Dramaturgo de contundente pluma, Daniel Dalmaroni, con dos obras al mismo tiempo (“New York” y “El secuestro de Isabelita”), pone el dedo en la llaga en temas espinosos como la lucha armada en los 70 y la falta de comunicación en las familias, entre tantas cosas, en una entrevista sin pelos en la lengua.
-Daniel, ¿qué surgió primero, «New York» o «Isabelita»?
– «New York», muchísimos años antes. Fue escrita en el 2000, que la estrenó Villanueva Cosse con Palomino, María José Gabin, en el Payró en el 2003. Se hizo mucho en el interior. “Isabelita” es del 2005. Me causaba gracia el otro día que alguien dijo, cuando la corrigen a ella si es “presidenta” o “presidente”, era como un chiste a Cristina. Mirá, esto fue escrito en el segundo año del gobierno de Nestor. Cristina no era ni candidata. Asi que es anterior “New York”, por lo menos en cinco años.
– ¿Por qué las sacas ahora?
– «New York» es una de las obras mías que más me gustan. Esto no significa que sea la mejor o la peor. No es solo que le tengo cariño pero esto ya es problema de gusto. Se hicieron muchas versiones en el interior, una en La Plata que estuvo muy buena y la de Villanueva Cosse también. Pero siempre me había quedado con ganas de hacer lo que yo creía que había que hacer con esa obra, que nadie lo había hecho. Ojo, esto desde mi perspectiva. Yo no soy de los que creen que el autor es quien mejor puede dirigir sus obras. Yo no lo creo. Simplemente creía que esta obra la tenía ganas de dirigir y de hacer algunas cosas que no se habían hecho en otras puestas y creía que la obra merecía. Pero no porque crea que soy el más indicado para dirigirla. La rescaté y suponía que, habiéndola dirigido en el 2003 Villanueva Cosse –y hubo gente que me lo dijo explícitamente-, creía que hasta que pasen 10 años de lo que hizo (es un director muy pesado, con un nombre muy fuerte), nadie iba a querer hacerla…
-…a menos que sea el autor…
– Exacto. Ningún otro director la iba a querer hacer para no someterse a las comparaciones. Hubo algunos directores que alabaron la obra y que me dijeron que, después de los diez años de la puesta de Villanueva Cosse, “me la iban a pedir”. Eso refuerza la cuestión de porque la dirigí yo ahora.
«– ¿Y con «Isabelita»?
– Desde que la escribí supe dos cosas. “Isabelita” toma un tema que la literatura, tanto la narrativa como el ensayo, ha tocado y analizado la lucha armada de los 70, de manera crítica, desde el “progresismo”, pero no cayendo en la tentación de un discurso único. “Todo lo que hizo la guerrilla estuvo bien”. Eso no se puede tocar, ni hablar de ese tema…
– Una verdad no escrita…
– Claro. Es intocable. Hace tiempo que el ensayo y la narrativa se permitieron cuestionar esto. “A quien corresponda” de Caparrós, “Morir de amor” de Lanata y en ensayos, ni hablar. La revista “Lucha revolucionaria”, que reivindica lo que ellos creen reivindicar y polemizan los aspectos de esa época. Esto no existía en el teatro y menos aún que esto sea tratado desde el humor lo cual es doblemente peligroso….
– Hay mucha solemnidad…
– Y…es un tema complicado y peligroso. Laburás en el filo constantemente. Por eso, la dirijo y no creo que en el futuro se la de a alguien para que la dirija. Está tan en el filo, que si la monta un director reaccionario, puede llegar a transformarla en una puesta reaccionaria, donde se ridiculice a los personajes y estos, en vez de hacer un montaje de tipo naturalista como hice yo, lo hace payasesco, destroza la obra y me hace decir algo que yo no digo. Ahí, te digo, que en el caso de Isabelita, hay una cosa muy fuerte de porque la dirigí yo. Tendría que pasar a un director amigo, que lo conozca políticamente pero nos tendríamos que sentarnos a charlar. Me llega de Argentores, pedidos para hacer una obra mía del interior y los firmo sin mirar. Que haga lo que quieran. Me enteré que obras con cuatro varones, la hicieron cuatro mujeres. Que se yo. Cuanto mucho, el publico dirá “que obra pelotuda” y nada más. Distinto es que tergiversen ideológicamente-
– También tendría que ver una cuestión generacional con el “probable” director…
– Si. Ese es un tema..que es una paradoja con los actores. Esta obra necesita actores jóvenes. Sin embargo, esos actores no tienen mucha idea –vivencial ni hablemos- ni siquiera muy documentada de la época. Al elenco le hice leer libros, mirar 18 películas. Les hablé mucho de la época y les conté cosas. ES una paradoja ya que lo ideal sería que estos personajes lo hagan tipos de 50 y pico de años pero no pueden porque se necesitan pendejos!
