El Secuestro de Isabelita (Teatro)

Sátira de una tragicomedia argentina

Dramaturgia y dirección: Daniel Dalmaroni. Con Laura Agorreca, Ivana Averta, Mariano Bicain, Gastón Courtade, Gabriel Kipen, Juan Mendoza Zélis, Daniela Nirenberg y Viviana Suraniti. Escenografía e Iluminación: Marcelo Salvioli.
Teatro del Pueblo. Roque Saenz Peña 943. Sábado, 23 hs.

Daniel Dalmaroni vuelve a poner el acento en el humor como camino a la crítica y a la reflexión. Aquí, en “El secuestro de Isabelita” a través del intento de secuestro de la presidente María Estela Martinez de Perón, (aka Isabelita) pero con todas las situaciones disparatadas que se puedan imaginar. La crítica humorística va desde la impericia para concretar las operaciones al excesivo dogmatismo de algunos de sus miembros que no podían percibir la coyuntura en la que vivían. 

A partir de esta satirización, sumada los conocimientos con los que cuentan –o no- los espectadores, es donde comienza a hacer ruido y a plantear dudas y reflexiones la puesta. Porque el chiste, como chiste en sí, funciona pero es una punta que se asoma en la que no todos desean asumir el compromiso de la (auto) crítica. Dalmaroni tuvo el gran acierto de poner las palabras adecuadas a los personajes para que construyan un universo en el que la realidad superó a la ficción, en sus dimes y diretes. Las actuaciones son correctas y la escenografía es acertada para delimitar el cuadro de situación de la puesta. El final es un tanto abrupto aunque no poco esperable. No obstante, corta con el clima de tensión con el que venía la puesta. Con una pluma bien dosificada en humor y contenido, Dalmaroni entrega una puesta interesante para ver y debatir. 

“El secuestro de Isabelita” planta bandera sobre un momento histórico el cual, aún hoy, la polémica y las heridas abiertas siguen siendo parte del presente.

0 comentarios en “El Secuestro de Isabelita (Teatro)”

  1. No me gustó nada la obra. Tal vez es una incapacidad mía de hacer una autocrítica, a pesar de mis escasos 23 años, pero para mi el chiste no es efectivo. Sólo esbocé alguna que otra sonrisa y nada más. El disparate tendría que haber ido más lejos, o la obra tendría que haber contado con más matices o complejidades. Porque si no, nos quedamos con esto de que eran todos unos estúpidos que no sabían lo que hacían, no entendían sus propios discursos y recitaban como loros, además de usar las armas hasta para ir al baño. Dejar paradas a las organizaciones político militares como una manga de pelotudos (palabra que no para de repetirse a lo largo de toda la obra)no me parece la forma más efectiva de hacer una comedia que incite al debate. Más bien me parece muy injusto. Repito,el chiste se queda a mitad de camino. Por otro lado, exceptuando un par, las actuaciones son bastante desajustadas. El vestuario está muy bien. El final podría haber sido un poco más trabajado.

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