“Piaf” (Teatro)

Genia y leyenda

Libro: Pam Gems, Elenco: Elena Roger, Diego Jaraz, Gustavo Guzmán, Romina Groppo, Pablo Juin, Rodrigo Pedreira, Martin Andrada, Federico Llambí, Eduardo Paglieri, Natalia Cociuffo, Mariela Passeri, Esteban Masturini, Julian Mardirosian, Duración: 115 minutos. Director Repositor: Edgardo «el negro» Millán. Diseño de Sonido: Gastón Briski. Diseño de Sonido Original: Christopher Shutt. Supervisión Musical: Nestor Ballesteros. Músicos: Carlos Britez y Gabriel Abramovici. Composición Original: Ben and Max Ringham. Diseño de Pelucas: Eugenia Palafox. Versión en español: Mariano Detry. Diseño de Escenografía y Vestuario: Soutra Gilmour. Diseñadora de Escenografía Asociada: Julieta Ascar. Diseñadora de Vestuario Asociada: Sofía Di Nunzio. Diseño de Luces: Neil Austin. Diseñador de Luces Asociado: Jamie Platt. Comunicación Digital: @bushicontenidos. Diseño Gráfico: Protto + Esnaola. Asistente de Reposición: Alejandro Pellegrino. Producción Técnica: Christian Aguilera – Jonatan Di Rocca. Productor Ejecutivo: Sebastián Arcos. Productora General: Mariana Correa. Producción: Adrián Suar –Preludio. Dirección: Jamie Lloyd.

Teatro Liceo. Av Rivadavia 1495. Miércoles  a viernes, 20 h, sábado 19 y 22 h y domingo 19 h.

No son muchas las ocasiones en las que se puede presenciar un clásico del teatro mundial, con componente argentino, en nuestro país, Tal es el caso de “Piaf”, en tanto y en cuanto el éxito que ha tenido en diversas geografías. Si a esto se le añade que gira sobre uno de los íconos más importantes de la historia de la música, estamos en presencia de un momento único, artísticamente hablando.

Desde el mismo comienzo, la disposición del teatro Liceo, con mesas para pocas personas y lámparas pequeñas, se ubica en esa Francia en la que el futuro “Gorrión de Paris” vivía. El escenario, absolutamente despojado, salvo la incorporación de mínimos objetos a lo largo del tiempo, construye un espacio por demás elocuente. Allí, Édith Giovanna Gassion, tal su nombre completo, vive una infancia de extrema pobreza que la hace cantar en la calle a cambio del poco dinero que pueda llegar a recaudar. 

La puesta en sí, tiene todo lo que amerita un muy cercano reflejo de la vida de la diva. No deja de tocar temas y situaciones espinosas. Las luces y sombras de su existencia se plasman con dinamismo y exactitud pero sin recargar las tintas en el sentimentalismo innecesario. Incluso, el que muchas de sus canciones no se canten completas, priorizando la acción dramática de los acontecimientos, es un plus que se agradece.

El escenario vacío, ocupado por los cuerpos del elenco, potencia las actuaciones y la música. La iluminación es un factor fundamental en la creación de sentido respecto a la vida de Piaf. Postales de un ser único e irrepetible. Sus primeras incursiones en el mundo del espectáculo, la relación con el empresario Lou Leplée, dueño del cabaret en el que actuaba y su posterior asesinato, los vínculos amorosos, su vida durante la Segunda Guerra Mundial, y todo lo que vino después, ya cuando Piaf empezó a ser Piaf.

Será esa lucha entre el talento infinito y sus demonios internos la que se dirimirá en el cuerpo y alma de la propia Piaf. Una pequeña gran mujer que se sobreponía de sus caídas para erigirse en la estrella que siempre fue. Igualmente, la vida la castigó como si fuera el mismísimo Job en tanto el dolor y el sufrimiento. La búsqueda de un amor sano y correspondido asi como la rebeldía de quien sabe que está construyendo un camino, la pusieron en un jaque constante. Tal fue su vínculo con el campeón de boxeo Marcel Cerdán, «El bombardero de Marruecos» y su desenlace. Una burla del destino a la eterna voz parisina que ahogaba sus penas en el alcohol. Más aún cuando tras un accidente, potencia su vínculo nocivo con la morfina.  

La dupla texto-canción cuentan con una dirección precisa, responsable del ritmo armónico de los acontecimientos. El público no pierde nunca la atención de lo que ocurre sobre tablas, cortesía de un desarrollo dinámico y cautivante. Cuenta con la enorme virtud de abordar las múltiples aristas de la fascinante y complicada personalidad de Piaf. Sus amistades (desde Marlene Dietrich hasta Charles Aznavour) son parte de su devenir al tiempo que su humanidad iba colapsando de a poco. Un tren de pura energía artística dirigiéndose directamente a un final tristemente obvio.

En el punto más alto de la puesta, Elena Roger. Su actuación es excepcional. La calidez y versatilidad de su voz se extiende a una sentida composición de un personaje difícil al que dota de su propia esencia. Elogiar la voz de Roger es una obviedad pero en el caso de Piaf, pareciera que todo le calza como anillo al dedo. El elenco es excelente, combinando sensibilidad y técnica con precisión. Además, reúne varios de los mejores artistas del musical argentino, tal es el caso de Natalia Cociuffo, Esteban Masturini o Romina Groppo. Párrafo aparte para Carlos Britez y Gabriel Abramovici, los músicos en vivo, de muy destacable tarea.

La función culmina con un aplauso largo, sentido y por sobre todo, agradecido. Un espectáculo de semejante calibre es para disfrutar y, si es posible, volver a verlo. Siempre habrá algo nuevo para descubrir. Es «Piaf». Es Elena Roger. Está todo dicho. Calidad garantizada.

1 comentario en ““Piaf” (Teatro)”

  1. Me pongo en contacto para poder generar una entrevista radial sobre lo a obra y si fuera posible la participación de la espectacular Elena Roger. Saludos cordiales

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