Moliere 2.0
De Molière. Con Enrique Pinti, Lucrecia Capello Gustavo Garzón, Andrea Bonelli, Liliana Pécora, Mariano Mazzei, Pacha Rosso, Hernán Boglione, Heidi Fauth, Hernán Jimenez, Diego Mariani, Gustavo Masó y Roberto Peloni. Bailarines: Sebastián Codega, Manuel Coggiola, Lucas Coria, Amalia de Camillis, Ariel Franci-Lessing, Rocío Mercado, Nicolas Miranda, Leonardo Robaglio. Cantantes: Adriano D’Alchimio y Damian Ramirez. Músicos: María Gabriela Areal Vélez, Julia Bolonci, Gabriel Illaines y Florencia Stabilini. Vestuario y Escenografía: Willy Landin. Iluminación: Willy Landin y Miguel Morales. Realización de video: Martín Gómez. Multimedia: Martín Gómez y Héctor Gonzalez. Música: Gabriel Chwojnik. Servidor de escena: Gonzalo Amor, Germán Crivos, Paula Duque, Gisel Gainsborg, Mariano Llona y Agustin Manoukian. Asistencia artística: Alejandro Marconi. Asistencia de dirección y Jefe de escenario: Mina Battista. Coreografía: Elizabeth de Chapeaurouge. Adaptación y Dirección: Willy Landin
Teatro San Martin. Av. Corrientes 1530. Miércoles a viernes, 20.30 hs; sábado, 21.30 hs y domingos, 20.30 hs.
Willy Landin trae un Moliere moderno con una puesta novedosa y arriesgada, ubicándola en el siglo XXI. Diremos primeramente que la acción transcurre en dos planos, el del escenario propiamente dicho y las imágenes que proyectan en tres cuadros colgantes. En el escenario real, se ve a los actores, vestidos con trajes de época, sobre un fondo azul, que son filmados por tres cámaras. Estas imágenes son las que se ven sobre los cuadros colgantes. ¿Y la escenografía?
A los costados del escenario, hay dos teatros venecianos pequeños que se filman indistintamente para proveer los fondos y los decorados. Si el espectador mira hacia abajo, sólo ve a los actores moviéndose y a unos curiosos asistentes enfundados en mallas azules, refractarias a las cámaras. Cuando el espectador mira hacia arriba, ve la escena completa, aunque dividida en tres partes. Este tipo de puesta que combina multimedia y actuación requiere precisión quirúrgica en los actores para que entren a tiempo para desarrollar su tarea, sin que desentone en ningún momento. Un error complicaría bastante la puesta toda.
Este aggiornamiento de Moliere es un lujito que se da Landin para una puesta que tiene los condimentos del genial dramaturgo francés junto con el aditamento de guiños hacia estas épocas y estas tierras. La historia de Jourdain, como nuevo rico que, por carencias propias, desconoce el nuevo mundo en el cual se interna y termina siendo estafado y engañado por los inescrupulosos que se aprovechan de su nobleza, es de actualidad aunque no de manera lineal. Es interesante leer entrelíneas algunos planteos que se realizan y la forma en el dinero no compra la educación Tal como dijo el poeta, “El lujo es vulgaridad” lo cual se termina apreciando en esta obra.
Las actuaciones son acertadas, destacándose Lucrecia Capello como la esposa del burgués y Gustavo Garzón, como el amigo interesado solo en lo que le puede sacar a Jourdain. Liliana Pécora logra el momento de histrionismo humorístico como la criada mientras que Andrea Bonelli es una correcta amante del amigo del burgués, con la cual este sueña amar. Enrique Pinti está correcto con su interpretación de un Jourdain exacto.
La obra se hace larga en algunos momentos, sobre todo al principio pero al final, remonta con un ritmo sostenido.
Esta versión de “El Burgués Gentilhombre” dividirá las aguas con respecto a la puesta. Cada espectador sabrá su verdad al respecto que, al fin y al cabo, es la única que interesa.