Única e irrepetible
Dramaturgia: Sergio Catallani, Miguel Wahren y Milagros Almeida. Actuación: Milagros Almeida. Diseño de luces: Sergio Iriarte. Vestuario y objetos: Fernando Añón, Alejandro Bamonde y Milagros Almeida. Peluquero: Miguel Ale Granado. Coreografía: Ana Gurbanof. Elección, edición musical y sonidos: Miguel Wahren y Sergio Catallani. Montaje musical y masterización: Sergio Dorado. Fotografía: Mariana Melinc. Asistente de dirección: Sergio Catallani. Producción: Satie Producciones. Colaboración en dirección y producción: Sergio Catallani. Duración del espectáculo: 60 minutos. Idea, dirección y puesta en escena: Miguel Wahren
Espacio Callejón – Humahuaca 3759. Lunes, 20.30 h.
Foto: Julieta Raponi
Un espacio a oscuras y de repente, un haz de luz ilumina una silueta que se encuentra sentada, en el fondo del mismo. Como si combinase santidad y cinematografía, ella se presenta a partir del relato constante de momentos determinados (fragmentos) de una vida que la llevó por distintas latitudes del alma y de la vida misma.
De esta manera, la narración se transforma en una gira trágica y misteriosa acerca de la vida de la escritora Katherine Mansfield. Mejor dicho, de su pasión y de aquellas cosas que le quedaron en el tintero ya que no las pudo llevar a cabo como las deseaba -o no la dejaron-. De ahí que sea tan rico el planteo en general. Es menester recordar que la acción transcurre a finales del siglo XIX, en una sociedad de roles bien determinados para quienes la conformaban. Más aún si una mujer quería dedicarse a la música, a la escritura y tuviese gustos y anhelos diferentes a la mayoría.
La poética del texto combina los hechos de la realidad con el uso certero de la metáfora para su descripción. De esa manera, no hay literalidad sin vuelo ni imágenes oníricas incomprensibles. Por esta razón, cada uno de los presentes caerá tarde o temprano en la propuesta artística. Será en ese instante en que la atención irá hacia un mismo lugar, sin distracción alguna. Es el silencio que propicia una ceremonia teatral de alta calidad. Es más, fue una de las pocas funciones en años (¡) en la que el colectivo denominado «público» respetó lo solicitado y no sonó un celular…
La vorágine con la que Mansfield vive su vida se condice con la forma en que entra y sale en los distintos espacios construidos dentro del escenario, con desplazamientos propios de la danza y la gracia propia de la interprete. Allí se construyen todos los mundos que vivieron en la humanidad de la artista, cada uno con su propia identidad.
La dirección de Miguel Wahren es seductora y exacta. Pergeñó ese rompecabezas atrapante que es la humanidad de Mansfield a un ritmo armónico, propio de la interpretación sentida de una pieza musical en violoncelo, una de las pasiones de Katherine. Los objetos, ubicados estratégicamente, conforman las geografías en las que vive la artista. La iluminación es fundamental en la creación de sentido, constituyendo uno de los tantos puntos altos a destacar.
Milagros Almeida brilla con una actuación impecable, de numerosos matices en los que se da el gusto de cantar en inglés y en alemán. La construcción minuciosa del personaje impacta de diferente manera. La emoción y sensibilidad en algunos casos mientras que otros quedan absortos frente a la cantidad de recursos que lleva adelante.
Se apaga la luz y el viaje llega a su fin. El aplauso estalla con esa mezcla de agradecimiento y felicidad por haber sido testigo de una puesta excelente, de lo mejor de la cartelera porteña. Por eso, no sería nada extraño, recomendar y/o volver a verla así como indagar/descubrir la obra de Katherine Mansfield. De esta manera, el circulo de excelencia y difusión del teatro se cierra y se expande. Que así sea. Amén.