Encantador viaje al mundo de Witold
Autoría: Witold Gombrowicz. Dramaturgia y dirección: Alejandro Genes Radawski. Con Natalia De Elía, Lucrecia Aguirre, Lujan Bournot y Milagros Plaza Díaz. Vestuario: Antonela Marcello. Escenografía: Marko Bregar. Iluminación: Ricardo Sica. Fotografía: Ale Cusin. Diseño gráfico: Maribel Lacco. Asistencia de dirección: Melany Biurrunla
La Tertulia. Gallo 826. Jueves, 21 hs.
Llevar adelante un texto de Witold Gombrowicz no es tarea fácil. La pluma del reconocido escritor polaco-argentino es tan intrincada como atrapante. Por tal motivo, cuando se ve una adaptación como la realizada por Alejandro Genes Radawski es un soplo de aire fresco y renovador.
En este caso, toma a un cuarteto de actrices, un amplio mostrador, algunos objetos y múltiples cambios de vestuario para llevar adelante una historia rica en deseos e imágenes. Obra maestra de Gombrowicz, hace un recorrido por variados géneros al tiempo que realiza una fuerte crítica a los estratos de poder, el sistema educativo y pedagógico para con los educandos. Educar como lavado de cerebro, uniformidad de criterios y borrado de las particularidades que conforman una identidad. Althusser lo llamaría un Aparato Ideológico del Estado y razón no le faltaría.
Mas aún cuando Pepe -protagonista de la puesta, muy bien recreado por Natalia De Elía- ha escrito una novela que, al no ser del gusto de un viejo profesor, este lo manda de nuevo al colegio. Volver a la escuela a los treinta años, con mucha agua debajo del puente pero retrocediendo varios casilleros -según la consideración del maestro-. Una nueva chance para “educarse”. El salir de la Matrix tiene sus consecuencias y es uno de los privilegiados de poder contar con la chance de “reparar lo que ha salido mal”. A partir de allí, se abre un mundo completo de hechos y personajes que enriquecerán el relato con las múltiples historias que se suceden. De esta manera, Pepe y demás seres como el Polilla, el profesor Pimko, la tía y muchos mas serán parte de esta gran ensalada de seres que entran y salen para conformar una puesta curiosa y atrapante.
A todo esto, debemos sumarle la paradoja que vive Pepe de compartir una etapa de la vida pasada con gente más joven pero con la experiencia de lo vivido y más años en la espalda.
El ritmo es tan frenético e irrespetuoso en tanto y en cuanto viajan a través de los tiempos más allá de su contexto. La ruptura de la cuarta pared establece la complicidad con el público que acompaña lo acontecido. De la década del 30 a las redes sociales, con canciones pop bien reconocidas (muy bien interpretadas por Lucrecia Aguirre) que permiten que, como dicen por ahí, “no decaiga” en la medida de sus posibilidades.
Esa especie de mostrador que ocupa el centro del escenario es fundamental para el desarrollo de la puesta, en tanto permite la vorágine del cambio de vestuario y personajes. El elenco se mueve con armoniosa sincronía al tiempo que va creando las diversas escenas.
Intrincada y desfachatada, “Ferdydurke” es una muy buena opción para acercarse no solo al mundo de Witold Gombrowicz sino para ver como en el teatro independiente se pueden llevar adelante proyectos que combinan riesgo y creatividad.