De Anton Chejov. Adaptación: Nicolás Pérez Costa. Con Rita Terranova, Héctor Giovine, Christian Alladio, Cecilia Barlesi, Natalia Biasin, Alejandro Cupito, Juan Guilera, Damian Iglesias, Renata Marrone, Leonardo Odierna, Agustín Perez Costa, Valeria Ruggiero e Iara Sarmiento. Escenografía: René Diviú. Diseño de maquillaje: Sofia Nuñez. Vestuario: Fernando Crisci. Asistencia de dirección: Ramiro Manrique. Producción ejecutiva: Catalina Nuñez. Puesta en escena y Dirección general: Nicolás Pérez Costa.
Teatro El Cubo. Zelaya 3053. Sábados y domingos, 17 hs.
Como siempre decimos desde este portal, cuando se presenta un clásico, la intriga y la desconfianza, en partes iguales, hacen acto de presencia. En esta vuelta de “El jardín de los cerezos”, ocurrió exactamente lo mismo.
Un escenario iluminado, etéreo y blanco, es el marco elegido para que el clásico de Anton Chejov tenga su lugar en la cartelera porteña. No obstante, no logra conmover en ningún momento. Se parte de un texto riquísimo pero se lo conduce únicamente a través de lo que sería el conflicto central de la obra –la venta del jardín de los cerezos-, cortando cualquier tipo de tensión “externa” a esta situación.
La forma en que se desarrollan los personajes es liviana. Carece de un sustento fuerte en lo que implica el carácter de cada uno de ellos y lo que representan. Las actuaciones son muy lineales, basadas en un cliché por demás remanido. Esto afecta incluso a una gran actriz como Rita Terranova que había ganado el premio Trinidad Guevara hace diez años por Liuba, el mismo personaje que interpreta ahora y a Héctor Giovine, que la había realizado en 1966 con dirección de Jorge Petraglia y un elenco que incluía a Delia Garcés, Ignacio Quirós y Susana Rinaldi.
La iluminación solamente ilumina pero no crea climas ni atmósferas. La gran cantidad de luz no hace que la obra sea actual. El vestuario busca ser etéreo pero termina siendo anodino. Lo mismo ocurre con la escenografía. La música en vivo de Nazarena Mastronardi es un soplo de frescura con sutiles aportes desde el piano.
Con una adaptación superficial y pasteurizada, “El jardín de los cerezos” no cumple con las expectativas, transformando al clásico de Anton Chejov en una novela lineal, sin mayores pretensiones.