– Al respecto, me acuerdo que le hice una pregunta a tu amigo Juan Palomino con respecto a si se puede hacer arte pero sacando el contexto. “No me quiero contaminar” con la coyuntura…te pasó con este elenco, que venían limpios?
– Todos los actores son, ideológicamente, tipos piola, con un pensamiento progresista. Que si hablás de temas globales como los Derechos Humanos, tienen idea. Ahora, con algo más concreto como la época, la guerrilla urbana y los 70, ahí te encontrás con que no tenían mucha información ni una postura tomada. Ni conocían mucho de las organizaciones, salvo Montoneros o el ERP, que son las más conocidas. No tenían mucha idea. Decían “Farc”, “Farp” y no sabían de que estaban hablando. Había términos en la obra que no conocían o que tenían que ver con el contexto. Frases enteras con “se fue con el yerno Lastiri” y ¿quién es Lastiri? Había esa falta de información. Eso sí, no me encontré con actores que estuvieran haciendo la obra como si fuera cualquier otra ni con actores que estén en contra del discurso de la pieza. Vos sabés? Me cuesta pensar desde ese lugar…
– Del actor despojado del contexto….?
– Si. Creo que hay ideología cuando se despojan de eso contexto.
– Eso mismo es ideología.
– Si. Claro. Todos los dramaturgos productos de los 90, tienen una cuestión ligada a los 90. Quieran o no, les guste o no pero la tienen. A ver, les caiga mal ahora con que se les filtró los 90 en su dramaturgia…es medio inevitable.
– Vos decís por eso de darle mucha preponderancia a la multimedia y no tanto a la composición de personajes…
– Mirá, pero no solamente eso. A raíz de «New York» y reflexionando mucho sobre la obra, los peronistas repetimos siempre una frase de Perón que es “la única verdad es la realidad”. Creo que la única realidad es el lenguaje y este está cargado de ideología. Si se discute si está bien decir “porteños y porteñas”, “todos y todas”, eso es ideología. Están los lingüistas dogmáticos que dicen “la palabra porteño ya incluye a las porteñas”. Sin embargo, si vos entendés que el lenguaje está cargado de ideología, no estaría mal utilizar “porteños y porteñas” aunque a alguno le caiga mal quien lo empezó a decir. Yo conocí a gente que eso le molestó porque lo empezó a decir Filmus pero…digo, inevitablemente, aunque no estés escribiendo sobre un hecho histórico, o la realidad pasada o presente argentina, igual se filtra ideología. Entonces, el vacío de contenido, transmitido a través del lenguaje, también es ideológico. Y hay cierta dramaturgia de joven de los 90 que tiene eso. Esos autores igual, después cambiaron mucho. A muchos los admiro y quiero profundamente. Los envidio sanamente porque han escrito obras mucho mejores que las mías
– Estas obras iban a traer cola. Te pregunto primero por «New York» por esa clase media bien pensante y que en los primeros cinco minutos ya decís el final.
– Si. «New York» es una obra que trabaja sobre el lenguaje. En realidad trabaja sobre el lenguaje para mostrar, de alguna forma, como el lenguaje puede ser vaciado. No decir nada cuando decís mucho. Es una clase media…media pero no es porteña sino más de conurbano. Tienen casa con patio y una pelopincho. El que tiene una casa con patio, hoy en Buenos Aires, tiene guita. Salvo esas familias que heredaron la casa de los viejos, tampoco tienen una pelopincho. Pero ojo, digo esto de clase media conurbano y yo pertenezco a esa clase media. Soy de La Plata y hace quince años que vivo en Capital. Esa es una ciudad de barrios.
– ¿Se te escandalizaron mucho con «New York»?
