Hasta el fin de los tiempos (Teatro)

Roberto y Ricardo


Dramaturgia y dirección: Alejo Beccar. Con Enrique Cragnolino, Héctor Castagnino, Natalia Imbrosciano, Andres Rojas y Zulma Rossini. Vestuario: Agustina Valdez. Diseño de escenografía y de luces: Alejo Beccar. Fotografía y asistencia de dirección: Laura Cecilia Álvarez. Diseño gráfico: Nicolás Senestrari.


Teatro La Tertulia. Gallo 826. Sábado, 21 hs.


Tras un manto de oscuridad, una luz ilumina tenuemente su figura. Podría decir tranquilamente “Please allow me to introduce myself” tal como es el comienzo de “Sympathy for the devil” de los Rolling Stones. Ataviado de negro, de parche en el ojo, este hombre da a conocer sus intenciones. Su nombre es Roberto. Es político y empieza a dibujar su futuro en el marco de las PASO. No duda en absoluto en usar todas las tretas posibles para llegar a su más preciado objetivo dentro de la política.


La ubicación del célebre Ricardo III -creación de William Shakespeare- en la política nuestra de cada PASO es un buen puntapié inicial para una puesta que denota un trabajo por demás minucioso en su texto. Esto puede ser tomado de dos maneras. Por un lado, de forma absolutamente positiva en su tratamiento, con una seriedad y trabajo a conciencia al respecto. Por otro, la importancia destinada al texto hace que otros aspectos no queden tan trabajados. Ese texto, hace que sea por demás explícito en el devenir de sus acciones. Más aún cuando todo gira en torno de las distintas acciones que lleva a cargo Roberto para lograr su cometido. Las escenas de seducción y amor suenan similares a los diálogos con sus enemigos políticos, sin mayor matiz que el volumen y el tono de voz. En este sentido, el estar tanto tiempo en escena, conspira contra la actuación de Enrique Cragnolino que da vida a un personaje cruel, sin conciencia ni remordimiento. Al estar todo el tiempo en escena, no cuenta con alguna escena que le brinde un “aire” respecto al resto de un elenco correcto, con Natalia Imbrosciano y Héctor Castagnino pidiendo, quizás, algunos minutos más de texto.  La escenografía es acorde a lo requerido y el vestuario se condice con los personajes en tanto su propia naturaleza.


Si bien las acciones son comprensibles a pesar de la retórica shakespereana que Alejo Beccar maneja muy bien, será ahí donde el público juega su partida en tanto capta cada línea del discurso que se plasma en la puesta. Lo toma y lo aprehende para poner toda su atención ahí. Igualmente, esa linealidad atrapante no se condice con el final que deja más de un interrogante respecto a la forma de interpretar lo ocurrido. Es aquí donde viene la reflexión respecto a ese comienzo más que auspicioso pero termina siendo, en un punto, previsible en su desarrollo y un final que, por lo sorpresivo del mismo, no se condice con lo acontecido a lo largo de la puesta.


Con un correcto homenaje shakespereano y una impronta que lo sigue manteniendo absolutamente actual, “Hasta el fín de los tiempos” se deja ver a través de sus alusiones a la actualidad que establecerá los vínculos pertinentes con los espectadores.

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