“The greatest night in pop”. Todos unidos, triunfaremos.

Suele haber documentales que impactan de lleno en una generación –como mínimo- a partir de un momento en particular que atraviesa la coyuntura. Tal es el caso de la grabación del tema “We are the world” en 1985, con el fin de combatir el hambre en Etiopía. La canción reunió a lo mejor de la canción pop norteamericana de la época aunque tenía a varias leyendas en su haber.

En este caso, se corre el velo de la intriga respecto a diversos interrogantes. El primero es que todo surgió de la inquietud del gran Harry Belafonte en pos de su deseo de ayudar a “los hermanos” que la estaban pasando muy mal en África. Por tal motivo, es que al principio, parecía que solo iban a participar artistas negros hasta que surge la posibilidad de ampliar el espectro de los invitados.

Un punto a destacar, que queda reflejado es la rivalidad entre Michael Jackson y Prince. Inclusive, la participación de Sheila E, percusionista y pareja del pequeño gran genio de Minneapolis, queda bajo cierta duda si no fue un anzuelo para que, finalmente, sea de la partida, algo que no ocurrió. También queda el interrogante de la ausencia de Madonna aunque se esboza que se habría preferido a Cyndi Lauper, en el clásico de cantantes pop de aquellos años.

Otra figurita difícil fue –y es- Bob Dylan. Sorprendió un tanto su participación así como su lugar dentro de la foto final de los participantes. Las redes sociales suelen mostrar una incomodidad por parte de Zimmerman en la canción lo cual no queda desmentido. Asimismo, se destaca la forma en que pudo paliar, en algo, esta situación la inestimable ayuda de Stevie Wonder. De más está decir que, si bien ese 1985 no traía lo mejor de Bob en su carrera, tenía una carrera más rica que el 90 % de los presentes. Recién había publicado “Infidels”, un buen disco con el que levantaba la puntería respecto de su producción previa, de tres álbumes que marcaban su conversión al cristianismo pero que, a nivel artístico, no aportaron nada.

Hay dos vertientes que tiene el muy buen documental que es la forma en que se concibió la canción y la manera en que se convocó a los artistas –y a quienes-. La cámara y el desarrollo permiten que el/la televidente se sumerja en la rapidez respecto a las confirmaciones de los convocados y la grabación propiamente dicha. La danza de nombres va y viene y jugará con el gusto personal. Nombres como Kenny Rogers y Willie Nelson dan cuenta de una amplitud más que destacable

No es menor el detalle que este tema es una “respuesta” norteamericana al “Do they know it’s Christmas?” con lo más granado del rock inglés. Al respecto, hubo una mayoría de presencia de músicos que se encontraban en su pico de popularidad, prescindiendo de las leyendas, tal como podrían ser Paul Mc Cartney, Mick Jagger, Robert Plant o Roger Daltrey, entre otros. El único que venía con cierto pedigree de pertenencia a una banda consagrada era Phil Collins en Genesis. No empecemos con la grieta entre Peter Gabriel y Collins en las voces de la banda…

Aquí, hubo una planificación respecto a la concepción de la canción. La convocatoria a Lionel Ritchie y Michael Jackson para ponerle letra al tema se conjuga con la presencia de Quincy Jones en la producción. El ojo curioso pondrá su mirada en la premura y en la manera en que se fue llevando a cabo todo. La oscilante ausencia/presencia de Stevie Wonder para estos menesteres, se extenderá en la grabación propiamente dicha.

Todo en el marco de la entrega de la American Music Awards que era el único momento en que podían estar todos los convocados. Inclusive, algunos irían especialmente para la ocasión, tal fue el caso de Bruce Springsteen –estaba terminando la gira de “Born in the USA”- y Dionne Warwick. La grabación del que sería “We are the world”, se llevaría a cabo al término de la mencionada ceremonia de premios.

