Amor puertas adentro
Dramaturgia: Sandra Franzen y Patricia Suárez. Con Georgina Rey, Mariano Mazzei y Martín Urbaneja. Diseño de vestuario: Marina Apolonio. Diseño de escenografía y de luces: Magali Acha. Música original y banda de sonido: Mauro Garcia Barbe. Diseño gráfico: Lucila Gejtman. Asistencia de escenografía: Sol Soto. Asistente de producción: Estanislao Otero Valdez. Asistencia de dirección: Moises Delgado. Producción ejecutiva: Alan Gejtman, Roni Isola y Alejandra Oroño. Jefe de escenario: Victoria Rodriguez Cuberes. Puesta en escena y Dirección: Alejandro Ullua
Teatro Hasta Trilce. Maza 177. Martes, 20.30 hs.
Escenario con piso de alfalfa y heno. Especie de patio donde el amor y el deseo dejarán libre sus pasiones. Este será el lugar donde vive una pareja, dueña de un campo pero con particularidades que harán que la puesta sea atrapante.
Definida por sí misma como “melodrama campero”, no exenta de cierto guiño shakespereano, será la pulsión entre los tres personajes a través de un texto de gran calidad y una precisa dirección, la que defina esos setenta y cinco minutos de teatro puro.
Si bien la acción se encuentra ubicada en los años 20, en la pampa argentina, el diálogo con la realidad es permanente, en tanto y en cuanto, la tensión entre el “deber ser” y el “deseo real” de los individuos. Pero para tal fin, nada mejor que concebir personajes tan ricos como próximos. Será la pareja compuesta por Georgina Rey y Mariano Mazzei la disparadora de la situación en tanto la búsqueda de ella por un hijo que se le viene negando desde hace rato. Por su parte, su marido es el propietario de la estancia. Es “el hombre” de la casa. ¿Pero qué ocurre cuando una peluca y un vestido amplían su horizonte, puertas adentro, para dar vida a Ángeles, su «alter ego»?.
El tratamiento que se realiza de lo acontecido es serio, con algunas –sutiles- pinceladas de cierta hilaridad bien entendida, que no caen en caricaturizaciones sino que sirven para aceitar el desarrollo de la puesta.
Esto se aprecia mejor aún con el ingreso de Justo, el peón que es atrapado por un amor tan puro como imposible. Será otro de los puntos a plantear la concepción del amor, donde la pureza del sentimiento más noble no se corresponderá con un devenir lleno de pasión irrefrenable por lo prohibido.
Los cruces entre religión, conductas preestablecidas y deseos insatisfechos, brindan un coctel atrapante que se apreciará tanto es ese todo que es la puesta como en pequeños momentos son para atesorar. Porque es válido robar una tela para hacer un vestido tanto como rezar para buscar un niño que legitime la condición de mujer. De ahí, al diálogo con la realidad, en la que se revisan una gran cantidad de paradigmas, hay un paso que vale la pena dar, para dar cuenta de donde se encuentra ubicado/a uno/a.
El diseño del espacio es muy bueno. Inclusivo de todos los aspectos, logra introducir a la platea a ese campo no establecido, salvo en rasgos muy específicos, que ubican pero que no determinan. La iluminación y la música son pilares fundamentales para la creación de los climas. Las actuaciones son calidad, permitiendo la empatía con cada uno de ellos desde distintos lugares. La excelente Georgina Rey da vida a una mujer tan enigmática como intrigante. Detrás de esa fachada de mujer devota y de armas tomar por su amor (¿cuál será en realidad?), es atrapante la forma en que va cambiando a medida que transcurre el tiempo. Mariano Mazzei juega con maestría una dualidad sobre la que gira la puesta. Es el devenir de una femineidad en cuerpo de hombre que será fantasía y objeto de deseo. Un exacto Martín Urbaneja es el peón de corazón a flor de piel, dispuesto a jugarse entero por su amor.
“El corazón del incauto” vuelve a las raíces del melodrama con una puesta de calidad, al tiempo que permite ir más allá de su texto original, para establecer diálogos con una realidad a la que alude con sutileza y altura.