– No. Mirá, pasó todo lo contrario. A ver, hubo una crítica de un blog….algunos serios, hechos por gente del palo de la crítica pero después…Cualquier pendejo de 20 años que quiere ir a ver teatro gratis se abre un blog. Digo, no podés comparar un pibe de 20 años con Lucho Bordegaray, que le lees la crítica al pibe y no sabe conjugar los verbos. Salvo uno de estos blogueros que puso que la obra era chabacana y una imitación de Muscari, y que lo peor de la obra era el culo de Brambatti, que era de mal gusto. En el caso de Isabelita –ojo, puede pasar que se levante gente horrorizada de la obra y uno no se entera, eh-, solo una pareja… militante de los 70, que se tuvo que exiliar, estuvo muy ofendida porque se hiciera humor con ese tema. Pero cuando alguien les mencionó a Capusotto y Bombita Rodriguez, que eso sí es humor puro y burla, la pareja dijo que Bombita Rodriguez era horroroso y lo que hacía Capusotto era terrible. Hasta ahora fue una sola pareja, de esa época, que no pueden permitirse digerir lo que pasó con humor. Esto si pasó con Marcelo Piñeyro y esto si, ponelo en la nota pero no por arrogancia sino que él fue militante y se descostillaba de la risa. Después dijo que lo que vio en la obra, en realidad “a mi me pasó”. Se permitía cagarse de risa de si mismo. Están los dos polos y esto fue lo que nos ha llegado a nosotros. También es difícil que te llegue directamente. Capaz que la gente es más educada, se va a la mierda y no te putea.
– O se levanta, aplaude y chau..
– Pero la mayoría de lo que nos ha llegado positivo. Nos llegaron cosas más polémicas como que la obra está bien, es divertida pero…parece que hay prejuicios pero por otros. Ojo que va a haber gente que no le va a gustar. Igual, hay un sector directamente involucrado. Si pienso a los hijos de desaparecidos, va a haber algunos que lo van a poder digerir y otros que no porque no tienen distancia. Me atrevo a hacer una obra a una distancia histórica complicada. Si vos hacés mañana una obra y lo ponés a Mariano Moreno trolo, nadie dice nada. Como mucho, “no me lo imaginaba a Moreno asi”. Lo que fuera pero no te salen a matar porque hay una distacia de 200 años.
– Como con Belgrano que durante años se dijo que era gay…
– Claro! Acá la distancia es corta. Hay sobrevivientes de esa época y sus hijos y los protagonistas en si. Entonces, eso hace que sea más complicado. Va a haber gente que le va a molestar. Hay gente que le molesta las obras de Muscari y eso que no se mete con este tipo de temas.
Intermedio: Hablar con Dalmaroni es muy rico. No solo porque habla «sin cassette» sino porque se presta al diálogo franco, sin vueltas. Tanto si uno coincide o no con lo que piensa. Eso es lo bueno, el debate y el intercambio de ideas. Varios cortados de por medio, la charla sigue y va por lugares por demás interesantes.
– Cuando fui a ver «New York», hubo alguna opinión por una supuesta liviandad con que se toma una violación.
– La única experiencia es contraria. El tipo que sale indignado no polemiza con el director. Pueden salir una persona como la que habló con vos y cinco personas más por función que no nos dice nada. Lo que si me enteré es que vino una mujer que dijo “no se nada de teatro y vine solo a acompañar a mi hijo. Con mi familia vivimos una situación como esta y le quiero agradecer porque hay que hablar de este tema pero también le agradezco que lo haga con humor. Si no es con humor, esto no se puede digerir. Si lo hubiese hecho como un drama, a los 10 minutos, me iba.
– ¡Que buena devolución!
– “Me gusta que a través del humor mucha gente piense en esto”. En realidad el tema de la violación es una excusa para hablar de una familia que se la pasan diciendo que las cosas hay que hablarla pero cuando alguien tira una bomba, no hay nada. Se ponen anteojeras y van para adelante. Lo que hace la obra, por el tono de la pieza, apela a un extremo. Pone algo muy grave para llevar al extremo y marcar esa sordera familiar. Acá dicen que no es una boludez pero te voy a ser sincero, no es que me interesaba tocar el tema de la violación. Inclusive es un tema que no se profundiza. Mirá, me llegó el comentario de una periodista de las 12 que dijo que era “misógina y machista”. Yo le contestaría a esa persona que el feminismo nació en 1963 y en la actualidad, las minas se hacen las tetas, te piden que les hagas de todo e incluso que las trates de trolas. Digo, asuman al menos que, como movimiento, han fracasado.
– Sin contar a las minas que son más machistas que los hombres.
– Si, fracasó el feminismo. Si después de 50 años de lucha, obtuvieron esto, es porque fracasó el feminismo. Hay propaganda de Activia porque pareciera que las únicas que tienen transito lento, son machistas. Y eso no está alimentado ni por Daniel Dalmaroni y el elenco de “New York”.
