Algo está por pasar, algo está por venir…
Autoría: Daniel Dalmaroni. Con Irene Almus, Guillermo Aragones y Marcela Ferradás. Diseño de vestuario y de escenografía: Gabriella Gerdelics. Asistencia de dirección: Guillermo Echenique. Diseño sonoro y música original: Juan Cristóbal Sleigh. Producción ejecutiva: Cristina Sisca. Diseño De Iluminación: Malena Miramontes Boim. Dirección: Ana Alvarado. Duración: 60 minutos.
Centro Cultural De La Cooperación. Corrientes 1543. Viernes, 20 h.
Un modo diferente, una manera distinta de abordar la dictadura y sus consecuencias. Como si fuese un gran delirio, con toques de Alzheimer en el que se termina convirtiendo en un contrato de lectura. Todo parte de una situación anecdótica que forma parte de un imaginario posible. Un hombre (Roberto) abandona a su pareja (Graciela) con la excusa de a comprar cigarrillos, al tiempo que tenía una relación con otra mujer (Marcelita).
La ubicación temporaria que brindan los años, se cuelan de manera sutil. Es el detalle que hay que tener en cuenta. De a poco, se abre una nueva historia. Como si fuera una fábula de enredos, en la que se entra y sale –aunque no literalmente hablando- de la acción, la anécdota oculta todo un universo de tensión y miedo ante la coyuntura que se vive. El diálogo en modo ping pong entre las mujeres, esboza y sugiere aquello que termina llenando de contenido la platea. Y si no lo hace, la comedia es 100% efectiva.
Es en ese instante que la pluma de Daniel Dalmaroni estalla desde un lugar sutilmente elocuente. Palabras inconexas, que parecen no decir nada para después explotar frente a las retinas de los presentes. El rompecabezas se arma de a poco. Por lo tanto, la detonación del contenido será de acuerdo a la velocidad absolutamente personal de cada espectador. La dirección de Ana Alvarado le brinda un orden dinámico y armonioso pero sin quitarle ni un ápice de su esencia. Es más, lo que se inicia como si fuera una historia de cierta comicidad, visibiliza que es la punta de un iceberg de profunda connotación.
Las actuaciones son precisas a los requerimientos de la puesta. En especial, la dupla femenina conformada por Irene Almus y Marcela Ferradas. Cada mujer dice (o hace) algo que, a la postre, termina siendo el reflejo de una sociedad. No solo en su relación con el contexto hostil sino con la forma en que se insertaron en el marco de una sociedad hipócrita y cobarde.
Divertida, con un devenir más corrosivo a medida que pasan los minutos, «Estado de tiempo» es de esas puestas que va decantando de a poco. Como si fuera un buen vino, que necesita de un tiempo de saboreo para apreciar su calidad. Quizás, en ese momento, surja la necesidad de ir a verla de nuevo y recomendarla.