino. Soy de las que piensan que todo lo que pasa es por algo. Todo lo que ha pasado en la vida artística o personal me ha servido para crecer, para ser quien soy hoy. No cambiaría nada y la dejaría pasar. Que siga así, tal como es.

“Fragmentos Mansfield”. Espacio Callejón. Humahuaca 3759. Domingos, 17 h.

3 comentarios en “Milagros Almeida “Siento que, cuando actúo, también estoy cantando””

  1. Tanto la obra como la actuación es maravillosa! La vi tres veces y voy por más, siempre se aprecia algún detalle nuevo. Es arte puro, las letras, la música, la escenografía y todo lo que vemos y oímos es una caricia al alma. Para disfrutar plenamente.

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