– No te la cruzaste en algún lado…
– No pero te juro que en la cara le contestaría eso. Es probable que a ella le parezca horroroso esto pero no me digas que el feminismo no fracasó. Ojo, tampoco digo que el machismo es el camino. Lo que digo es que el feminismo eligió un camino que no es el adecuado.
– Te preguntaba por eso…
– Además, si los personajes femeninos de «New York» están denigrados, como están los masculinos! Tenés a un violador hijo de puta y el otro es un sordo que no protege a su hija. Digamos que hay una familia entera que no protege a su hija. A veces, cuando tenés una mirada sesgada, mirás solo lo que querés mirar.
– ¿Y con «Isabelita»? Más allá de esta pareja de militantes y Piñeyro, ¿fueron militantes?
– Si, fueron militantes que estuvieron muy metidos. Por ejemplo, un tipo que no es popularmente conocido pero en los quioscos con la historia del peronismo, dirigida por él, Daniel Disansinti. En general, la gente reaccionó positivamente más allá de que a alguno le guste más o menos como obra de teatro. El análisis de cualquier obra. O que te digan tal actor o tal actriz están fantásticos. En general hay un consenso de que los actores son parejos y que no hay nada que desentone. Siempre digo que hay con los directores una injusticia muy grande que es la siguiente: cuando el actor está bien, es virtud del actor y si está mal, es responsabilidad del director que no lo supo dirigir. O que los eligió mal. Creo que en ambos casos hay virtudes y problemas de ambos pero por suerte, he tenido buenas devoluciones. Las críticas que han salido no me lo tienen que decir en la cara y supongo que dicen lo que piensan. Uno podría sospechar que lo tiene que decir en la cara pero mucha de esa gente, yo no la conozco. La verdad es que han valorado a todo el equipo de trabajo.
– Puede ser que haya cierta cosa de “con esto no se jode”. Con los desaparecidos, holocaustos varios, etc.
– Mirá, la otra vez me hicieron una nota para Canal A, para el programa de Mex Urtizberea sobre el humor negro. El humor negro es hacer humor sobre lo que no se debe hacer humor. Entonces, por supuesto, no solo lo hice en New York o Isabelita sino que lo hice en todas mis obras anteriores. Entonces, no se debe hacer humor sobre el Holocausto pero “Pascualito Siete bellezas” de Lina Wertmuller, es sobre este tema y es un grotesco. Digo, para nombrar cosas con autoridad y que me superen ampliamente, jajaja. Me parece que se puede hacer humor sobre esos temas lo que inevitablemente es humor negro. Como hacer humor sobre la muerte. Sobre el Holocausto se ha hecho humor. A ver, desde un punto, “El Gran Dictador” de Chaplin, hace humor sobre Hitler pero alguien se podría ofender porque está ridiculizando a un tipo que es un jefe de Estado y que mató a 6 millones de personas. “No, de Hitler hay que hablar en serio. No se puede alivianar la cuestión y bla, bla, bla”. Alguien va a dudar de la ideología de Chaplin? Esto no quiere decir que a todo el mundo le guste el humor negro.
– Sigue siendo humor por más que sea negro
– Si, porque te reís. En Isabelita, hay funciones en las que se rien mucho más que en New York. Aquí, salvo en el tema de la violación, hay muchas partes que uno se olvida de esto y reírse tranquilamente. Todos los relatos de la madre, que son absolutamente disparatados, la gente se rie pero en Isabelita, que es un tema más pesado, la gente se caga de risa. Hay gente a la que el humor negro no le va.
– En general, trato de separar lo que sería una carcajada, una risa cómplice o una risa nerviosa.
– En Isabelita vi tipos agarrarse la panza aunque hay una mezcla de carcajada y risa cómplice, por ejemplo, Marcelo Piñeyro. Después hay gente que se sonríe. Hay gente que el humor negro no le disgusta pero tampoco le da una carcajada. Como pasaría con un chiste de humor gráfico, en el diario. Me encontré con cosas previas con Isabelita. Un colega me dijo “No hagas esta obra porque te va a destruir la carrera. Mandala ya a la papelera de reciclaje”.
– ¡Que contundente! ¿Lo invitaste al estreno?