La grabación propiamente dicha del tema es un recorte que tiene vida propia en el documental. Desde el “Dejen sus egos afuera”, cartel que recibía a los artistas apenas llegaban al estudio hasta las diversas tomas que se realizaron. Personalidades diferentes con gustos y carreras disímiles en su origen, convivieron por casi seis horas, “face to face”, sin agentes de prensa, representantes ni público. Solo ellos y ellas, en pos de un objetivo determinado. La «arenga» de Bob Geldof, la dupla Dylan-Wonder, los “nervios” de Al Jarreau, la timidez de Jackson o las ocurrencias de Ray Charles son algunos instantes que se visibilizan en un documental que hace lo que tiene que hacer: mostrar y que el/la espectador/a saque sus propias conclusiones….hasta los últimos diez minutos.  

Las entrevistas realizadas en la actualidad tienen el sabor que trasciende el morbo de ver “como están” aquellos que adornaron paredes y cuadernos en forma de posters o fotos. La frescura de las palabras de Lionel Ritchie (sus encuentros en la casa de Jackson son geniales), Bruce Springsteen, Cyndi Lauper, Huey Lewis, Smokey Robinson y Sheila E, brindan los detalles y las peripecias que hubo que sortear para que todo saliese bien. El contraste con las voces de archivo de Quincy Jones permite dimensionar lo que fue y lo que terminó siendo la canción. Al respecto, son fundamentales las palabras de los “ejecutivos” que llevaron a cabo el trabajo tras bambalinas y detrás de la consola de grabación. Desde Larry Klein y Ken Kragen hasta Humberto Gatica y Tom Bahler realizan ricos aportes con sus recuerdos.

El melómano prestará atención a la forma de componer de Jackson, los demos de la grabación de la canción o los cambios propuestos durante la misma. ¡Ah! Un muy buen detalle es que sólo suene el tema completo en los créditos. Así se juega con la memoria de quien lo conoce y le pica en la curiosidad de quien ve todo con una personal tabula rasa.  

Seguramente, habrá quien ponga en tela de juicio alguna ausencia (¿Tom Petty?) pero es mínimo este número. Solo quedará para alguno que buscará la quinta pata al gato. Al mirar la lista de participantes, se recuerda no solo la relevancia en ese ya lejano 1985 sino como trascendieron sus respectivas carreras. Algunos, impolutos, casi leyendas mientras que otros quedaron anclados a un lugar de nostalgia en la memoria del particular gusto del público argentino. Tal es el caso de Kim Carnes (“Bette Davis’ Eyes”), Steve Perry –cantante de Journey, banda que no tuvo gran repercusión en Argentina- o Kenny Loggins (“Footlose”). Ahí es donde brillan aún más los ausentes, con carreras impresionantes, tal como Madonna y Prince. Si hablamos de ausencia, se esperaban testimonios de artistas como Billy Joel, Tina Turner o Paul Simon. Una pena.

Después, la maquinaria propagandística norteamericana hará que el tema suene hasta en el baño, algo que muestra muy bien los últimos minutos del documental. ¿Podría haberse omitido ese compendio de sentimentalismo? Si, pero también uno es consciente que tenía que estar. La venta del disco permitió que un buen dinero llegue a África ayudando a combatir el hambre. Lamentablemente, no impidió la injerencia estadounidense en la política africana ni la venta de armas a las facciones en pugna dentro de los países afectados por la hambruna. No olvidemos que este proyecto alentó otros similares como “Argentina es nuestro hogar”.

“The greatest night in pop” da cuenta de una circunstancia muy especial en la música de los años 80, que trascendió su tiempo, con la participación de artistas de renombre. Un documental de calidad, en plena sintonía con su legado y su intención original: combatir el hambre en África. De paso, recuerda cuando una canción podía cambiar el mundo. O, al menos, intentarlo.

Ficha técnica.

Dirección: Bao Nguyen. Con Lionel Richie, Michael Jackson, Stevie Wonder, Bob Dylan, Ray Charles, Diana Ross, Tina Turner, Bruce Springsteen, Huey Lewis, Cyndi Lauper, Sheila E, Dione Warwick, Billy Joel, Paul Simon y más. Producción: Republic Pictures, Dorothy Street Pictures, MRC Make Make Entertainment. Distribución: Netflix. Estreno: 24 de enero 2024. Duración: 96 minutes. País: Estados Unidos. Idioma: Inglés.

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