Como suele ocurrir desde hace un par de años, el Encuentro Latinoamericano de Teatro Independiente volvió a cobijar a variadas expresiones teatrales del continente en diversos formatos. El encuentro se desarrolló del 15 al 18 de octubre y fue organizado por el Grupo teatral UmaMinga de Buenos Aires en co-producción con el Centro Cultural Kirchner. El Festival contó con elencos de Cuba, México, Uruguay, Ecuador, Puerto Rico, Chile, Nicaragua, Bolivia y Perú. Las sedes centrales fueron el Teatro Andamio ´90, La Carpintería Teatro y Teatro Timbre 4.
ECDL tuvo la oportunidad de presenciar tres puestas por demás diversas y heterogéneas que, no solo son recomendables sino que también permitieron salir de la forma en que uno ve teatro en Buenos Aires asi como el evaluar que no hay una sola forma de hacer teatro. Es pensar que tipo de teatro se realiza en otros países del continente y de qué forma nos podemos relacionar con ellos, desde nuestra perspectiva.
La primer puesta que destacamos es la cubana “Santa Cecilia”, del grupo El Público. Este unipersonal masculino que lleva a cabo Osvaldo Doimeadiós narra la la autobiografía de lo que sería una mujer-ciudad. La que es todo lo referido a una urbe –que sería La Habana- y sus diversos vaivenes a lo largo de 100 años de historia. Será esta mujer que no sabe por donde empezar a contar todas las historias vividas, amores y odios, miserias y riquezas. Doimeadiós realiza una especie de “tour de forcé” en la historia pero sin caer en didactismo o algún rumbo determinado.
El relato es sensible y conmovedor, con un exacto diseño sonoro que logra transportar a los espectadores a las playas de la capital cubana.
En cambio, en “Romeo y Julieta”, de Diego Aramburo. Esta puesta, oriunda de Bolivia, rompe con todo el amor meloso –no es lo mismo que romántico- que pulula hoy en día en cuanta telenovela haya por ahí. Veamos, esta Julieta -la exactamente visceral Camila Rocha- , responde a los cánones shakespereanos y se vincula directamente con el siglo XXI de reivindicaciones varias. Julieta va al frente, dice lo que piensa y se pone en un primer plano en una mesa de largas dimensiones. La dama está servida en ese banquete de pordioseros que es un público dividido en hombres y mujeres. La ruptura va hacia distintas latitudes. Será una Julieta objeto, que será comida como si fuera el banquete en que se sirvió la cabeza de Juan el Bautista. Pero también podrá ser consumida como una línea de cocaína, de esas que brindan una adicción con destino directo a la muerte, tras la euforia inicial.
Atada, con suero, desplazándose por toda esa mesa-escenario dispuesto para el desarrollo de las acciones, Julieta estará narcotizada por sus propios deseos y será el botín de una guerra que supera, incluso, el más noble sentimiento como es el amor.
El color blanco denota pureza pero también un ascetismo que se contrapondrá con la verborragia vomitiva y beligerante de una Julieta que se dará el lujo de cantar “No surprises” de Radiohead.
Para finalizar, “Pequeño ensayo sobre la soledad” terminó siendo de esas obras que te van cayendo aún después de finalizada. El grupo ecuatoriano Muégano teatro concibió una puesta que apunta a distintas aristas de la sociedad que van desde la educación hasta el trato entre los hombres. El amor, las relaciones entre los seres y la forma en que se concibe la identidad de un pueblo a través de ese mal llamado “patriotismo”, son algunas de las aristas que atraviesan los setenta minutos que dura.
Con humor e ironía, no exenta de un sarcasmo a prueba de balas, el elenco compuesto por Pilar Aranda, Marcia Cevallos y Santiago Roldós (con la colaboración de la actriz argentina Gabriela Julis), baila, se emociona, rie y llora en una vorágine de sentido que golpeará tanto en el alma como en el corazón. El inconsciente colectivo de cualquier población, cualquiera sea su nacionalidad, podrá resignificar lo visto sobre tablas para dar cuenta de una creación de sentido sublime.
Conmovedora y reflexiva, “Pequeño ensayo sobre la soledad” es una puesta que merece ser vista más de una vez porque permite aprehender diversos conceptos, ideas y sensaciones que se resignificarán de manera constante.
Otro punto a destacar, es la excelente idea que es la realización de las charlas-debate al finalizar las obras. El intercambio entre público y artistas enriquece aún más la propuesta que se ha visto.
Pasó el ELTI con un alto nivel en las obras que han formado parte de este encuentro. El disfrute y el enriquecimiento que implica el intercambio de diversas experiencias teatrales está asegurado.