– Si pero no vino. Ahora le parece exagerado que él haya dicho eso. Le dije que lo recordaba perfectamente. Recién la terminaste de escribir y te dicen eso. Te ponés a reflexionar y decís “la puta..”. Él se reia pero bueno “para tanto?”. Me pasó en lo previo pero no ahora. Después me pasa con un crítico de un medio importante que me dijo “me da miedito ir a verla, de que no me guste nada”.
– ¿Cuantos años tiene él?
– Cuarenta y pico. Y eso que tiene buena onda conmigo. Cuando me dice eso es porque en general le gusta lo que hago y tiene miedo de decepcionarse. Por ahí viene la mano…
– ¿Y «Burkina Faso»?
– Uh…eso es humor negro. La génesis de esa obra parte de una noticia del diario Crónica que decía textualmente lo que pasa en la obra: dos padres que, sumidos en la miseria, mataron a sus tres hijos y se suicidaron. Esa es la primera obra que escribí en mi vida. Es una obra complicada y la que menos humor tiene. O por lo menos, con todas las versiones que vi, me dio esa impresión. Es una obra que no me imagino dirigiéndola, que entendería si un director viene y me dice “es complicada, no se por donde entrarle”. Lo entendería. No se como se monta. Es muy narrativa. Veronese dice, en uno de sus libros, en el que editó Hidalgo, tiene monólogos muy narrativos y charlando con él, me dijo “no tengo idea como los montaría”. Tenía ganas de escribirla y son textos muy valiosos. Eso me pasa con Burkina…
– Yo vi la del Korinthio…
– Si, la dirigió Brambatti, de New York. La vi y me pareció que estaba muy bien. Siento que es la que menos humor tiene de las que hice pero hay alguien que se caga de risa con eso. Que se yo. Me parece la más negra y con menos humor.
– ¿Hay posibilidades de gira?
– La productora está pensando en eso. Es probable que “New York” la movamos un poco. “Isabelita” está pensada para la sala del Teatro Del Pueblo. Se puede trasladar a otro tipo de espacio, somos muchos y es más costoso. New York entra en el portaequipaje de un auto. Pensamos llevarlo a donde tenemos algún vinculo como Posadas, Santa Rosa o La Plata. Para el teatro independiente, organizar giras es complicado salvo que tengas un nombre por el cual se desesperen. Si Kartún quiere llevar una obra, lo puede hacer. Va a Rosario y la sala se le llena. Es Kartún, tiene un nombre, vende entradas. Después dependerá de…lo que quisiera es, viendo que es un solo día de función acá en Capital, aprovechar los otros días en el conurbano. Ir a zona Sur y demás. Es un ejercicio interesante de hacer porque para el actor, hacer dos funciones por semana, en vez de una, siempre es mejor. De una semana a la otra es mucho tiempo pero la oferta teatral de Buenos Aires es increíble. Hay obras que han sido un éxito terrible, para salas de 50 espectadores, que han estado tres años en cartel, con una función por semana, con dos no se si le hubiese ido tan bien. Capaz que a los seis meses tendrían que levantar una función y ya levantar una función es un dolor de huevos y una sensación de “la obra no está funcionando bien”. Y capaz que no es asi. Yo soy directivo de Proteatro y se subsidia a 93 salas teatrales y hay un montón que no piden subsidio. En cada sala hay cuatro o cinco espectáculos por semana. Imaginate la cantidad de obras para ver que hay. Casi 500 espectáculos por año y se perfectamente esto. Hay una obra mia, que me pidieron los permisos, en el Colonial que no le pidió subsidios a nadie! Debe haber 600 por año. Debería haber un proceso de selección natural, que lo hay. Cuando una obra dura dos meses en cartel, ocurrió ese proceso.
– ¿Esto no da la impresión de que cualquiera hace teatro?
– Pero no es privativo del teatro. Una amiga mia que es diseñadora gráfica dice que levantás una baldoza y te aparece un diseñador gráfico. Hablás con un fotógrafo y dice “cualquiera saca fotos”. Los periodistas también. Salvo las profesiones que están reguladas por el Estado, que ponen en riesgo a la población (médicos, ingenieros, abogados), el resto….hay tipos que estudiaron filosofía y se dedican a eso, dicen “Viste ese historiador que ahora hace filosofía?” No es privativo del teatro. Toda actividad que no tenga regulación (que está muy bien que no la tenga), lo regula el público. El Estado relativamente…porque el que tiene logros de hace un tiempo, recibirá más subsidio que alguien que recién empieza o alguien que lo único que hizo fueron bodrios.
– Las dos últimas, ¿te imaginás a un matrimonio muy conocido yendo a ver «Isabelita»?
– Me encantaría que el matrimonio presidencial vaya a ver Isabelita. No me lo imagino no porque no les interese sino por cuestión de agenda. El único caso que conozco fue cuando Scioli fue a ver una obra de Pacho O’ Donnell en el Teatro del Pueblo pero es por una relación personal, son amigos. Desconozco que les convendría a ellos decir. Se que no les molestaría para nada. Podrían vivirlo con cierto humor. No la conozco tanto a Cristina pero Nestor es un tipo con mucho humor. Yo viví en Rio Gallegos cuando él era el intendente. Además, creo que dudarían un minuto ya que no irían ingenuamente a ver la obra sin tener datos. Sabrían que el director es peronista y que apoyo a este gobierno. Si les creara alguna cosa dirían “¿Este tipo es del palo?”. Además, mi militancia política es pública, no la oculto. Me conformaría que vaya gente otra gente del Gobierno como Filmus (un tipo que valoro) o Anibal Fernández. También me gustaría que la vayan a ver algunos comunicadores de todos lados, los que se encargan de política. A ver que les pasa con este tema. Tanto un Victor Hugo como una Magdalena.
– La última, si entrase a este bar el pequeño Daniel Dalmaroni que escribía teatro, ¿qué le dirías?
– No empecé a escribir directamente teatro sino que empecé con narrativa. Le diría que se rompa el orto. Cuando tenés un logro y te dicen “que suerte que tuviste”, nada de suerte. Tengo 49 años y todo me costó. Me rompí el culo. Por ejemplo, tomé clases con Ricardo Monti. Que suerte fue esa si fui, le pagué y todo lo demás? Me banqué que me diga que algunas cosas eran una mierda y aquello está bueno. Viste que algunos dicen que tuvieron la suerte de estudiar con tal? Si pero tuviste suerte de estar en la generación que ese tipo existía. A mi no me becaron nunca ni vino alguien a decirme “andá a estudiar conmigo..”. A mi me costó todo y tampoco me llaman de ningún lado. El otro día, una actriz de New York me pregunta, ingenuamente, “No te interesa meter una obra en el San Martin?”. Fui asistente de dirección del San Martin pero me lo decía, pensando, que no trabajaba en el San Martín porque no quisiese o estuviese en contra del sistema pero del San Martín no me llamaron nunca. Me acuerdo que en la gestión de Bacaro, Montí le va a decir que voy a llevarle una obra mia porque creía que tenía que hacerla en el Cervantes. La ingresan con un sello y se la pasa a Mario Labarden que tenía ya como 90 años. No se hasta que punto es un tipo actualizado. Bacaro me dice “por qué no hacen una obra para la sala grande, histórica, con 25 actores en escena, de época?” (lo mío era más para la sala chica). Le digo que no por una sencilla razón. Si escribimos una obra para 25 actores, que se desarrolla en 1834, todo con vestuario de época y a vos y a Kive Staiff –que son a los únicos que les podría interesar esto- no les gusta, la obra me la meto en el culo. Escribimos una obra al pedo porque no va haber elenco en todo el país que la haga. Son 25 actores con vestuario de época!!! Si ustedes dicen “vamos a llamar a este, este y este y me dan un adelanto de plata para escribirla, no hay problema. Estoy yo y una fila de 20 tipos. Ustedes piden que nosotros nos juguemos pero ustedes no.” . Si apareciera ese joven, le diría que se rompa el culo pero admito que terminé en el teatro por dos razones. Una porque me inicié a los 15 estudiando actuación y después hice dirección. Yo venía estudiando también Letras en la universidad. Uní ambos gustos en lo que hacía con la práctica del teatro. Y por otro lado, no se si lo dijo Kartún –no quiero citarlo mal- pero el dramaturgo es un escritor haragán. Para escribir, podés hacerte famoso con una obra que tiene 30 páginas y que como son diálogos, son más cortas. Para hacerte famoso con una novela, tenés que escribir 200 paginas mínimo! Y yo soy un tipo haragán en general. Laburo por necesidad. Tengo cuatro trabajos y todos vinculados con la escritura pero si pudiera no trabajar, no lo haría.
“New York”. Teatro Andamio 90. Paraná 660. Sábado, 21 hs.
“El Secuestro de Isabelita”. Teatro del Pueblo. Roque Saenz Peña 943. Sábado, 23 hs